Opus Dei y meditación

Por Elena Longo, 4.04.2012


Me hizo pensar leer en la intervención de Dionisio del lunes lo que afirma sobre la meditación: “Sin embargo, no enseñan muy bien a hacer oración, ni siquiera a meditar, será porque los que tienen que enseñar no saben tampoco”.

No es que no enseñan muy bien, es que en absoluto se enseña algo que pueda ayudar a llegar a una práctica seria de meditación. Se proponen textos sobre los cuales ponerse a pensar en el tiempo dedicado a la norma llamada “meditación”, pero esto es totalmente insuficiente para poder meditar.

Para llegar a comenzar a meditar es importante empezar a tener cierto silencio interior: alguien, que ahora no recuerdo, dijo que si cuando rezamos somos nosotros que hablamos a Dios, cuando meditamos es Dios que habla con nosotros. Para escuchar hay que estar en silencio, llegar a lo más hondo de la propia conciencia para lograr escuchar una voz que nos habla desde allí, y que a menudo puede no coincidir con lo que nosotros esperamos. Y como consecuencia, se sale de la meditación con responsabilidad personal para seguir algo que, aunque sea voz de Dios o como se prefiera llamarlo, al mismo tiempo es algo que reconocemos como muy íntimamente propio.

En el Opus Dei, en cambio, se va a la meditación o con textos que llegan del grupo dirigente (el Fundador, el Prelado, notas de los directores), o con textos sagrados, pero siempre escogidos para hacerle decir lo que quiere la diricción. En vez de hacer callar la muchedumbre de pensamientos que habitualmente habitan en la cabeza, se fomenta el trabajo de la mente. Se va a la meditación para uniformarse a la voluntad del fundador, del prelado, de los directores, no para escuchar y descubrir lo que Dios quiere decir a cada cual. Al cabo y al final, porque según ellos lo que Dios quiere decirte a tí te llega de parte de los directores, no desde tu intimidad en unión con Dios. Y tienes que salir de la meditación con propósitos operativos.

Lo que el fundador pensaba del silencio lo conocemos por Camino, aquí no lo tengo pero puedo citar de memoria: “Los minutos de silencio dejémolos a los que tienen el corazón árido...” Por cierto, esto no es un buen comienzo de recorrido para quien quiera encaminarse por senderos de meditación. Todo lo demás es consecuencia.

Y me temo que la explicación de esta actitud, a parte de la falta de vida espiritual personal, es el temor de que una persona, si se pone seriamente a meditar, acaba antes o después con escuchar y seguir la voz de Dios que habla en su interior, y no la de los directores de la Obra. Y este es un riesgo que el Opus Dei no puede correr. Por esta razón lo que se fomenta, en el Opus Dei, es una vida de normas, de devociones, de ascética y no puede ser una vida espiritual y menos aún mistica.




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