Programa de formación inicial (B-10), Roma, 1985/Apartado III 41

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APARTADO III Charla nº 41

Formación profesional

"Oras, te mortificas, trabajas en mil cosas de apostolado, pero no estudias. -No sirves entonces si no cambias. El estudio, la formación profesional que sea, es obligación grave entre nosotros" (Camino, n. 334), porque "hay que santificar la profesión, santificarse en la profesión y santificar con la profesión" (De nuestro Padre).

Como es lógico, los miembros de la Obra adquieren su formación profesional, de acuerdo con sus personales preferencias, en los mismos centros, oficiales o privados, que los demás ciudadanos. Esa formación tiene enorme importancia tanto para la santidad personal como para el apostolado. Todo el mundo valora el trabajo bien hecho, y el que trabaja bien -como el Señor, que omnia bene fecit- atrae, arrastra. La obra bien hecha por Amor es parte del bonus odor Christi (2 Cor 2,15) que ha de exhalar nuestra vida (cfr. Es Cristo que pasa, n. 105).

3. "Cuando bullen, 'haciendo cabeza' de manifestaciones exteriores de religiosidad, gentes profesionalmente mal conceptuadas, de seguro que sentís ganas de decirles al oído: ¡Por favor, tengan la bondad de ser menos católicos!" (Camino, n. 371). Por esto "-Te apartas de tu camino de apóstol, si, con ocasión -o con excusa- de una obra de celo, dejas incumplidos los deberes del cargo. Porque me perderás el prestigio profesional, que es precisamente tu 'anzuelo de pescador de hombres'" (Camino, n. 372).

4. "Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y, sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligaciones claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos. Es Jesucristo el que nos apremia: vosotros sois la luz del mundo (...); brille así vuestra luz delante" de los hombres, de manera que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5,14-16).

El trabajo profesional -sea el que sea- se convierte en un candelero que ilumina a vuestros colegas y amigos" (Amigos de Dios, n. 61).

5. De ahí que "al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea; pero no es preciso, ni necesario, que todos lo seáis. En cambio es necesario que todos los socios del Opus Dei sean doctos, competentes en su labor profesional, con prestigio de rectitud y de ciencia o de arte entre sus colegas" (De nuestro Padre).

6. Cada uno, con afán continuo de superación, ha de ir en

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busca de "toda la ciencia humana que su capacidad le permita adquirir" (Camino, n. 857). "Hay sitio para todos: para intelectuales, para empleados, para obreros, para campesinos: para todos aquellos -hombres y mujeres- que, en las circunstancias ordinarias de su vida, se esfuerzan en adquirir la santidad. Y todos, cada uno a su modo, necesitan tener ciencia: es decir, el conocimiento de lo que constituye su profesión u oficio, para hacer dignamente la faena habitual de cada día" (De nuestro Padre). Por su parte, "los estudiantes, deben sacar buenas notas: si no, ¿cómo van a atraer a sus compañeros?" (De nuestro Padre). Pero el estudio es Horma de siempre para todos; para ser "docto entre los de tu clase y categoría: labriego, obrero, médico, diplomático" (De nuestro Padre).

Cuando ponemos ilusión -por motivos sobrenaturales y humanos- en nuestra formación profesional, resulta siempre una tarea apasionante, y se comprende que no ha de acabar nunca: exige tener cierto conocimiento de los avances en los principales campos del saber, sobre todo en la especialidad profesional de cada uno, y según lo requerido por las circunstancias de su trabajo. "Así, una persona que ejercite una profesión de carácter más práctico, no tiene por que estar tan al día .como un profesor, que debe poner los últimos conocimientos de su materia especializada al alcance de sus alumnos" (De nuestro Padre).

Además de la doctrina de la fe y la formación profesional, hemos de ser también personas "con una fuerte cultura" (De nuestro Padre); con ese cúmulo de conocimientos básicos que ha ido adquiriendo la humanidad que, debidamente ordenados, configuran la personalidad intelectual. La formación humanística tiene una gran proyección humana, social y apostólica, que sirve eficazmente al don de lenguas.

Si se aprovecha bien, "hay tiempo para todo: tempus tacendi, tempus loquendi, tempus ludendi. Para lo que no hay tiempo es para leer esa literatura repugnante que circula por ahí (...) No entiendo que pueda haber un solo hijo mío, ni joven ni mayor, que sea capaz de perder él tiempo con ese género de porquería que algunos llaman literatura. Leed literatura, pero de la buena, que hay tanta en el mundo" (De nuestro Padre).

En el terreno profesional, cada uno de nosotros es libre y personalmente responsable, para escoger su trabajo y el modo de realizarlo. Como es lógico, el afán de almas, llevará, en cuanto sea posible, a elegir el puesto de trabajo que mayores posibilidades ofrezca para la amplitud del apostolado y del proselitismo.

"La profesión es parte de nuestra vocación divina" (De nuestro Padre) y también la entregamos a Dios. De modo que "cuando hay conflicto entre las dos, de momento la vocación profesional la echamos por la borda y nos quedamos con la vocación divina. Si en algún momento nuestra labor profesional pone obstáculos entonces se echa a rodar, porque ha dejado de ser medio; porque, si no es anzuelo con la carnaza para pescar peces, no me interesa y no es parte de la vocación divina, porque ya no es vo-

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cación profesional, es vocación diabólica" (De nuestro padre). "Y no se pierde la vocación profesional, porque una vez purificada vuelve en un orden superior, ¡mejor que nunca! Es siempre áncora, siempre anzuelo, medio de santificación personal y medio de apostolado. ¡Qué bonita la vocación!" (De nuestro Padre). Esta disposición nuestra no es otra que la que tiene cualquier padre de familia responsable, para defender su propia integridad moral o el bien espiritual o material de los suyos.