Catarsis

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Por Yolarenero, 03.03.2023


Hace más de 10 años que salí del Opus Dei. Lo siguiente que les escribo y que escribí un domingo, 5 de junio de 2022, me sirvió como catarsis, pero lo que más me ha ayudado es OpusLibros, gracias por la ayuda invaluable. Un ex Opus que encuentra la página empieza a sanar. Me pregunto si algún día podre soltar totalmente este tema, por lo pronto me siento acompañada por todos los que leemos Opus Libros. ¡Felicidades por los 20 años! Ojalá un día podamos todos festejar la caída del Opus Dei dentro de la Iglesia Católica.

Por esos años de presión constante. Por esos días interminables donde nada era suficiente. Por esos años de presión constante. Por esos días interminables donde nada era suficiente... donde todo el día ofrecido a Dios tenía que ser de esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo sin descanso, sin terminar las normas, sin descansar pero sonriendo porque le estaba ayudando a Jesucristo a cargar su cruz. Por esas semanas en que tenía que disfrazarme para ir al círculo y nadie me dijera si se me transparentaba la blusa, la falda o si se me veía el calzón...

Por esos días mensuales del retiro en que me estaba durmiendo pero me tenía que mantener despierta en esas bancas duras e incomodas, callada solo escuchando a un sacerdote con tono aburrido, en el que mi subconsciente captaba, sacrifícate, sé perfecta, sonríe aunque estás enferma, cansada, niégate a ti misma, nada de comodidad, no hay descanso para un hijo de Dios, madre perfecta, hija perfecta, esposa perfecta, amiga perfecta pero solo de las personas que puedes atraer a Dios, perdón, NO a DIOS a la obra de Dios.

Perfecta hija de la obra, perfecta como Dios, estudia, pero solo lo que la obra te diga. Lee, pero solo lo que la Obra te diga que leas, solo libros escritos por ellos, solo lectura espiritual escrita por ellos, vidas aburridas de personas de la obra vidas sacrificadas de personas de la obra. Haz labor social pero solo lo que la obra te indique, aunque no sea lo tuyo, a pesar de que no te guste y NO te quejes, ni porque te pica un mosquito, ni aunque tengas cáncer y te duela algo. Levántate y sonríe, sonríe siempre aunque estes cansada, aunque estés harta, aunque estés muy enojada, triste, frustrada. Sonríe, que nadie sepa que por dentro estás llorando. Además si sufres mejor! ES AUN MAS VALIOSO PARA DIOS TU SUFRIMIENTO. SUFRIR en la Obra es sinónimo de amor a Dios, sufrir, sufrir, sufrir pero sonríe. Y no hables, no opines, no no no no te quejes nunca, obedece, obedece, obedece, calla, niégate a ti misma porque eso agrada a Dios.

Por esto no puedo perdonarte, todavía no me perdono a mí misma haber estado tantos años en este infierno, en esta jaula sin salida, porque nunca quise entrar, porque es mentira que exista vocación para ese lugar llamado Obra de Dios, porque lo que se vive dentro, con sus secretos con sus mentiras, con su incongruencia no es de Dios, y eso es lo que no puedo perdonar, que su bandera sea Dios, ese Dios amoroso que no juzga, que no está viendo cada detalle de sus hijos para juzgarlos, ese DIOS QUE LO UNICO QUE QUIERE ES QUE SEAMOS FELICES, que lo que quiere es que amemos a los demás como él nos ama, que amemos a los demás como nos amamos a nosotros mismos.

Cómo te puedes amar en el Opus si nunca eres suficiente, si todas las semanas hay que confesarse porque hay que estar listos para morir e ir directo al cielo, y en una semana ya hiciste algún pecado, aunque sea venial y hay que confesarlo para estar limpios.

¿Y el sexo? El sexo es pecado, Dios lo creo para procrear, no importa si estás en peligro de muerte, siempre hay que estar abierta a la vida. Hay que llenar este mundo de hijos, pero sobre todo de hijos de supernumerarios para que ellos sean los próximos numerarios, los próximos supernumerarios y así la familia del Opus crezca. Ellos son los elegidos, los que cambiarán el mundo, los que salvarán el mundo para Dios.

No puedo perdonarlos porque me alejé del mundo del conocimiento. No podía leer nada que no fuera autorizado por ellos. Me alejé del mundo del descanso porque el descanso es solo cambiar de actividad, a su Dios no le agrada que te duermas una siesta porque no hay que parar, todo tu día ofrecido a Dios. Me alejé cada vez mas de mí misma. Dejé de sonreír de verdad. Mi sonrisa era hipócrita porque estaba muy cansada, hacía solo lo que ellas me decían, no lo que yo quería. Iba a donde ellas me indicaban, cursos donde me decían mentiras, mentiras sobre temas científicos que, al salir de su jaula, me di cuenta que estaban basados en hechos creados por gente de la Obra, con la filosofía de la Obra y no basada en hechos científicos reales.

Y ALGO QUE NO PUEDO PERDONAR, es que me enseñaron el temor de Dios, santo temor de Dios creo que le dicen y el temor al diablo, ese ser que conocía muy poco y que me lo pusieron hasta en la mosca que llega durante la misa y no te deja concentrarte. Me inculcaron el miedo al diablo, ese diablo que está en las caricaturas que no dejaba ver a mis hijos, en el bikini porque la mujer que usa bikini peca porque hace pecar al hombre que la ve y la desea. En los shorts, en los escotes, en la transparencia, en los tirantes, hasta en los zapatos abiertos.

Temor al diablo que no quiere que sea santa, que quiere alejarme constantemente de la “Obra de Dios” cuando estoy cansada, cuando quiero decir que ya no puedo más, cuando quería decir ya basta, cuando quería descansar, cuando quería decir no a un encargo. Temor a ese diablo que te quiere hacer creer que no eres digna del Opus, que quieres salir corriendo, que tengas dudas. Temor porque lo que el diablo quiere es que renuncies a ser santa, y si el diablo logra que te salgas va a lograr que te alejes de Dios, va a triunfar y te vas a perder.

No puedo perdonarlos porque los veo en todas partes y no puedo evitar recordarlos. Porque me duele ver tanta gente apretada, juzgona como lo fui yo cuando estaba en su mundo, porque veo tanta gente infeliz dentro, porque me recuerdo y sobre todo porque todavía a veces cuando me doy un masaje, cuando hago una clase de yoga, llega ese recuerdo de pecado, de miedo de alejarme de Dios.

No puedo perdonarlos porque cuando veo a un sacerdote que habla como ellos se me oprime el pecho, se me revuelve el estómago. Cuando recuerdo esa cárcel por la que pasé se me revuelve el estómago y sé que lo que necesito es aceptar que seguirán en el mundo atrapando niños inocentes a los que les arrebatarán años de su vida y los romperán en dos. Los hago responsables de suicidios, de miles de personas enfermas emocionalmente y lo que más me enoja es que hay tantas escuelas llenas de familias que ni idea tienen que sus hijos pueden ser víctimas de ellos, porque nadie grita, nadie se atreve en esta ciudad a alertar, a poner un alto.

¿¿Tengo que ser yo también esa otra persona que se calla, que no grita a los cuatro vientos el daño que hacen? ¿Por qué no lo hago? Porque los que están dentro son personas buenas, que están seguras que se están santificando y santificando a los demás, que quieren amar a Dios, que confían que es lo que Dios quiere de ellas. Porque cuando estas dentro realmente actúas de buena fe y te sientes superior porque sabes más de Dios que los demás, porque eres elegida de Dios y eres especial, y tienes una misión especial, y cualquier sacrificio vale la pena por Dios, por su Dios.

Y también tengo mucho coraje por esos ritos de iniciación, por el primer retiro ya de supernumeraria en el que tuve que hacer una confesión de todos mis pecados pasados, pecados que ni idea tenía que había hecho, que ellos me enseñaron que eran pecados. En este momento me rio de tal estupidez, de tal incongruencia. Vaya estupidez, vaya estupidez que no grité y salí corriendo cuando el primer día de mi platica inicial como supernumeraria, me dijeron que las numerarias usan cilicio todos los días y que se latigan en las nalgas para no tener pensamientos impuros. Cuando me dijeron que duermen en tablas de madera sin colchón para ofrecerle a Dios su incomodidad, cuando me enteré que no son dueñas de su dinero, de su ropa, cuando me enteré que no ven muy seguido a su familia porque su familia es el Opus Dei, cuando me enteré que si hacen amistades solidas las cambian de ciudad para que no se encariñen, cuando me di cuenta que si alguna de las numerarias estaba enferma, nadie se preocupaba por ellas, es decir no hay verdadera vida de familia.

Cuando me enteré que las numerarias auxiliares son sirvientas y las tratan como personas de otra categoría, que solo están para servir, para limpiar, que no comen con las demás, que no te puedes dirigir a ellas como una persona igual.

¿Cómo pude vivir una vida tan diferente que me tenía rota por dentro? Que me añadió grandes rocas al costal de la vida que ya llevaba cargando. Cuando después de años de lucha interna logré salirme de ese infierno, poco a poco fui deshaciéndome de esas rocas que tanto peso añadieron a mi vida.

Y lo que menos me perdono es esos años de presión constante en los que a los que más afecte fue a mis hijos, a los que les hice tanto daño con mis traumas, con mis ideas del año de la inquisición, y les pido perdón porque fue en esos años en los que recibieron más mis gritos, mis desesperaciones. Descargaba en ellos ese peso que no podía descargar en nadie más, porque al esposo hay que obedecerlo, respetarlo, hay que ser su esclava, entonces fue en mis hijos en los que descargué mi cansancio, mi frustración.

Sé que necesito perdoname y perdonarlos y necesito aceptar que no puedo salvar al mundo del Opus Dei, y que tengo que aprender a vivir con ellos. Que tengo que aguantarme cuando vea en alguna iglesia el cuadro de un hombre que nunca debió ser declarado santo, porque creó una secta dentro de la iglesia católica de la que es muy dificil salir y, aún más difícil es sanar emocionalmente.

Quiero perdonarlos y perdonarme a mí misma por la falta de voluntad para salir corriendo, porque les creí a pesar de tanta incongruencia, porque les juré obediencia ciega y me cegué y cerré mi mente y mi corazón a la vida, porque dejé que me manejaran a su antojo. Porque cuando me salí por años tuve miedo a desviarme del camino, porque tenía miedo de leer, tenía miedo de hablar. Porque ha sido un proceso muy largo y aún no termina.

¿Necesito perdonar, dejar ir, dejarlos ir y dejarlos ser? Solo que siento que es como si te callas y no denuncias a un violador, y los dejas seguir violando.


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