Crecer para adentro/Sencillez, naturalidad

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SENCILLEZ, NATURALIDAD (23-VI-1937)

J. M. Escrivá, fundador del Opus Dei


Parece que, por fin, ha llegado el día en que comencemos a dispersarnos (114). Aunque yo sienta separarme de vosotros, he de alegrarme de esta marcha, porque conviene a la gloria de Dios y a los fines de la Obra. En el otro lado (115), podrán recibir los que allí están -gracias a los que lleguen- una impresión fresca de la situación actual de la Obra y de sus miembros. Yo veo con una cierta alegría, por tanto, esta ocasión, que ha de ponernos a todos en contacto y renovar la comunicación de unos con otros, interrumpida durante tantos meses.

La Epístola y el Evangelio de la Misa de hoy nos traían una lección que hemos de aplicar cuidadosamente en todas las circunstancias de nuestra vida diaria: la recomendación de la sencillez, de la naturalidad. Todo lo que sea singularizarnos, chocar con el medio ambiente por hacer las cosas de un modo distinto al usual, hay que evitarlo siempre. En la vida pública y en la vida profesional, lo mismo que en los detalles de la vida ordinaria, hemos de proceder con absoluta naturalidad. Llamar la atención, adoptar actitudes raras es contrario a nuestro espíritu. Cuando se llegue al otro lado, repetid a todos que sigan el camino que les marcan sus condiciones, su situación, su edad, etc.

Hemos de obrar como los demás, iguales a nosotros. Hemos de vivir normalmente, naturalmente. Estamos en el mundo para renovarlo, para traerlo a Cristo; somos del mundo y ahí nos desenvolvemos, y hemos de ser parte integrante de todas sus clases y esferas, también para que no se nos considere nunca cosa separada, seres extraños, porque ese ambiente es el de cada uno de nosotros.

Repetimos, ahora, en estas circunstancias, nuestra recomendación de siempre: singularizarse, no; sencillez, naturalidad en todo momento, que no significa comodidad ni ser mundanos.


(114). Por aquellas fechas, el Beato Josemaría pensaba que de nuevo se presentaba una ocasión para que, al menos, algunos de ellos dejaran el Consulado de Honduras. Luego no fue así.

(115). Alusión a la otra zona de España, donde se podría seguir desarrollando sin trabas la labor apostólica.