Con ojos nuevos. Sobre conflictos de interés

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Por Stoner, 16/06/2017

En el Opus Dei importa más la limpieza que la verdad.

Sobre conflictos de interés y el “algo pariente” Mons. Laplana (I)

Estoy titulando alguno de mis escritos con la expresión Con ojos nuevos porque el ejercicio consiste en releer las biografías de san Josemaría con una visión diferente a la que solía emplear. Escribo principalmente para tratar de entender, porque me siento manipulado con la versión “oficial” de algunos hechos de la historia de la Obra.

El tema de hoy es una relectura de la gestación del Nihil obstat y del Imprimatur para la primera edición de Camino [Consideraciones Espirituales] en Cuenca, 1934. Creo que es un ejercicio muy interesante y también medianamente divertido.

Siempre me había extrañado que la primera edición del libro no fuera ni en Madrid ni en Zaragoza, sino en Cuenca. No le encontraba demasiada relación con la vida de Escrivá. Pensé que lo más razonable sería que imprimiera en Madrid, con autorización del obispo, ya que residía allí desde hacía varios años y era donde desarrollaba su labor pastoral (labor para la cual estaba imprimiendo el libro…). O que obtuviera el Nihil Obstat e Imprimatur en Zaragoza, diócesis en la que estaba incardinado el joven sacerdote y de cuyo Arzobispo dependía (aunque la relación no era la mejor).

¿Por qué entonces Cuenca? ¿Sería por el buen precio de la Imprenta Moderna? ¿Habría otros motivos? Y parece que el principal motivo es su relación con el Obispo de Cuenca, Mons. Cruz Laplana.

En este escrito, muestro que hay bastante neblina y contradicciones entre los autores de la Prelatura, y propongo una hipótesis que me resulta razonable. Puedo estar equivocado, y con gusto rectificaré si así me lo hacen notar. Tal vez todo el evento sea completamente cristalino y estoy viendo fantasmas donde no los hay.




Para saber más sobre Mons. Laplana, comencemos con el diccionario de san Josemaría. Allí explica que en 1934 “Consideraciones espirituales fue editado finalmente como libro en la Imprenta Moderna, de Cuenca, de donde era obispo el beato Cruz Laplana, pariente del autor, que facilitó las gestiones.” [1]

Aprendemos entonces que Cruz Laplana es “pariente del autor”. Pero el diccionario no nos indica expresamente el parentesco. Ni tampoco aclara que, además de facilitar gestiones, el Obispo (pariente) fue quien otorgó el Imprimatur (que es algo más que un sencillo “facilitar gestiones”).

Veamos qué dicen otras biografías y artículos sobre la relación de parentesco.

Vázquez de Prada, en su monumental hagiografía sobre el Fundador, escribe “Mons. Escrivá también estaba emparentado, por parte de madre, con mons. Cruz Laplana Laguna, que fue obispo de Cuenca de 1921 a 1936, año en que murió asesinado.”

Ahora sabemos que el parentesco es por parte de madre. Este dato se encuentra al comienzo de su monografía. Bien al comienzo: exactamente en la nota 24 de la página 22, mezclado con otros parientes sacerdotes y religiosos que tenía Escrivá. Más adelante (p. 403) vuelve a comentar el parentesco cuando relata que doña Dolores realizó gestiones desde Madrid en 1932 con Mons. Cruz Laplana, obispo de Cuenca, “con quién le unía cierto parentesco”. Pero nunca explica claramente cuál es este cierto parentesco. A veces me llama la atención cómo con algunos asuntos Vázquez incluye un grado de detalle asombroso, pero en otros asuntos que tal vez no sean tan convenientes, omite información o la brinda manipulando al lector (esto lo digo también por otros episodios que están relatados por Vázquez de forma de engañar al lector, o a los censores de la Positio del proceso de beatificación y canonización, sobre los que trataré de contribuir en otra oportunidad).

La Positio (Biographia documentata) no aporta mucho más, ya que es muy similar a la biografía de Vázquez de Prada (o al revés).

En el libro de la Urbano no encontré más información: “En otra ocasión, por esos mismos años, don Cruz Laplana, obispo de Cuenca y pariente de Escrivá, le ofrece una canonjía en la catedral conquense.” Me llama la atención que no se destaque más el parentesco que une a Escrivá con este Obispo, mártir, y ahora beato. A san Josemaría le gustaba hacer alarde de su parentesco incluso en casos más lejanos que los de Mons. Laplana.

En el libro de Ana Sastre la definición es idéntica a la de Vázquez. “Mientras tanto doña Dolores, (…) escribió a Mons. Cruz Laplana, Obispo de Cuenca, con quien le unía cierto parentesco. Le expuso la situación en que se hallaba Josemaría, y le pidió consejo. (…) el contenido del mensaje, una generosa invitación. Lola —le decía el Prelado—, ¿cómo no viene a verme tu hijo? Tengo una canonjía para él.”

En la edición crítico-histórica de Camino, escribe Pedro Rodríguez que “Don Cruz Laplana (1875-1936) moriría mártir en Cuenca el 9 de agosto de 1936, donde era obispo desde el año 1921. (…) Aragonés, era pariente de la madre del Beato Josemaría y buen amigo de su padre.” (p.41).

El asunto ahora aparece un poco más claro. Quien brindó el Imprimatur para Camino era pariente de Escrivá por parte de madre y además buen amigo de su padre, D. José Escrivá Corzán. Siempre es bueno el parentesco y amistad con personalidades importantes. En este caso, fue muy útil. Pero sigamos viendo cuál es la relación entre Laplana y Escrivá, porque como veremos hay bastante confusión.

Voy ahora con otra definición del grado de parentesco. Escribe Antonio Fontán que “Monseñor Cruz Laplana, que era pariente próximo de Josemaría Escrivá (…)” [2]. Bien ahora sabemos que no era un solo un “cierto parentesco” como escriben Vázquez y Sastre, sino un “pariente próximo”. Estamos ganando en precisión.

Vamos con otra definición, esta es de 2010, posterior a la de Fontán, así que esperemos que más exacta. Escribe Constantino Ánchel en Studia et Documenta: “Beato Cruz Laplana Laguna (1875-1936). Pariente lejano de san Josemaría, obispo de Cuenca desde 1921” [3]. ¡Magnífico! Pasamos de “pariente próximo” a “pariente lejano”. Pero seguimos sin saber bien cuál es el parentesco, para evaluar si es próximo o lejano o algo en el medio…

Vamos ahora con Pedro Rodríguez, en esta definición que para mí se tiene que llevar algún premio IgNobel [4]. Escribe Rodríguez “(…) sondeando la posibilidad de incardinarse en la diócesis de Cuenca, cuyo Obispo, don Cruz Laplana –que sería asesinado en Cuenca en 1936 y beatificado en 2002, era algo pariente de su madre. [5]” ¡Fantástico por partida doble! “Algo pariente”. Así que existen los parientes cercanos, los parientes lejanos y los “algo parientes”, que viene a ser “no del todo parientes, pero algo parientes”.

Carlo Pioppi, en un artículo de 2014, escribe con un tono que, a mi parecer, essorprendente, dado su cargo interno. “Di particolare interesse sarebbe poi stabilire precisamente i rapporti di parentela e i legami di mons. Laplana con la famiglia Escrivá-Albás. [6]” Tiene razón Pioppi, porque no es tarea sencilla encontrar el parentesco de Escrivá con Lapalana. ¿Por qué tanto misterio? Respetuosamente le pido a don Carlo si pudiera establecer con precisión los lazos que unen a Mons. Laplana con Escrivá. ¡Tiene todo facilitado! Si es nada menos que el Director de la Revista Studia et Documenta del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá... No debe ser nada difícil para un historiador de la Prelatura escribir con sencillez el grado de parentesco, de forma que nos podamos quitar la duda y determinar si es “lejano”, “cercano” o “algo pariente”. Realmente no veo por qué razón es tan difícil la cuestión. Ni que fuera a establecer el vínculo de Escrivá con el lejano anterior Marqués de Peralta.

El Cardenal Herranz pronunció una Conferencia sobre Escrivá y Laplana. Lamentablemente no pude acceder a ella. Capaz que algún lector de esta página puede compartirla. Me enteré de esa conferencia en un artículo de Méndiz en Studia et Documenta 2008. “Il card. Julián Herranz, allora presidente del Pontificio Consiglio dei Testi Legislativi, ha tenuto una conferenza a Cuenca (Spagna), nel marzo 2003, sul tema “San Josemaría y D. Cruz Laplana”. Quest’ultimo, arcivescovo di Cuenca neglianni della Seconda Repubblica Spagnola, era parente di Escrivá.” Ojalá que el Card. Herranz en esa conferencia de 2003 nos haya podido aclarar el tipo de parentesco entre los entonces flamantes santo y beato.

Como verán, no resulta nada sencillo indicar el parentesco, y se brindan versiones dispares. Si no se habla con claridad, intuyo que hay gato encerrado.

Finalmente llega un dato más concreto. Escribe Jaime Toldrà Parés: “Por último, en la capital aragonesa, los Escrivá tenían varios parientes que podían ayudar de alguna manera. Estaban en primer lugar los hermanos de doña Dolores, don Carlos Albás, nombrado arcediano del Pilar en 1919, y Mauricio, viudo desde el verano de 1920. Estaba también don Cruz Laplana Fumanal, párroco de San Gil, primo de su madre y que sería nombrado Obispo de Cuenca al año siguiente. [7][8]


Se escucha un jubiloso voltear de campanas
Soltamos al gato que estaba encerrado

Primo de su madre. He ahí el parentesco que a Pioppi le parecía interesante analizar, pero que no nos lo quiso indicar. Era tan sencillo decir “primo de su madre”, no sé por qué tanta vuelta. Tal vez el asunto sea efectivamente más complicado de lo que escribe Toldrà y se requiera un análisis concienzudo, al estilo del que propone don Carlo. Mi punto no es establecer el parentesco, no me interesa demasiado y no tengo los medios de los que disponen los historiadores oficiales. Simplemente mi punto es notar las inconsistencias, las manipulaciones, la falta de claridad, y preguntarme ¿por qué tanto misterio?

Habría que verificar, por tanto, si el dato de Toldrà Parés es correcto. Confío que no hay un error ya que es la única cita que encontré en la que se sincera la cercanía de este parentesco. Toldrà es el único autor que brinda un dato exacto. Lo hace en 2007; y en años siguientes (2008, 2010, 2014) hay otros autores del Opus Dei que no concretan el parentesco e incluso indican que sería importante estudiarlo y establecerlo con precisión. Pero no vi que nadie lo negara o corrigiera el eventual error. Por tanto, la verdad es que, por un lado, el dato preciso de Toldrà me alegra porque es el único que expresa la relación con exactitud; pero me plantea la duda de por qué ninguno de los otros académicos que escribieron, tanto antes como después, fueron capaces de consignar un dato aparentemente tan sencillo. En definitiva, por ahora confío que el dato de Todlrà, que es el más exacto, sea también verdadero, aunque puede haberse equivocado o haber escrito “primo” cuando en realidad era “primo segundo” o cuestiones por el estilo. De todas formas, no queda claro por qué es tan difícil escribir los lazos familiares que unían a la madre del Fundador, doña Dolores Albás con Mons. Cruz Laplana. Más aún, siendo las biografías oficiales tan exactas con otros parientes (tíos de la madre, etc).

Si es correcto que Cruz Laplana es PRIMO de doña Dolores, las gestiones en Cuenca me resultan algo escandalosas, a los ojos del S XXI. Si fue un pariente (cercano) quien participó en la gestión del Nihil Obstat e Imprimatur de Camino, entonces parece razonable que se haya ocultado deliberadamente el parentesco. Y por eso entiendo que los otros autores no quieran especificarlo: “cierto parentesco” (Vázquez), “pariente próximo” (Fontán), “pariente lejano” (Áncher) y el maravilloso “algo pariente” (Rodríguez).




Análisis preliminar

¿Por qué tanto misterio para señalar el parentesco exacto de san Josemaría con el beato Obispo de Cuenca? ¿Por qué a los autores del Opus Dei les cuesta decir “primo de su madre” o “primo de Dolores Albás”?

Mi hipótesis es que no se sienten cómodos con el papel que jugó el tío segundo de san Josemaría en la gestión del nihil obstat y del imprimatur de la primera edición de Camino (Consideraciones Espirituales, 1934). Tal vez haya otras razones, pero esta es la que primero salta a mis ojos.

Describir a un tío segundo como “pariente próximo” o “pariente cercano” creo que es cuestión de sensibilidad. El “algo pariente” de Rodríguez lo dejo de lado. Mi sensación es que la cercanía con un tío segundo depende de cada familia. En mi familia, los tíos segundos son tíos, lisa y llanamente. Y mis primos segundos son primos, sin más. Hay mucha cercanía, reuniones familiares, etc. En alguna familia los tíos y primos segundos serán parientes lejanos, tal vez medianamente desconocidos. ¿Cuál era la cercanía de los primos Dolores Escrivá y Cruz Lapalana? ¿Eran primos “lejanos” o “cercanos”? No lo sé bien. Pero parecería que eran parientes muy cercanos. En efecto, Mons. Laplana se dirige a Dolores Albás como “Lola”. No como “Doña Dolores” o “la viuda de Escrivá”. No. Para él es sencillamente “Lola”. Aquí veo yo mucha cercanía, mucha confianza.

Por otra parte, quiero destacar un dato que capaz que pasó desapercibido. Pedro Rodríguez nos dice que Mons. Laplana era buen amigo de D. José Escrivá. Para mí este también es un dato nuevo (y relevante). Me hace preguntar: ¿cómo surge esta amistad con don José Escrivá, cuando Laplana era pariente no de Escrivá, sino de su esposa, Dolores Albás? Si fuera pariente de don José sería más lógico que fueran buenos amigos, tal vez hubieran tenido trato de jóvenes, etc. Por tanto, ¿cuándo conoció José Escrivá a Cruz Laplana? Y en esta línea se me presentan multitud de interrogantes: ¿Qué significa “buen amigo”? ¿Cada cuánto se veían? ¿Era Don José feligrés de la parroquia de Cruz Laplana? ¿Fue Laplana quien le presentó a su prima Dolores, de unos 20 años de edad, a su amigo José Escrivá de 30 años? ¿Eran amigos antes de que José Escrivá contrajera matrimonio con Dolores Albás, o la amistad fue posterior? ¿Almorzarían juntos los domingos? ¿Veraneaban ambos en Fonz? ¿Cruz Laplana le prestó dinero a los Escrivá-Albás en momentos de dificultad?

Junto con lo anterior, ¿cuáles son las fuentes para señalar que eran buenos amigos? ¿Son fuentes recién descubiertas que no habían sido incluidas en las biografías oficiales anteriores? ¿Hay cartas, un epistolario familiar de los Escrivá-Albás? ¿Encontraron un diario personal del beato Cruz Laplana? ¿O la fuente son las cartas enviadas por Cruz Laplana a José María Escrivá? De manera tangencial, ¿cuántos datos hay en ese epistolario que nos ayude a entender qué tipo de fundación tenía en mente el joven Escrivá en 1930? porque mi impresión es que el “carisma” fundacional era muy distinto a lo que después predicó. ¿Este epistolario estuvo disponible para escribir la Positio o hay elementos nuevos que por tanto no se incluyeron en el Proceso?

Voy sacando en conclusión que Mons. Cruz Laplana es (a) pariente cercano de la madre de san Josemaría y (b) buen amigo de su padre, José Escrivá. Es más, estimo que la cercanía se habrá incrementado con el fallecimiento de José Escrivá. Si ya antes era buen amigo de la familia, luego del imprevisto fallecimiento de su amigo a una joven edad, estoy seguro que apoyaría más a su prima viuda, con un hijo casi sacerdote y otro que era un niño pequeño. Si estuviera en mis manos, y fuera un Obispo con ciertas influencias, también yo ayudaría más que antes a una prima viuda, madre de tres hijos. Todo me inclina a pensar que la relación era cercana. “Lola”.

También surge el interrogante de cuál era el grado de amistad (además de parentesco) entre Escrivá Jr y su tío segundo Cruz Laplana. No digo entre José Escrivá Corzán, sino con su hijo, José María Escrivá Albás, luego del fallecimiento de su padre. ¿Cada cuánto se veían? ¿Cuánto apoyo le brindó Laplana a Escrivá Jr? Entiendo que eran cercanos, aunque no encontré datos exactos de la relación entre ambos en los primeros años de la vida sacerdotal del joven Escrivá. Más adelante, ya en Madrid, aparece Laplana varias veces. Mons. Laplana estuvo en el Patronato de Santa Isabel (Colegio de la Asunción) para unas primeras comuniones, fue varias veces por DYA y además llevó de residente a otro pariente: Miguel Español Laplana. Pero, el Obispo de Cuenca destaca principalmente por ser el principal defensor de Escrivá frente al Arzobispo de Zaragoza y al de Madrid-Alcalá, por el tema de su fuga de Zaragoza, la aceptación de un cargo de la República, etc.

En definitiva, para mí sería interesante conocer más sobre esta relación de parentesco con la madre del Fundador y de amistad con el padre.

¿Por qué esta cercanía puede ser un problema? No lo tengo del todo claro y por eso estoy tratando de razonar y también preguntar a los lectores de esta página. No hay que ser Sherlock Holmes, Hercule Poirot ni el Padre Brown para sospechar de toda la situación, dado que los autores del Opus Dei no son claros con un parentesco que en principio parece tan sencillo de expresar. Mi hipótesis es que tal vez hubiera alguna ley eclesiástica que determinara cómo se debía realizar la censura de los libros católicos. Es muy probable que hubiera algún canon, protocolo, decreto o ley. No sé si el Santo Oficio de entonces tendría algo que decir. Supongo que la censura eclesiástica sería fuerte en la década del 30 del siglo pasado.

Tal vez no hubiera ningún problema “canónico”, pero entiendo que sí hay razones éticas que desaconsejarían que la censura eclesial fuera proporcionada por un pariente próximo. Hoy en día lo llamaría conflicto de interés. Tal vez sea una terminología más moderna, pero el concepto seguro que existía entonces. No me gustaría seguir juzgando a la distancia de años (aunque estoy tentado). Ahora lo veo como un chanchullo [9]. Entiendo que los biógrafos no quieran decir claramente que Mons. Laplana era primo de la madre de Escrivá. Pero tal vez en 1934 no fuera raro, tal vez fuera usual este tipo de ayudas a familiares dentro de la Iglesia (p.ej. otorgar canonjías a parientes). Yendo un poco más lejos en el tiempo, con esto de las influencias entre parientes eclesiásticos, existe el emblemático caso de san Carlos Borromeo, quien comenzó su carrera con algo que, a los ojos del siglo XXI, también parece un chanchullo. Borromeo era sobrino del papa Pío IV, quien lo nombró con diversas dignidades en el Vaticano cuando san Carlos contaba solo con 22 años de edad. Nepotismo puro y duro. Incluso al poco tiempo lo nombró Cardenal, sin siquiera ser sacerdote. Pero eso no le impidió a Carlos Borromeo llegar a ser santo. Por tanto, tal vez las influencias familiares no fueran tan mal vistas en la década de 1930 como lo serían ahora. Ni impiden que a uno lo declaren santo. Simplemente para mí Escrivá no será modelo en este aspecto de su vida.

En cuanto pueda, seguiré tratando de entender otro aspecto de la relación Escrivá-Laplana para después pasar a la relación Escrivá-Cirac. Nada demasiado original, simplemente una relectura con ojos nuevos de lo ya publicado por aquellos que tienen acceso a las fuentes históricas del Opus Dei.

Sobre conflictos de interés y el “algo pariente” Mons. Laplana (II)

En mi escrito anterior expresé mi perplejidad ante la falta de claridad con que los historiadores oficialistas de la Prelatura describen la relación de parentesco entre José María Escrivá y Cruz Laplana. También pregunté cuáles eran las fuentes históricas para señalar que Cruz Laplana era buen amigo de José Escrivá Corzán. Y sugerí que esta relación de parentesco y de amistad familiar son las que explican que Escrivá haya conseguido el Nihil Obstat y el Imprimatur para su obra Camino (Consideraciones Espirituales, 1934) en la diócesis de Cuenca y no en la de Madrid, donde ejercía su apostolado con los jóvenes a los que estaba destinado su libro, ni haya buscado la aprobación en Zaragoza, diócesis en la que estaba incardinado.

Hace poco también escribí que “para los que estamos dentro, es más fácil dudar sobre la Obra de Escrivá en base a las contradicciones y mentiras que hay en los documentos internos que por ataques externos. Con ataques externos la tendencia es a unirnos más, apiñarnos en actitud defensiva: buenos (nosotros) contra malos (ustedes). Si en cambio la crítica surge en base a documentos originales de Escrivá (cartas, catalinas, etc), entonces, para los de dentro, es más [fácil] poder abrir los ojos.”

Ahora quiero mostrar las que, a mi entender, son otras manipulaciones en cómo se cuenta la historia. Las siguientes palabras, atribuidas a Winston Churchill, me parecen apropiadas para entender la manipulación que realiza Escrivá de su historia personal y de la de su Obra:

“History will be kind to me for I intend to write it.”

Estoy tratando de armar un puzle en base a datos ya publicados. En este caso, los datos (nuevos para mí) provienen principalmente del artículo de Pedro Rodríguez “El doctorado de san Josemaría en la Universidad de Madrid” (Studia et Documenta, 2008). Si bien tratan sobre otro aspecto de la vida de José María Escrivá, tienen elementos interesantes sobre su relación con su “algo pariente” Cruz Laplana y con la canonjía de Cuenca. Como he dicho, no tengo acceso a las fuentes históricas originales. Espero con ansias el día en que publiquen el Epistolario de san Josemaría (¿por qué tanto secreto con lo anterior a 1945 por ejemplo?) y que publiquen las Catalinas completas (con los comentarios de Alvaro del Portillo: no nos priven a los miembros de la Obra de la posibilidad de beber directamente de la fuente).




Entiendo que existe una manipulación en la forma en que habitualmente se presenta el ofrecimiento de la canonjía en Cuenca. Sutiles manipulaciones históricas, medias verdades. La versión más extendida creo que es conocida: Mons. Cruz Laplana le ofreció una canonjía a san Josemaría. El ahora santo rechazó el ofrecimiento, al considerarlo una tentación del demonio. Este hecho está relatado en el proceso de beatificación y canonización bajo el título de Humildad Heroica. Por tanto, el episodio muestra el grado heroico con que Josemaría vivió la humildad y cómo venció las asechanzas del Maligno.

Para situarnos en contexto, Vázquez de Prada describe el incidente de la siguiente forma: “Mientras tanto doña Dolores, desconocedora aún de la empresa sobrenatural que traía entre manos su hijo, hizo sus gestiones particulares. Sería a principios de febrero de 1932 cuando escribió a Mons. Cruz Laplana, Obispo de Cuenca, con quien le unía cierto parentesco. Le expuso la situación en que se hallaba Josemaría, y le pidió consejo. Por medio del canónigo doctoral, que tenía que pasar por Madrid uno de esos días, daba respuesta el Prelado a doña Dolores. El canónigo en cuestión era don Joaquín María de Ayala (el mismo que en el verano de 1927 pedía a don Josemaría por carta que le recogiese una sotana y le comprase piedras de encendedor); y el contenido del mensaje, una generosa invitación. Lola —le decía el Prelado—, ¿cómo no viene a verme tu hijo? Tengo una canonjía para él.

¿Cómo iba a desaprovechar el demonio esta nueva oportunidad de tentarle? Sobre ello habló con don Norberto, el capellán segundo del Patronato de Enfermos. He aquí la catalina [n. 598] del 15-II-1932:

Luego (a D. Norberto se lo conté, cuando sucedía y después, al sentir la sugestión del enemigo) luego trae a la memoria que el doctoral de Cuenca habló con mamá para que yo fuera a opositar a una canongía vacante en aquella catedral... Después mi padre Director, diciéndome que la Obra había de comenzar en Madrid y que, a toda costa, tenía yo que continuar aquí. En fin, que satanás es listo, malo y despreciable, pero me ha hecho entrever que, como me decía —¡riéndose!— D. Norberto, cuando a mí me parecía que nunca podría ser, puedo perder la alegría y la paz (no las he perdido) y ¡pueden darme disgustos!

De la tentación salió victorioso (…)”

Al relato de Vázquez de Prada quiero agregar ahora un testimonio muy ilustrativo, contenido en Artículos del Postulador n.1015. “El Rev. D. Joaquín Mestre escribe que el Arzobispo, don Marcelino Olaechea recordaba que, ya en los años treinta, era tan grande el prestigio de don Josemaría, que le hubiera facilitado en España pingues y honrosos puestos eclesiásticos. Recordaba, por ejemplo, que un pariente del Padre, don Cruz Laplana, Obispo de Cuenca, le ofreció una canonjía en la catedral conquense, y que don Josemaría la rechazó de plano, alegando que no quería obstáculos para proseguir la misión a la que Dios le llamaba.”

Por tanto, tenemos todos los ingredientes: el ofrecimiento de un buen cargo, que, sin embargo, resulta ser una sutil tentación del demonio (que es listo, malo y despreciable), y nuestro santo que lo rechaza y se nos presenta como vencedor, en grado heroico, en las virtudes de la pobreza y de humildad.

Esta es la versión que yo siempre escuché/leí sobre el episodio. Pero ahora me encuentro con otros datos que alteran esta versión idílica de virtud heroica. La versión oficial esconde o disimula algunos tejemanejes de Escrivá. Por ejemplo, no nos indica que en realidad fue Escrivá quien buscó directamente un puesto eclesiástico en Cuenca con sus correspondientes ingresos (que no está mal…). La versión oficial nos dice justamente lo contrario: que el cargo se lo ofrecieron (no que lo buscó) y que la oferta fue “por ser tan grande el prestigio” del joven Escrivá, quien logra rechazar la tentación de obtener pingues ingresos.

Si bien pueden parecer matices, creo que son interesantes para ver cómo se escribe la historia, y en definitiva cómo se construye un santo.

El relato de Vázquez de Prada se sitúa en 1932. Pero las gestiones de Escrivá por la canonjía de Cuenca se remontan a ¡junio 1928! Menuda sorpresa me llevé con este dato, nuevo para mí. Es decir, incluso antes de “fundar” el Opus Dei, el 2 de octubre de 1928, ya estaba sondeando la posibilidad de ir a Cuenca…

En junio de 1928 tenemos a Escrivá penando por Madrid, con muchas dificultades económicas, sin poder avanzar en sus estudios doctorales, etc (Pou de Foxá, su maestro y mentor, percibe al joven Escrivá sin norte). Desde hacía unos meses (noviembre 1927) su familia vivía con él, en un ático en la calle Fernando el Católico. Anteriormente, su madre y hermanos se habían mudado de Zaragoza a Fonz, a vivir en casa de la familia de Doña Dolores. Supongo que por los apuros económicos. José María Escrivá no lograba conseguir una “colocación” en Madrid que fuera redituable y que le permitiera mantener a su familia como correspondería. Pero, de todas formas, entiendo yo que no tenía por qué vivir en Madrid. No era necesario: simplemente quería salir de Zaragoza. El motivo de que sólo en la Universidad Central podía hacer el doctorado, no me parece suficiente. En efecto, el doctorado consistía únicamente en 4 materias y la tesis, y podía apuntarse a las asignaturas como “alumno externo” de doctorado, o alumno “libre” o “no oficial”. De hecho, Escrivá, aun estando en Madrid, se inscribió como alumno externo, por tanto, sin necesidad de acudir a clases, y (obviamente) sin necesidad de residir en Madrid [10]. La tesis, entiendo yo que podía redactarla en cualquier ciudad... Tal vez, incluso en otras ciudades hubiera mejores archivos (y de hecho, terminó escribiendo sobre la Abadesa de las Huelgas, que se encontraba más cercana a Burgos que a Madrid…). Por tanto, Escrivá no tenía por qué estar en Madrid para hacer su doctorado, pero no quería o no podía volver a Zaragoza. En junio de 1928, cuando realiza los primeros intentos con la diócesis de Cuenca, se ve que la necesidad de estar en Madrid no era tan imperiosa (podía seguir adelante con su doctorado como alumno libre, desde Cuenca. Hasta entonces se había apuntado como alumno libre a dos exámenes, pero no se había presentado). Asimismo, me atrevo a insinuar que el doctorado era más una excusa para huir de Zaragoza que una verdadera inquietud intelectual.

Realizo un primer paréntesis. La versión oficial explica que Escrivá fue a Madrid porque allí lo esperaba Dios para que fundara el Opus Dei. Este es uno de los tipos de omen con los que Jaume muestra cómo se escribió la historia de la Obra… Y no me parece justo con la Historia explicar un traslado de ciudad en 1927 con un suceso que ocurriría más de 17 meses después... Y tampoco me parece justo con Dios, ya que implica limitar su acción salvadora. En efecto, parece que el Todopoderoso necesitara que el interesado se encuentre en la diócesis de Madrid; como si no pudiera otorgar su Gracia en Zaragoza, o en Claraval, Asís, Siena, Padua, Ars o incluso Jerusalén… Si fuera una empresa espiritual, no habría mayor diferencia en un pueblo que en otro… Sí habría diferencias si la empresa tuviera una misión no exclusivamente espiritual, como por ejemplo, influir en política, en cátedras, a través de la administración pública, en núcleos de poder, etc. En ese caso, no es lo mismo estar en la capital, Madrid, que en Perdiguera. Pero me voy de tema, simplemente quería señalar que no hay una necesidad de residir en Madrid y que incluso Escrivá pensaba que desde Cuenca podía seguir con su labor.

Retomo el hilo de la historia. Escribe el profesor Pedro Rodríguez que en junio del 28 Escrivá se encuentra en la “búsqueda de una “colocación” estable que resuelva a la vez su residencia fuera de Zaragoza y el sustento de su familia” y se lo “comunica a Joaquín Ayala, Canónigo Doctoral y Rector del Seminario de esa Diócesis, con el que hizo amistad en la Residencia de Larra y al que pregunta detalles de la oposición”. Desde Cuenca, le responde su amigo: “Me alegro de que se oriente Vd. hacia las Doctorales. Las oposiciones consisten en una disertación latina sobre el pique que se elija de los tres que se dan en el Código de Derecho Canónico; dos argumentos de media hora cada uno, y un pleito cuya speciesfacti se ha de exponer de memoria”.

Por tanto, apuntamos la fecha de junio de 1928 como primer intento de Escrivá de comenzar a estudiar para opositar a la canonjía de Cuenca. Como en otros muchos objetivos intelectuales que se planteó en su vida, sus acciones fueron más cortas que sus intenciones.

Tiempo después, ya en febrero de 1930, vuelve a sondear la posibilidad de incardinarse en Cuenca. Apuntamos, pues, un segundo intento. En el artículo de Rodríguez (2008) se pueden leer estos detalles. Por ejemplo, la preparación de la carta que Escrivá planifica enviar a Cuenca, cuyo texto lo discute y acuerda previamente con su mentor Pou de Foxá [11]. Es por tanto (a) un segundo intento de ir a Cuenca, anterior a la historia oficial de virtudes heroicas de 1932 que narra Vázquez/Positio, y (b) ¡nuevamente la movida la comienza Escrivá! y no es un “ofrecimiento” de su pariente Cruz Laplana. Y en esta parte de la historia surge un tercer aspecto que me llamó la atención: el MOTIVO para realizar las gestiones.

Pedro Rodríguez nos regala una frase muy gráfica sobre un motivo por el cual Escrivá quiere incardinarse en Cuenca. Cuál habrá sido mi sorpresa cuando leí que buscaba ir a Cuenca para que no lo “obliguen a volver a Zaragoza”. Esta frase, de puño y letra de Escrivá, se encuentra en una carta a Pou de Foxá, su maestro y consejero y ¿director espiritual?, fechada el 23 de febrero de 1930 y contenida en EF 300223-1.

Realizo un segundo paréntesis para destacar otro aspecto de esta carta de Escrivá a Pou del 23 de febrero de 1930. Pedro Rodríguez señala que “La carta tiene extraordinario valor biográfico y trasciende nuestros intereses inmediatos.” Me sorprende realmente el valor que le asigna el profesor Rodríguez a este documento, que entiendo permanece inédito. Siendo tan “extraordinario” su valor biográfico, me llama poderosamente la atención que no encontré referencias a esta carta en la monumental biografía de Vázquez de Prada (tal vez la haya pasado por alto). Agradezco al profesor Pedro Rodríguez que aportó este dato. Y valoro la sinceridad que muestra (o un mínimo rigor científico que a veces falta en otros autores), indicando fuentes documentales y mostrando indicios que sirven para elaborar versiones alternativas sobre los mismos hechos que ya relataron las biografías/hagiografías oficiales. Espero que sea capaz de dar un paso más y, comience a difundir con más libertad todo lo que sabe sobre la verdadera historia de Escrivá y del Opus Dei, a pesar de que contradiga la versión oficial, la versión canonizada [12].

Con relación a esta larga carta manuscrita, entiendo que sería muy útil que se diera a conocer completa. Es una carta inmediatamente posterior a la iluminación de Dios del 14 de febrero de 1930. Me gustaría ver qué le dice del evento a Pou de Foxá. Si no incluyó nada, sería curioso, porque Escrivá parece que no tenía otro director espiritual en aquel entonces (recuerden la mentira de “Al acabar me fui corriendo a mi confesor” de la que ya escribí el 10 de mayo). Dios Nuestro Señor le había comunicado de forma totalmente expresa su misión en esta tierra. La visión completa: varones y mujeres. El cuadro del Opus Dei estaba totalmente revelado, no había dudas que tenía que fundar, por expresa voluntad de Dios, una Obra de alcance universal que debería durar hasta el fin de los tiempos para bien de toda la humanidad. Por tanto, la carta debería reflejar al menos una chispa de esa maravillosa luz divina. En realidad, dudo que haya en esa carta algo que no sea la preocupación de un joven sacerdote por encontrar una estabilidad en su vida, que, como indiqué, tenía poco norte en aquel entonces. O por hacer algo por resolver la lamentable situación de la Iglesia en Españade aquellos años [13].

Otro punto interesante a destacar es que el original manuscrito de esta (larga) carta lo conservan los herederos de Pou. Se ve que los miembros de la Prelatura no lograron “secuestrarla” como a tantos otros documentos de la vida de Escrivá. Explica Rodríguez que en el Archivo General de la Prelatura sólo conservan una fotocopia… A mi entender, sería pues sumamente interesante acceder a esta carta (tal vez alguno ya disponga de ella). Yo creo que es posible que nos llevemos alguna sorpresa con los documentos que quedaron fuera del control de la Prelatura.

Sigamos con Cuenca. A mediados de marzo de 1930 Escrivá escribe a Joaquín Ayala, Rector del Seminario de Cuenca, explicándole que quiere incardinarse allí. Tanto Pou como Ayala le piden cautela a Escrivá, que medite sus acciones… Incluso Ayala le da a entender que en caso de incardinarse, después tendrá que cumplir con “todo lo que ella pueda luego exigir” [14]. A mi entender, es una velada alusión a la obediencia al Obispo, ya que parecería que Escrivá no había sido del todo ejemplar con el de Zaragoza y se ve que no quieren nuevas situaciones incómodas con el Obispo de Cuenca, aunque sea pariente y buen amigo de la familia Escrivá.

En medio de tantas dudas existenciales y falta de estabilidad, esta respuesta medianamente favorable (aunque con advertencias) hace que Escrivá se ponga muy contento de poder radicarse en Cuenca. En efecto, al recibir la respuesta de Joaquín Ayala escribe exultante: “(…) el asunto marcha, al parecer, favorablemente. Subí, rezamos mamá y yo tres avemarías a la Ssma. Virgen. Volví a la iglesia y sólo supe decir muchas veces, porque soy un miserable: ¡Señor, qué bueno eres! ¡qué bueno! –Y es que verdaderamente no puedo entender cómo El no me ha dado, ¡asqueado!, un golpe definitivo, en lugar de ayudarme y bendecirme tan amorosa y paternalmente como lo hace. Pienso que quizá me ayude así, por mi madre y mis hermanos: y también porque me quiere para su Obra” (Apuntes Íntimos, n.22, 7 de abril de 1930, en Rodríguez, 2008). (Llamativamente, en la versión de las Catalinas liberadas (parciales y mutiladas) que poseo explica que nuestro Padre en este número se refiere al éxito positivo de las gestiones para permanecer en Madrid, lo que resulta bastante diferente al verdadero motivo de la alegría, que era la posibilidad de ir a Cuenca, no de permanecer en Madrid…).

Todos estos eventos ocurrieron antes del ofrecimiento de 1932, relatado en la Positio, y que parecía caído del cielo “por ser tan grande su prestigio”. En la historia real, no la de la canonización, le advierten a Escrivá que si “insiste en sus deseos” de incardinarse en Cuenca, después tendrá que obedecer... Y es una advertencia relevante, por el antecedente de Zaragoza. Es una advertencia sabia de J. Ayala, que incluso Pou de Foxá, su director/consejero, la reafirma al día siguiente, 8 de abril de 1930, al advertirle que si “riñes con el Obispo y creo yo que, en plan de reñir, te es preferible reñir con el Arzobispo”. Sin comentarios.

Rodríguez indica que recién en octubre de 1932 se pone el punto final a todo este episodio de la incardinación de Escrivá en Cuenca. Esto es, 8 meses después del relato que hace Vázquez de Prada del rechazo heroico del ofrecimiento de la canonjía de Cuenca (situado en principio en febrero de 1932). Pedro Rodríguez nos explica la decisión de Escrivá de descartar lo de Cuenca y nos vuelve a regalar una frase que yo no conocía y que me resultó llamativa. «Debo proporcionarme una colocación eclesiástica modesta, que me dé estabilidad canónica en Madrid hasta que la Obra se desarrolle lo suficiente: escondido tras el carguito de sacerdote secular, ¡cuánto puedo hacer, con la ayuda de Dios, para su Obra!»(Apuntes Íntimos, n.1618, el subrayado es mío) [15].

Para mí esa frase es otra perla. Vemos que el motivo no es “pobreza” sino que quería permanecer en Madrid, “escondido tras el carguito de sacerdote secular”.

¿Escondido de quién? ¿De las luces del mundo y de la gloria? Si era un sacerdote joven, uno más entre tantos, no creo que tuviera que esconderse para no brillar entonces… ¿Sería permanecer “escondido” de sus superiores en Zaragoza, viviendo en Madrid sin hacer ruido? ¿Qué necesidad de esconderse? Escondido, pues, ¿de quién?




Antes de terminar, rescato otro dato que brinda Pedro Rodríguez, que me llamó poderosamente la atención. Es una sugerencia velada pero muy llamativa, en la nota al pie 97. Viene a decir que el evento relatado por Vázquez/Positio puede no haber ocurrido en febrero de 1932, sino en 1930: ¡dos años antes!

“Tal vez en este periodo se inscriba lo que escribirá dos años después: «el doctoral de Cuenca habló con mamá para que yo fuera a opositar a una canonjía vacante en aquella catedral...» (Apínt, n. 597, 15 de febrero de 1932).”

Lo que me llama la atención es que sugiere que Escrivá, ya en 1932, estaba haciendo una reescritura de su pasado…. Es decir, en 1932 estaba escribiendo o reescribiendo un hecho que ocurrió dos años antes. De ser así, sería un comportamiento para mí penoso, enfermizo. Dos años después que sucedieron los eventos, los relata de forma distorsionada, presentando como un ofrecimiento algo que él buscó durante años (y después tal vez se arrepintió), poniendo de por medio tentaciones del demonio y cuestiones del estilo. ¿Por qué puede hacer esta reescritura? A mi modo de ver, quemar sus apuntes personales anteriores a 1930 le brindó la posibilidad de relatar los hechos como le hubiera gustado que sucedieran

En el marco de esta posible reescritura de la historia y la facilidad para oscurecer lo que tendría que ser claro, agrego una nota al pie con otro elemento que surge de la Catalina n. 598. Me costó un poco darme cuenta de algo que me parece otra inconsistencia o manipulación. Luego de varias lecturas revisando este escrito me dije: ¡como no lo vi antes! Tal vez alguno ya lo haya notado antes de leer la nota al pie, fíjense si descubren algo raro en la catalina. Me da pena que hay que sospechar para no caer en lo que parece un engaño. Si leemos la Catalina de buena fe, no cabe duda que el director espirituales D Norberto. Si sabemos, en cambio, que Escrivá tenía instalado, ya desde entonces, el vicio (¿enfermedad?) del engaño, de la manipulación, del doble pensar, pues resulta que el Director puede ser distinto que D Norberto. Yo no poseo la verdad, no sé bien qué sucedió. Sólo que hay mucha manipulación y engaño en el relato de este episodio por parte de Escrivá/Vazquez/Positio. Así que dejo para la nota al pie el resto de este aspecto [16].




Para concluir:

Creo que, con los “nuevos” datos, resulta interesante volver al comienzo y leer la forma en la que Vázquez y la Positio (y el mismo Escrivá) relataron el episodio. Un relato muy parcial, e incluso manipulador, mezclando tentaciones demoníacas, ofrecimientos de pingues colocaciones y demás condimentos que hacen que el rechazo de Escrivá a la ¿oferta? de su pariente se transforme en una historia de humildad y pobreza heroica, propia de un santo, y no de un sacerdote “fugitivo” de su diócesis que hacía años que estaba tratando de conseguir una colocación eclesiástica estable.

En este episodio me resulta “divertido”que la Prelatura haya presentado bajo el título de Humildad Heroica en el Proceso de Canonización… La humildad heroica por la que rechazó el cargo, en realidad tenía un par de “condimentos” más. Y estos condimentos están incluso relatados en palabras del mismo Escrivá, aunque no incluidas en su Proceso de santidad:

  • Buscaba ir a Cuenca para que no lo “obliguen a volver a Zaragoza”.
  • Pero después decidió permanecer en Madrid, “escondido tras el carguito de sacerdote secular”

Estas dos frases de Escrivá me “rompieron” los ojos cuando las leí por primera vez. No condecían con la versión idílica que tenía sobre el episodio ni con la figura de san Josemaría. Creo que el Escrivá histórico desdice un poco d'el santo ideal que crearon...

En definitiva, la versión “oficial” indica que san Josemaría rechazó una oferta tentadora que le presentó el demonio (que es listo, malo y despreciable). La versión “real” es bastante más rica y menos sobrenatural. Escrivá buscaba opositar a la ya famosa canonjía de Cuenca desde 1928, y el motivo eran las peleas (desobediencias) que tenía en Zaragoza con su Arzobispo. Por tanto no es que rechazó un ofrecimiento, sino que buscó un cargo en Cuenca, con insistencia, durante años. Dirán que es un matiz, pero para mí no es menor. [17]

En The Importance of Being Earnest, Oscar Wilde escribe:

“The truth is rarely pure and never simple.”

De algunos aspectos de la historia del Opus Dei me fastidia que, siendo la verdad a veces elusiva y compleja, quieran enredar los asuntos, con engaños y medias verdades. Supongo que si rascamos un poco casi que cualquier episodio relatado por Vázquez y la Positio, descubriremos una historia más real pero menos ejemplar que la canonizada.

Espero con ilusión el día en que se publique el epistolario completo de san Josemaría. O si no completo, al menos para esclarecer este episodio, bastaría con la correspondencia con Pou de Foxá y con Joaquín Ayala. Estimo que nos llevaremos varias sorpresas. Entiendo que, antes de liberar los Apuntes Íntimos y el Epistolario, estén esperando la canonización de don Alvaro, para que su papel en las manipulaciones históricas no obstaculice ese proceso...


Sobre conflictos de interés: Sebastián Cirac

En las dos colaboraciones anteriores escribí sobre algunas manipulaciones, medias verdades y mentiras en el relato oficial sobre los acontecimientos relacionados con Cuenca: el parentesco de Escrivá con Mons. Laplana y el (presunto) ofrecimiento de una canonjía.

En esta tercera y última entrega sobre los temas relacionados con Cuenca quiero referirme a la nueva visión que tengo sobre el papel que desempeñó Sebatián Cirac, confabulando con José María Escrivá. El punto central es que Cirac fue el Censor de la primera edición de Camino [Consideraciones Espirituales, Cuenca, 1934]. Fue quien proporcionó el Nihil obstat. Lo curioso es que Cirac se había incorporado a la Obra en julio de 1931... y era por tanto un subordinado de Escrivá, punto que no está nada claro en el relato de Vázquez/Positio. Ahora veríamos aquí un conflicto de interés demasiado evidente y, en definitiva, un comportamiento poco ejemplar.

Me resulta difícil juzgar los hechos porque era otro contexto histórico. Pero, como otras veces, mi foco apunta principalmente hacia Vázquez y la Positio (la historia oficial de Escrivá y su Obra en definitiva), por la forma de manipular los hechos históricos para construir un santo, para construir un san Josemaría distinto del José María Escriba auténtico. También, obviamente, hacia Escrivá y Portillo que construyeron el relato sobre el que se apoya Vazquez y la Positio. En este ejercicio, recurro a los textos de los historiadores de la Prelatura, y con ellos quiero conocer la historia verdadera, no la idílica. Sé que es un ejercicio limitado porque no dispongo de todas las fuentes, pero con lo que hay disponible ya es posible detectar las manipulaciones.

Veamos cómo nos presenta Vázquez de Prada a Sebastián Cirac, presbítero y canónigo de Cuenca. La figura de Cirac y su papel en la historia de la Obra comienza medianamente bien explicadas, pero con el paso de las páginas, y especialmente cuando nos aproximamos al episodio del Nihil Obstat de Camino, Vázquez va sutilmente aguando la relación entre Cirac y Escrivá. Parece un divorcio o una separación en 3 actos (relatados en las páginas 449, 456 y 570 del tomo 1 de la edición de Rialp 1997 con la que estoy trabajando). A medida que nos aproximamos al papel de Cirac como censor de Camino, Vázquez va disminuyendo la fuerza del vínculo con Escrivá. La realidad es que Cirac era HIJO espiritual de Escrivá, y Vázquez termina presentándolo como un conocido ocasional…

Veamos. Decía que la relación empieza bien. Con mucha fuerza y claridad. Vázquez nos brinda unas palabras del mismo Escrivá, quien señala cómo las vocaciones eran fulminantes y se decidían sin vacilar. Entre esas vocaciones está nuestro Sebastián Cirac:

“Hasta ahora, dato curioso, todas las vocaciones a la O. de D. han sido repentinas. Como las de los Apóstoles: conocer a Cristo y seguir el llamamiento. —El primero no dudó. Vino conmigo, tras de Jesús, a la ventura [...]. El Día de San Bartolomé, Isidoro; por San Felipe, Pepe M. A.; por San Juan, Adolfo; después, Sebastián Cirac: así todos. Ninguno dudó; conocer a Cristo y seguirle fue uno. Que perseveren, Jesús: y que envíes más apóstoles a tu Obra”.(p449) [18]

Poco más adelante, Vázquez ya disminuye la relación en un escalón. Al principio tenemos a Cirac como Apóstol de Cristo en el Opus Dei, con una vocación fulminante y repentina, con una entrega total, como los primeros seguidores del Maestro. En la segunda aparición de Cirac, Vázquez empieza a urdir su maniobra de distracción y engaño, a dispersar humo. Limita la relación a un “por algún tiempo fue dirigido espiritual de don Josemaría” (nota 97 en p. 456). De miembro pleno de la Obra pasa, en cuestión de páginas, a describirlo como un dirigido espiritual ocasional…

Finalmente, llegamos al punto álgido en que Vázquez nos indica que Cirac fue el censor del libro de Escrivá. Es la tercera aparición de Cirac, y quedaría muy poco ético decir con todas las letras que el censor Cirac era miembro del Opus Dei (p. 449). También queda mal decir que era dirigido espiritual de Escrivá (p. 456). Así que ahora (p.570) Vázquez plantea esa relación en un nivel todavía menor de compromiso… “don Sebastián había asistido en Madrid a alguna de las reuniones de los lunes con otros sacerdotes (…)”. ¡¡¡Por favor!!!! No sé si es mentira pero ¡es sumamente engañoso! ¿Cómo que “había asistido a alguna reunión de los lunes”? Se ve qué Vázquez está incómodo con presentar a Cirac como Censor de Camino cuando ERA MIEMBRO DEL OPUS DEI.

Causa risa y un poco de indignación esta manipulación… En su momento, para mí (y entiendo que para tantos) pasó desapercibida porque leíamos la biografía del santo con la confianza de que no nos estarían manipulando, mintiendo, engañando.

Creo que hay que ser un lector atento para detectar este tipo de manipulaciones. Hay que saber que puede haber algo raro, y prestar atención. Yo había leído varias veces la biografía y nunca me había llamado la atención, hasta que empecé a leer con ojos nuevos. La manipulación es sutil. Vázquez no miente expresamente, pero a medida que nos aproximamos al papel de Sebastián Cirac como Censor de Camino, nos lo describe como poco vinculado con Escrivá… No había sido claro con el parentesco directo de Escrivá con Mons. Laplana. Ahora engaña con otra relación directa: Escrivá era el Superior del Censor.

Para darnos cuenta de cuál era la relación exacta entre Escrivá y Cirac justamente en los días del Nihil Obstat, voy a usar un texto de la época, que (obviamente) fue ocultado por Vázquez. Como en mi escrito anterior, le agradezco al profesor Pedro Rodríguez que de a poco haya proporcionado más materiales históricos que nos permiten aproximarnos a la historia verdadera. A diferencia de lo que dice Vázquez, Pedro Rodríguez nos trae una joyita que sirve para poner la relación entre Escrivá y Cirac en su justa medida. Es una cita del Diario de Luchana, del 3-VII-1934, del día en que llegaron los libros recién impresos. Por tanto, un testimonio contemporáneo de los hechos. Dice el diario que los nuevos libros contienen “(...) el "Nihil obstat" del Censor, nuestro hermano Sebastián Cirac (…)” [19](subrayado y negritas son mías).

NUESTRO HERMANO Cirac… Ahí está la definición verdadera que a Vázquez le costaba expresar. Queda claro que el redactor del diario (Sainz de los Terreros, numerario en aquel entonces) consideraba a Cirac un “hermano”, como verdaderamente era. Claramente no era un hermano de sangre, sino que los dos (Sainz y Cirac) eran hijos del Padre (del Eterno en general y del Padre Escrivá en particular).

Y doy un paso más. Ahora sabemos que el Censor es un subordinado, un discípulo, un miembro de la Obra de Escrivá. Otro elemento que, a mi entender, agrava la situaciónes que ha leído y meditado las siguientes máximas que su Superior escribió en el libro que estaba evaluando: “En una obra de Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse” (edición Cuenca n.100.3) o “Obedecer….., camino seguro. –Obedecer ciegamente al Superior….., camino de santidad. –Obedecer en tu apostolado… el único camino” (edición Cuenca n.101.5). Por favor, que alguien me diga si el censor no estaba condicionado por estas palabras del libro de su Superior. Es tan grosero todo el episodio que no termino de entender qué tipo de virtud heroica estoy aprendiendo.

En definitiva, el hijo espiritual (y subordinado) de Escrivá era el censor eclesiástico.




Hasta aquí lo principal que quería presentar de mi nueva lectura del episodio. En lo que sigue voy a insistir un poco más en el asunto, porque siento que no estoy dando golpes en el aire...

1) El pillo de Vázquez termina diciendo que Cirac simplemente había asistido a “algunas” conferencias de los lunes. Es como decir que Ricardo Fernández Vallespín había estado en DYA “algunos domingos de Pascua de Resurrección”. ¿Es mentira? Creo que sí porque lleva a engañar. Es verdad que Fernández Vallespín estuvo “algún domingo de Pascua en DYA”, pero también todos los sábado santos, todos los viernes santos y en realidad casi todos los días del año porque ¡era el director! Cirac era miembro de la Obra. Nuestro hermano. No era un ocasional asistente a una conferencia. ¡Por Dios! ¿Y por qué disimula Vázquez? Yo creo que es muy patente el conflicto de interés. Y la maniobra (¿poco santa o virtuosa?) de Escrivá de procurar que su censor fuera un subordinado suyo y el que otorgara el imprimatur fuera su tío…

Por poner otro ejemplo, sería como decir que Isidoro Zorzano era “aquel ingeniero que de tanto en tanto venía desde Málaga a Madrid para ver al Fundador”. O si hubiera escrito “Zorzano era aquel joven que vivía en Málaga y que el 24 de agosto se cruzó providencialmente en Madrid con el Fundador en la calle Nicasio Gallego [es importante proporcionar datos concretos porque muestran que se dispone de los documentos históricos precisos]” [20]. En realidad, Zorzano era mucho más que eso... Al igual que Cirac era bastante más que un asistente ocasional en “alguna de las reuniones de los lunes con otros sacerdotes”. Ambos tenían “vocación divina”, de esas que otorga Dios desde la eternidad para construir su Obra divina en la tierra; incluso como las de los Apóstoles: conocer a Cristo y seguir el llamamiento.

2) Otra consideración sobre la pertenencia de Cirac al Opus Dei. Sebastián Cirac fue uno de los cinco asistentes a la primera reunión de Escrivá con los sacerdotes de la Obra, con esos apóstoles que habían seguido a Cristo en su Obra[21]. Forma parte nada menos que del núcleo fundacional de la labor con sacerdotes. De esos cinco sacerdotes, uno era Somoano y otro Cirac. Tenían el mismo nivel de pertenencia. Y por tanto me permito sugerir que si en 1932 hubiera fallecido Cirac en lugar de Somoano, sería recordado hoy en el Opus Dei con una biografía oficial. Porque Cirac era tan miembro del Opus Dei, con vocación divina, como Somoano[22].

3) Otro dato relevante es que Cirac es designado censor por pedido expreso de Escrivá. En efecto, Escrivá le pide a su pariente y protector, Mons. Laplana que designe a Cirac como censor del libro… Este dato procede de otra fuente, la Edición Crítica de Camino (p. 43), donde transcribe otro documento contemporáneo a los hechos, el diario de la academia DYA: “(…) el Señor Obispo ha sido tan amable que nombró censor a don Sebastián, como se había pedido”. Así que Escrivá le pidió a su tío Obispo que nombrara censor a un miembro del Opus Dei… Muy transparente todo…

4) Me pregunto si el Obispo Laplana sabría que Cirac era subordinado e hijo espiritual de Escrivá... Si tenía clara la relación verdadera que existía entre los dos. Y que en la Obra de Dios (en la Obra de Escrivá) hay que obedecer ciegamente al superior.

5) Otro elemento a considerar es que existía una correspondencia fluida entre el Censor y el Autor, maniobrando por detrás del Obispo de Cuenca.

Correspondencia curiosa e impropia. En el mundo académico, por ejemplo, sería impensable este comportamiento en un proceso de revisión de pares, de referee o como se lo llame. No sé cuál era el estándar eclesiástico en la década de 1930. Nunca participé en la censura eclesiástica de un libro, pero me resulta muy llamativo que exista una correspondencia a espaldas del Obispo (que sería como el Editor de una revista arbitrada[23]). Esta confabulación entre el Censor y el Evaluado, entre el referee y el autor, me resulta incómoda[24]. Pero no sé si es lo usual en los procesos de censura eclesiástica... Sé que la comunicación entre referee y autor es un comportamiento completamente antiético en una revista arbitrada, y que las penalizaciones por este tipo de conductas tendrían consecuencias graves para las carreras académicas de los implicados... Son normas éticas mínimas, aceptadas por cualquier comunidad científica en las distintas áreas del saber. Son normas de comportamiento tan evidentes y universalmente aceptadas que me resulta impensable que no contengan de fondo principios éticos que también obliguen a los católicos en procesos similares.

6) No me voy a extender con el incidente de la santa desvergüenza. Es un término tan chocante que se lo obligan a cambiar. Escrivá cede, con ánimo de recuperar más adelante. Sería interesante analizar más a fondo este incidente para comprender la humildad y docilidad del santo[25].

7) Aunque no es de mayor importancia, hay un dato curioso que me genera dudas: ¿por qué se antedató la fecha del Imprimatur? Está fechado un 3 de mayo de 1934. Sin embargo, no es cierto que el 3 de mayo estuviera finalizada la censura. Todavía se encontraban en las “luchas” por el término santa desvergüenza. En efecto, en carta del 18 de mayo de 1934, escribe Cirac a Escrivá: “Recibida la tuya y leída por mí, se la he leído al Sr. Obispo, a quien no ha gustado tu actitud sobre la palabra desvergüenza. Dice que no puede él conceder autorización al libro donde se recomiende una palabra que suene mal y tiene mal sentido en el lenguaje usual (…) y que ninguna firma de obispo puede autorizar esa palabra.” (Rodríguez, p 45-46). Así que es muy curiosa la fecha del Nihil Obstat e Imprimatur




Todo este episodio me genera incomodidad. Para mí es muy claro que hoy en día Cirac no podía ser censor de Escrivá. Sería como si el número tres de una orden religiosa fuera censor de una publicación de su Superior[26]. O, en el ámbito académico, sería como si un miembro de un equipo de investigación fuera el referee de una publicación académica del líder de su equipo… o fuera el revisor anónimo de una propuesta de un fondo de becas al que aplicó su jefe… O un funcionario de un banco aprobara un crédito para su padre o su madre o su hermano... Es tan evidente el conflicto de interés, que hasta me cuesta explicar por qué está mal. Supongo que los principios éticos y morales serían similares en aquel entonces...

Concluyo esta entrega señalando que Escrivá puede ser un santo patrono para muchas profesiones y actividades cotidianas, pero los que se dedican al mundo académico, a tareas que incluyan procesos de revisión de pares, tal vez tengan que buscar otro santo que les sirva de modelo más ejemplar que el Fundador del Opus Dei. En este aspecto de su vida, a mi modo de ver, no es un modelo de santidad, de amor a la verdad y al trabajo bien hecho.

Este episodio, además de iluminarme sobre la vida de José María Escrivá, me brinda luz sobre el trabajo de los historiadores de la Prelatura: lo hábiles que fueron para disimular los comportamientos menos ejemplares de la vida del santo.



Referencias'

  1. Méndiz, Alfredo, voz “Camino” en “Diccionario de San Josemaría Escrivá de Balaguer”.
  2. Fontán, Antonio, Josemaría Escrivá. 9 de enero 1902 - 9 de enero 2002: Centenario del Fundador del Opus Dei. - Nueva Revista de política, cultura y arte, num. 79, (2002), pp. 49-67.
  3. Ánchel Balaguer, Constantino. Fuentes para la historia de la Academia y de la Residencia DYA. Studia et Documenta: Rivistadell’IstitutoStorico san Josemaría Escrivá, vol. IV, num. 4, (2010), pp. 45-101.
  4. Premios que “primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar”.
  5. Rodríguez, Pedro. El doctorado de san Josemaría en la Universidad de Madrid, Studia et Documenta (2008), pp. 13-103.
  6. Pioppi, Carlo, “Infanzia e prima adolescenza di Josemaría Escrivá (…)”, Studia et Documenta, 2014, pp. 149-187.
  7. Toldrà Parés, Jaime, “Josemaría Escrivá en Logroño (1915-1925)”, Rialp, 2007.
  8. Tal vez lo hayan notado a estas alturas, pero realicé una pequeña manipulación con el orden cronológico de las citas, al estilo de lo que aprendí al releer a Vázquez de Prada. Simplemente, dejo constancia…
  9. Defino este episodio de la vida de Escrivá con los términos de “conflicto de interés” y “chanchullo”. En el fondo de mi memoria estaban estas expresiones, y ahora verifico que Jaume las utiliza para definir otro episodio de la vida de Escrivá: su relación con Cicuéndez y con Pou (en el capítulo 7de “José María Escrivá Albás: Algunos problemas históricos”). Escribe Jaume: “Hoy día se llama a eso conflicto de intereses porque nos hemos vuelto muy finos, per name="_GoBack"o hay otros nombres populares. El más utilizado es “chanchullo”.”
  10. Explica Pedro Rodríguez (2008) que “buena parte de los [alumnos] no oficiales venían a los exámenes desde toda la geografía española” (por tanto, no tenían que residir en Madrid…). Más aún, la ¡mayoría! de los alumnos eran no oficiales… “Una consulta al Archivo de la Universidad Complutense pone enseguida de manifiesto que, en aquellos años, los alumnos de Licenciatura y doctorado de la Facultad de Derecho eran en su mayoría alumnos libres”.
  11. La forma como se desarrollan estos eventos, durante varios años, no me resultan coherentes con lo que Escrivá opinaba años después. Las citas que contiene el siguiente fragmento de Vázquez de Prada son de los años 1974 y 1964. Creo que no se condicen con todo lo que estamos viendo del José María Escrivá “real” de los años 30.
    Escribe Vázquez de Prada (el subrayado es mío):
    “En el caso de Josemaría, la incorporación al seminario suponía la renuncia a una carrera de superior nivel social y económico, como prometían los estudios de Arquitectura y Derecho. Bien patente estaba a sus ojos la perspectiva eclesiástica cuando, una vez ordenado, se incorporara al engranaje de la vida:
    Salían de allí para seguir su carrera... Se comportaban bien y procuraban ir de una parroquia a otra mejor. El que estaba preparado, hacía oposiciones a una canonjía. Cuando pasaba el tiempo, los metían en el Cabildo, de donde procedían los elementos necesarios para ayudar en el gobierno de la diócesis, para la formación del clero en el Seminario...
    Para algunos clérigos, en fin, ser sacerdote significaba algo así como una ocupación administrativa. Idea que Josemaría no compartía, en absoluto. El joven seminarista no se sentía llamado a una carrera así:
    Aquello no era lo que Dios me pedía, y yo me daba cuenta: no quería ser sacerdote para ser sacerdote, el cura que dicen en España. Y tenía veneración al sacerdote, pero no quería para mí un sacerdocio así”.
    Y concluye Vázquez con otro omen.
    “Si Josemaría decidió hacerse sacerdote fue porque juzgaba que, de esa manera, tendría mayor facilidad para realizar el oculto designio de Dios, presintiendo también que ése era el camino adecuado para conocer su Voluntad”.
  12. Josef Knecht en un escrito Semejanzas y diferencias entre el Itinerario jurídico del Opus Dei y la Edición crítico-histórica de “Camino, de 16/04/2012, también pondera positivamente a Pedro Rodríguez, comparando su trabajo crítico-histórico sobre Camino, con el trabajo realizado sobre el Itinerario Jurídico por Fuenmayor, Gómez-Iglesias e Illanes.
    “Tengo la sincera impresión de que Rodríguez, pese a su obligado anacronismo, no es tan descaradamente manipulador como los tres coautores del Itinerario jurídico y se ajusta mejor a la mente del autor de Camino. Una prueba de ello es que Rodríguez no oculta la seria admiración de Escrivá por la espiritualidad ignaciana ni tampoco claras influencias del pensamiento de Pedro Poveda en el fundador del Opus Dei, cuyos textos honradamente compara. De esta forma, la originalidad de Escrivá es algo relativizada o, mejor dicho, ubicada en su contexto histórico-literario y no adquiere una rotundidad tan enorme como sugieren los tres coautores del Itinerario jurídico, empeñados en insistir por activa y por pasiva en que Escrivá fue siempre fiel a lo que “vio” el 2 de octubre de 1928, cuando en realidad dio auténticos bandazos en el itinerario jurídico de su Obra. El modo de proceder del profesor Rodríguez se atiene mejor al rigor científico.
    La sinceridad de Rodríguez en este trabajo, aunque haya sido compatible con cierto anacronismo, permite que se “vea el plumero” en el mito de san Josemaría.”
  13. Incluyo dos referencias de Alvaro del Portillo en el libro Entrevista sobre el Fundador.
    “Aquel 2 de octubre de 1928 se abrieron para nuestro Fundador los horizontes hacia los que el Señor le llamaba al confiarle el Opus Dei: una movilización de cristianos que, en todo el mundo, en todas las clases sociales, a través de su trabajo profesional desarrollado con libertad y responsabilidad personales, busquen la propia santificación, santificando al mismo tiempo, desde dentro, todas las actividades temporales, en un audaz proyecto de evangelización para llevar a Dios a todas las almas. Es, con unas décadas de anticipación, el mensaje de renovación de la Iglesia querido por el Concilio Vaticano II, que ha proclamado la vocación universal a la santidad para la salvación del mundo, con todas las consecuencias pastorales que de ahí derivan, y que delinean la función eclesial del Opus Dei, mientras, como decía el Fundador, haya sobre la tierra hombres que trabajen.
    –¿Con quién habló el Fundador, además de, naturalmente, con su confesor?
    –Uno de los primeros fue un profesor suyo de la Universidad civil de Zaragoza, don José Pou de Foxá, catedrático de Derecho canónico, muy conocido en España. (…)”
    En primer lugar, la descripción que hace Alvaro del Portillo de lo que sucedió aquel 2 de octubre de 1928. A estas alturas, entiendo yo que esa descripción tiene muy poco que ver con lo que de verdad pensó Escrivá que debería ser su Obra. Ya veremos con el Epistolario, u otros documentos, qué aparece en 1928 de “movilización de cristianos, en todo el mundo, en todas las clases sociales”, “trabajo profesional santificado”, “libertad y responsabilidad personal”, “vocación universal a la santidad”, “anticipación del Concilio Vaticano II”, etc, etc.
    Dudo que haya algo de esto en las cartas a Pou, u otros documentos de principios de los años 30, pero quién sabe.
    También señalo que el entrevistador da por supuesto que Escrivá habló con su confesor. Don Alvaro no aclara que Escrivá no tenía ni confesor ni director espiritual fijo, ni en 1928, ni en 1929 ni hasta que conoce al P. Sánchez a mediados de 1930.
    Transcribo una segunda cita de ese libro.
    Cesare Cavalleri realiza una pregunta muy pertinente y de gran interés:
    "–¿Con sus palabras y su ejemplo el Fundador del Opus Del enseñó a no fiarse del propio criterio y a acudir siempre a una prudente dirección espiritual, también en la confesión. ¿Quiénes fueron sus directores espirituales y sus confesores?
    (…) Después de su ordenación, fue don José Pou de Foxá quien más le orientó en los primeros pasos de su ministerio, en calidad de amigo leal y noble y bueno, como lo describía el Padre.”
    Así que en principio es Pou, sacerdote, quien fue el “director espiritual” de Escrivá desde su ordenación hasta que conoció al P. Sánchez en el verano de 1930. Es un dato llamativo, muy importante, y sobre el que creo que no se ha profundizado lo suficiente. Es el sacerdote que orienta y dirige a Escrivá durante 5 años clave que incluyen ¡¡¡las dos fechas fundacionales!!! Y lo “mejor” del asunto es que ¡hay abundante material histórico original, contemporáneo! Por eso, insisto en que el epistolario con Pou (más de 100 cartas que van de 1924 a 1939) es vital para entender a Escrivá en los años de la Fundación.
    De todas formas, dudo que la relación entre los dos sea de “dirección espiritual” propiamente dicha. Y esto es una pena, porque entonces nos quedamos con un joven sacerdote al que Dios preparaba para una fundación, que no tenía ningún consejero espiritual que lo ayudaran a “no guiarse por su propio criterio”. Es peor la alternativa (a) que no hubiera ningún guía, ningún maestro espiritual maduro y con experiencia que guiara al joven sacerdote, que la opción (b) de que fuera Pou de Foxá y que esta “dirección espiritual” fuera más profesional que verdaderamente espiritual. Así que, aunque mala, mejor la opción (b). Y esta opción es la que plantea una relación de Pou con Escrivá que parece más la de un profesor de la Universidad de Zaragoza, que la de un sacerdote. Es más bien la tarea de un maestro que asesora a su discípulo, que la de un director espiritual propiamente dicho. Los consejos, entiendo yo, serían básicamente sobre la carrera de Escrivá, tanto civil como eclesiástica. Por lo que hay recogido en Vázquez de Prada veo poca conversación sobrenatural (entre dos sacerdotes) y más bien relación profesional. Incluso Escrivá le mandaba sus alumnos particulares de Madrid a rendir examen a Zaragoza (ver comentario de Jaume sobre estos “chanchullos”).
    Esto no quita que se confesara alguna vez con Pou (como por ejemplo en Barcelona en 1937 antes de cruzar los Pirineos), pero dudo que fuera una verdadera relación de dirección espiritual y en su lugar entiendo que era dirección y consejo académico/profesional.
    Reviste pues Pou un carácter fundamental, porque parece que, aunque por correspondencia, era el director espiritual de Escrivá, antes y después del famoso 2 de octubre de 1928.
    Por último, releyendo la pregunta que Cavalleri formula con palabras de Escrivá (el Fundador del Opus Del enseñó a no fiarse del propio criterio), creo que irónicamente esas mismas palabras condenan o desdicen del comportamiento de Escrivá con relación a su dirección espiritual durante sus primeros años de sacerdote, su conflictiva estadía en Zaragoza y la visión de la fundación. Las palabras actúan como un boomerang...
  14. “El señor Obispo quiere darnos gusto y no ha cerrado las puertas, pero habrá que esperar un poquito y tendrá Vd. que decirme si insiste en sus deseos y, si meditándolo despacio, le conviene la incardinación con todo lo que ella pueda luego exigir. Creo que al fin conseguiremos lo que deseamos pero puesto que no urge, bueno es que Vd. lo medite otra vez y me escriba”
  15. Este número de los apuntes íntimos (obviamente) no fue citado completo en la Positio ni en Vázquez. No se encuentra en las catalinas liberadas (parciales y mutiladas). Luego de releer bastante a Vázquez, me llama la atención la manipulación que hacen de las Catalinas para contar una historia que les gustaría que hubiera sucedido. Eliminan los datos que van en contra del pasado heroico del santo que estaban construyendo. Personalmente, sueño con el día en que liberen todos los Apuntes Íntimos, con las notas explicativas de don Alvaro. Llegado ese día espero poder verificar mi hipótesis de que la manipulación alcanzó cotas escandalosas. Creo que es sencillo: mostrar simplemente los textos que omitieron de las biografías oficiales. Trabajar exclusivamente con lo que Escrivá escribió de sí mismo, sin recurrir a fuentes externas, de esas “malas”, de esas que “no nos entienden”. Sería escuchar una sola campana: la de Escrivá. Y ver si dice lo mismo que la campana de san Josemaría creada para su canonización. Escrivá vs san Josemaría. No habría comentarios, ni ironías, ni nada parecido. Simplemente, sería el texto completo, marcando en rojo lo que borraron en el Proceso de Canonización. En rojo el Escrivá histórico (en la versión que él tenía de sí mismo, obviamente parcial y muy interesada, pero creo que con un Escrivá no manipulado ya es suficiente), y en negro los fragmentos que son apropiados para san Josemaría (lo que nos contaron: los fragmentos utilizados para construir al santo).
  16. A mi entender, de la lectura del texto de la catalina de 1932 no caben dudas que el Director es Don Norberto Rodríguez García. Es él quien previene a Escrivá contra la sugestión del demonio, lo orienta en la decisión, etc. Don Norberto era un sacerdote mayor: tenía 50 años en 1930, cuando José María Escrivá tenía solo 28. Se habían conocido en el Patronato de Enfermos en junio de 1927.
    Vuelvo a copiar el texto de la Catalina n. 598 para tenerla a mano:
    Luego (a D. Norberto se lo conté, cuando sucedía y después, al sentir la sugestión del enemigo) luego trae a la memoria que el doctoral de Cuenca habló con mamá para que yo fuera a opositar a una canongía vacante en aquella catedral... Después mi padre Director, diciéndome que la Obra había de comenzar en Madrid y que, a toda costa, tenía yo que continuar aquí. En fin, que satanás es listo, malo y despreciable, pero me ha hecho entrever que, como me decía —¡riéndose!— D. Norberto, cuando a mí me parecía que nunca podría ser, puedo perder la alegría y la paz (no las he perdido) y ¡pueden darme disgustos!
    Lo que me causa asombro es que el texto asigna a D. Norberto un papel de director espiritual, pero, como veremos más adelante, Alvaro del Portillo nunca nombra a Norberto Rodríguez como director espiritual de Escrivá. O bien es una omisión llamativa o bien en la catalina n. 598 Escrivá mezcla y mezcla, haciendo que parezca que D Norberto es su director cuando en realidad era el P. Sánchez. Pero también puede ser que, como sugiere Pedro Rodríguez, este texto de 1932 en realidad sea una re-escritura de un suceso de 1930, tal vez anterior a que Escrivá conociera al P. Sánchez... Muy mezclado todo, poco transparente.
    Otro aspecto, antes de ver el listado de los directores espirituales. Mi hipótesis es que en la reescritura de este episodio en 1932, Escrivá combina unas sugerencias de Don Norberto de 1930 con unas indicaciones ¿posteriores? del P. Sánchez sobre que la Obra se tenía que desarrollar en Madrid. Si no es D. Norberto el Director que indica que la Obra había de comenzar en Madrid y que, a toda costa, tenía yo que continuar aquí, entonces esa indicación es del P. Sánchez. Pero esto nos trae otra inconsistencia, ya que Escrivá, en otras oportunidades, fue muy tajante al escribir que el P. Sánchez nunca opinó sobre la Obra: Nada tuvo que ver con la Obra, porque jamás le dejé intervenir ni opinar. Esta afirmación rotunda es de la Carta 29-XII-1947 / 14-II-1966, n.20. Me llama si el Director fuera el P. Sánchez indica dónde se tiene que desarrollar la Obra, no es una decisión menor, y sería contradictoria con la frase de 1947/1966. Si el P. Sánchez no es ese Director, ¿quién sería sino? Porque D Norberto no figura entre los directores espirituales de Escrivá (aunque la catalina 598 da a entender que sí).
    Alvaro del Portillo realiza una descripción extremadamente prolija de todos los directores espirituales o confesores que tuvo José María Escrivá durante su vida. En total, nombra a 17 sacerdotes, ninguno de los cuales es D. Norberto. Como comentario lateral, parecería que Escrivá estuvo muy dirigido espiritualmente, esa al menos fue mi primera impresión hace años al leer tamaña lista. De todas formas, la verdad es que desde su ordenación sacerdotal (III-1925) y durante los años claves fundacionales, a mi modo de ver no tuvo realmente un director espiritual (a no ser que la relación maestro-discípulo con Pou fuera dirección espiritual).
    Ante la pregunta de Cesare Cavalleri ¿quiénes fueron sus directores espirituales y sus confesores?, responde Portillo en con la siguiente lista, la cual abrevio para destacar principalmente los nombres y fechas y mostrar que D Norberto no aparece y por tanto es confusa la redacción de la catalina 598.
    Logroño, 1918: Padre José Miguel, carmelita, don Antolín Oñate, Abad de la Colegiata, don Albino Pajares, sacerdote castrense.
    Para la dirección espiritual propiamente dicha y la confesión, Josemaría acudió a don Ciriaco Garrido Lázaro.
    En el Seminario de Zaragoza, le ayudó sobre todo el Rector, don José López Sierra. Recibió consejos también del propio Cardenal Soldevila, de Mons. Miguel de los Santos Díaz Gómara, y de don Antonio Moreno.
    Después de su ordenación, fue don José Pou de Foxá quien más le orientó en los primeros pasos de su ministerio.
    En Madrid, recurrió a la dirección espiritual del Padre Valentín Sánchez S.J., a quien confió la guía de su alma en el verano de 1930.
    Cuando interrumpe con el P. Sánchez surgen otros directores espirituales o confesores, por breves temporadas: Padre Postius, religioso claretiano; Padre Recaredo Ventosa, don Angel Sagarmínaga, don Saturnino Martínez, P. Francisco de B. López Pérez, claretiano.
    Después, al regresar a Madrid al término de la guerra civil española, volvió a su antiguo confesor, el P. Valentín Sánchez, hasta 1940, en que se vio obligado a dejarlo.
    Y por último, antes de Alvaro Portillo, escogió a don José María García Lahiguera.
    En definitiva, está todo muy enredado…hay mucho humo y falta de claridad para aspectos que me parece que tendrían que ser más transparentes y menos contradictorios.
  17. Es un “matiz” del estilo de las pretensiones episcopales de Escrivá. Es decir, si san Josemaría pensaba que podía ser Obispo, o si realizó gestiones activas para tratar de serlo.En el caso de lo de Cuenca es una perspectiva similar, aunque “menos grave”, entiendo yo.
  18. Es una pena que esta Catalina haya sido name="_GoBack" mutilada, tanto en la Positio como en Vázquez de Prada. Es algo que ya me cansa. Hubiera sido muy interesante tener la frase completa. Tal vez no haya nada especialmente interesante en el texto omitido, tal vez sí …“El primero no dudó. Vino conmigo, tras de Jesús, a la ventura [...]” ¿cómo seguiría? ¿diría quién fue ese primer miembro ignoto y censurado?
    Por otra parte, al igual que en otros muchos textos, me resulta incómoda la identificación que plantea Escrivá entre su persona y Cristo. Conocer a Cristo en este caso se identifica con conocer a Escrivá. En efecto, Sebastián Cirac ya se había encontrado con Jesucristo… era nada menos que ¡sacerdote de Cristo! Por tanto, entiendo que en este texto el que llama a su Obra es Escrivá. Y seguir a Escrivá es seguir a Cristo. Y la Obra de Escrivá es la Obra de Dios. Es un tipo de planteamiento muy presente en los escritos escrivarianos. De forma análoga, las ideas que se le ocurrían a Escrivá las planteaba como Voluntad de Dios…
  19. En Edición Crítico Histórica de Camino de Pedro Rodríguez, p. 48.
  20. Aprovecho para incluir otra referencia a Zorzano. Quiero mostrar cuán incorporada tenía Escrivá la manipulación en su forma de comportarse y de relacionarse con los demás. El texto es de 1934 (que también es el año del episodio del Censor). Escrivá resume su visita al Vicario don Francisco Morán, “Con la santa desvergüenza, me aproveché para meter por los ojos del Sr. Morán a dos de mis h.h. sacerdotes. —Lo más importante de la entrevista fue que, al hablarle yo de la "academia del Sr. Zorzano", donde continúo mi labor con jóvenes universitarios (…)”.
    Paso de largo lo de la santa desvergüenza, que me resulta molesta como justificación de las manipulaciones y engaños, y que no pudo incluir en su primera edición de Camino, pese a que estaba publicando con su tío Mons. Laplana y con su hijo espiritual Cirac. Paso también del me aproveché. Y me quedo con que Escrivá pone entre comillas la “academia del Sr. Zorzano”. Sabemos bien que la academia DYA no era del Sr. Zorzano. En realidad era la academia de Escrivá. Supongo que lo pone entre comillas porque sabe que no estaba siendo del todo sincero... Sabe bien que Zorzano era una fachada, un testaferro. Al igual que Derecho y Arquitectura, del nombre DYA, era una fachada que estaba en la entrada de la “academia del Sr. Zorzano”, pero en realidad ocultaba otras motivaciones.
    La realidad es que la academia no era de Zorzano, quien ni siquiera vive en Madrid …Zorzano vivía y trabajaba en Málaga, en la compañía de ferrocarriles, desde diciembre de 1928 hasta junio de 1936. Por tanto en 1934 no vivía en la academia que supuestamente le pertenecía.
    Cuando escribo “testaferro” lo digo porque efectivamente así era. “El fundador pidió a Isidoro Zorzano que hiciera el contrato de alquiler, pues era un profesional asentado y uno de los mayores en la Obra. El fin de semana del 10 al 12 de noviembre, Isidoro pasó por Madrid, pero como no le dio tiempo para concluir la gestión, dejó a don José María una autorización escrita, para que pudiese firmar el contrato en su nombre. El sacerdote firmó el documento el miércoles 15.” (en el libro DYAde González Gullón).
    Y con esto comparto otro aspecto curioso. Ese fragmento del libro DYA trae una nota al pie con la referencia a los documentos históricos de este episodio del alquiler y del “testaferro” Zorzano. Pues bien, una referencia es a la Catalina n.1078. En la versión de la que dispongo no indica que esté mutilada. Pero no incluye nada de Zorzano. Debe ser un error de referencia, ya que la anterior (la n.1077) sí habla de Zorzano y de estas gestiones (y está mutilada). Bueno, lo que me resulta providencial es que este error de referencias me llevó a la Catalina 1078 que dice lo que para mí son palabras proféticas a estas alturas: n.1078. (…) Pensé —y se lo dije a D. Pedro Poveda— que soy un hipócrita. Yo me veo bien y ¡cómo me veo!... ¡Cuánta villanía en mi conducta, y cuánta infidelidad a la gracia!”
  21. En esa oportunidad, Escrivá les entregó a los asistentes unas hojas con “la primera meditación, de una serie sobre nuestra vocación, para hacerla en la noche del jueves al viernes”. El libro sobre DYA indica que esas meditaciones, comprendidas entre los meses de febrero y julio de 1932, se encuentran en AGP, serie A.3, 177-3-2. No sé si están publicadas, pero serían muy interesante conocerlas para entender lo que Escrivá pensaba sobre el Opus Dei y la vocación en aquellos años (con la esperanza de que sean textos originales, no manipulados y antedatados).
  22. En los primeros años del Opus Dei, curiosamente o providencialmente, se “consiguió” un intercesor en el Cielo, un santo interno, para cada una de las labores: varones, mujeres, sacerdotes. Y allí tenemos a Luis Gordon, María Ignacia García Escobar y José María Somoano. Con una mano en el corazón expreso que: si no hubieran fallecido tan temprano, dudo sinceramente que alguno de los tres hubiera perseverado en el Opus Dei.... De Gordon, tengo serias dudas de qué significaría para él pertenecer al Opus Dei (ya escribiré sobre esto). A Gracía Escobar y a Somoano estoy convencido que Escrivá los hubiera expulsado, como expulsó a todas las mujeres y sacerdotes de la primera hora.
  23. Esta analogía del Obispo con el Editor creo que es apropiada. En la vida académica la relación es: Autor que envía al Editor su artículo, el Editor lo envía a revisión a uno o varios Árbitros, quienes envían su dictamen al Editor (nunca lo envían directamente al Autor) y el Editor se comunica nuevamente con el Autor. Esta dinámica es similar a la reflejada en el canon 830 del CIC 83 (en el CIC17 corresponde el canon 1393).
  24. Hablo de confabulación porque creo que es el término apropiado. En efecto, el Censor Cirac comunica “confidencialmente” al evaluado Escrivá lo que piensa el Obispo… Diríamos que actúa como un topo, un infiltrado… El Obispo Laplana (que intervino activamente en la censura, tal vez implicándose demasiado) envió a Escrivá el dictamen del censor (dictamen que contenía indicaciones del Obispo). Y en paralelo, el Censor Cirac envió una carta a Escrivá …
    Escribe Rodríguez que cuando Escrivá recibe del Obispo las observaciones del censor, probablemente recibió también “una carta en la que el propio Cirac comunicaba al Autor confidencialmente que algunas de esas “orientaciones” [referidas al uso del término santa desvergüenza] eran muy personales del bueno de don Cruz Laplana. El Beato Josemaría se disgustó.” (el subrayado es mío).
    Por curiosidad me gustaría saber si en esa carta se refieren al Obispo como “el bueno” de don Cruz. Pero más allá de eso, veo esta comunicación “confidencial” comoalgo turbio… Parecería que Cirac se está disculpando ante su Superior (Escrivá) por no haber podido obtener el Nihil Obstat que le había sido encargado, por haber fallado... Me atrevo a suponer que Cirac tenía miedo de haber desobedecido, porque tenía bien presente que el espíritu de los socios del Opus Dei es obedecer o marcharse. En una carta de unos días después, Cirac se lamenta “¡Si supieras cuánto sufro con estas cosas!” Y es muy entendible: se encontraba bajo una doble obediencia, con el riesgo de vivir mal el espíritu de la Obra y por tanto tener que marcharse, pero también debiéndole obediencia a su Obispo Mons. Laplana. Pobre Cirac.
    Aunque sea un sueño, me gustaría en algún momento que la Prelatura publicara los originales (fotografías) de la correspondencia de Escrivá con Cirac (así como la correspondencia con Pou y otros…). Quisiera ver los detalles de este incidente, y en particular porque Escrivá escribió comentarios directamente sobre esas cartas “con lápiz rojo y con su letra grande y enérgica”, al decir de Rodríguez, quien califica el incidente en términos humorísticos, pero yo entiendo que esas anotaciones de puño y letra pueden servir también para comprender la psicología de Escrivá.
  25. Sería bueno ver las sugerencias que el censor y el Obispo le hacen a Escrivá para el libro. El episodio de la santa desvergüenza es muy ilustrativo. A regañadientes Escrivá tuvo que cambiar la palabra santa desvergüenza por santaaudacia. Yo considero que no era simplemente una cuestión semántica: desvergüenza tiene mal sentido en el lenguaje vulgar, como le indica Cirac. Sino que el tema es más profundo, no es sólo un término u otro, sino que la utilización de la desvergüenza y no de la audacia, guarda relación profunda con la forma de comportarse de Escrivá, aquello de fines y medios, de manipulaciones y engaños para construir su Obra, etc.A modo de ejemplo, recomiendo ver nuevamente la nota 3: cómo utiliza el recurso a la santa desvergüenza para explicar al Vicario de Madrid que la academia de Escrivá en realidad es “la academia del Sr. Zorzano”. La desvergüenza indica un modus operandi…
    Cirac, su amigo Cirac, le dice a Escrivá que el Obispo que le hace esta indicación es “oráculo divino en su Iglesia”. Y a nuestro santo no le importa demasiado, porque creo que Escrivá se considera el único oráculo divino y no le gustaba someterse a las autoridades de la Iglesia...aunque dijera lo contrario. Al final hace lo de siempre: conceder sin ceder con ánimo de recuperar.
    Fue grande el enfado que cogió con este incidente. Escrivá comenzó a acumular presión porque esta vez no pudo salirse con la suya. Y cuando pudo recuperar la palabra desvergüenza lo hizo con rabia. Para la edición de Camino de 1939 trabaja primero con la versión impresa de Consideraciones de 1934 de Cuenca. No efectúa casi correcciones, salvo que, según Rodríguez, “llama la atención encontrarse en la pg 31 con la cuidada caligrafía del Autor escribiendo la palabra desvergüenza, interlineada seis veces sobre la palabra audacia -la que había elegido en Consideraciones como alternativa-, que aparece tachada con enérgico trazo." (el subrayado es mío). Creo que interlinear ¡seis veces! la palabra que la autoridad de la Iglesia le había prohibido nos enseña algo de la psicología de Escrivá...
  26. Entiendo que el Superior mayor sí tiene que otorgar licencia al miembro del instituto religioso (CIC 832). Pero me llamaría mucho la atención que un Superior buscara la licencia para un escrito suyo encargándole la censura a un súbdito sujeto a su mando… Aunque todo puede pasar en la Viña del Señor.

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