Pedro Poveda y José María Escrivá, dos amigos canonizados
Por Marcus Tank, 12.07.2006
Como complemento a mi escrito sobre La acción fundacional del Opus Dei donde propongo una revisión de las biografías oficiales de José María Escrivá, van aquí unas líneas para ilustrar algunas de las afirmaciones de ese escrito Ahora amplío, con datos sacados de páginas oficiales de la Institución Teresiana, mis consideraciones sobre la probable relación “de espíritu” entre Pedro Poveda y José María Escrivá.
Sabemos que ambos personajes coincidieron en Madrid durante la década de 1926 a 1936, que se conocieron y que se trataron personalmente. Jesús Infante afirma que Escrivá se inspiró en Poveda, y que se interesó especialmente por los estatutos de la ya aprobada Institución Teresiana. Tanto lo uno como lo otro podrían ser objeto de una interesante investigación, a la que animo a los que tengan olfato histórico o inclinación por el tema. Su servicio a la verdad sería muy de agradecer...
En el presente escrito no pretendo sacar conclusiones de ningún tipo, prefiero que cada quien saque las suyas, pero resultan indudables los paralelismos. Haré primero un perfil biográfico de Pedro Poveda para situarnos en las fechas. A continuación copiaré textos suyos por apartados temáticos, de modo que pueda iniciarse una comparación de ese “carisma” con el “espíritu” original de Escrivá, de sobra conocido para muchos de los lectores de opuslibros.
Semblanza de San Pedro Poveda (1874-1936)
Pedro Poveda Castroverde nace el 3 de diciembre en Linares, provincia de Jaén (España). Allí estudia y en Guadix (Granada), donde será ordenado sacerdote en 1897. En 1900 obtiene el título de Bachiller en Teología en el Seminario de Guadix y más tarde consigue el de Licenciado en Sevilla.
Con los más pobres
Poveda había iniciado su labor evangelizadora en el barrio de las cuevas que rodean la ciudad de Guadix, al inicio del siglo XX, donde un grupo de personas, los “cueveros”, vivían al margen de una de las diócesis que era una de las más antiguas del país. Gitanos, obreros sin cualificar, parados, alfareros, formaban un mundo aparte, en el que rara vez entraba un accitano del centro de la ciudad. El joven Poveda, aún seminarista, inició una labor de acercamiento a aquél mundo marginal, conquistó el corazón de los cueveros, y fundó para ellos las Escuelas del Sagrado Corazón, que aún hoy perduran. Permaneció allí, ya siendo sacerdote, hasta el año 1905.
Por dificultades de entendimiento con su obispo, hace gestiones para marcharse de la diócesis. Es nombrado canónigo del Santuario de Covadonga (Asturias), donde se dedicará a la oración y al estudio durante siete años. Contemplando a la Santina y mirando hacia Europa, vislumbró el desafío que plantearía a España una educación para todos y propuso una acción unificada de los católicos en el campo pedagógico. Impulsó numerosas iniciativas y publicó folletos y artículos en la prensa para llamar la atención sobre este problema.
En 1911, durante su estancia en Covadonga, Pedro Poveda vivió una experiencia fundante o fundacional, un momento de particular densidad, de especial discernimiento de la voluntad de Dios sobre su vida, que se resolvió en una nueva manera de entender la misión evangelizadora a través de la educación y la cultura. Así nació la Institución Teresiana.
Impulsor del laicado
Pedro Poveda acabará siendo reconocido por la UNESCO como Humanista y Pedagogo, con ocasión de su centenario. Y, en efecto, fue un promotor de la acción de los laicos, medio siglo antes de que el Concilio Vaticano II reconociera su llamada a la santidad desde el ejercicio de la propia tarea profesional en medio de la sociedad. El sacerdote Poveda fue maestro de oración, pedagogo de la vida cristiana y de las relaciones entre la fe y la ciencia, y supo ofrecer su Institución Teresiana para la formación integral de la mujer estudiosa. Estaba convencido de que los cristianos podían y debían aportar, a la sociedad pluralista contemporánea, enfoques, valores y compromisos sustanciales para la construcción de un mundo más justo y solidario. Con este fin promovió la presencia de hombres y mujeres de fe en los sectores públicos y privados de la sociedad.
Pero el reto estaba en formar personas capaces de vivir a fondo las exigencias de su bautismo siendo presencia transformadora en la sociedad. No hace mucho Aranzazu Aguado Arrese, exdirectora general de la Institución Teresiana, escribió:
“Ya desde 1912 había dejado Pedro Poveda trazos muy firmes que diseñaban su aspiración en orden a la fisonomía de las personas que iban adhiriéndose y cooperando con la Institución Teresiana. En 1920 había dedicado especial atención y tiempo a este diseño, reflejándolo en varias de sus Consideraciones. Eran sobre todo rasgos de identidad y de criterio cristiano. Expresaban lo que habría de ser la modalidad profunda de su ser y de su actuar, su talante ético y humano, su consistencia personal, un espíritu en definitiva. Destaca como luz central la llamada a vivir la fe con la sinceridad y valentía de los primeros cristianos. Siendo personas intachables, actuando con justicia, desprendimiento, ilustración, abnegación, caridad, tolerancia, con santa libertad para obrar el bien, uniendo la fe a las obras. Vuestra fe iluminará muchas existencias, les dice (...) ¿Modelo? Los primeros cristianos. En ellos vio Poveda un estilo de vida para los laicos. Estaba convencido de que el cristianismo, vivido auténticamente, hacía posible vincular a las personas entre sí por la fuerza del amor y por la participación en un proyecto evangelizador común (...) Fe y ciencia, oración y estudio, son pilares en los que asienta toda una manera de estar en el mundo” (vid. Pedro Poveda, formador de laicos, artículo publicado por la revista Ecclesia, número del 30 de abril de 2003).
En Oviedo, en 1911, inició la primera Academia. Un centro educativo residencial para jóvenes que accedían a los estudios del Magisterio y después ocuparían sus puestos en la enseñanza estatal. Lo mismo hizo en Linares (1912). Consciente de las dificultades que enfrentaban las mujeres que querían acceder a la educación superior, impulsa y desarrolla el movimiento pedagógico de las Academias en todo el país, reclamando el derecho de la mujer a la cultura.
Luego se trasladó a Jaén y vivió allí durante unos años. En 1917 la Institución Teresiana fue inscrita en el registro de asociaciones civiles de Jaén, según la entonces vigente Ley de Asociaciones y fue aprobada también entre las asociaciones diocesanas, según el Código de Derecho Canónico recién promulgado. Quedó constituida desde el principio como una institución laical con diversas asociaciones. Los asociados no vivirían en conventos sino en medio de la sociedad, les propuso como estilo de vida el de los primeros cristianos, siendo como ellos luz y sal en medio de las gentes. Mi creencia, mi fe, no es vacilante, es firme inquebrantable. Son palabras suyas del año 1920. Palabras vividas desde su juventud y en las difíciles circunstancias en las que le tocó vivir. Cuando las escribió, Poveda estaba a punto de trasladarse a Madrid con un nombramiento de Capellán de la Casa Real.
La última etapa de su vida (1921-1936) tiene como escenario Madrid, en efecto. Nombrado capellán de la Casa Real en 1921, se instala en la capital e inicia la definitiva consolidación y ampliación de sus proyectos. En este período se relaciona y colabora con las principales asociaciones y personalidades de la vida intelectual y pedagógica que se esfuerzan por defender la autonomía de la labor docente y por ofrecer una alternativa de fe y creíble ante la secularización creciente del nuevo siglo.
Pedro Poveda murió el 28 de julio de 1936, al comienzo de la guerra civil española. Los milicianos fueron a buscarle a su casa en la calle Alameda. Acababa de celebrar su última Misa. Al identificarse dijo: Soy sacerdote de Cristo, causa delictiva suficiente para quienes por eso lo ejecutaron.
Aprobación pontificia
n 1924 la Obra de Poveda fue reconocida a perpetuidad por el Papa Pío XI. Cuatro años después, la Asociación impulsó la presencia de sus miembros fuera de España: en América (1928) y en Italia (1934). Actualmente la Institución está reconocida por el Pontificio Consejo para los Laicos, como una Asociación Internacional Privada de Fieles Laicos, de derecho pontificio y con personalidad jurídica. Agrupa a hombres y mujeres que se comprometen a vivir una misión evangelizadora desde su testimonio y su trabajo profesional, en entidades propias o en estructuras privadas o estatales. Quienes se asocian dan testimonio de los valores del Evangelio por su modo de comportarse en la familia y en la profesión. Las obras y proyectos que lleva a cabo la Institución Teresiana se mantienen económicamente con la gestión responsable de las entidades jurídicas correspondientes y con la aportación voluntaria de sus miembros.
La espiritualidad de Pedro Poveda en textos
Me limito a presentar un elenco de textos sobre una variedad tópica de temas, a fin de que los lectores de opuslibros puedan verificar su convergencia con lo que probablemente conocen mejor como atribuido al genio, al espíritu, a la originalidad de José María Escrivá, dejando a un lado la búsqueda de cotejos literales.
Comenzar haciendo
Del año 1911: “En la época en que vivimos todo se arregla con muchas palabras y pocas obras, y por eso se arregla todo tan mal, o mejor dicho, no se arregla nada bien. Cuanto más nos valdría hablar menos y obrar más. Para charlar mucho, solamente hace falta ser atrevidos; mas para obrar, se necesitan muchas cosas ( ...) a nada compromete el proponer, proyectar, idear grandes cosas; pero es muy costoso llevar a buen término cualquier proyecto”.
Fortaleza y amor
Del año 1912: “El espíritu de nuestra fundación no es de temor sino de fortaleza y amor... Firmeza inquebrantable necesitamos por la Obra, por el mundo por nosotros mismos: firmes, con santa firmeza, en todo lo que debemos creer y practicar, sin que halagos, ni amenazas, ni persecuciones venzan nuestra fortaleza; pero suaves, muy suaves, blandos, dulces, amables en el modo para que por este procedimiento ejerzamos saludable influencia en el mundo. La sociedad presente necesita estos dos revulsivos... amor, caridad, para prodigarse por Dios; fortaleza para mantenernos firmes... La fisonomía de nuestra Obra debe ser atrayente, con la atracción de una dulce y suave fortaleza... ¿ Como adquirir el espíritu que se traduce en tal fisonomía? Poniendo a Dios en el corazón: este es el secreto”.
Eminentemente humanos
Del año 1916: “Así ha de ser la vida de los miembros de la Obra, toda de Dios. Pero siendo de Dios toda, debe distinguirse por su carácter eminentemente humano, el cual informado por una vida toda de Dios, se perfecciona, pero no se desnaturaliza. Que así fue Santa Teresa ¿quien lo duda? Y porque lo fue conquistó universal simpatía.... Yo quiero, sí, vidas humanas, pero como entiendo que esas vidas no podrán ser cual deseamos si no son vidas de Dios, pretendo comenzar por henchir de Dios a los que han de vivir una verdadera vida humana”.
Blandos y duros
Del año 1917: “Blandos y duros ¿Os sorprende la contradicción? Pues atended y quedareis convencidos de que no existe. Blandos, dulces, compasivos, cariñosos, transigentes, benignos, amables... para todos; pero fuertes, duros, rigurosos, inquebrantables para con vosotros mismos. ¿Como lograr ambas cosas? Os diré un medio eficacísimo: el fuego divino del amor de Dios. ¿No es cierto que el fuego ablanda o endurece? Sometidas a su acción algunas cosas quedan tan blandas que se derriten y a medida que es mayor la acción del fuego sobre ellas, mas se endurecen... Pues bien, el fuego de la divina caridad produce efectos análogos”.
Naturalidad
Del año 1920: “Como vuestra misión ha de ser de atracción vuestro espíritu ha de ser atrayente. Jesús aparece en todo semejante a los hombres, menos en el pecado... Vosotros, exteriormente, seréis como todos los de vuestra clase y condición, pero os distinguiréis por vuestra santidad de vida. Bajo un exterior común debe estar en vosotros el espíritu de Dios... Nosotros pues que aspiramos a vivir una vida espiritual intensa, hemos de ser exteriormente sencillos, humildes; hemos de pasar inadvertidos; hemos de confundirnos con el común de las gentes; no llevaremos distintivo alguno; no pretenderemos singularizarnos en nada; pero interiormente seremos singularísimos con la singularidad del espíritu de Cristo”.
Sazonando la vida
Del año 1920: “Vosotros sois la sal de la tierra... esta es la misión (del miembro de la Institución): sazonar lo desabrido allí donde va, en el sitio en donde vive, en las gentes con quienes trata. Hacer agradable la vida, fervorosa, amable la virtud, alegre la penitencia, consolador el sufrimiento... Deben trabajar de tal manera, expresarse de tal modo, obrar siempre con tan buen espíritu, tratar al prójimo con tanto agrado, prodigarle tales consuelos, llevar a su ánimo una persuasión que sazone toda su vida”.
Santidad y vocación profesional
Del año 1912, Consejos a las profesoras y alumnas de la primera Academia: “Trabajad con empeño para que vuestras alumnas adquieran decidida vocación al ministerio al que se preparan. Enseñadles a tener gran estima de su profesión (...) Hacedles ver la importancia que tiene su vocación para la misión que han de ejercer en la sociedad…”
Del año 1930: “La cultura es un arma poderosa para adueñarse de quienes ni distinguen ni aprecian la virtud y por lo tanto quien no procura adquirirla, renuncia a una arma insustituible. Después de la oración no hay nada más claro, ni más repetido en la Institución ni más recordado que el estudio pero habrá necesidad de esculpir en un mármol un rótulo que diga: los miembros de la Obra se han de santificar estudiando, aprendiendo y educando”.
Del año 1931: “Para mi está fuera de toda duda que el espíritu es lo primero en nuestra Obra y no sólo lo primero, sino lo esencial, aquello por lo que la Obra ha de vivir, ha de tener existencia y ha de ser obra de apostolado. Pero con el espíritu pongo yo la ciencia y considero que espíritu y ciencia es la forma sustancial de la Institución, es decir, aquello por lo que es lo que es y no otra cosa diferente, mejor o peor... Todo el que así no lo entienda, no entiende lo que es la Obra. Ambas cosas, virtud y ciencia, han de ser sólidas y robustas. Es necesidad de los tiempos ... Tengo para mi que si la Institución no va por estos derroteros, si se apaga en ella la luz de la ciencia, podrá ser otra cosa, otra asociación buena y útil, pero no llegará donde llegaría siendo fiel al ideal que presidió su fundación”.
Unidad de vida
Del año 1930, Escrito destinado a las universitarias de la Residencia de Madrid: “En fuerza de oír mentiras y por vivir en esta época de confusión de ideas, pasamos sin protestas el que se establezca un dualismo dentro de la misma personalidad: la personalidad religiosa y la personalidad científica; y hasta se pretende que las mujeres no profundicen en las ciencias para no quitarles la piedad. Todo es absurdo (...) Si sois mujeres de fe, estimaréis como deber primordial el estudio, el asiduo trabajo para capacitaros y ostentar dignamente un título que, si os da acceso a puestos sociales de importancia, os obliga a adquirir el bagaje científico para desempeñarlos dignamente y para no engañar a la sociedad”.
Siendo todo para todos
Del año 1932: “Hay que hacerse todo para todos a fin de ganarlos a todos para Cristo: si hay que velar se vela; si hay que sufrir, se sufre; si hay que humillarse, se humilla; si hay que pedir limosna, se pide; si hay que enfermar, se enferma; si hay que morir se muere, pero se muere en la batalla, con honra y con gloria, con Cristo, en nombre de Cristo y para gloria de Cristo”.
Como los primeros cristianos
Del año 1934: “La Obra de apostolado que pretendemos realizar, ha de ser idéntica a la que imaginaron los primeros cristianos y los medios los que pusieron en práctica, aunque seamos tenidos por locos. La máxima perfección en las personas y en la Asociación (…) Prototipo: los primeros cristianos. Tan santos como ellos, tan abnegados, tan desasidos de todo lo terreno, tan celosos por la gloria de Dios... lo nuestro es algo hecho para tiempos de persecución y ese tiempo comenzó, lo vivimos y no sabemos cuando terminará . Son muchas las instituciones estructuradas para tiempos de paz; bueno es que exista una apropiada para los tiempos de lucha”.
Del año 1936: “Ahora es tiempo de redoblar la oración, de hacer más penitencia, de sufrir mejor, de derrochar caridad, de hablar menos, de vivir muy unidos a Nuestro Señor de ser muy prudentes, de consolar al prójimo, de alentar a los pusilánimes, de prodigar misericordia, de vivir pendientes de la Providencia, de tener y dar paz, de edificar al prójimo en todo momento. Nunca como ahora debemos estudiar la vida de los primeros cristianos para aprender de ellos a conducirnos en tiempos de persecución. !Cómo obedecían a la Iglesia, cómo confesaban a Jesucristo, cómo se preparaban para el martirio, cómo oraban por sus perseguidores, óomo perdonaban, cómo amaban, cómo bendecían al Señor, cómo alentaban a sus hermanos”.
Bibliografía básica
Aranzazu Aguado Arrese, al final del mencionado artículo sobre Pedro Poveda, propone la lectura de los títulos que enumero, para una contextualización de una buena parte de los textos aquí citados; en concreto, tres libros:
- pedro poveda, “Jesús, Maestro de oración”. Estudio preliminar y edición crítica por María Encarnación González (Madrid 1996) ed. BAC.
- pedro poveda, “Amigos fuertes de Dios”. Introducción, comentarios y selección de textos por Dolores Gómez Molleda (Madrid 1993) ed. Narcea.
- flavia paz velazquez, Pedro Poveda “Cuadernos biográficos” (Madrid 1986) ed. Narcea, cuya edición completa prevé siete volúmenes.