Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado IV 13

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13. CREO EN LA SANTA IGLESIA CATÓLICA (II), CREO EN LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS Y EN EL PERDÓN DE LOS PECADOS


Los fíeles: igualdad fundamental y diversidad

  • Se llaman fieles todos los miembros de la Iglesia, desde el Papa hasta el último recién bautizado. Por tanto, "son fíeles cristianos aquellos que, incorporados a Cristo por el bautismo, se integran en el Pueblo de Dios y participan en consecuencia de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cada uno según su propia condición, y están llamados a desempeñar la misión que Dios encomendó a la Iglesia en el mundo" (Catecismo, 871).
  • Hay una igualdad radical de todos los fieles: por la gracia del Bautismo todos los cristianos están llamados a buscar la santidad y a hacer apostolado. Pero hay también una diferencia esencial entre clérigos y laicos, radicada en su participación esencialmente diversa en el sacerdocio de Cristo.
  • Para edificar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, el Espíritu Santo la ha provisto de "dones jerárquicos y carismáticos"153:
  • "dones jerárquicos" significa que en la Iglesia hay unos miembros que, por don de Dios, constituyen la jerarquía154;
  • "dones carismáticos" significa que en la Iglesia el Espíritu Santo concede sus gracias (o "carismas") de modo diverso a los diferentes miembros, para la edificación del Cuerpo de Cristo155.

153 CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 4.

154 Son aquellos que han recibido —mediante el sacramento del Orden, en sus diversos grados—, el poder de enseñar, de santificar y de gobernar en nombre de Cristo y con su autoridad (cfr. Catecismo, 873).

155 A muchos les llama a santificarse y a cumplir la misión apostólica en medio del mundo, a través de las realidades temporales: son los fieles laicos. A algunos les llama a buscar la santidad apartándose del mundo —aunque materialmente vivan en él— para dar testimonio, con su consagración a una peculiar forma de vida, de que el fin de la Iglesia no se encuentra en este mundo: son los religiosos


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— "Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido; si todos fueran un solo miembro, ¿dónde quedaría el cuerpo?" (I Cor 12,18).

d) Estos dones no hacen santos a quienes los reciben. Lo que hace santos es el amor a Dios, la caridad. Este es el mayor don del Espíritu Santo (cfr. Rom 5,5; I Cor 12,31 y 13,1 y ss.), y lo concede a todos los fieles que no ponen obstáculo a su gracia, pues todos están llamados a la santidad.

La jerarquía de la Iglesia

a) Cristo ha fundado la Iglesia como sociedad jerárquica (Catecismo, 874-875):

— de entre todos los discípulos, eligió Doce Apóstoles y les confirió una "potestad sagrada" (sacra potestas) sobre todos los demás fieles. Potestad que consiste en el poder de actuar con su autoridad y en su nombre, para enseñar la Palabra de Dios, administrar los sacramentos y gobernar la Iglesia. En consecuencia, esta potestad sagrada tiene como fin no el dominio sino el servicio a los demás miembros de la Iglesia, como Cristo que "no vino a ser servido sino a servir" (Mt 20,28);

  • el Señor designó a Pedro como Cabeza visible del Colegio de los Apóstoles y de toda la Iglesia (Catecismo, 880)156;
  • al Colegio de los Apóstoles sucede el Colegio de los Obispos, que tiene como Cabeza al Sucesor de San Pedro como Obispo de Roma, es decir, al Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra. Por este motivo, el Papa tiene potestad plena, suprema y universal sobre toda la Iglesia (cfr. Catecismo, 882)157;
  • forman también parte de la jerarquía eclesiástica los presbíteros y diáconos, que colaboran con los Obispos por medio de las funciones que son propias de cada uno158.

b) La Jerarquía de la Iglesia tiene el oficio de enseñar la fe ("oficio profético"), con la autoridad de Cristo: "el que a vosotros oye, a Mí me oye" (Lc 10,16). El ejercicio de esta tarea se llama Magisterio auténtico.

  • El objeto del Magisterio se extiende a todo el contenido de la Revelación y a las verdades que sean necesarias para custodiar y exponer el depósito de la Fe. La misión del Magisterio de la Iglesia no es nunca proponer una nueva doctrina, sino defender, custodiar e interpretar el depósito de la Fe que ha recibido (cfr. Catecismo, 2032-2037);
  • el Magisterio del Papa se dirige a toda la Iglesia, y el de cada Obispo —en comunión con el Papa— a su diócesis o a la porción del Pueblo de Dios que le haya sido confiada;

156 "Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos" (Mt 16,18-19).

157 Cada Obispo tiene potestad propia y ordinaria sobre la iglesia particular que gobierna (cfr. Catecismo, 886); y todos los Obispos reunidos en Concilio Ecuménico con el Papa como Cabeza, tienen potestad sobre la Iglesia universal (cfr. Catecismo, 884).

158 Este punto se desarrolla en el tema 24, sobre el Sacramento del Orden.


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  • el Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de la infalibilidad conferida por Cristo a su Iglesia, en virtud de su ministerio, "cuando como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral... La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro, sobre todo en un concilio ecuménico159. Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar como revelado por Dios para ser creído y como enseñanza de Cristo, «hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe»160. Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina" (Catecismo 891);
  • "para preservar la integridad de las verdades de fe y costumbres, los pastores de la Iglesia tienen el deber y el derecho de velar para que ni los escritos ni la utilización de los medios de comunicación social dañen la fe y las costumbres de los fieles cristianos; asimismo, de exigir que los fieles sometan a su juicio los escritos que vayan a publicar y tengan relación con la fe o las costumbres; y también de reprobar los escritos nocivos para la rectitud de la fe o para las buenas costumbres" (C.I.C., can. 823).

c) La jerarquía de la Iglesia tiene el oficio de santificar ("oficio sacerdotal"), principalmente:

  • por el poder que tienen los sacerdotes de renovar in persona Christi el Sacrificio del Calvario, la Santa Misa, según las palabras del Señor a los Apóstoles: "haced esto en conmemoración mía" (Le 22,19);
  • por la administración de la Santísima Eucaristía, del Sacramento de la Penitencia (cfr. loann 20,23) y de los demás Sacramentos161.

d) la jerarquía de la Iglesia tiene el oficio de regir o gobernar ("oficio pastoral": cfr. Catecismo, 894-896):

  • los pastores de la Iglesia tienen la misión de guiar a los fieles por el camino de la salvación. Para llevar a cabo esta misión, el Papa (para la Iglesia universal) y los Obispos y Prelados con jurisdicción, tienen el poder de gobernar;
  • este poder es de origen divino y no se deriva de la comunidad de los fieles. Su ámbito se limita a las cuestiones religiosas; no se refiere a los asuntos temporales en sí mismos (es decir a las cuestiones de carácter técnico, económico, político, etc., en cuanto tales). En consecuencia, por su objeto, es independiente del poder civil;
  • para gobernar la Iglesia, la jerarquía puede promulgar leyes. Estas leyes eclesiásticas obligan a los fieles en conciencia (por ejemplo: la ley del ayuno y de la abstinencia; las normas litúrgicas; etc.);
  • la autoridad eclesiástica puede establecer también penas para quienes incurran en determinados delitos (por ejemplo, la pena de excomunión a quienes cometan el delito de aborto);
  • en el "Código de Derecho Canónico" están contenidas gran parte de las leyes eclesiásticas de la Iglesia universal.

159 Cfr. CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 25; cfr. CONCILIO VATICANO I: DS 3074.

160 Cfr.Ibidem.

161 Estos puntos se estudian con más detalle en las lecciones sobre los Sacramentos.


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Los fieles laicos

  • Los fíeles laicos son aquellos miembros de la Iglesia que están llamados por Dios a buscar la santidad y a ejercer el apostolado en medio del mundo, "tratando y ordenando según Dios los asuntos temporales (...): las actividades y profesiones, así como las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida (...) de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo (...). A ellos, muy en especial, les corresponde iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo, y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor"162.
  • Los fíeles laicos, para llevar a cabo la misión de la Iglesia del modo que les corresponde según su vocación, han recibido en el Bautismo una participación específica en el triple oficio de santificar, enseñar y gobernar:
  • participan en el sacerdocio de Cristo, y ejercen este sacerdocio ofreciendo a Dios —en unión con el sacrificio de Cristo que se renueva en la Santa Misa— sus actividades profesionales, familiares y sociales, realizadas con perfección, para redimir con Cristo y llevarle todas las almas. De este modo son mediadores entre Dios y los hombres, y llegan a tener "los mismos sentimientos de Cristo Jesús" (Philip 2,5): alma sacerdotal;
  • participan en la misión de enseñar a todas las gentes la doctrina cristiana, contribuyendo en medio del mundo a disipar las tinieblas de la ignorancia que, como decía nuestro Fundador, "es el mayor enemigo de Dios"163; para ejercer esta misión es preciso poner empeño en adquirir una sólida formación doctrinal;
  • participan en la misión de gobernar porque están llamados a procurar que Cristo reine (cfr. I Cor 15,25), luchando contra el pecado e informando la entera sociedad —desde dentro— con el espíritu cristiano (Catecismo, 909)164.

La vida consagrada de los religiosos

  • En el Bautismo, todos los fieles somos consagrados a Dios, y todos debemos vivir, entre otras virtudes, la pobreza, la castidad y la obediencia, de acuerdo con la situación que Dios ha querido para cada uno.
  • Sin embargo, se llama 'Vida consagrada" (o más comúnmente, "vida religiosa") a un estado de vida peculiar, reconocido por la Iglesia, que se caracteriza por la profesión formal de los llamados "consejos evangélicos" de pobreza, castidad y obediencia (Catecismo, 914-915).

162 CONCILIO VATICANO II, Const Lumen gentium, 31; cfr. Catecismo, 898-900.

163 Cfr. Surco, 359; Forja, 635.

164 Regnare Christum volumus!: repetía nuestro Fundador; y para que el reinado de Cristo sea una realidad, hemos

de levantar la Cruz en la cumbre de las actividades humanas, santificando el trabajo profesional y los quehaceres

familiares y sociales. Si exaltatus fuero a terra omnia traham ad meipsum (loann 12,32).


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  • Es propio de los religiosos el "abandono del mundo", es decir, la búsqueda de la santidad independientemente de las realidades seculares de la vida terrena, para dar testimonio de la vida futura, aunque a veces también se ocupen de esas realidades (trabajo en hospitales, escuelas, asilos, etc.), para ejercer la caridad y también para sustentarse.
  • Por la profesión de los "consejos evangélicos", los religiosos se comprometen a vivir la pobreza, la castidad y la obediencia de un modo particular, en consonancia con el apartamiento del mundo que es propio de su vocación. Este modo de practicar las virtudes es muy distinto del que es propio, por ejemplo, de un padre o de una madre de familia.

La comunión de los santos165

  • Hasta la venida gloriosa de Cristo, hay tres estados de la Iglesia: militante (los fieles que viven en la tierra), purgante (los que están en el purgatorio) y triunfante (los santos del Cielo) (cfr. Catecismo, 954). Unidos a Cristo, todos los miembros de la Iglesia (triunfante, purgante y militante) forman un solo Cuerpo, y por tanto "comunican" entre sí: "si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es honrado, todos los demás comparten su gozo" (/ Cor 12,26). En particular, hay una comunicación de bienes sobrenaturales que se llama "comunión de los santos" (cfr. Catecismo, 947).
  • "La expresión «comunión de los santos» tiene dos significados estrechamente relacionados: «comunión en las cosas santas» (sancta, los sacramentos) y «comunión entre las personas santas» (sancti, los santos)" (Catecismo, 948)166.
  • Gracias a la comunión de los santos, la Iglesia cuenta con el tesoro infinito de los méritos de Cristo, y también con los de la Santísima Virgen y, en otro orden, con los méritos de los santos, y los aplica a las almas, por ejemplo mediante la concesión de indulgencias167.
  • Además de recibir la ayuda de la Santísima Virgen y de los santos que están en el Cielo, por la comunión de los santos nosotros mismos podemos ayudar a los demás y a las almas del purgatorio mediante la oración, la penitencia y las obras buenas. Y también podemos recibir su ayuda, y la recibimos de hecho. Esta comunión es más íntima entre quienes Dios ha unido por los vínculos sobrenaturales de una misma vocación, como sucede en la Obra

165 Cfr. Camino, 544-550.

166 Enseña Santo Tomás de Aquino (Expositio in symbolum apostolicum, 10): "Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros... Es, pues, necesario creer que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza... Así, el bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia". Y agrega el Catecismo Romano (1,10,24): "Como esta Iglesia está gobernada por un sólo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común" (cfr. Catecismo, 947).

167 Las indulgencias se explican en el tema 22, sobre el sacramento de la Penitencia.


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Creo en el perdón de los pecados168

  • "El Credo relaciona el perdón de los pecados con la profesión de fe en el Espíritu Santo. En efecto, Cristo resucitado confió a los apóstoles el poder de perdonar los pecados cuando les dio el Espíritu Santo" (Catecismo, 984; cfr. loann 20,22-23).
  • "Por voluntad de Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados y ella lo ejerce de forma habitual en el sacramento de la Penitencia por medio de los obispos y de los presbíteros" (Catecismo, 986).
  • "No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero. Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado" (Catecismo, 982).

Bibliografía básica:

Catecismo de la Iglesia Católica, 871-915; 946-959; 976-987.

Lecturas recomendadas:

Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, nn. 1-15 (primera mitad de la entrevista "Espontaneidad y pluralidad en el Pueblo de Dios").

Homilía "Lealtad a la Iglesia", en el libro Amar a la Iglesia.

168 Aquí se trata sólo de explicar que la Iglesia ha recibido el poder de perdonar los pecados. Dónde y cómo los perdona se explica en los temas 22 y 23, sobre el Sacramento de la Penitencia.