Hijos en el Opus Dei/Tejas abajo, tejas arriba

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HIJOS EN EL OPUS DEI


"TEJAS ABAJO, TEJAS ARRIBA..."


En los siguientes apartados analizaré cómo en el Opus Dei se utilizan, aunque quizá sin plena conciencia de ello, una serie de técnicas que introducen a la persona en un estado alterado de conciencia, un estado de "tejas arriba", que la induce a creer que participa de los favores de la divinidad. De hecho, el joven, que normalmente desconoce las diversas facetas de su propia mente, queda embriagado y desconcertado ante las nuevas percepciones y sentimientos que surgen en su interior y que, por ignorancia, atribuirá a la acción ultraterrena de Dios, la Virgen, el Espíritu Santo o el mismo fundador de la Obra. Este sentimiento de misticismo se favorece cuando el muchacho asiste a un retiro espiritual, a una bendición solemne, a un rosario, etc., o cuando escucha los milagros atribuidos a Josemaría Escrivá o mortifica su cuerpo siguiendo el ejemplo del fundador.

Siempre me ha llamado la atención el hecho de que en multitud de religiones diferentes se practiquen ritos semejantes: oraciones repetitivas y cadenciosas, estancias en semipenumbra, objetos brillantes como sagrarios u hornacinas, aromas como el incienso o el sándalo, velas, atmósferas cargadas de humo y del anhídrido carbónico de los fieles, cánticos ininteligibles, movimientos ceremoniosos del oficiante, etc.

¿Podemos acaso concluir, de la constatación de esta realidad común en muchas religiones, que hay un ser supremo que mueve al hombre a realizar ritos semejantes en diferentes pueblos y culturas? Lo más que podemos afirmar es que el hombre utiliza determinados ritos y técnicas para evadirse de la realidad y lograr ciertos estados alterados de conciencia tomando como pretexto la religión. Como todos los seres humanos somos parecidos, parecidos son los medios que nos conducen a este estado de "tejas arriba" (como lo denominan en el Opus Dei) o de éxtasis espiritual y ultraterreno. Es por ello por lo que seguramente Marx llamó a la religión el opio del pueblo. Yo pienso, sin embargo, que aunque no existiese religión alguna los ritos hipnóticos y alucinatorios con que el hombre las ha adornado pervivirían parasitando otras realidades que bien podrían ser la publicidad o la política. En el inicial mensaje de liberación de muchos de los creadores de grandes religiones este excesivo ritualismo estaba ausente e incluso era atacado. Así, Buda rompió con el ascetismo brahmánico y Jesucristo criticó ásperamente la parafernalia hipócrita de los fariseos.

Cuando desaparecieron estos líderes, el virus del ritualismo desmedido y el ansia de experiencias místicas infestó inclusive el mensaje de aquellos que lo denunciaban y actualmente perviven en el seno de nuestras religiones.

Como confirmación de las afirmaciones anteriormente realizadas podemos citar el trabajo de la antropóloga Erika Bourguignon titulado "Perspectivas transculturales de los estados alterados de conciencia" en que se expone cómo más de un 90% de 488 sociedades estudiadas han institucionalizado una o más formas de estados alterados de conciencia:

los estados alterados de conciencia están ampliamente integrados en las instituciones religiosas de la mayoría de las sociedades... (Cfr. Erika Bourguignon: "Cross Cultural Perspectives on the Religious Uses of Altered States of Consciousness", citado en Zaretsky, Irving 1. and Mark P. Leone: "Religious Movements in Contemporary America", Princeton University Press, Princeton; 1974.)

Asimismo, Eileen Barker, fundadora de INFORM, un centro de asesoramiento sobre sectas en el Reino Unido apunta en su libro "Nuevos movimientos religiosos" que:

Existen muchos "nuevos movimientos religiosos" que someten a conversos potenciales a experiencias nuevas o extrañas o intentan averiguar si el individuo ha tenido alguna experiencia inexplicable para poder interpretarla de manera que confirme o pruebe las doctrinas del movimiento. (Eileen Barker: "New Religious Movements", HMSO Publications Centre, Londres, 1989, pág. 22.)

Aldous Huxley ha estudiado cómo se puede inducir la experiencia visionaria extática mediante las técnicas antes señaladas: brillos de cálices y sagrarios que inducen al trance, atmósfera cargada del anhídrido carbónico de los fieles, velas e incensarios, grandes descargas de adrenalina en personas que mortifican su cuerpo mediante cilicios y disciplinas, etc. Por esta razón remitiré al lector de vez en cuando a sus obras "Cielo e infierno" y "Las puertas de la percepción".


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