Sobre la existencia de votos

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Cap.3 de La doble doctrina del Opus Dei

Autores: Compaq y Brian, 20-8-2004


Dice el libro "Conversaciones" en su sinopsis: El libro “Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer” recoge siete entrevistas que concedió san Josemaría, entre 1966 y 1968, a Le Figaro, The New York Times, Time, L'Osservatore della Domenica y a varias revistas españolas (Telva, Gaceta Universitaria y Palabra).

En el punto 62, se le formulan dos preguntas al fundador; la segunda es:

-¿Qué compromisos asume cada socio para realizar los fines del Opus Dei?

Respuesta del fundador (doctrina externa o respuesta de cara a la galería o medias verdades):

-"La perfección —que busca el socio del Opus Dei— es la perfección propia del cristiano, sin más: es decir, aquella a la que todo cristiano está llamado y que supone vivir íntegramente las exigencias de la fe. No nos interesa “la perfección evangélica”, que se considera propia de los religiosos y de algunas instituciones asimiladas a los religiosos; y mucho menos nos interesa la llamada vida “de perfección evangélica”, que se refiere canónicamente al “estado religioso”.

"El camino de la vocación religiosa me parece bendito y necesario en la Iglesia, y no tendría el espíritu de la Obra el que no lo estimara. Pero ese camino no es el mío, ni el de los socios del Opus Dei. Se puede decir que, al venir al Opus Dei, todos y cada uno de sus socios lo han hecho con “la condición explícita de no cambiar de estado”. La característica específica nuestra, es santificar el propio estado en el mundo, y santificarse cada uno de los socios en el lugar de “su encuentro” con Cristo: éste es el compromiso que asume cada socio, para realizar los fines del Opus Dei." (Conversaciones, punto 62).

-Del Fundador, transmisión oral, frase reproducida por D. Severino Monzón, meditación para chicas de San Rafael en el Colegio Mayor Zurbarán, noviembre 1970. Frase que se repetía muy a menudo en la Obra cuando se preguntaba el tema de los votos:

“En el Opus Dei no hay votos, ni botas, ni botines, ni botones”.

El fundador murió en 1975. Cuando Escrivá realizó la entrevista -entre 1966 y 1968-, la obra era y fue un un Instituto Secular desde 1947 a 1982 y no podemos dudar de que él desconociera la figura jurídica a la que el Opus Dei pertenecía. Murió siendo el presidente de un Instituto Secular: el Opus Dei.

¿Qué dice la Iglesia sobre los Institutos seculares?

INSTITUTOS SECULARES
Los precedentes históricos de estos Institutos se remontan a finales del s. XVI, aunque el reconocimiento jurídico y el propio encuadramiento entre los estados de vida consagrada aprobados por la Iglesia ha tenido lugar solamente el 2 de febrero de 1947, con la Constitución Apostólica “Provida Mater Ecclesia”.

Los fieles consagrados a Dios en los Institutos seculares practican la "sequela Christi", mediante la profesión de los tres consejos evangélicos [pobreza, obediencia y castidad] obligatorios por un vínculo sagrado, y entregan la propia vida a Cristo y a la Iglesia, comprometiéndose en la santificación del mundo sobre todo trabajando desde dentro de él (can. 710).

Con el apelativo de seculares se ha querido subrayar que la persona que profesa este estado de vida consagrada no modifica la condición que tiene en el siglo y que continúa viviendo y actuando en medio del pueblo de Dios sin salir del propio ambiente social (can. 711; can. 713 § 2) según el modo de vida secular que les es propio. (Congregación de los Institutos de Vida Consagrada)

Se nos decía a los miembros que el 'vestido jurídico' de los Institutos Seculares no era el apropiado para el Opus Dei (a pesar de haber sido el primero en ser reconocido como tal gracias a la Constitución Apostólica "Provida Mater Ecclesia"). Cuando otras asociaciones recibieron el mismo vestido jurídico, por ejemplo, las Teresianas -su fundador, el padre Poveda, ha sido beatificado recientemente-, el Opus se molestó y decidió que tendría que buscar otro status jurídico 'exclusivo'. Veremos lo que sucede cuando otro movimiento o asociación sea promovido también a "Prelatura personal". Conociendo medianamente al Opus Dei, se puede intuir que buscarán otro "vestido jurídico" porque ellos no son como los demás y lo de "Prelatura" también se les habrá quedado pequeño.

Pero si en el Opus Dei no había votos y los miembros no adquirían el status de religiosos porque no se buscaba "la perfección evangélica", -al venir al Opus Dei, todos y cada uno de sus socios lo han hecho con “la condición explícita de no cambiar de estado” (sic)- se podría haber reflejado este deseo en las Constituciones propias, "santas, inviolables y perpetuas". (Del Articulo IV. De la observancia de las Constituciones. 172. Estas Constituciones son el cimiento de nuestro Instituto: por tanto, téngase por santas, inviolables y perpétuas (...)).

Las Constituciones de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei, vigentes desde 1950 a 1982, vigentes por tanto mientras Escrivá respondía a las preguntas del periodista, dicen lo siguiente:

Capítulo II. De las obligaciones comunes.
Artículo 1. De la Obediencia.

148. La incorporación al Instituto exige un voto privado comunitario reconocido de obediencia. En virtud de este voto, todos los miembros del Instituto, Numerarios y Oblatos, profesan una obediencia plena y en todos los aspectos al Presidente General y a los propios Superiores; y el Presidente General, al que todos conocen y veneran como Padre, usa libremente de ellos para los fines del Instituto según la norma de las Constituciones.

149. El Superior puede imponer a los socios Numerarios y Oblatos, de acuerdo con el voto de obediencia y empleándose una fórmula en la que este voto se invoque implícitamente, preceptos o encargos en conciencia, basados en la fuerza del temor religioso, que, supuesta la gravedad del asunto, obliguen incluso bajo pena grave, referentes a todo aquello que pertenezca a la finalidad del Instituto. Los preceptos o encargos hechos en virtud del voto han de pronunciarse siempre por escrito o delante de dos testigos. Para que cualesquiera preceptos, una vez anulado el derecho del que los imponía, conserven su validez, han de ser siempre formulados de ese modo.

Artículo 2. De la castidad

156. El voto de castidad, que se pronuncia para la incorporación de los Numerarios y Oblatos al Instituto, lleva consigo, aparte de la profesión del celibato, la obligación bajo nuevo título de carácter religioso de abstenerse de cualquier acto, sea interno sea externo, contra el sexto precepto del Decálogo.

Artículo 3. De la pobreza

161.1 A fin de que los miembros puedan ejercitar mejor la pobreza evangélica, está aneja también a la incorporación la pronunciación de un voto privado o comunitario de pobreza. Por la fuerza de este voto, los Numerarios y Oblatos renuncian:

  1. A la facultad de disponer lícitamente de cualquier bien temporal, valorable en precio, sin licencia legítima de sus Superiores;
  2. A la facultad de adquirir para sí bienes, cualesquiera que sean, de los que adquieren por su propia industria y trabajo o que, según la organización del Instituto, se les entregan o vienen a sus manos.

Se hace referencia a que no se quiere asemejar a los religiosos en:

Capítulo III. Del Espíritu del Instituto

182. Aún cuando los miembros del Opus Dei profesan plenamente la perfección evangélica sujetándose por una perpetua y definitiva entrega a servidumbre de Cristo Nuestro Señor, sin embargo el Instituto externamente no presenta en sus casas propias ningún signo que huela a casa religiosa.

Si íbamos a ser religiosos -aunque en la obra nos decían que no-, ¿por qué no se nos dieron a leer las Constituciones antes de pedir la admisión? Es cierto que no sabíamos ni que existían así que no podíamos pedirlas, nos fiábamos de lo que nos decía en la charla con el amigo que "nos trataba" o el sacerdote numerario en el confesionario: "como dice el Padre, en el Opus Dei no hay votos ni botas ni botines ni botones". Aunque si hubiéramos sabido que las Constituciones existían, no nos las hubieran dejado leer porque,

Capítulo III. Del espíritu del Instituto

193. Estas Constituciones, las instrucciones publicadas y las que puedan en el futuro publicarse, así como los demás documentos no han de divulgarse; más aún sin licencia del Padre, aquellos de dichos documentos que estuvieren escritos en lengua latina ni siquiera han de traducirse a las lenguas vulgares.


Conclusión: Escrivá no dijo la verdad al periodista (¡ah, las medias verdades!). Esa respuesta no se ha retirado de un libro del que la prelatura presume: "Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer fue publicado por primera vez en el último trimestre de 1968 en castellano, inglés, italiano y portugués. Después ha aparecido también en francés, alemán, catalán, neerlandés, polaco y chino. En total, del libro se han publicado, hasta la fecha, 350.000 ejemplares". Pues una mentira repetida 350.000 veces, hasta en chino, sigue siendo una mentira. ¿No hubiera sido más honesto por parte del fundador –hoy santo, entonces ya lo era en vida-, decir la verdad? Podría haber dicho: “somos un Instituto secular y tenemos que hacer votos pero nuestra idea es no tener que hacerlos”, por ejemplo y sin romperse la cabeza.

También el periodista -no sé si pertenecía a la Obra pero es de imaginar que sí-, podría haberle informado: "Padre, aunque usted diga que "no nos interesa “la perfección evangélica”, que se considera propia de los religiosos y de algunas instituciones asimiladas a los religiosos", un servidor que es numerario (o agregado) ya ha hecho incluso los votos perpetuos (la fidelidad), como verá por este anillo..." ("Los Numerarios y Agregados que vayan a hacer la Fidelidad, deben adquirir un anillo de oro —o de otro material, si hay una razón importante que lo aconseje—, en cuyo interior se inscribirá la fecha de la Fidelidad.” Vademecum de los Consejos Locales, página 37) Pero hubiera sido ciencia ficcion sólo imaginar llevar la contraria al Padre, aparte de que no se hubiera podido reproducir la réplica del fundador sin taparse los oídos y el periodista habría sido enviado a Siberia bajo pretexto de iniciar la labor gracias al buen plan en que se encontraba la Unión Soviética en aquellos años de la guerra fría.

A nosotros también nos mintieron al decirnos, antes de 'pitar', que no había votos. Una vez dentro, por la teoría del plano inclinado -"Dios no pide las cosas de golpe, las va pidiendo poco a poco"-, había respuestas de todo tipo cuando llegaba el momento de hacer los votos.

A mí (Brian), en concreto me dijo el director del centro de estudios cuando me explicó la ceremonia de la Oblación que incluían los votos de pobreza, obediencia y castidad y al ver mi cara de extrañeza, me animó: "si ya has entregado tu vida al Señor, ¿qué más te da hacer unos votos?" Con 17 años e imbuído ya en los medios de "formación" que había recibido sobre la fidelidad y el miedo a dejar la Obra, bajé la cabeza y callé. Pero me habían mentido y esa mentira, que no era la primera ni iba a ser la última, me ponía en el camino de "ver", años más tarde, las dos doctrinas o mensajes, contradictorios, que existen en el Opus Dei y que empezaban a poner en grave peligro mi estabilidad mental. Y, por supuesto, la pregunta: "¿será Dios al que no le importa decir un día una cosa y al siguiente, la contraria?, o ¿será el fundador y los directores los que me quieren volver loco?".

A mí –soy Compaq-, me dijeron cuando era un chico de San Rafael y pregunté si era verdad que había que hacer votos –mi hermano mayor, ajeno a la obra, había oído hablar de ello y me aseguró que los tendría que hacer-. Pregunté a mi amigo numerario, el que “me trataba” y me dijo que eso era una tontería. Cuando volví a mi casa, en el argot de la obra ‘casa de mis padres’, llamé a mi hermano mentiroso, me peleé con él y hasta llegamos a las manos. A los dos años, el día de San José, hacía yo mis primeros votos de pobreza, obediencia y castidad. No llamé a mi hermano para darle la razón, que hubiera sido lo más noble (y lo más cristiano: reconocer los errores y decirle que sí, que sí se hacían votos), porque no hubiera sido de "buen espíritu" reconocer la verdad.

¿Por qué el "buen espíritu" del Opus Dei tiene tantas veces tan poco de cristiano? Buena pregunta para intentar contestarla en una próxima entrega.