Arkadas

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By Prelaturator, 5.04.2006


Las bajas son defecciones

¿Cuántas “defecciones” ha habido este año?

Esa frase salía por la boca de un sacerdote de la prelatura y llegaba a mis oídos dejándome perplejo. Los miembros que salen de la obra lícitamente son los que acaban en el cementerio, salen en Romana y son esos siervos buenos y fieles. Los que se salen antes de la muerte son defecciones, cagarrutas que expulsa el cuerpo porque no las asimila, porque no le conviene ya que no aportan nutrientes, son meros productos de desecho. Pues con la Obra ocurre lo mismo.

Prefiero ser libre que vivir como un burgués

Le expuse al director del centro mi deseo de abandonar la vida en familia para pensarme las cosas con más calma, sin coacciones, sin detalles de caridad que buscan la perseverancia, o correcciones fraternas inoportunas que no hacen sino cabrear más al personal… Aun así el director creo que entendía español perfectamente, pero no quería entenderlo en mi caso. Sabía que el menda daba mucho juego en el centro, era un tipo divertido, todo el mundo se reía a gusto, y no estaba dispuesto a perder a un payasete que alegraba un poco la vida a los demás...

Tuve que insistir mucho: “Oye venga, que me voy, que no puedo más” y fue entonces cuando me preguntó que si lo había pensado bien, por supuesto mirándome con cara de pena… y me dijo que fuera un momento al oratorio y se lo preguntara al Señor.

Lo había pensado y rezado mucho, pero accedí a ir al oratorio sabiendo que mi conciencia iba a sufrir gustosamente, como sufre una conciencia de un enfermo con trastorno bipolar. Por una parte mi conciencia me decía que me debía ir (porque no pintaba nada) y, por otra, la conciencia de la Obra - que era la conciencia y la voluntad del mismo Dios - me decía que lo correcto sería quedarse. Esto último se forja en la conciencia de una manera indirecta, inconsciente… y uno lo acepta y lo cree porque su origen es la voluntad de Dios.

También me comentaron que mi decisión iba a repercutir negativamente sobre los demás del centro. Pues yo creo que si uno realmente tiene vocación a algo, el hecho de que un compañero abandone un camino no quiere decir que yo tenga que abandonar el mío. Si a mi me mola el rollo musical, y tengo un amigo que deja de tocar el saxofón, pues allá él… que se vaya a chiflar a la vía… Su decisión no va a afectar a la mía porque yo sé lo que quiero. Es cierto que como componente humano, si durante el gobierno de un director se van unos cuantos tíos, el pobre director se desilusiona y le entra la depre. Pero qué se le va a hacer. Si uno cree que es su camino, que cada palo aguante a su vela. Si yo estoy casado con mi mujer, y veo que mis amigos se apuntan al divorcio express, me producirá indudablemente una gran pena. Pero no por eso yo me tengo que divorciar de mi mujer, porque la quiero de verdad.

Pero para hacer sufrir más al personal ahora viene lo mejor. Resulta que un buen día los directores hablan con mis padres comentándoles que este joven promesa quiere abandonar lo que empezó, que muchos son los que comienzan y pocos los que acaban. Todo esto nuevamente con cara de pena, presentándolo como algo trágico y negativo:

- “Fulanito está en el mejor lugar para su formación, con gente estupenda, en un ambiente maravilloso, pero es una pena, porque no lo quiere aprovechar. Nosotros hemos intentado animarle, pero qué se le va a hacer, se quiere marchar…”

Y como las madres son tan sensibles y se emocionan viendo a un grillo saltar, mi madre soltó una pequeña lágrima. Hay que ponerse en la situación: la forma de hablar, el lugar, los directores, los silencios, el tema de la conversación… ¿Y cómo creéis que sé lo de la lagrima de mi madre? Porque el mismo director lo usó como argumento para endulzar todavía más mi conciencia. Olé chavalote, echa más leña en el fuego que tengo frío. Y no solamente me lo dijo a mi para dejarme un mal sabor de alma, también se lo contó a un hermano nuestro que en esos días dudaba de su vocación y tenía que decidir si hacer la Oblación o no. Como diciendo: “mira, fulanito se va… no te vayas tu ahora”. Y el chaval no supo decir que no. Normal, es un chantaje emocional, una manipulación auténtica.

¿Qué es esto sino jugar con las almas, sojuzgar la conciencia, asfixiar, coaccionar, manipular, chantajear, extorsionar?

Que los miembros que lean esto aprendan de los errores de otros directores, que escarmienten en cabeza ajena, que sean un poco más humanos y menos prelaturizados. Eso directores: tratad más a Dios y olvidaros de tanta burocracia, de tantas estadísticas…

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Prelaturadas

Pero menos mal que todavía quedan en la Obra miembros que dicen las cosas como las piensan.

Contaba algún entendido que un buen día fulanito y fulanita se encontraron de casualidad durante unas convivencias en la misma explanada del santuario de Torreciudad. Chico y chica se conocían, pues formaban parte del mismo grupo de amigos. Y en esto que mientras estos jóvenes conversaban tan alegres y tan felices apareció una doncella con rosario en mano que irrumpió en la conversación diciendo:

- Que pasa fulanito, ¿no tienes otra cosa mejor que hacer que distraer a esta chica?.
A lo que el fulano, sin pelos en la lengua y con una sólida formación le replicó sabiamente:
- Anda, deja de rezar el rosario y vete a fumar un cigarro”.
(como es sabido las numerarias no fuman)

Pues le está muy bien. Si uno va así por la vida se merece que le den un repasito así como este, para que aprenda y se relaje.

Creo que esta anécdota refleja más o menos lo que pasa cuando uno mira por encima del hombro a los demás, tarde o temprano la formación que uno recibe se le vuelve en su contra.

Hay que tener mucha paciencia con quien actúa mal, porque tarde o temprano recibirá su castigo. Por eso hay un proverbio chino que dice: “Siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo”

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El publicano y el pecador arrepentido

Vemos que en el evangelio es más grata al señor la oración del pecador arrepentido que la del publicano.

"Dios mío, te doy gracias, porque no soy como el resto de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ése que recauda impuestos para Roma. Ayuno dos veces por semana, y pago los diezmos de todo lo que poseo"

Al leer este pasaje del evangelio el miembro de la Obra tiene el riesgo de identificarse con el publicano; utilizo el cilicio 6 veces por semana, las disciplinas los sábados mientras rezo una oración vocal, hago la cuenta de gastos y la entrego puntualmente antes de las 24.00 h del día 5 de cada mes… No soy un gran pecador como fue San Agustín, me confieso de faltas pequeñas y no suelo estar en pecado mortal…Gracias te doy Dios mío porque no soy como los demás hombres.

Sin embargo la oración del pecador arrepentido clama desde el fondo del corazón:

"Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador".

En muchas personas de la obra coexisten estas dos formas de reconocerse ante Dios, y uno se siente orgulloso de no ser tan pecador como el resto de los mortales. El grado de contricción depende del amor de cada cristiano, pero la obra tiene que empeñarse y enseñar a vivir y considerar la humildad colectiva que teóricamente figura en su espíritu.

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¡O te portas como un prelaturas o te cae una Corrección Fraterna!

"Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma" —El hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada.

Las llamadas Correcciones Fraternas son realmente un medio de formación, es de gran valor decir las cosas a la cara, con delicadeza, habiéndolo llevado a la oración la mala acción del sujeto A, consultándolo al director, ejecutando la corrección, y volviendo a rezar por el sujeto A. Aun así son demasiados pasos, y a veces hay que recurrir al sentido común y hacer correcciones fraternas sobre la marcha, al igual que dos amigos se dicen las cosas con claridad y sin tapujos.

Cuando el numerario de turno, con sonrisa de hijo fiel - o cara de mala leche - te insinuaba el famoso: ¿Tienes un momento?, sabías que te iba a caer el gordo de la lotería.

Creo que había gente que disfrutaba haciendo correcciones fraternas, porque da seguridad saber que uno hace bien las cosas, que está en sintonía opusina, que controla la situación… que en definitiva está por encima del resto. Creo también que hay gente que hace correcciones fraternas porque lo que les mueve es la caridad verdadera del prójimo, quieren ayudarlo de verdad. Suelen hacer correcciones de motivos sustanciales y nucleares.

Ocurrió que un chico joven dejó de ser de la Obra, y como quería continuar recibiendo formación, se le asignó otro centro. Pero un buen día se pasó por su antiguo centro para saludar a un amigo, y el director se apresuró a interrogarle:

- ¡¿Tú que haces aquí?! – preguntó el dire.
- Pues nada hombre, que vengo a ver a Fulanito, que quiero hablar con él. – contestó el chaval.
- No te quiero volver a ver por aquí, vete a tu centro. – dijo el dire.
Y el chaval excombatiente le respondió sin pelos en la lengua:
- “Yo voy donde me da la gana… Anda Fulano, menos cilicio y más caridad”

Cuando alguna persona de la Obra actúa de esta manera, lo mejor es actuar como este chaval, que le hizo una corrección fraterna muy efectiva. Seguro que le tocaría la fibrilla. Es un claro ejemplo de cómo hacer correcciones fraternas a los directores de una manera eficaz. Es de seguro que el Espíritu Santo habló por boca de este excombatiente.

Recuerdo en un curso anual a cierta persona le cayeron cerca de 30 correcciones fraternas, de media una al día. Pero la mayoría de las correcciones no tenían fundamento.

”Si tu hermano peca contra ti, vete a corregirlo entre él y tú solos. Si te escucha, ganaste a tu hermano” Mt 18, 15

Me imagino en tiempos de Jesús la siguiente escena: pongamos que alguno de los apóstoles o el mismísimo Pedro, que tan rudo sería en las formas, fuera recriminado por el Maestro por llevar el turbante mal colocado, o en vez de rezar de pie lo hiciera sentado, o llevar unos atuendos distintos a los del resto… Porque cualquier detalle que “desdiga del cargo y posición” que ocupo es susceptible de ser corregido.

¿Por qué al señor X le tienen que hacer una corrección fraterna por llevar pantalones vaqueros en el centro? Porque el estilo de la Obra - y no el espíritu - marca unos pantalones más apropiados que eleven el tono humano de esa persona, porque el llevar pantalones vaqueros indica el inicio de una posible dejadez, por ir más cómodo… Ahora comprendo cuando dicen que el centro es la propia casa, pues no poder ir en pantalón vaquero en mi casa, ¡vamos por favor!. [animo a todos los residentes de un centro que nos estén leyendo a que se compren unas buenas zapatillas de estar por casa, lo anoten en la cuenta de gastos, y las utilicen a menudo. Verán como se sienten más a gusto en sus centros.]

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