Entrevista a Ramón Rosal Cortés, ex miembro sacerdote del Opus Dei

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La Vanguardia, LLUÍS AMIGUET - 09/07/2010

Ramón Rosal Cortés (Barcelona 1932) . A los 18 años ingresó en el Opus Dei, donde permaneció 23 años: 5 como laico y 18 como sacerdote. Esta decisión la percibió, posteriormente, como el principal error de su vida, y la causa del “naufragio” de su proyecto vital. En 1978, a los 46 años –cinco después de su desvinculación del Opus Dei– fundó, el Instituto Erich Fromm de Psicología Humanista. Ha publicado seis libros que versan sobre las psicoterapias experienciales humanistas y sobre el modelo terapéutico creado por ellos. También se ha implicado en investigar la problemática psicológica de los inmigrantes en la Fundación que lleva su nombre.


Tengo 78 años: aún me pregunto si soy fiel a mi proyecto vital. Nací en Barcelona. Soy doctor en Psicología y psicoterapeuta humanista. Me apasiona escuchar a quien no comparte mis creencias. Mi fe cristiana se ha fortalecido al leer a los teólogos que el Opus Dei me prohibía. Hace -me apura decirlo- 60 años que ingresé en el Opus Dei, donde estuve 23 años: 18 como sacerdote.


¿Y por qué lo cuenta ahora?

Hace 37 años que me fui. Necesitaba este tiempo: no quiero ser uno más de los que se fueron y criticaron a la Obra en caliente. Yo valoro lo positivo; no sólo lo negativo.


¿Para qué quiere valorarlo?

Tal vez para ayudar a quienes estuvimos en el Opus Dei a recuperar los ideales humanizadores que nos llevaron a ingresar. En sus inicios, la Obra permitía una praxis abierta; hoy sus miembros tienen 15 volúmenes que regulan cada detalle de su vida cotidiana...


¿Sólo por eso?

Tengo la ilusa pretensión de hacer reflexionar y mejorar la praxis de la Obra, que no veo que se armonice bien con su carisma original, pero no coincido con la crítica fácil de que "fue un nido de ambiciosos y retrógrados que controlaron la sociedad española en el franquismo". Al contrario, fue modernizador en muchos sentidos.


¿En cuáles?

Algunos ministros miembros del Opus Dei ayudaron a incorporarnos a las democracias europeas, como Navarro Rubio y Ullastres. Otros, como Calvo Serer y Fontán, fundadores del diario Madrid, fueron sancionados por pedir libertades democráticas.


Un avance respecto a los militares.

El historiador Payne demuestra que esos ministros tecnócratas hicieron posible la futura transición. En la Iglesia, el Opus Dei ayudó a recuperar el compromiso con la sociedad frente al ideal conventual: ya no se exigía retirarse a un monasterio; podías ser santo en tu trabajo cotidiano en el mundo.


Eso no gustó a algunos religiosos.

El jesuita Vergès expulsó a varios jóvenes catalanes del Opus Dei de la Congregación Mariana. Yes bien sabido que el propio fundador, Escrivá de Balaguer fue acusado... ¡de masón! ¡En la España de Franco! Y vigilado por la policía.


Pero el Opus se extendió con rapidez.

Es uno de los factores que me hicieron seguir: el Opus Dei creció como la espuma, y aumentaba año tras año el número de adeptos, de centros y de países donde actuaban.


¿No era muy exigente con los suyos?

Los numerarios y agregados hacíamos votos de celibato, obediencia y pobreza. Entregábamos todos nuestros ingresos a la Obra y pedíamos lo necesario para gastos personales. Para los gastos no ordinarios se requería de un permiso que no siempre se concedía.


¿Por qué se fue usted?

Cambié porque el Opus fue cambiando también: lo que fue grupo de cristianos inteligentes, entusiastas y renovadores, temidos y criticados por algunos religiosos, se fue convirtiendo en el Opus Dei conservador e inmovilista que recibió con recelo las aportaciones renovadoras del Vaticano II.


Por ejemplo...

Recuerdo a Escrivá indignado con Pío XII... ¡por permitir el método Ogino!


¡Con la de católicos que hizo nacer!

Y, cuando Pablo VI suprimió el Índice de libros prohibidos...


¡Qué lejano queda, gracias a Dios!

El padre Escrivá instituyó en el Opus Dei una especie de índice de libros permitidos.


Diríase que es criterio más restrictivo.

Imagínese la amplitud de miras de ese índice que, cuando Juan Pablo II nombró a Ratzinger prefecto para la Doctrina de la Fe, tuvieron que modificar corriendo la clasificación a algunos libros de Ratzinger que antes habían considerado "peligrosos".


Ahora Ratzinger decidía los peligros.

Los curas de la Obra habían conseguido permiso de Pío XII para, en ocasiones, celebrar la misa de cara a los fieles, pero cuando el Vaticano II la estableció así, las casas del Opus Dei mantuvieron la misa de espaldas y el latín. Respecto a la sotana, de la que obtuvimos dispensa de Pío XII, si no llevarla facilitaba la actividad pastoral...


¿Cuál fue el nuevo criterio en la Obra? ...

Pasaron a exigir sotana siempre en las casas y, si clerigman, de color negro, no gris.


¿Eso fue todo lo que le hizo irse?

Tal vez la pregunta sea por qué me quedé tanto tiempo. Estuve en Andalucía, donde la ortodoxia siempre es relajada, y eso atenuó mi crisis, junto a mi hiperactividad sacerdotal, una forma de bloquear las emociones; pero al ser destinado a Barcelona todo cambió. También veía cómo el proselitismo, que al principio se hacía con gente formada, empezó a dirigirse a adolescentes...


Se les ha criticado por ello.

El cardenal Hume lo censuró. Hoy el Opus Dei capta colegiales - ayudarles es uno de los motivos de mi testimonio-que, cuando lo abandonan, suelen comunicarse. De hecho, tienen una página especial en internet.


¿Qué hizo al dejar el Opus Dei?

Hice lo que más ha fortalecido mi fe.


¿...?

Escuchar a agnósticos, ateos y otras religiones. Me doctoré en Psicología; me integré en el movimiento de Psicología Humanista y fundé el Instituto Erich Fromm. Y ahora... ¿Me deja darle un consejo?


De mil amores.

No viva como un autómata; tome conciencia de por qué está haciendo lo que hace; recapacite sobre qué le es prioritario...


¿Está captándome para una secta?

Es un consejo para la libertad: ser libre no es hacer lo que quieres sin pensar, sino pensar por qué quieres hacerlo.




Ramón Rosal es autor del libro Naufragio y rescate de un proyecto vital, Editorial Milenio 2010.

La intención del autor es ofrecer aquí reflexiones, críticas y a la vez respetuosas, sobre el Opus Dei. Tuvo que reconocer que muchos puntos de la praxis de la institución no se armonizaban –y a veces, incluso, se contradecían– con las ideas-madre con las que se definía el proyecto inicial (supuestamente de inspiración divina) y que llegaba a suscitar interés, simpatía y atracción a muchas personas. Lo peculiar de esta nueva aportación a la reflexión crítica sobre el Opus Dei se puede resumir en dos puntos: implica un decidido esfuerzo por evitar un enfoque maniqueo en el que sólo se destaquen errores o se silencien aciertos.