Testimonio de Eileen Johnson: Las Tácticas del Opus Dei

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Encuentro Nacional sobre sectas, Bilbao 6-7 marzo del 2020


Dice el Papa Francisco que hay que ejercer la parresia para exponer las mentiras e injusticias dentro de la Iglesia.

(Parresia: “la obligación de decir la verdad por el bien común, incluso a riesgo personal.”)

Pues bastantes personas se han arriesgado, durante décadas, con el intento de desenmascarar al Opus Dei. Pero las autoridades eclesiales no han querido hacer caso. Los ex miembros hemos tenido mala prensa, porque el Opus Dei ha insistido que no había que hacernos caso porque se suponía que éramos rencorosos o inestables (esto sin evidencia y sin entrevistarnos). Varios ex miembros habían ocupado puestos de responsabilidad dentro de la Obra….

Si vuelvo a contar mi historia, casi 50 años después de dejar el Opus Dei, es porque a mí y a tantos otros ex miembros no nos han hecho caso hasta ahora. Es más: el daño que ha hecho el Opus Dei durante décadas a muchísimas personas no se ha compensado y se sigue haciendo. Muchísimos testimonios hay en OpusLibros y otras páginas de la Web, y a mí me han contactado varios ex socios dañados. Por ejemplo, sé del caso de un joven ex numerario americano, que me dice que actualmente médicos y psiquiatras del Opus Dei siguen tratando a socios. Puede que hayan cambiado algunas cosas, más bien superficiales, dentro del Opus Dei: por ejemplo a las numerarias ya se les permite llevar pantalones… pero lo básico del “espíritu de la Obra”, como lo ordenó su fundador desde el principio, no cambia. El control, el reclutar a adolescentes, el dar responsabilidad de Dirección a jóvenes sin la madurez para dirigir o cuidar de sus subordinados…. todo esto sigue siendo sistemático y dañoso...

Básicamente, los directores de la Obra siguen convencidos del origen divino del Opus Dei, una perfecta Obra de Dios revelada al fundador en 1928. No es permitido criticar. Quien critica se considera soberbio. Hay que obedecer o marcharse, como le dijo Álvaro del Portillo a un sacerdote numerario que tenía serias dudas e intentaba ofrecer sugerencias para cambios. Los críticos de fuera también se tienen que mantener en su sitio. Se insiste que Obra es perfecta, siempre tiene la razón, y no hay quien la critique.

Pues no es así. La verdad y la justicia tienen que ver la luz del día.

Mi experiencia personal de las Tácticas del Opus Dei se inició a mis 16 años:

Proselitismo; lavado de cerebro

El libro Camino, del fundador Josemaría Escrivá, se utilizaba desde los primeros tiempos como medio de proselitismo, y fue a través de la aplicación de varios puntos claves de Camino que empezó a captarme una profesora (numeraria sin saberlo yo) a mí en mi colegio en Yorkshire, y luego como universitaria en Manchester.

El punto 851, al final del capítulo llamado Táctica, dice: “encaucemos las imprudencias providenciales de la juventud.” Yo era una candidata ideal: una chica lista, católica seria, idealista, y no tan madura como me consideraba. Había considerado una vocación de monja. Tenía novio, también católico, serio, muy listo. Desde niño su madre le venía diciendo que había nacido para ser cura.

Atraídos los dos por el Opus Dei, inicialmente nos apuntamos como supernumerarios, porque estábamos enamorados y teníamos la intención de casarnos después de acabar las carreras en la Universidad de Manchester. Pero los y las del Opus Dei no nos dejaban en paz. Decían que los Directores tenían la “Gracia de Estado” para percibir nuestras vocaciones de numerarios.

Me leyeron el punto 23: “Que no puedes hacer más!? No será que no puedes hacer menos?”

Y el 28: “El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo. Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia sólo para la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares.

Ansia de hijos?... hijos, muchos hijos, y un rastro imborrable de luz dejaremos si sacrificamos el egoísmo de la carne.”

De esta manera me inculcaron un sentido de culpabilidad por no responder a la llamada. Mi novio estaba en una situación paralela, en la residencia universitaria de la Sección Masculina.

Nos fomentaron una “crisis de vocación” y poco a poco lograron separarnos. Me enteré que mi novio había pedido la admisión como numerario, mediante el sacerdote en el confesionario, quien me prohibió ponerme en contacto con él. No volví a verlo.

Estaba desolada. Pero nadie me confortaba. Es más: me echaban la culpa a mí de no haber cedido más pronto a la clara invitación de hacerme yo también numeraria:

Camino 166: “Me escribes: Padre, tengo dolor de muelas en el corazón. No lo tomo a chacota, porque entiendo que te falta un buen dentista que te haga unas extracciones. Si te dejaras…”

Los dos, mi ex novio y yo, habíamos sido captados por la cabeza, dejando de lado nuestra inmadurez. Nos creíamos lo que nos repetían constantemente: que el Opus Dei era una perfecta Obra de Dios, revelada al Padre, que era un santo excepcional. Que en la Obra conseguimos la santidad, que en la Obra se vivía como los primeros cristianos, que la Obra fue revelada al Padre para reformar a la Iglesia.

No teníamos la madurez, el discernimiento ni el conocimiento del Evangelio para ver que el Padre Escrivá interpretaba las Escrituras para justificar sus propios métodos:

“Venite post me, et faciam vos fieri pescatoreshominum – venid detrás de mí, y os haré pescadores de hombres. – no sin misterio emplea el Señor estas palabras: a los hombres – como a los peces – hay que cogerles por la cabeza. Qué hondura evangélica tiene el “apostolado de la inteligencia!”

(Yo que ya he vivido una larga vida fuera del Opus Dei, y he estudiado el Evangelio, pues comentaría dos cosas: primero, en tiempos evangélicos los peces se captaban en redes, no por la cabeza. Segundo, Jesús enseñó que había que amar a Dios con el corazón, el alma, la mente y con toda nuestra fuerza, Además, los primeros seguidores de Jesús fueron personas sencillas, y no intelectuales.)


Manipulación y Mentiras

Me admitieron como numeraria a los tres meses de perder a mi novio. Me dieron el cilicio y la disciplina a los pocos días de “pitar” (no sabía nada de estas formas de mortificación antes de pedir la admisión). Mi directora me planteó la idea de una carrera de periodismo, puesto que le parecía que tenía don de gentes y sacaba buenas notas en lengua y literatura inglesa. (Me habían dicho desde el principio que en el Opus Dei éramos libres en cuanto a los estudios y la profesión. A mí me apasionaba la lengua extranjera y quería ser profesora de francés.) Años más tarde, mi trabajo interno de directora me llevó a leer una directiva de Roma: los directores debían identificar a socios con posibilidades para ser periodistas. En mi caso la idea me había llamado la atención, de manera que llegué a identificar mi vocación de numeraria con una posible vocación profesión de periodista, para el bien de la Obra.

Lavar la ropa sucia en casa:

Nos confesábamos sólo con sacerdotes de La Obra. Escrivá decía que no deberíamos lavar la ropa sucia fuera de casa.

Me nombraron subdirectora de la residencia universitaria, con 20 años, todavía como universitaria. Anteriormente había sido una estudiante entusiasta pero ya tenía dificultad en aplicarme y concentrarme. Pero me esmeraba en organizar actividades culturales para atraer a preuniversitarias (apostolado y posible proselitismo). Al año de licenciarme me nombraron Secretaria de San Rafael, en la Asesoría en Londres.

Una de mis tareas fue “enseñar” Cosmología a las jóvenes numerarias del Centro de Estudios. No tenía ninguna experiencia ni preparación. Me asustó la responsabilidad. Esto es un ejemplo de algo muy generalizado dentro de la Obra de entonces: los directores muchas veces no tenían la edad, preparación, o madurez adecuada para hacerse cargo de sus subordinados. La inmadurez dentro del Opus Dei es preocupante.

Mi padre murió de cáncer en julio del 1967. Yo había empezado a sufrir depresiones y me trataba la secretaria de la Asesoría, que había sido médico de cabecera y trataba a las numerarias. Me recetó primero Tofranil y Librium, con Mogadon para dormir. Más tarde me dio Litio. Finalmente me quedé con Valium. Las depresiones seguían. No podía trabajar. Decidieron mandarme a Pamplona, al Instituto de Periodismo, para ver si un trabajo profesional, en vez de trabajos internos, sería una solución. Pasé un año postgraduado en Pamplona, tomando Valium recetada por mi directora espiritual, que era médico.

A la vuelta, llegué a trabajar para el diario The Guardian durante unos meses en Manchester, pero seguía en tratamiento y consultando a un psiquiatra numerario del Opus Dei, que decía que la depresión que sufría desde hacía ya 4 años era endógena. (El mismo psiquiatra me dijo más tarde, cuando había salido del Opus Dei, que yo no era un caso clínico).

Inculcar miedo; mantenimiento del imagen de la Obra incluso con mentiras

Siendo de la Asesoría, yo tenía la obligación de leer “las notas” – los directivos que venían muy regularmente de Roma-. Mi Directora me dijo que su lectura podría ocupar el lugar de la norma de lectura spiritual. Me impactó mucho leer que “cualquiera que dejara su vocación se debe de considerar muerto. No daría ni cinco céntimos por su alma. Llevará una vida desgraciada.”

De hecho, nos han considerado muertos a muchos de los que hemos dejado la Obra. A muchos los han perseguido de una manera u otra. Miguel Fisac había sido uno de los primeros numerarios del Opus Dei. Arquitecto prestigioso, fue durante años el único que aportaba un salario. Fue también chofer del Mons. Escrivá y lo conocía bastante bien.

Dejó la Obra después de 19 años, se casó y el matrimonio tuvo 3 hijos. La tercera murió de pequeña. El día del funeral, los Sres Fisac fueron visitados por dos curas del Opus Dei, que vinieron para avisarles que la muerte de su hija había sido castigo de Dios porque Miguel había abandonado la Obra. Miguel Fisac me contó esto personalmente durante una entrevista que le hice en 1994. En una carta al periódico católico escocés, The Scottish Catholic Observer, yo cité esto. La oficina de información del Opus Dei en Londres contestó, diciendo que según la oficina de información en Madrid, tal visita no tuvo lugar. Mandé una copia del texto a Miguel Fisac. El periódico publicó su carta, confirmando el día y la hora de la visita y nombrando a los dos sacerdotes. Miguel Fisac fue eliminado como testigo antes de la beatificación de Josemaría Escrivá por “inestabilidad psicológica”.

Urge exponer las tácticas del Opus Dei. Hay muchas y son sistemáticas. Para la Obra, el fin justifica a los medios. El fundador nos recomendaba la práctica de le “santa pillería” Pues hay que llamar al pan, pan y al vino vino… así como en mi tierra natal de Yorkshire se dice (for those of you who speak English…) “call a spade a spade and not a bloody shovel.” (con perdón..)

Espero que vaya llegando la hora de la verdad. La publicación del libro “De l’Emprise a la Liberté” en Bélgica en 2017 dio la vuelta al tema de los ex miembros. Un grupo de 10 especialistas, la mayoría católicos, concluyeron, después de entrevistar a varios ex miembros del Opus Dei, de los Legionarios de Cristo y de Focolares, que todos estos movimientos mostraban características sectarias. El coordinador del proyecto fue Vincent Hanssens, Catedrático Emérito de la Universidad Católica de Louvain.

Miguel Perlado ha sido uno de los contribuyentes. Le cito, de la página 175 del libro:

En général, ces mouvements son fascinés par les chiffres, leurs convictions doivent être diffuses partout et, tant qu’ils se considerent comme l’Eglise, cela justifie toutes leurs actions, mêmes les plus anormales.” (Miguel Perlado, De l’emprise à la liberté, 175)

Trans: En general, estos movimientos (Opus Dei, Focolares, La Legión de Cristo) son fascinados por las cifras, sus convicciones deben transmitirse a todas partes, y puesto que se consideran ser la auténtica Iglesia, esto justifica todas sus actividades, incluso las más anormales.

Hace 49 años que salí del Opus Dei. Hace 28 que salí públicamente en contra de la beatificación de Josemaría Escrivá en 1992. Ese hecho – de contar mi testimonio, de decir ante las cámaras de la BBC que fui tratada por médicos y psiquiatras del Opus Dei durante 4 años antes de poder salir – no consiguió nada. Por lo menos, así ha parecido. Otra ex numeraria, muy sabia, me recordaba que la verdad dominaría un día: aunque fuera después de morirnos nosotras. Sigue siendo importante decir la verdad. Por eso yo sigo hablando de mis experiencias. Porque a mí me importa la Iglesia, me importa la verdad, y me importa el bien de la Sociedad. Me importa la Teología de la Liberación en Sudamérica. Creo que el poder y la influencia del Opus Dei es un asunto muy grave, no solo en España sino en el mundo entero.

Después de varios años de recuperación, volví a mi intención original de trabajar como profesora de idiomas. Como el español es el idioma interno oficial de la Obra, lo había aprendido bien. Me dediqué a hacer traducciones, y también a enseñar. Volví también a mi afición del baile escocés. El ejercicio y la alegría de la música me llenaba y aquello fue una terapia fenomenal, además de muy social. Pasé unos años trabajando en Madrid, donde fundé un grupo de danzas escocesas que existe todavía. Creo que me quedé siempre con ganas de demostrar que Escrivá estaba muy equivocado cuando decía que cualquiera que saliera del Opus Dei se debía de considerar muerto/a; que no daría 5 céntimos por su alma, y que llevaría una vida desgraciada.” Pues no es así. Le contestaría, a Escrivá y a sus seguidores, con estas palabras del Nuevo Testamento (pues antes de ser del Opus Dei, yo era cristiana, y lo sigo siendo hoy en día):

Primera epístola de San Pablo a los Corintios, capítulo 13, versículos uno al tres:

1. Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.

2. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.

3. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.


Me he enterado últimamente del caso de una ex numeraria, a quien le dijeron sus directores, después de haber servido a la Obra durante 45 años, incluso como Directora, que “ya no nos sirves para nada.”Salió con 67 años, para vivir sola, rechazada por sus “hermanas” del Opus Dei. Como numeraria se había esmerado por servir a los pobres, cosa que sigue haciendo. Se dedica a trabajos voluntarios, ayudando a los más necesitados. Este tipo de persona (y han habido muchos) no encaja bien dentro del Opus Dei, que desde sus orígenes tiene más bien la meta de atraer a “la aristocracia de la sangre, del dinero y del talento,” en palabras de su fundador Josemaria Escriva.


De hecho, me llama la atención que muchos ex socios demuestran empatía con los desfavorecidos, y se dedican a causas de promoción de la justicia. Son buenas personas, que han querido dedicarse a Dios, a la Iglesia, y servir a la humanidad. Fueron engañados por el Opus Dei.


Eileen Johnson