Experiencia en un Colegio Mayor del Opus Dei

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Por Poiuy, 6.02.2015


Yo nunca he pertenecido al Opus Dei ni he tenido ninguna relación con esta institución. Soy un estudiante de 19 años que fui residente de un Colegio Mayor del Opus y quiero contar mi experiencia allí desde mi punto de vista, el de una persona que no tiene nada que ver con “la Obra”.

Me considero un chico normal, que antes de ir a este colegio prácticamente no sabía casi nada sobre el Opus Dei. Sólo sabía que era una organización medio “secreta” de personas muy creyentes...

Decidí estudiar la carrera fuera de casa, y me puse a buscar alojamiento. Tenía claro que el primer año no quería estar en un piso, prefería una “residencia” (o Colegio Mayor, como se llamaba realmente). De entre la lista de residencias y Colegios Mayores elegí ésta porque viendo la página web fue la que mejor impresión me dio, y la que más cerca estaba de la Universidad.

Llamé por teléfono y acordé ir un día a ver las instalaciones, que me las enseñó un hombre del colegio muy agradable. La impresión que recibí fue bastante buena. Aunque el edificio era viejo, estaba muy bien equipado y las instalaciones tenían buena pinta, así que decidí ir a ese Colegio Mayor.

Tiempo después de di cuenta de que a esto lo llaman entrevista, que es necesario hacerla para acudir al Colegio Mayor y que primero tienes que pasarla, como si fuera una entrevista de trabajo. Yo la debí pasar, porque aunque no me dijeron nada, me dieron el formulario para entrar en el Colegio Mayor.

Cuando fui a alojarme, la primera impresión que me llevé no fue mala, pero sí un tanto extraña. La manera de comportarse de la gente era peculiar.

Lo primero que me sorprendió fue a la hora de cenar. Yo esperaba que cada uno se sentara a comer con sus amigos, como suele hacer la gente “normal”; y los “monitores” (se llamaban numerarios), todos juntos. Sin embargo, esto no era así.

Realmente parecía que esta gente no entendía el concepto “amigo” ni el concepto “grupo de amigos”. La relación que había entre nosotros debía ser homogénea, pero en mi opinión esto no es natural ni ocurre en ningún sitio. Cuando estás con varias personas, al final haces amigos y grupos de amigos y tienes más relación con unas personas que con otras. Es inevitable. Pero aquí esto no parecía que fuera a ser así. Claro que al final los estudiantes nos relacionábamos entre nosotros a nuestra manera.

Pero en la comida te tenías que ir sentando en el orden que fueras llegando al comedor, en la mesa que todavía no estuviese llena. En esta mesa había tanto numerarios como estudiantes. Eso fue otra de las cosas que me sorprendió; que no hacían una clara distinción entre ellos y nosotros, como la hay en un colegio entre profesores y alumnos.

Había que bendecir la mesa (aunque yo no lo había hecho nunca, con eso ya contaba). Las conversaciones que había en la mesa solían ser conversaciones artificiales, frívolas, vacías. Cuando había que hablar de algo importante NUNCA se hacía en la comida. Por ejemplo, un numerario nunca te diría mientras estuviésemos comiendo que te has dejado la ventana de la habitación abierta. Cuando te tienen que decir algo, aunque no sea nada importante, te preguntan si puedes hablar un momento a solas, te llevan a una habitación del colegio que está expresamente hecha para esto, cierran la puerta y te lo dicen.

Después de comer hay siempre tertulia, que consiste en ir a otra sala todos los del colegio mientras mantenemos todos juntos una conversación tan frívola y artificial como la de la comida mientras tomamos café.

Al principio no te das cuenta de todas estas cosas, pero cuando llevas un tiempo en el colegio te das cuenta de que TODO está matemáticamente calculado y estudiado para conseguir un objetivo: que lleves una vida de numerario y tenerte totalmente controlado para que acabes ingresando en la Obra.

Pero todos los métodos que usan para esto están muy camuflados y tardas un tiempo en darte cuenta de la verdad.

  • Había demasiado secretismo, demasiadas preguntas sin respuesta, demasiada información oculta y muchos temas tabú. Incluso la manera en la que estaba construido el edificio. Había unas zonas en las que podíamos estar nosotros, pero después había muchas puertas, escaleras y pasillos que nosotros no podíamos saber a dónde iban ni nos lo podían contar.
  • La cantidad de numerarios que había en el colegio era grandísima en relación al número de estudiantes. Había casi un numerario por cada dos estudiantes. De esta manera, se podían repartir bien para tenernos vigilados a todos. Nunca nos dejaban solos, en todos los sitios que había un estudiante había siempre un numerario. En casi todas las fotos que tengo del colegio sale algún numerario. En casi todas las mesas a la hora de comer había por lo menos un numerario. Si entre los estudiantes un grupillo de cuatro o cinco nos juntábamos en algún lugar del colegio como un grupo de amigos, no tardaba en aparecer un numerario por allí de manera disimulada para controlar nuestra conversación y evitar que acabásemos hablando de mujeres o cosas por el estilo. Los estudiantes teníamos un grupo de WhatsApp sin que ellos supieran nada, porque en este caso ellos querrían estar en el grupo; pero de esta manera podíamos hablar entre nosotros con total libertad.
  • La conexión a Internet del colegio tenía un filtro que censuraba todo lo que ellos querían evitar que vieses: blasfemia, pornografía, etc.
  • Todo era muy rutinario. La gente era muy poco espontánea y se comportaban de manera mecánica. Estas rutinas eran muy rígidas e incluso la forma de hablar, etc., tenía siempre las mismas estructuras y expresiones. Lo máximo que hacía esta gente fuera de la rutina era acudir a eventos propios del Opus Dei (retiros mensuales, convivencias, etc.) que para ellos era lo más normal del mundo pero nosotros era algo extraño.
  • Tenían un interés tan alto (que era hasta mosqueante) en que participásemos en todas las actividades que se hacían en el colegio, que gran parte de ellas tenían un objetivo que es evidente. Estaba mal visto no participar en las actividades y no ir a las tertulias, si decías que no querías o no podías ir empezaban a insistirte hasta que dijeras que sí. Por supuesto, en TODAS las actividades había algún numerario y estaban hechas de manera que tuviésemos el mínimo contacto posible con mujeres. De hecho, en el 99% de las tertulias que vino gente de fuera a darnos eran hombres.
  • Algo extraño era también la limpieza de las habitaciones. La hacían unas numerarias (por supuesto, aquí no se permite que haya hombres que hagan esto). Estas mujeres vivían en una parte del edificio que estaba hecha para ellas, a la que por supuesto no podíamos acceder. Nosotros no podíamos tener ningún contacto con ellas, pues habían hecho un voto de castidad y no podían tener ningún tipo de contacto con hombres, prácticamente ni podían hablar dirigirles la palabra.


Todo esto no lo sé porque nos lo contaran los numerarios. De hecho, ellos hacían como si estas mujeres no fuesen personas; ellos lo llamaban “la administración”. Los horarios de limpieza estaban hechos para que no coincidiésemos con “la administración” en ningún momento. Si a las 10 empezaban a limpiar, a las 9:30 nos hacían un desalojo en todas las habitaciones y cerraban la puerta que accedía a las habitaciones con cerrojo. Si por cualquier razón nos encontrábamos con alguna de ellas en el comedor, éstas se ponían nerviosas y “huían” de nosotros sin ni siquiera saludar, entraban a la cocina cerrando la puerta y el cerrojo desde dentro.

Evidentemente los estudiantes nos damos cuenta de que estas cosas no son normales, y puede que tenga algo que ver con que cada año hay menos estudiantes, y por lo tanto, clientes.

Parece como que no quieren aceptar que la imagen que tiene la religión en la sociedad española es cada vez peor.

Deben cambiar si quieren seguir funcionando. Deben salir fuera y ver cómo es el mundo real, cómo somos las personas normales. En el Opus Dei viven como en una burbuja elitista que distorsiona la realidad, con normas que para ellos son totalmente normales pero al resto de la gente nos extrañan y provocan que poco a poco vayan perdiendo clientes.



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