Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 14

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14. HISTORIA DE LA IGLESIA


El sentido de la historia. Historia de la salvación e historia de la Iglesia

  • La historia no está sometida a fuerzas ciegas, ni es el resultado del acaso, sino que es manifestación de la Providencia divina y de la libertad humana169.
  • Los cristianos estamos llamados a ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cfr. Mt 5,13-14). Todas las incidencias de la vida —las de cada existencia individual, las de la convivencia social y las grandes encrucijadas de la historia— son otras tantas llamadas de Dios: ocasiones que se nos ofrecen para ser santos y llevar todas las cosas a Dios, procurando que Cristo reine. La vida de los santos ha iluminado efectivamente la historia. Pero la familia humana se renueva constantemente y cada generación de cristianos tiene la responsabilidad de santificar su tiempo170.
  • La historia de la Iglesia es, en su sentido más profundo, la historia de la santidad y del apostolado:
  • de la santidad, porque es la historia de la salvación de los hombres: historia del amor de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y les otorga constantemente su gracia; e historia de la respuesta de los hombres a la gracia de Dios;
  • del apostolado, porque Dios ha querido salvarnos no aisladamente a cada uno, sino formando una comunidad, la Iglesia. Su obra quedó cumplida con la Ascensión a los cielos. Pero es necesario que el fruto de la Redención se aplique a todos los hombres, a lo largo de la historia. Ésta es la tarea que el Señor encomendó a los Apóstoles y a todos

169 Dios es el Señor de la historia porque la encamina hacia su fin (nuestra felicidad y salvación: su gloria). Al mismo tiempo, ha querido "correr el riesgo" de nuestra libertad: ha querido una historia verdadera hecha de auténticas decisiones de los hombres y no una ficción ni un juego.

Así sucedió desde la creación de nuestros primeros padres: tras el pecado de Adán y Eva, Dios decretó la Encamación del Hijo para salvarnos. Al misterio de la iniquidad, Dios responde con el misterio de su misericordia. Por eso afirmamos en la liturgia: felix culpa! Incluso de los males Dios saca bienes, de modo que "para los que aman a Dios, todas las cosas concurren para el bien" (Rom 8,28).

170 De la historia de la salvación, cuyo lugar privilegiado es la Iglesia, depende la historia de la humanidad. La mayor parte de esta historia queda escondida a los ojos humanos, pues pasa a través del corazón de cada uno de los hombres y es fruto del eterno designio de Dios y de la libre correspondencia a la acción del Espíritu Santo. Solamente al final de los tiempos, cuando "el Cordero abrirá el libro" (cfr. Apoc 5 y ss.), el Señor nos revelará plenamente la totalidad de la historia de la salvación, de la que, por su voluntad, somos cooperadores.


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los cristianos (cfr. Mt 28,19). El día de Pentecostés fue enviado el Espíritu Santo para que asistiera perpetuamente a la Iglesia en el cumplimiento de su misión.

d) La Iglesia, aun siendo santa171, no se cansa de hacer penitencia porque está compuesta por hombres y mujeres que somos pecadores. Junto a innegables frutos de santidad, en la historia de los cristianos hay también errores e infidelidades. Reconocer los pecados y las equivocaciones del pasado es un acto de lealtad y de valentía que nos ayuda a reforzar nuestra fe, haciéndonos capaces de afrontar las tentaciones y las dificultades de hoy172.

La predicación apostólica y los primeros cristianos

  • Los apóstoles, después de Pentecostés, comenzaron a predicar a todas las gentes (cfr. Act 2,1-41; 4,4). Más tarde, en la ciudad de Antioquía —donde muchos se habían bautizado—, los discípulos de Cristo "comenzaron a llamarse cristianos" (Act 11,26).
  • Los Apóstoles se esparcieron por todo el mundo entonces conocido. San Pedro, Cabeza del Colegio Apostólico, estableció su sede en Roma. San Pablo —que primero persiguió a la Iglesia y después se convirtió— realizó viajes por Asia Menor y por Europa abriendo las puertas de la fe, por voluntad divina, a los que no eran judíos: los "gentiles" (cfr. Ef 3,5-12). Muchos judíos se incorporaron a la Iglesia, pero también otros muchos no quisieron convertirse y la persiguieron.
  • Todos los Apóstoles, concordes y unánimes en comunión con Pedro, predicaban por todas partes la misma fe, establecían comunidades cristianas y consagraban Obispos en cada lugar para que continuasen su ministerio. Estas comunidades, gobernadas por los Obispos, se llamaron "iglesias" (la "Iglesia de Corinto" o "Iglesia en Corinto"; la "Iglesia de Éfeso" o "Iglesia en Éfeso", etc.).

Las persecuciones y la evangelización de Europa

a) La Iglesia ha sufrido persecución desde los comienzos. El demonio la combate porque está empeñado en apartar a los hombres de la salvación eterna, pero el Señor ha prometido que "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16,18).

b) Las primeras persecuciones tuvieron lugar en Jerusalén, por parte de los ju díos, y fueron ocasión para que se manifestara el origen y la naturaleza sobrenatural de la Iglesia (cfr. Act 5,38-39). Después, en los tres primeros siglos, por orden de los emperadores romanos o con el consentimiento de las autoridades, se levantaron durísimas persecuciones contra los cristianos, porque no querían someterse al culto estatal ni admitir la religión pagana, y porque sus vidas contrastaban radicalmente con la inmoralidad de las costumbres paganas.

171 Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 63.

172 Cfr. JUAN PABLO II, Carta Tertio millennio adveniente, (10-XI-94), 33-36.


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  • En estos siglos fueron numerosísimos los mártires (o "testigos"), que sellaron con su sangre la fe en Cristo. Desde el inicio se les tributó una veneración especial, que se manifestaba en la conmemoración del día de su muerte (dies natalis) y en la erección de altares sobre sus reliquias. El primer mártir fue San Esteban (cfr. Act 7,54 y ss.).
  • Evangelizarían de Europa: en el año 313 el emperador Constantino, por el "edicto de Milán", reconoció a los cristianos la libertad de confesar y practicar públicamente la fe. En los siglos siguientes, todos los pueblos de Europa se fueron convirtiendo al cristianismo173.

Los Padres de la Iglesia, y el Magisterio de la Iglesia en los primeros Concilios ecuménicos

  • Los Padres de la Iglesia son escritores cristianos de los primeros siglos que sobresalen por la ortodoxia doctrinal y la santidad de vida. Su vida y sus escritos tienen gran importancia para la transmisión fiel de la verdad revelada y para exponerla teológicamente y defenderla de los errores que empezaron a surgir desde el comienzo. "Las enseñanzas de los Santos Padres testifican la Tradición viva de la Iglesia"174.
  • Los primeros Concilios ecuménicos, en los que se reunieron los Obispos de toda la Iglesia para declarar la doctrina católica frente a las herejías tuvieron una gran importancia en la profundización de la doctrina trinitaria y cristológica175.

La edad media

a) El cisma de Oriente: en el siglo IX, Focio, patriarca de Constantinopla, acusó a Roma de haber corrompido la fe porque enseñaba, y rezaba en el Credo, que el Espíritu Santo procede del Padre "y del Hijo" (Filioque) (cfr. Catecismo, 246-248). En el si-

173 Los francos, con su rey Clodoveo a la cabeza, en el 496; los visigodos, y los demás pueblos bárbaros. Destacaron en la evangelización: San Patricio, San Bonifacio, San Agustín de Canterbury, San Cirilo y San Metodio, y otros santos, que llevaron la fe a las diversas regiones del continente.

174 CONCILIO VATICANO II, Const Dei Verbum, 8; Catecismo, 78. Entre los Padres de la Iglesia destacan:

  • San Ireneo, San Atanasio, San Basilio, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo y San Cirilo de Alejandría, que escriben en griego (se suelen llamar "Padres griegos");
  • San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio Magno, que escriben en latín ("Padres latinos").

175 Estos concilios fueron los siguientes:

-1º. Concilio de Nicea, año 325: condenó la herejía de Arrio (arrianismo) que negaba la divinidad de Cristo, y enseñó que Jesucristo es verdadero Dios, de la misma naturaleza —homousios— que el Padre;

-2º-. Concilio I de Constantinopla, año 381: enseñó la divinidad del Espíritu Santo, frente al error de Macedonio. Las definiciones de estos dos primeros Concilios componen el Símbolo "niceno-constantínopolitano", que se reza en la Liturgia;

-3º. Concilio de Efeso, año 431: condenó los errores de Nestorio (nestorianismo), que afirmaba que en Cristo había dos personas, una divina y otra humana, y que la Virgen María no podía ser llamada Madre de Dios porque era solamente madre de la persona humana. El Concilio enseñó que en Cristo había una sola persona divina, y que la Santísima Virgen debía ser llamada "Madre de Dios" (Theotokos);

-4º. Concilio de Calcedonia, año 451: rechazó el error de Eutiques (monofisismo), que admitía una sola naturaleza en Cristo (la divina). La Iglesia enseñó en este Concilio que en Cristo hay una sola persona divina y dos naturale­zas, la divina y la humana, ya que es verdadero Dios y verdadero hombre.


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glo XI, el patriarca Miguel Cerulario renovó las acusaciones de Focio y fue excomulgado, consumándose así la ruptura o Cisma con que una parte de la Iglesia en Oriente se separó de la sede de Roma, sustrayéndose a la autoridad del Romano Pontífice. Este Cisma fruto de conflictos e incomprensiones en el clima cultural y político entre Oriente y Occidente, dura hasta nuestros días176.

  • La Teología en la Edad media: Es una época de gran desarrollo de esta disciplina. La figura principal fue Santo Tomás de Aquino (s. XIII), cuyas obras principales son la "Suma Teológica" y la "Suma contra los gentiles"177; otros grandes teólogos y santos de la Edad Media fueron San Bernardo, San Alberto Magno y San Buenaventura.
  • Las órdenes religiosas:

—en la alta Edad Media florece la vida monástica y religiosa. Se difunden los monasterios de benedictinos, que siguen la "Regla" de San Benito (s.V);

—en el s. XIII nacen grandes órdenes religiosas, llamadas "mendicantes", como los franciscanos (S. Francisco de Asís) y los dominicos (Santo Domingo de Guzmán).

  • Las cruzadas: fueron expediciones militares-religiosas, en las que participó toda la cristiandad como tal y cuyo fin principal era recuperar los Santos Lugares, que estaban bajo dominio musulmán178.
  • El cisma de Occidente: en el siglo XIV los Papas residieron en territorio francés —en Aviñón— durante setenta años (1306-1376). Gregorio XI, atendiendo a los ruegos de Santa Catalina de Siena, regresó a Roma. A su muerte, en 1378, se produjo un Cisma en Occidente: esta división, con gran escándalo de las conciencias, duró cuarenta años. Después se volvió a la unidad, aunque persistió un clima que facilitaba la desobediencia al Papa, pues muchos sostuvieron la supremacía de la autoridad del concilio sobre la del Romano Pontífice (conciliarismo).

La Edad Moderna

a) La evangelización de América y de Asia: con el descubrimiento de América (1492) inicia la evangelización de este continente: tarea inmensa, de gran repercusión

176 Los que se han separado se llaman cristianos "ortodoxos". Conservan la fe y celebran válidamente los sacramentos, pero no aceptan la autoridad del Papa sobre la Iglesia universal.

Este cisma continúa siendo como una herida para la Iglesia; en la actualidad, se reza y se trabaja por ambas partes, con el aliento del Santo Padre, para restablecer la unidad. Sobre este tema cfr. JUAN PABLO II, Carta apostólica Orientale lumen, 2-V-1995; y Enc. Ut unum sint, 25-V-199S.

177 La Iglesia ha recomendado muchas veces el estudio de la doctrina de Santo Tomas, como instrumento valiosísimo para profundizar en el conocimiento de la fe. El último Concilio ecuménico (Vaticano II) ha reiterado, una vez más, esta recomendación, porque el núcleo de las enseñanzas de Santo Tomás tiene valor permanente.

178 Fuera de su contexto histórico, político y social, resulta muy difícil juzgar estos hechos, que pueden parecer a primera vista contrarios al mandamiento del amor. Algunos historiadores, con sincero amor a la Iglesia, no han dejado de señalar que, en parte, las cruzadas eran conformes al espíritu evangélico. Otros, en cambio, sin los matices necesarios, suelen presentar las cruzadas fuera de su contexto, viendo en ellas el símbolo de la "guerra santa" o de la imposición de la fe por medios violentos. Sin dejar de reconocer errores y abusos que pudieron darse, hay que tener en cuenta que muchas críticas suelen instrumentalizar los datos históricos con el fin de atacar a la Iglesia.


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también para la promoción humana del mismo179. La evangelización fue realizada sobre todo por los misioneros y en parte por colonizadores —artesanos y comerciantes, funcionarios y soldados, etc.— animados de espíritu cristiano. En los siglos XVI y XVII misioneros portugueses, italianos y españoles predican el Evangelio en diversos lugares de Asia: en India y Japón, en China, y en las Islas Filipinas donde arraigó profundamente la fe. También se recogieron algunos frutos de la evangelización de los pueblos de las costas africanas.

b) El protestantismo y el Concilio de Trento: en el S.XVI se extiende en Europa la herejía protestante, iniciada por Lulero (1483-1546) y propagada, con ciertas diferencias, por Calvino y otros que se denominan "reformadores", porque pretendían una reforma" de la Iglesia. En realidad, se apartaron de la doctrina católica en verdades capitales180. Todos estos errores han dado lugar a un gran número de grupos "protestantes" (luteranos, calvinistas, episcopalianos, etc.) y de tendencias (p.ej., funda-mentalistas).

c) El protestantismo nació y se propagó primero en Alemania (aunque gran parte de Alemania permaneció católica y combatió las herejías de Lulero) y en Escandinavia. En Suiza y en otras naciones de Europa se extendió el calvinismo. Los errores protestantes se propagaron en Gran Bretaña tras separarse de Roma el rey Enrique VIII, dando inicio al "anglicanismo", en el que también surgieron múltiples comentes.

En el Concilio de Trento (1545-1563) la Iglesia enseñó la verdadera doctrina católica acerca de las cuestiones en que había errado Lulero, y condenó las herejías protestantes.

d) En los siglos XVI y XVII hay grandes santos que contribuyen, con su ejemplo y con sus escritos, a la renovación de la vida cristiana: Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, San Felipe Neri, San Camilo de Lelis, y otros.

La edad contemporánea

a) El concilio Vaticano I (1869-1870): en este Concilio, el Magisterio salió al paso de los errores del racionalismo y del agnosticismo191, enseñando cuál es la relación entre razón y fe, que no se pueden oponer182.

179 "Desde los primeros pasos de la evangelización, la Iglesia Católica, movida por la fidelidad al Espíritu de Cristo, fue defensora infatigable de los indios, protectora de tos valores que había en sus culturas, promotora de humanidad frente a los abusos de colonizadores a veces sin escrúpulos" (JUAN PABLO II, Discurso 12-X-1992).

180 Sostienen que la única fuente de la Revelación es la Escritura (principio de la "sola Scriptura") y no la Tradición de la Iglesia; afirman que la interpretación auténtica de la Biblia no corresponde al Magisterio de la Iglesia, sino a la lectura personal iluminada por el Espíritu Santo; dicen que la salvación proviene de la "sola fe" (en el sentido de "fe fiducial" o confianza en Dios), no de las buenas obras, ya que la naturaleza humana estaría totalmente corrompida después del pecado original; niegan el primado del Romano Pontífice, la doctrina sobre el sacerdocio y la Eucaristía como sacrificio, etc.

181 En los siglos XVII y XVIII se difunde el racionalismo, que deforma el papel de la razón en el conocimiento de la verdad. En líneas generales, el racionalismo admite como verdadero sólo aquello que es demostrable por la razón. Entre otras consecuencias no acepta la existencia de verdades sobrenaturales ni en general la Revelación como fuente de conocimiento.

El racionalismo fácilmente conduce a afirmar que la verdad es producto de la razón; y también que para cada hombre sólo es verdad lo que haya logrado demostrar o comprender, pues no sería "racional" basar la certeza


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Otro aspecto de especial relevancia durante el Concilio fue la definición, hecha por el Papa Pío IX, del dogma de la infalibilidad del Romano Pontífice cuando enseña solemnemente ex cathedra.

  • La Evangelización de África. A partir del s. XVI los navegantes portugueses llevan la fe a diversos puntos de África. En los siglos sucesivos, especialmente en el XIX, un gran número de misioneros, sobre todo holandeses, belgas y franceses, predican el Evangelio en los países del interior del continente, realizando a la vez una inmensa labor de promoción humana, por medio de hospitales, escuelas, etc.
  • La doctrina social de la Iglesia. En el s. XIX el proceso de industrialización genera profundos cambios en la vida económica y social. Aparecen doctrinas como el liberalismo individualista, el socialismo y el marxismo, contrarias a la dignidad de la persona humana y a la visión cristiana del hombre y de la sociedad. Estas ideologías ofrecen soluciones equivocadas a los conflictos sociales. A partir de la Encíclica Rerum novarían (1891) del Papa León XIII, el Magisterio de la Iglesia enseña con frecuencia creciente sobre estas materias (la persona, la familia, la sociedad, el trabajo, la justicia en las relaciones económicas, etc.). Al conjunto de estas enseñanzas se le llama "Doctrina social de la Iglesia".
  • El modernismo y San Pío X183. Entre otros errores del modernismo está el de considerar la fe como "sentimiento religioso" situado en un plano distinto al de la razón; también niega el carácter razonable de la fe, y desprecia los argumentos de credibilidad (esto último es típico del "fideísmo"); el Papa San Pío X combatió con fortaleza el modernismo, y expuso la doctrina católica acerca de estos temas en la Encíclica Pascendi (1907).

La Iglesia en la segunda mitad del siglo XX

a) El Concilio Vaticano II (1962-1965). La tarea que se propuso el Concilio fue renovar la vida de la Iglesia, con fidelidad plena al depósito de la fe184. Durante el concilio se elaboraron documentos de gran importancia para la vida de la Iglesia185. En cuanto

en el testimonio de otro; del racionalismo se derivan el iluminismo y el agnosticismo; éste último niega que la existencia de Dios sea cognoscible y que, por tanto, hay que actuar como si Dios no existiera, guiándose sólo por la propia razón.

182 "«A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero» (CONCILIO VATICANO I, DS 3017)" (Catecismo, 159).

183 Se entiende aquí por "modernismo" un sistema de ideas fundado en el intento de adaptar la fe a la "filosofía moderna" de carácter racionalista e inmanentista.

184 "Lo que principalmente atañe al Concilio ecuménico es esto: que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz" (JUAN XXIII, Discurso de apertura del Concilio, 11-X- 1962, n.13).

185 Algunos de tos documentos principales emanados por el Concilio, con la aprobación del Papa, fueron:

  • las Constituciones: Lumen gentium, sobre la naturaleza de la Iglesia; y Gaudium et spes, sobre la vida de la Iglesia en el mundo actual;
  • los Decretos sobre el ministerio y vida de los sacerdotes (Presbyterorum Ordinis), sobre el apostolado de los laicos (Apostolicam actuositatem) y sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio);
  • y la Declaración sobre la libertad religiosa (Dignitatis humanae).

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a la doctrina, el Concilio Vaticano II "ha invitado repetidamente a todos los cristianos de cualquier condición y clase social a la-plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad; y esta llamada a la santidad debe ser considerada como la característica más peculiar y la finalidad última de todo el magisterio conciliar"186.

  • El "postconcilio". El Concilio Vaticano II ha significado, y está llamado a significar aún más, una profunda renovación en la vida de la Iglesia. Sin embargo, en los años siguientes al concilio han proliferado muchos errores doctrinales y abusos prácticos, que ya habían empezado a manifestarse anteriormente en algunos lugares: en la celebración de la Misa, en el abandono de la Confesión individual, en la Moral, en la catequesis, etc. Para justificarlos algunos han intentado apoyarse en lo que llaman "espíritu renovador del Concilio" ya que, naturalmente, no pueden apoyarse en las auténticas enseñanzas del Concilio. El Papa Juan Pablo II, desde el inicio de su pontificado en 1978, se propuso llevar a la práctica fielmente las indicaciones del Concilio y así lo ha hecho.
  • Nueva evangelización. En las últimas décadas del s. XX se ha extendido en muchos países un nuevo paganismo. Las consecuencias nefastas de este modo de vivir que rechaza a Dios y a la ley moral, se manifiestan de modo lamentable en la disgregación de la familia y en la difusión del crimen del aborto. Los cristianos están llamados a ser "sal de la tierra, luz del mundo", protagonistas de una nueva evangelización que, como ha enseñado Juan Pablo II, ha de caracterizar el tercer milenio de la Iglesia. Para esto es preciso saber ir contracorriente sin apartarse del mundo, según las palabras del Señor: "no te pido que los saques del mundo sino que los preserves del mal" (Ioann 17,15).

El Opus Dei en la historia de la Iglesia

  • Nuestro Padre fundó el Opus Dei "por inspiración divina"188. El Espíritu Santo ha suscitado la Obra en la Iglesia para recordar a todos los hombres que están llamados a la santidad y al apostolado, y que el trabajo profesional y el cumplimiento de los deberes familiares y sociales son camino de santificación personal y medio para acercar otras almas a Cristo y alcanzar que reine en la sociedad. El espíritu y la vida de les miembros del Opus Dei tiene su precedente en los primeros cristianos189.
  • El espíritu del Opus Dei es laical y secular, porque los miembros de la Obra —laicos y sacerdotes seculares— están llamados, con una específica vocación divina, a santificarse en medio del mundo y a santificar el mundo desde dentro, con una entrega plena a Dios, como hijos suyos: buscando la identificación con Cristo en el lugar y en las

186 PABLO VI, Mota proprio Sanctitas clarior, 19-HI-1969.

187 Entre los aspectos de especial relevancia en el Pontificado de Juan Pablo II, cabe destacar algunos como la promulgación, en 1983, del nuevo "Código de Derecho Canónico", y en 1992, la publicación del "Catecismo de la Iglesia Católica".

188 JUAN PABLO II, Const ap. Ut sit, 28-XI-1982.

189 La novedad de la Obra supone 'la vuelta maravillosa al espíritu con que vivieron los primeros fieles el mensaje de salvación" (De nuestro Padre, Carta, 25-1-1961, n. 13).


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circunstancias de cada uno. Las enseñanzas de nuestro Fundador han anticipado varios decenios, en aspectos centrales, la doctrina del Concilio Vaticano II.

  • El Opus Dei fue erigido por el Papa Juan Pablo II en Prelatura personal, el 28 de noviembre de 1982. Esta configuración jurídica, deseada por nuestro Fundador y alcanzada por su primer sucesor e hijo fidelísimo, don Alvaro del Portillo, después de mucha oración y de mucho sacrificio, es plenamente adecuada al espíritu y a la realidad de la Obra.
  • Juan Pablo II beatificó a nuestro Fundador el 17 de mayo de 1992, y lo canonizó el 6 de octubre de 2002. Nuestro Padre no sólo nos ha transmitido fielmente el espíritu que Dios le entregó, sino que lo ha vivido heroicamente. Para sus hijos —que hemos recibido la misma vocación— es ejemplo de santidad en nuestro camino en la tierra e intercesor en el Cielo.

Bibliografía básica:

—Un texto básico sobre Historia de la Iglesia, p.ej.:

  • J.P, Savignac, Historia de la Iglesia, Folletos Mundo Cristiano nn. 272-273.
  • J. Orlandis, Historia del cristianismo, Ed. Rialp, Madrid 1983.
  • A. Torresani, Breve storia della Chiesa, Ed. Ares, Milano 1989.

Lectora recomendada:

De nuestro Padre, Homilía: "El fin sobrenatural de la Iglesia" (publicada en el libro Amar a la Iglesia).