Vida cotidiana de una numeraria del Opus Dei/El mes

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EL MES


Retiro mensual

Cada mes el plan de vida de una numeraria prevé un día de retiro, que se realiza desde por la mañana temprano y se termina a mitad de la tarde[1].

Como ocurre también en el curso de retiro anual, que dura cinco días completos, durante todo el tiempo del retiro mensual se observa un profundo silencio, interrumpido sólo por las prácticas de piedad. Durante la comida, en la mesa, las asistentes se alternan en la lectura en voz alta que sirve para facilitar la observancia del silencio.

Normalmente un retiro mensual prevé una primera meditación predicada por el sacerdote, seguida de la misa, del desayuno (en silencio y sin lectura en voz alta), una charla dada por una de las numerarias que asisten o por una directora venida a propósito, el rezo del rosario, el examen de conciencia hecho con la guía de preguntas preparadas para cada mes del año[2], una segunda meditación antes de la comida y una tercera por la tarde. El retiro mensual se termina siempre con la bendición eucarística. Es de buen espíritu que, en pequeños grupos, se rece el Via Crucis, utilizando un texto adecuado del fundador.

Normalmente estos retiros se organizan en domingo, y durante el mes se organizarán más de uno en centros distintos, de tal modo que las numerarias de los diferentes centros puedan alternarse sin dejar vacío su centro. En algunos centros (centro de estudios, delegación o asesoría) el retiro mensual está dirigido específicamente a las numerarias que viven en el centro, aunque excepcionalmente ocurre que participe alguna numeraria de fuera. Normalmente se evita organizarlos en centro en los que viven personas que no pertenezcan a la Obra y se prefieren en cambio centros de san Miguel que garantizan una mayor reserva y un mayor recogimiento.

Vela eucarística el primer viernes

Siempre que sea posible se organiza una noche entera de vela eucarística en la noche del primer viernes de mes. Esta vela se puede organizar sólo en los centros en que sea posible garantizar la presencia de al menos dos personas al mismo tiempo durante turnos de alrededor de media hora o tres cuartos de hora durante toda la noche. Por eso son habituales en los centros de estudios, en los cursos anuales y en los cursos de retiro, en las residencias universitarias. En este último caso participan también las residentes más implicadas en la labor apostólica, y no es raro el caso de alguna chica de san Rafael particularmente afín que se quede a dormir en la residencia para poder participar en la vela nocturna.

Se organiza una lista de personas, como decía, dos para cada fracción de horario. Después de la exposición solemne hecha por el sacerdote, empiezan los turnos de adoración.

Durante el tiempo previsto, las personas de turno hacen su oración mental ante la custodia que contiene la eucaristía. Diez o quince minutos antes de que empiece el turno siguiente, una persona se levanta y va a despertar a las que deben entrar a continuación. De ese modo no se dejan nunca la eucaristía sin nadie en el oratorio. Sólo cuando se añaden las personas del turno siguiente, quien ya ha hecho su propio turno de adoración puede levantarse y salir del oratorio para ir a acostarse.

Al elegir el propio turno de adoración, frecuentemente entra en juego la generosidad y el espíritu de mortificación de cada una: los turnos más “fáciles” son los primeros de la tarde y los primeros de la mañana, cuando basta simplemente retrasar la hora de acostarse o anticipar un poco la de levantarse, quizás aprovechando este tiempo extra para hacer muchas cosas para las que nunca se encuentra el momento. En cambio es mucho más duro y sacrificado, velar a mitad de la noche, cuando hay que despertarse del primer sueño -el más profundo- o quizás cuando cuesta volver a conciliar el sueño otra vez.

Después de la vela nocturna, habitualmente no se hace en el centro la oración de la mañana. El sacerdote llega a la hora habitual de la misa, y después de retirar la eucaristía, celebra como de costumbre.

Cuenta de gastos

La cuenta de gastos es la costumbre mediante la que cada numeraria da cuentas, mensualmente, de las pequeñas cantidades de dinero que le ha proporcionado la secretaria para sus pequeños gastos personales. Esa costumbre responde a la lógica de una pobreza absoluta: cada miembro de la Obra no se considera dueño de la más pequeña cifra de dinero que utiliza, por tanto da cuentas de la utilización del dinero necesario para vivir su vida en medio del mundo: la utilización de los medios públicos, llenar el depósito, algún pequeño gasto de perfumería, etc.

Considerando la simplicidad de estos usos, a veces es verdaderamente muy difícil rehacer las cuentas, porque a menudo una se despista para apuntar inmediatamente el gasto, y después, cuando se intentan reconstruir las propias salidas, la memoria gasta bromas feas.

La cuenta de gastos, al final de mes o en los primeros días del nuevo, se entrega a la directora en persona o se deja sobre la mesa de dirección. Lógicamente los apuntes de esa nota no se llevan a la contabilidad del centro, que registra sólo la voz genérica “gastos ordinarios” en la hoja de cada persona, apuntando únicamente la cifra total.


Referencias

  1. “El retiro mensual para los numerarios dura, ordinariamente, desde la primera hora de la mañana hasta media tarde. Cuando, por las razones que sea, se organiza en otro momento del día, se programa con la misma duración. Como regla general, se dan tres meditaciones y una plática -o una charla, a cargo de un seglar, fuera del oratorio-, que toquen distintos aspectos del tema central -o temas centrales- del retiro” (Glosas sobre la obra de San Miguel, Roma, 29-IX-87, I. Medios de formación).
  2. Las preguntas las lee en voz alta la persona encargada por turno de esa oración, todas las demás escuchan y reflexionan en silencio, a menudo tomando apuntes en su agenda.


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