Viendo...

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Por Emevé , 2.08.2006


Había escrito yo dos páginas maravillosas de esas reflexiones filosófico- espirituales profundas que me caracterizan (si es que alguien recuerda aún quién soy yo) y este nuevo sistema operativo (cuyo nombre no digo para que no me acusen de publicidad denigrante) hizo que mi potente maquina se cuelgue... y todo se perdió... y ya no me acuerdo cómo dije lo que quería decir, pero sí que recuerdo el tema... y allá voy, de nuevo...

Las duchas calientes tienen en mí un efecto balsámico, no sé si alguien me entienda, pero todo el dolor de cuello, de espaldas (por alzar en un solo brazo a un niño precioso de casi 8 kilos y con el otro intentar darle un biberón porque lo que quiere es el pecho que ya se secó de tanto darle leche) y el que mas me duele: el de alma, se mitigan con esa ducha de agua caliente, en donde el tiempo se detiene, y caen al piso mi cansancio y mis dolores, junto con las gotas de agua con jabón.

Estaba yo un día de estos de julio y de fiestas patrias refugiada en mi isla de vapor, cuando un pensamiento me empezó a atormentar: ¿no estoy acaso perdiendo el tiempo permitiéndome consuelos humanos en lugar de estar con mi hijo sin comer ni dormir, como una buena madre debe hacer? Y me costó un poco cortar con la angustia que me empezaba a consumir, y cambiarla por una risa que ya se me va haciendo común desde que conocí opuslibros: "¿dónde habré aprendido yo a atormentarme de esta manera?"

Y de pronto vi... mientras sonaban a voleo las campanillas de mi hijo que se reía con su abuela, mi madre, desde la otra habitación. Digo que de pronto vi lo que no había alcanzado a ver con claridad y menos a entender: no soy supermujer, ni tengo por qué serlo.

Cuando me hicieron numeraria a los 17 años y me dijeron que si por casualidad ellos (cura y numeraria) se habian equivocado y no tenia vocacion, Dios -que no se deja ganar en generosidad- me la concedería, nunca me di cuenta que yo era una chiquilla desubicada que se sentía superior a los demás y a quien los chicos de su edad aburrian tremendamente y para quien lo más normal era que Dios la llame, porque un corazón como el suyo no podría ser de nadie más. No me di cuenta sino hasta ese día de julio gris limeño que yo me había hecho numeraria por puro complejo de superioridad y lo más alarmante es que quienes estaban obligados a ayudarme a combatir un complejo que a lo mejor es un pecado de soberbia, se valieron de ella para hacerme entrar a una institución que tenía (con mucha suerte) una vocación por año.

No se quién es peor, si una adolescente confundida o un par de cuarentones que creían que hablaban en nombre de Dios, eso Dios lo juzgará. Lo que sí sé es que no fue solo en ese momento donde se me dijo que era mejor que las demás, por eso yo iba a ser numeraria, sino que se me dijo constantemente que mi corazón estaba hecho para amar a Dios, no para revolcarse en el lodo con alguna criatura que no valía la pena. Y fue esa soberbia de creer que mi destino estaba escrito en las estrellas y que mi alma sublime no podia contaminarse con ningun hombre, el que me hizo perseverar... hasta que mi psiquis no dio más, me enfermé y me echaron.

Y de pronto entiendo el dolor que me causó que me echen, muy aparte de la consideración de que Dios no premió mi generosidad ni mi entrega con una vocación que al parecer nunca me dio, cosa que me dio un tremendo complejo de inferioridad; sino que mi corazón no estaba hecho para Dios. Dos años después, a decir del cura, yo tenía que ser supernumeraria, me tenía que casar ¡con uno de los hombres que dos años atrás no estaban a mi nivel!!!! y lo que es más divertido, mi ex compañera de centro y de labor de san rafael, una numeraria como yo lo había sido, y que en mis días de pininos numerariles me decía a voz en cuello como solo ella sabe hablar "Emevecita, ser del opusdei es lo máximo", me decía ahora que me tenía que casar con el abogado exitoso que solo quería ser mi amigo y que me caía tan bien... Me perdí completamente, no volví a pisar un centro del opus y lo que es peor, me sentí tan poca cosa que esta vez si me revolqué en una relación sin amor ni respeto con un chico por quien ni siquiera me sentía atraida.

Pero nunca vi que además del drama personal y del dolor de corazón que me causaba una decepción de la que tantas veces he hablado aqui, habia detrás de todo un paso doloroso de un complejo de superioridad a uno de inferioridad increible. Sin términos medios, o me creo por encima de los mortales, o me creo por debajo de todos: el tacho de basura.

El trabajo consiste ahora en encontrar un término medio, en aceptar que no soy super mujer y puedo darme una ducha de agua caliente mientras mi madre o alguien más juega con mi hijo, que no estoy obligada a ser la mejor madre del mundo, que solo puedo ser lo mejor que pueda ser, ni más ni menos. Pero tampoco soy la peor, que me ha tocado criarlo sola, que cometeré y estoy cometiendo errores, que hay que rezar mucho para no echarlo a perder, pero que me puedo equivocar y eso no me hace peor que nadie. Que mis circunstancias han sido la de muchas mujeres en el mundo, que no hay un manual de madre soltera perfecta.

Y lo que es más increible, he empezado por aceptar que "él" tampoco actua conforme a un manual, que sus acciones y reacciones no tendrían que haber causado el efecto que causaron en mí. Que lo traté como el hombre que "yo" desde mi superioridad, me merecía y el comprobar que no era el ideal de perfeccion que yo decidí... me decepcioné y no puedo perdonar esa decepción. Que a lo mejor hay que aprender a conocerlo, respetarlo y quizá quererlo tal como es... Y es difícil eso de aceptar que no tengo un corazon tan lleno de amor tan puro y tan maravilloso que solo sirve para amar a Dios, y que al no existir un hombre digno de tanta maravilla por lo menos me tenia que conformar con lo más parecido. A lo mejor soy solo una mujer más que ama como cualquier mujer y que tiene que aceptar que es amada como son amadas todas las mujeres normalitas del mundo, que no nací para que me hagan canciones, me escriban poemas ni se detenga el mundo a mi paso, ni ser la dueña absoluta de un alma que no ansía más que complacerme. A lo mejor ya es bastante suerte el hecho de que el hombre a quien todavia quiero, me confiese que me quiere, pero que no sabe qué hacer...

No sé si el opus sea la causa de mi incapacidad de mantener una relación adulta y madura, y sé que no es la causa de mi complejo de superioridad (eso se lo atribuiremos a unos padres orgullosos de su hija que siempre esperaban más de ella), pero sí que se valió de ello en lugar de corregirme, en lugar de hacer de mí una mejor persona, se valió de un defecto serio para tenerme a su merced y cuando no pude más... me descartó sin siquiera avisarme para curarme por mi cuenta... como un limón exprimido, que se lanza a la basura y en quien no se piensa más...

No lo digo con odio, lo digo tal como es... sin emoción alguna. La emoción, si es que la hay, es la de alegría, al descubrir una cosa más que se ve y ayuda a entender muchos aspectos de la realidad que me duelen, y ese alivio del dolor que causa un solo acto: ver, es una gran suerte.

Y el "ut videam" vuelve a rendir sus frutos, lo que comparto, ya saben, para quien lo necesite... y si no lo necesita nadie, lo comparto porque me hace bien compartirlo...


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