Dos comentarios a la nueva encíclica del papa Benedicto XVI

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Por Josef Knecht, 3 de diciembre de 2007


Como bien sabréis, el papa Benedicto XVI ha publicado el 30 de noviembre de 2007 la segunda encíclica de su pontificado; se titula Spe salvi (literalmente: “en esperanza salvados”) y trata sobre la esperanza cristiana. Es oportuno que el papa saque a la luz esa encíclica al comienzo del Adviento, porque ese tiempo litúrgico está caracterizado precisamente por una vivencia más intensa de la esperanza.

Me han gustado muchas ideas de ese texto, de las que quisiera compartir sólo dos con los usuarios de Opuslibros.

La primera idea se encuentra en el punto 3 de la encíclica, en el que el papa Benedicto menciona expresamente a la santa africana Josefina Bakhita (1869-1947) presentándola como ejemplo de esperanza cristiana: “Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible. El ejemplo de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por el papa Juan Pablo II” (la canonización fue el 1 de octubre de 2000). Resalto este pasaje de la encíclica porque, cuando yo pertenecía a la Obra, asistí a la beatificación de Josefina Bakhita, pues tuvo lugar en la misma ceremonia en que fue beatificado Josemaría Escrivá el 17 de mayo de 1992. Supongo que a otros usuarios de Opuslibros les pasará lo mismo que a mí: esa fue la única ceremonia de beatificación a la que he asistido en mi vida. Actualmente, San Marqués ha dejado de ser santo de mi devoción, pero no tendría inconveniente en ser devoto de santa Josefina Bakhita, después de que el papa Benedicto XVI nos haya presentado a esta víctima de la esclavitud como modelo de esperanza cristiana. Por cierto, el día de culto oficial de esta santa es el 8 de febrero.

La segunda idea que deseo resaltar de esa encíclica tiene más calado que la anterior. Cito otra vez la encíclica:

“El recto estado de las cosas humanas, el bienestar moral del mundo, nunca puede garantizarse solamente a través de estructuras, por muy válidas que estas sean. Dichas estructuras no sólo son importantes, sino necesarias; sin embargo, no pueden ni deben dejar al margen la libertad del hombre. Incluso las mejores estructuras funcionan únicamente cuando en una comunidad existen unas convicciones vivas capaces de motivar a los hombres para una adhesión libre al ordenamiento comunitario. La libertad necesita una convicción, una convicción no existe por sí misma, sino que ha de ser conquistada comunitariamente siempre de nuevo” (Benedicto XVI, encíclica Spe salvi, nº 24).

Supongo que el actual papa no habrá pensado en la Obra al escribir esas palabras, pero se pueden aplicar muy bien a los problemas del Opus Dei. Probablemente, el papa, por ser alemán, habrá pensado en las circunstancias de la Iglesia católica en Alemania, aplicables también a otras situaciones de la Iglesia. Las diócesis alemanas están muy bien organizadas y dotadas de estructuras que funcionan profesional y técnicamente de maravilla; pero el papa desea resaltar que las solas estructuras organizativas, pese a ser necesarias, no son suficientes para lograr lo esencial de la plenitud humana, ya que, por encima de ellas, están el respeto a la libertad y el aliento del buen espíritu, que dan razón de ser a esas estructuras.

Estas palabras del papa me han recordado el profundo artículo de don Antonio Ruiz Retegui, titulado “Lo teologal y lo institucional” y publicado en esta página web el 1 de diciembre de 2002. En este artículo, don Antonio sí se refiere a la realidad del Opus Dei, en el que el predominio de los controles institucionales ahogan la más mínima realización del buen espíritu de la gente. En el último escrito que publiqué en Opuslibros (30.11.07) aludí al fracaso en que la Obra ha incurrido por abandonar un apostolado “abierto en abanico” sustituyéndolo por un proselitismo de vía endogámica (colegios del Opus, clanes familiares opusdeístas, etc.).

Creo sinceramente que al actual prelado de la Obra y a los directores de esa institución les vendrá muy bien leer a fondo la nueva encíclica del papa y aplicar el mensaje a la vida interna del Opus Dei. Si no quieren hacer caso a las sabias palabras de Antonio Ruiz Retegui, al menos que lo hagan a las no menos sabias enseñanzas del papa Benedicto XVI.

Y, por supuesto, a todos nosotros también nos puede venir muy bien la lectura de esa encíclica, que nos proporcionará un sentido profundo para vivir este Adviento, que deseo feliz para todos.



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