La chapuza del Opus necesita continuos parches y actualizaciones

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Por Ex-apéndice, 20.11.2009


Con avidez, leo, al menos cada semana tres veces, los comentarios y testimonios de quienes participamos en Opuslibros. Últimamente, mi atención se detiene con más interés del que acostumbro, en la percepción de una “rareza” (una más entre las muchas que aquejan al opus) que suele aparecer con toda lógica y con mucha frecuencia, en estas páginas, dado el batiburrillo que, dentro del opus, supone la división, subdivisión, clasificación, segregación, categorización y discriminación de sus miembros, socios, asociadas, fieles o como quiera que se les llame, según sea su circunstancia espacial, social, económica, intelectual, sexual o genérica.

En ese tema, como en otros tantos, el opus está lleno de chapuzas. Se parece un poco a esos programas informáticos tipo Windows, que se lanzan al mercado con la pretensión de ser perfectos pero que, en cuanto empiezan a rodar, necesitan continuos parches y actualizaciones. Aunque tiene con ellos una notable diferencia. Me explico:

  1. El opus “salió a la venta” en 1928, sin acabar, jactándose Escribá de que en él “nunca habría mujeres ni en broma”. Pero… apenas pasados unos años… ¡Catapum! Aparece en una misa, nada menos que la Sección Femenina: Primer parche, primera actualización…
  2. “En el opus todos somos iguales”. ¡Mentira! ”Las mujeres basta con que sean discretas”. Esto jamás ha sido rectificado. Al principio las mujeres eran solo numerarias. Nueva chapuza y nuevo parche.
  3. Escribá no tenía ni idea de donde se había metido. Empezaron a pitar numerarios. Al vivir juntos varios socios, se hacían ellos la comida, la cama, etc, o se la hacia alguna persona conocida… Surge un problema logístico: la intendencia. ¡Esto no estaba previsto por Dios el 28de octubre de 1928! No somos frailes, se dice Escriba, ellos solucionaron el problema de la intendencia con los legos. Nosotros lo haremos mejor: habrá una clase nueva de asociadas, “convenientemente” separadas y sometidas a las numerarias, pero no hará falta ni que sean discretas. Se trata de que en nombre de Dios sean burritos de carga: “esclavas”: “ecce ancilla domini”, justifica Escriba recurriendo a los Evangelios. Surgen las nax. Nueva actualización, nueva chapuza, nuevo parche.
  4. Ya está todo resuelto. Tenemos hombres y mujeres. Todos célibes (numerarias auxiliares, numerarias, numerarios). Pero, mira por dónde. ¿Qué hacemos con esos hombre y mujeres buenos que se acercan al opus pero no quieren ser célibes o no “dan la talla” (¡Qué asco de expresión, tan frecuente en el opus!), qué hacemos? Nueva chapuza y nueva actualización, nueva clase de segregación: aparecen los supernumerarios, “que ya estaban en la mente de Escriba en 1928”. ¡Asombroso!
  5. Pero… ¿Aún no hemos acabado? No, no. Aun faltaban los sacerdotes diocesanos. Esos no eran laicos y el opus era “exclusivamente laical” ¿Cómo arreglarlo? Nueva chapuza, nuevo parche: la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. “Inseparable del opus”, pero bien separada de él digo yo, hasta tal punto, que los obispos que pertenecen la SS+, no son contabilizados como obispos del opus.
  6. Pero aun faltaba otra guinda: los agregados. Gente que quiere ser célibe pero que “no da la talla” (otra vez la frasecita) para alcanzar el nivel supremo: numerariooooo ¡Ahí es nada! Gente que no podrá vivir en casas de numerarios, ni ocupara puestos de dirección, ni podrá mezclarse con ellos, ni asistir con los numerarios a clases, ni medios de formación, ni a nada. En este caso de los agregados, el “parto” fue difícil, la chapuza hubo que hacerla en tres parches: A) Aparecen en 1949 y se les llama supernumerarios internos. Primera sub-chapucilla. Ja,ja,ja. B) Un poco más tarde, alrededor de 1951, se les llama oblatos. Segunda sub-chapuza. C) A partir de 1967 se les llama agregados. Tercera sub-chapuza. En el fondo cambiar mocos por babas.


No quiero detenerme ahora, en señalar tantas y tantas chapuzas, actualizaciones, y parches como ha hecho el opus a lo largo de su historia. Sería interminable el número de notas, contranotas y normas que se han generado a lo largo de la historia del opus.

En fin a lo que iba. El opus, al contrario de lo que hacen los programas informáticos, que cuando hacen una chapuza lo reconocen y ponen el parche correspondiente, nunca ha reconocido que empezó de una manera y acaba de otra, nunca ha admitido la falibilidad de la institución como tal y de Escriba como “receptor” (habría que verlo) de la inspiración divina. El opus nació perfecto. Nunca se equivoca. Todos somos iguales….

Todas estas reflexiones las he ido elaborando, como decía al principio, al filo de mi lectura de los testimonios de tantos y tantas ex.opus, como desfilan por Opuslibros. A través de ellos se puede ver como el opus mantiene una odiosa discriminación interna entre socios de distintas clases, subclases y sexos. Exclusivamente basada en aspectos sociales, económicos, intelectuales, procedencia o extracción familiar, categoría profesional y otros aspectos que ahí, dentro de obra se llaman, eufemísticamente, “circunstancias”.

En todas estas reflexiones me han metido, a parte de mi experiencia personal durante 23 años de agregado, los testimonios que he leído, desde hace años, en Opuslibros. Especialmente me ha conmovido y me ha llenado de respeto últimamente la larga lista de testimonios maravillosamente escritos por Maripaz, que leí de principio a fin hace unos cuantos días.

Mari-Paz. Me dirijo ahora a ti, con cariño y admiración: Si alguien, dentro del opus, tuviera un principio de humanidad y algo de vergüenza, y leyera tus escritos debería por pura decencia pedirte disculpas en el nombre de la institución. No escudándose en que “eso” son fallos de las personas. Yo culpo al opus como tal de esa enorme y generalizada discriminación, practicada contigo y con tantos y tantas…

Con afecto y desde la paz en libertad, un abrazo para todos y todas, y, hoy, especialmente para Mari-Paz de

Un Ex - apéndice.



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