Alguna vez pasará algo?

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Por E.B.E., 23.08.2010


Una de las cosas que más impresiona aun hoy del tema Opus Dei es que, habiendo pasado tanto, no pase nada. Siga sin pasar nada. Como en consonancia con la expresión de Escrivá: “nunca pasa nada y si pasa que importa y si importa qué pasa”.

Más allá de la intención sobrenatural que Escrivá quería darles, este tipo de frases revelan la esencia pilla del Opus Dei. De la misma manera que “se gasta lo que se deba aunque se deba lo que se gasta” también en su momento había que “conceder sin ceder con ánimo de recuperar”...

No sé si es debido a la paciencia que mucha gente tiene y con la cual espera que pase algo alguna vez. No sé si es debido a que el Opus Dei pueda tener cierta capacidad de manejar los hilos de la realidad para evitar que alguna vez pase algo. No sé si es que en realidad está pasando algo pero simplemente desde el llano no lo vemos. No lo sé.

Pero sí sé que aún –a la vista del mundo- no ha pasado nada.

Las reformas al Catecismo, por ejemplo, son notorias sólo para especialistas y tampoco está claro cuál pueda ser su eficacia aún. De hecho, sigue habiendo trampas en su texto.

Dentro de un tiempo quedará claro: si es que finalmente pasó algo, o si en realidad nunca pasó nada con nada, a pesar de todo lo que pasó. Me refiero a los daños y fraudes cometidos por el Opus Dei, que son de dos magnitudes:

  • daño masivo (cuantitativo)
  • fraude doctrinal y vocacional (cualitativo)

En ambos casos, con grandes consecuencias vitales y materiales para las personas afectadas.

Lo que no puede suceder es que pase algo de tal manera que no lo note nadie.

Si sucede eso, entonces no habrá pasado nunca nada. Y la sensación que me da -a veces- es que el curso de los acontecimientos apunta hacia ese lado. Hagámonos todos los tontos y, como quien no quiere la cosa, un día el Opus Dei amanece transformado y nadie se acuerda de lo sucedido. Todos felices y nadie traumatizado por intervenciones quirúrgicas dolorosas.

Parte de ese plan está implícito en la nueva política del Opus Dei, de acercamiento a los ex-miembros. Hacerse los tontos y esperar a que los ex miembros se hagan los tontos conjuntamente, acompañando así el gesto teatral corporativo.

Ese plan no serviría de nada si mañana la Santa Sede anunciara una visita apostólica, para una investigación a fondo. Aun haciéndose los tontos también todos los ex miembros (cosa un tanto impensable), no serviría de nada.

Veamos nomás el caso de los Legionarios: ya ha pasado algo. Y cuando sucede, es irreversible. Es posible, por eso, que la Santa Sede esté pensando bien el paso a dar, antes de darlo. Porque después, una vez dado, no hay vuelta atrás. Y no sería raro que en estas horas el Opus Dei estuviera jugándose la vida.




Con el Opus Dei todavía no pasó nada y mientras esto suceda, sus superiores estarán a tiempo de que siga sin pasar nada y todo quede en el olvido. Es el objetivo número uno: que no pase nada.

Tal vez sea la primera oportunidad en que una intención del prelado del Opus Dei es matemáticamente igual al conjunto vacío: la nada.

Con el caso de la figura jurídica de la prelatura o con el tema de la canonización, la intención era que pase algo. Pero desde ese tiempo hasta ahora, el objetivo de las intenciones parece apuntar en sentido inverso.

Al parecer, el prelado actual no es muy creyente de la doctrina providencialista de Escrivá: “y si pasa qué importa”. Los superiores del Opus Dei saben que el día que pase, va a importar, y justamente porque importa es que van a pasar muchas cosas.

Es en parte la intencionisima, tan bien explicada desde otro lugar por Gervasio. Pero ese, creo, debería ser recién el comienzo: el cambio de dicasterio. Luego tiene que venir el análisis de los daños y de los fraudes. Tal vez para ello, antes haya que hacer ese cambio de jurisdicción, del que nos hablaba Gervasio.

Escrivá era un pillo pero no un tonto. Esa frase la decía cuando tenía todo por ganar y poco por perder. Hoy no la repetiría tan alegremente.




Como decía, hay un tiempo y una paciencia. Con el nivel de conocimientos y comunicación que hoy existe, gracias a Internet, es difícil pensar que para que pase algo haya que esperar cincuenta años, como sucedió con el caso de los Legionarios (que de todos modos, se aceleró a partir de 1997 cuando se publicó un artículo en un periódico estadounidense).

El desafío y el interrogante hoy es ver hasta dónde llegará el tema Opus Dei a nivel oficial en la Iglesia. Si se quedará en reformas tangenciales o si será encarado a fondo, con una completa claridad.

Significaría toda una inauguración, porque la claridad es algo que no se ha dado nunca en el Opus Dei, ni desde adentro ni desde afuera.

Es un desafío que tiene la Iglesia. Y me despierta curiosidad descubrir cómo lo va a encarar. Pues no hay mucho margen para ambigüedades: se reconocerá la gravedad de los hechos o se la banalizará para siempre.

Sería deseable que se tocaran todos los puntos, como la canonización de Escrivá. Sería deseable, pero vaya uno a saber hasta dónde es fácticamente posible.



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