Mi historia - Txiqui

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Para Luna y los que salen de los armariosèè
Para todos los que leeis esta web. En especial para los amigos de la verdad, aquellos que son o quieren aprender a ser libres.


Por Txiqui, 27 de marzo de 2009



Mi historia (I)

Me gustaría tener el tiempo y la ocasión para encontrarme con vosotros. Seguramente en alguna ocasión será posible, en todo caso ahora en este momento tengo una gran sensación de alegría que me hace sonreír mientras escribo.

Una de las cosas buenas que tiene este foro es poder recordar intentando entender cada vez con menos dolor las cosas que hicimos, lo que amamos, quedándonos al final con lo mejor.

Cuesta mucho perder la ansiedad y la amargura, que no el rejalgar …¡todo para ellos que saben muy bien en que consiste!

Este proceso de reconstrucción cuesta un tiempo y un espacio. Así que me propongo explicar mi historia con el mayor lujo de detalles. Admiro la generosidad de tantos otros y en particular de Mª Paz.

La verdad es que bien, bien, no estoy segura de saber qué es el Opus...

Averiguo muchas incógnitas y sospechas por vosotros, lamentable situación para los que hemos estado “dentro” viviendo en vivo y en directo el mito de la caverna.

Conocí la obra porque andaba cerca. Mi familia es numerosa, somos cinco hermanos. Con los papás supernumerarios en aquel momento recientes y desapercibidos. Yo circulaba por la vida, como se dice, bastante bien. Había acabado una carrera de tipo medio, con oposiciones y como todo el que se precie novio con carrera muy brillante acabada, lo que se llama con “posibles”.

Aunque no conocía tan apenas la “obra” era de sentir común que el lugar tenia mala fama (eran los años 70 y…) las pocas numerarias (una o dos) que había visto a raíz de una convivencia a la que me envió mi padre también eran algo “raras” (llevaban unos bañadores que me parecieron ortopédicos).

Pero como dicen los cuentos, ved aquí que un día llego a casa y me comunican mis padres que mi hermana se había hecho de la cosa (lo que yo interpreté como una especie de monja). El impacto fue bestial.

Respecto al sentir familiar yo representaba lo rebelde contestatario, dado que siempre me oponía a casi cualquier propuesta “oficialmente correcta”, mi hermana era la dócil la que siempre estaba de acuerdo, aunque a veces iba a su marcha.

Durante la semana siguiente, no paraba de darle vueltas con sentimientos encontrados. Por un lado me lamentaba de mi falta de generosidad por no haber sabido dar un paso de esta categoría en mi propia vida, por otro protección hacia mi hermana dado que intuía un camino fangoso, temía por la credulidad de mis padres.

Sobretodo no veía la manera de que nadie se enterara, en particular el novio que tenia, que afortunadamente estaba fuera.

Debía ser ya a final de curso o principios del verano, cuando mis padres anuncian la visita de la directora del centro de mi hermana. Mi padre conocido por su seriedad era un hombre de palabra muy respetado, quería saber cuales eran las expectativas ya que mi pobre hermana estaba en segundo de derecho. Se ve que ya en particular le habían dicho que había que ir al centro de estudios.

Y… aquí dejo el relato que continuaré en sucesivas entregas, a fin de que cualquiera de los padres que se encuentren en esta situación puedan saber como van las cosas, a lo que se arriesgan sin saberlo. Como dice Ana-Luna la estabilidad familiar y la seguridad de sus propios hijos.

En fin, que no es oro lo que reluce.

Mi historia (II)

El tema de la emigración hacia un destino fuera de la familia fue un golpe para todos de tamaño extraordinario aunque mis padres lo hablaban entre sí, los demás no eran conscientes.

Era un día de visita y con la acostumbrada educación de casa mis padres me pidieron que acompañara. En tales ocasiones todos acogíamos al que viniera con el afecto que caracteriza en general a los aragoneses, sencillos y sinceros. Contradictoriamente la curiosidad junto con el instinto de protección sin pensarlo me tenia encogido el corazón, estaba alerta...

Por lo que he sabido después, mi padre como cabeza de familia exigió de la dirección del Centro una entrevista en nuestra propio terreno sin aceptar –porque sí– la política de hechos consumados dado que en nuestra ciudad estaba la Facultad donde se podía acabar la carrera y no tenia sentido ningún traslado dado que no existía ninguna oposición por parte de la familia. Hasta entonces “se creía” que los numerarios eran cristianos en medio del mundo, con unos estudios brillantes, era el caso, ( con matriculas de honor incluidas) constituidos en elementos renovadores de la sociedad por sus altas cualidades humanas que la Obra se encargaba de educar elevando la condición de cada persona con una especial visión del mundo y de las cosas, -con una visión sobrenatural-.

A tan alta meta estaba llamada mi pobre hermana en manos de unos directores muy jóvenes con don de “discernimiento” y “gracia de estado”.

Pero ved aquí que por fin apareció la directora. Guapa, delgada, bien vestida, con cara de miedo, muy pocas ganas de quedarse a solas, tema detectado por mí inmediatamente ya que conocía el temor que la seriedad y inteligencia de mi padre inspiraba en otros.

Con los años comprendí que parte de su poder estribaba en el arte de mirar fijamente a quien tenia delante sin emitir palabra.

Creo que lo pasó un poco mal sobretodo cuando llegó al tema económico, ya que con muy buen criterio se le preguntó cuanto costaba el remiendo del traslado. Así hubo dicho la citada persona en medias palabras –nada concreto-, se le comunicó que las condiciones eran las siguientes:

  • Quien más capacitado estaba para ver que era lo mas conveniente para su hija eran sus padres a quien Dios había dado aquellos hijos. Que la gracia “de estado” que creía tener esta persona era un argumento absurdo ya que no veía ningún hecho sacramental ni de consagración. En aquel caso los únicos que tenían esa gracia eran ellos.
  • Dado que mi hermana ya en aquel año era mayor de edad y no se podía evitar la marcha (habían oído muchos casos en la misma ciudad) para no perjudicar al resto de sus hijos, todos en situación de estudiar y labrarse un porvenir, le darían lo mismo que gastaba en casa.

Todos sabemos que con madres como las que tenemos casi todos esta cantidad es irrisoria comparada con lo que cuestan todas y cada una de las organizadas por la Obra que están a nivel de un hotel de cuatro o cinco estrellas. Así que la acompañé tras una pequeño refrigerio con caras de circunstancias pero exquisitas maneras, a la puerta.

Pensando que esta acción paterna comportaría malas consecuencias, en ánimo de suavizar y observar de cerca me puse a tiro comentando que le iba a devolver la visita.

Recomiendo a todos los padres que tengan esta “sorpresa”, que no se dejen deslumbrar, que exijan que el hijo o hija permanezca en casa hasta su mayoría de edad y sobretodo que no les faciliten los medios económicos.

Puede ser que sus hijos a la corta se reboten, como el sufrimiento es inevitable, de unos y de “otro”, como dice el refrán, –de perdidos, al río-, no dar facilidades, actuar con justicia evitando el esquilmamiento económico que es en definitiva, el único recurso para que vuelvan. Ya que, enseguida empezaran a saborear el “rejalgar”.

Intentaré enviar sucesivos capítulos de esta historia con la que seguramente se identifican muchos de esta web, destinada a los que puedan encontrarse en esta situación o que llevan a sus hijos a colegios, clubs o medios relacionados con ellos, ya que lo que vemos simplemente son personas. La cara guapa de una obra, muy pero que muy fea.

Camino a la oscuridad

Una vez pasada la reunión, en casa se respiraba paz y confianza en que el tema de la salida de mi hermana se haría con criterios de conveniencia.

A la semana siguiente recibí una invitación para conocer el Centro de universitarias. Allí vivían una serie de personas que resultaron muy acogedoras y simpáticas. La directora me propuso que como no tenia nada que hacer en aquellos días fuera ayudar a una convivencia de gente mas joven en otra ciudad...

La verdad es que tenia por costumbre ir de convivencias con los Scout, no me pareció raro y me dispuse a marchar.

Se trataba de un edificio destinado durante el curso a colegio. No había un exceso de practicas religiosas y era muy leve. Había unas cuantas personas de aquella provincia y otras de mi ciudad con las que continuamos viéndonos durante mucho tiempo después.

Cuando volví todo eran amabilidades y recibí una invitación para ir una tarde de sábado.

Al llegar, se me pidió que ayudara a otra que acababa de llegar a hacer la cena mientras ellas iban a algo llamado “circulo”. Seguro que sabían que me gustaba la cocina. Parece una tontería pero este hecho te hace adquirir una cierta intimidad, me sentía confiada.

Una de las técnicas que se siguen en la captación de personas es pedirles que hagan alguna cosa, así consiguen involucrarte, interesándose en todo lo que te pueda gustar. Poco a poco me iba introduciendo en aquel mundo e instintivamente rechazando algunas cosas del mío. A partir de entonces empezamos a discutir con mi novio, que estaba en la fase de buscar trabajo.

Mi hermana y yo parábamos poco por casa, el ambiente empezó a enrarecerse, mi madre se enfadaba a menudo .

A esas alturas yo ya estaba al loro con la dirección espiritual había mucha sintonía, que aún hoy creo que era sincera. La numeraria “amiga” veía mi indecisión respecto al tema de una boda mas o menos cercana, que en particular me infundía mucho respeto ya que deseaba estudiar otra carrera. Todas estas circunstancias provocaban en mi interior una tensión que se agriaba por momentos cada vez que nos reuníamos con mi novio.

El propio sacerdote me planteaba que lo mío era una vida dedicada a Dios de más vuelos. Yo, persona muy reservada para estos temas nada le decía a la “amiga numeraria” que por fin un día se destapó haciendo la proposición. No salí corriendo pero no me veía capaz de dar ese paso, aunque ya tenia el gusanillo dentro.

Por fin un día me decido a plantar el novio, que se llevó un disgusto de muerte. Siempre me he arrepentido de la manera en que lo traté, enviándole una carta y añadiendo que no me llamara. Nadie me dijo que aquello estaba mal, que no era necesario. Luego comprendí que la mayoría de las cosas se hacen “pese a quien pese” y “a pesar de los pesares”. Este comportamiento inmoral no hubiera sido permitido por ninguna orden religiosa. Y… eso también a espaldas de mis padres, “no convenía”…

Ni mi propia hermana sabia absolutamente nada.

Aún así yo no daba el paso que tardó en llegar dos meses.

Por fin un mañana de niebla a las siete me fui para el centro para asistir a Misa y escribir la carta, para mi se habían cerrado todas las puertas, pensaba que no tenia otro remedio, que era la única manera de vivir de cara a Dios y sacar partido de mi vida.

Tras los análisis reglamentarios y el reconocimiento médico entré en un mundo desconocido. Hacía 6 meses que conocía la obra.

La familia numerosa y pobre

A partir de aquel momento, nos empezaron a dar unas clases que explicaban el “espíritu de la obra” y se controlaba semanalmente la confesión y la carla fraterna donde se revisaban todas las normas. No abundaré sobre el plan de vida porque otros ya lo han hecho. Tampoco en las mortificaciones, en el cuidado de las “cosas pequeñas”.

Como fui viendo a lo largo de aquel curso, dos personas habían “pitado” en esos dos meses, una en particular fue una sorpresa ya que era muy inconformista y la típica del partido comunista adicta a amistades poco confesionales y a todas las revueltas universitarias. Y aunque como dice el refrán todos los extremos de juntan, el hecho se presentaba como milagroso...

También pasó que su hermana numeraria en aquel momento fue la última en enterarse. La responsabilidad que recayó sobre ésta fue tremenda, dada la radicalidad de la anterior que estaba bajo su custodia. Un día sin mas ni mas al cabo de seis meses desapareció de la casa donde sus padres las mantenían mientras estudiaban la carrera (eran de otro lugar) y se fue “a vivir al centro”. Aún con todo la mayor aguantó el descabello, no sabemos si con visión sobrenatural o resignación cristiana . Era una persona sumamente cumplidora con una conciencia personal muy recta, al cabo de unos meses dejó la obra .

Mientras tanto, siempre se intentaba que las adscritas asistiéramos a poder ser a misa por la mañana antes de ir a las clases. Antes las numerarias del centro ya habían hecho la media hora de oración.

Como era hora muy temprana, creo que las ocho, con el ayuno, salíamos sin desayunar. En estas condiciones no se podía ir a clase o a donde fuera. En un principio nos invitaban a mi hermana y a mi a desayunar.

Como Mari Paz y las numerarias auxiliares (las mejores personas y cocineras de este mundo) bien saben, los desayunos eran muy buenos. En días normales había embutido, pan, mantequilla y bollo o bizcocho, en los de fiesta unos croissant de una pastelería que era única y carísima. Para hacerles la vida agradable a nuestras “hermanas” salíamos corriendo después de la acción de gracias para traerlos “recién hechitos”, se acompañaban de queso con mermeladas o compotas selectas.

Se me olvida un detalle muy importante. Desde el primer momento, como era profesional, entregaba el sueldo. Sacaba de la cuenta del banco, íntegramente, todo el dinero, dejando la libreta bancaria en el centro. Se me daba la cantidad que necesitaba para los pequeños gastos que teníamos. Estos gastos se anotaban cuidadosamente en una hoja de la agenda y se entregaba una vez al mes.

Enseguida me acompañaron de compras, como era la costumbre con una numeraria, “porque éramos una familia”, a la casa de modas de mas prestigio. Yo iba encantada. Siempre me ha gustado vestir bien pero aquello era demasiado. Hay muchos contrastes entre unos y otros, en un mismo centro puedes encontrar quienes gastan muchísimo y otros tienen cosas muy inferiores o casi siempre “heredan”.

Al cabo de poco, vi que mi hermana no se quedaba a desayunar, sólo me invitaban a mi, se iba directamente a la facultad y callaba. Lo encontré tan violento que lo comenté en la charla y la dirección espiritual, pero a partir de entonces aunque me invitasen procuraba eludirlo. Deduje y supongo que vosotros también que como “no conseguía “donaciones de mis padres”, era menos grata” y claro está que a estos ni pan ni agua, había comenzado para ella el “rejalgar”.

A pesar de todo, al principio se experimentaba una sensación que llamaría “de iluminación”, andabas en una nube. Sobre este fenómeno entraré en detalles en próximos artículos, ya que es común en personas que entran a formar parte de cualquier sociedad dentro de la sociedad, de cualquier grupo fanático o secta.

En las tertulias se alababan mucho las cosas que enviaban los padres, las tías, los familiares. Recuerdo a una numeraria que explicaba que su tía había regalado una olla a presión muy cara y esto fue utilizado como elemento educativo-ejemplarizante. En concreto este hecho me hizo una profunda mala impresión porque sabíamos que su tía era bastante pobre, seguramente para sí no la habría comprado.

Un día recibimos visita de una directora de la “delegación”, que venia comunicando a todos los centros que se necesitaba dinero para ayudar a construir un colegio mayor, que la familia era numerosa y pobre, que siempre se hacia corto porque la labor crecía. Como consecuencia cada uno debía pensar a quien podía pedir dinero, haciendo una lista. De esta manera se me ocurrió ir a pedir dinero a un tío mío. Así lo hice.

Pero, ¡oh sorpresa¡. Mi tío que no era nada tonto, vio el plumero y me dio una cantidad que para ser regalada era bastante, pero no los millones que se imaginaban. Se le dijo aquello de que tendría una parcela en el cielo…, que cuando llegase allá lo saldrían a esperar por esta donación que hacia a la obra. Él contestó cortando de inmediato el discurso que solo pretendía que se lo enseñaran cuando lo inaugurasen. Pero…, donde dije digo, digo diego. Aún es el día en que solo por buena educación recibiera comunicación ninguna, ni las gracias.

Continuaré en otra ocasión . Hasta entonces, cuidado con ellos que son la CRISIS, en un plis plas, te dejan en camisa.

Ahora acabo de oír en la tele que la reunión del G-20 ha decidido acotar los paraísos fiscales, a lo mejor habría que enviarlos a Villa Tevere.

El cajón de las sorpresas

A partir de entonces cualquiera con todo desconocimiento de causa se creía inmerso en la Obra, formando parte de aquellos valientes amigos de Dios que en virtud de la “llamada” iluminarían los caminos de la tierra con su ayuda imprescindible, a través de la confesión y de la charla fraterna.

En un principio sentía una sensación de curiosidad y respeto por el tema de “los medios de formación” a los que se comprometían, dejando siempre claro que el resto era competencia de cada uno, intuyéndose que si no salía bien, el fallo era personal. Delante de esta premisa quien mas, quien menos, experimentaba un cierto respeto que en micaso iba acompañado de curiosidad...

El “curso anual” era el espacio principal para esta tarea. Más adelante lo es el “centro de estudios“ y las charlas y “asignaturas internas” que se van repartiendo a lo largo de los años de nuestra vida dentro. El primer curso anual, disfrazado de “una convivencia” de cara a la familia desconocedora de la pertenencia a la Institución, se aproximaba.

Por lo que vi, se solían efectuar en colegios cerrados en verano y aumentaban de calidad o “exotismo” según la edad, los años de pertenencia, el trabajo profesional, o la suerte.

Pero en fin, llegó el día y con el mejor espíritu nos inflingimos la obligación de acudir al evento. Aquí empezaban las “sorpresas”.

Nos encontramos cuatro de una edad alrededor de 23 o 24 años, con las carreras acabadas y trabajo, con unas 20 criaturas que oscilaban entre 15, 16 o 17 años.

Nos distribuían en grupos asistidos por una persona concreta y las charlas, según el consejo local determinaba, se adscribían a una persona concreta del consejo o vinculada.

Fundamentalmente se enseñaban las costumbres de la obra, las maneras determinadas de comportarse en la mesa y de celebrar las tertulias, sobretodo –al lado de la directora jamás debía quedar un espacio vacío- como señal de unidad con la cabeza. Era de buen espíritu comer algún día en la mesa de dirección y de malo colocarse siempre en el mismo sitio o con las mismas personas.

El tema de las “amistades peligrosas” era captado inmediatamente y motivo de alguna que otra corrección fraterna si se detectaba.

Sobre las correcciones fraternas hay todo un ritual, no quiero extenderme dado que seguro alguien lo ha explicado. Si no es así o alguien lo reclama, lo escribiré.

Podían oscilar entre la buena intención, la represalia, la envidieta o el absurdo, si algún alma en pena o directora escrupulosa veía que a determinada persona no se le había hecho ninguna. En tal caso se la cogía, muy remilgadamente se buscaba un lugar reservado y se le decía por ejemplo: “Mira, tenemos que poner mucho empeño en cerrar la puerta del pasillo de la planta a en el tramo b, como expresión del cuidado en las cosas pequeñas”. No podías contestar, preguntar era mejor no, aclaraciones en la charla, y se debía agradecer porque era un elemento muy santificador. Algunas correcciones eran bastante incorrectas, pero en todo caso lo ofrecías para mas gloria de Dios, ya que “solo somos humildes cuando nos humillan”.

Un detalle muy divertido era cuando te acercabas a alguien para cualquier pregunta o qué sé yo…, la cara de alivio que ponían las interesadas al ver que “no era una corrección”.

El retorno al Centro ya era de una forma diferente.

Y… os preguntareis porqué? La espontaneidad había desaparecido, la gente se contenía, cuidaba las maneras “no oficiales”, se hablaba menos, lo que se comentaba era habitual que fuese en torno a “que se sabe del Padre”, “nos han contado tal anécdota” pregunta por la “pitables” por las que todo mundo donde fueres rezaba. Con ninguna discreción corrían nombres de personas aquí allá y acullá a veces en delegaciones diferentes.

Las que vivían en la misma casa, casi siempre hablaban de la misma forma, los mismos giros, las mismas expresiones en general estereotipadas. Se había iniciado un proceso de uniformización.

No se iba en grupo grande de paseo o romería porque era propio de escolares o monjas, era “cleri”…

El hecho sociológico era que todo el mundo veía este aspecto caricaturesco, comentando en la universidad que “…las numerarias todas hablan y se mueven igual”.

Sobre el vocabulario que corría podríamos hacer un recuento a modo de diccionario, con el significado correspondiente: ej. “ ay , que mona es fulanita… ay, sí, ¡es monísssima…”! aludiendo a una posible victima para asimilar. Me pasmaba la cantidad que de “niñas” grandes y pequeñas aparecían en el paisaje, no sé si por influencia andaluza, por infancia espiritual o por inmadurez supina.

Pero nadie vaya a pensar que esta “superficialidad” era todo, porque rezábamos mucho, los rosarios en latín, excepto si aparecía “alguien de fuera”, llevábamos mantilla, los pantalones en aquel momento, ni pensar.

Una tarde hace años que visité un centro no vi a nadie con faldas. El proceso de uniformización continua. Incluso detecté que alguna agregada había logrado adquirir el mismo tono de voz que una determinada numeraria. Casuística muy concreta.

Lo peor de lo mejor aparecerá en próximos capítulos así que ¡hasta pronto!.

La realidad de la publicidad

A lo largo del curso siguiente se producirían dos hechos que empezaron a cambiar el panorama inicial. Por fin pude matricularme en mi segunda carrera. Nos explicaban que la obra no sacaba a nadie de su sitio, que nunca intervenía en asuntos de estudios o de trabajo profesional. Cada socio podía elegir libremente lo que quería. Como es natural, yo me lo creí a pies juntillas. Pasé todo el curso muy ocupada compaginando estudios y trabajo con unos resultados magníficos.

Pero como no hay felicidad completa, un día mis padres se dieron cuenta de que yo también era numeraria. De aquella tarde recuerdo el dolor de cabeza más fuerte de mi vida. ¡Se organizó la gorda!...

Ya hacia un tiempo que se sentían engañados. La directora del centro que les había prometido que todo iría de acuerdo con la familia, adelantó plazos, ya sabían que mi hermana marcharía aquel verano camino de otra ciudad para hacer el centro de estudios. Estaban indignados por la falta de seriedad y de palabra pero no pudieron hacer nada, excepto ratificarse en que no pensaban pagar más de lo acordado.

Nosotras no estábamos casi nunca en casa, decíamos: total, por lo menos no vamos a vivir peor, por estas circunstancias pasa todo el mundo, ya se sabe”.

Y… llegó el verano , tiempo de sorpresas. Ved aquí que al semestre (dos meses) previo al centro de estudios, marchamos las dos, yo tontamente lo interpreté como señal de madurez.

Un día, hablando con la directora se descuelga con el comentario de que para qué quería yo estudiar otra carrera, que porqué no me incorporaba al centro de estudios… Sin pensármelo dos veces, encefalograma inocentemente plano, le contesto que este comentario me parece de poco nivel y mal espíritu, ya que era un tema intocable. ¡Eso me creía yo! Debió quedarse desconcertadísima ya que me pidió disculpas. Y, tan contenta, a otra cosa… convencida quedé de que se había equivocado de persona. Poco después pude ver que a muchas que iniciaban carrera se les proponía ir a “Ciencias domesticas” o sea paradero la administración. Cuando estas personas abandonan la obra no tienen nada, de esto hay suficientes muestras en esta Web.

Por fin acabó el semestre y volví al centro ya para vivir. De cuando en cuando visitaba a mis padres.

Por recomendación de la directora fui a ver a mi hermana a la ciudad donde vivía. Con la cantidad de dinero que recibía era imposible cubrir todo, tuvo que buscar clases y algún que otro trabajo, las notas bajaron mucho, pienso que lo pasaba muy mal pero todavía no era consciente. Comenzó a adelgazar y a ponerse enferma, tenia una erupción en la cara que la hacia sufrir mucho. Su aspecto era lamentable.

Durante aquel año observé las maneras de actuar en particular de personas del consejo local.

Yo tenia una amiga de una familia muy conocida, estudiábamos juntas, asistía a mi circulo, hacíamos romerías,… era “pitable”. Sin que me diera cuenta, una persona del Consejo Local con la que yo hacia la charla, utilizando la información, la llamaba, quedaba con ella sin decirme nada, y un buen día me entero de que la hicieron pitar. Me enfadé mucho, no entendía nada. Sin duda la “visión sobrenatural” de esta persona “sabía” qué era lo que más le convenía, la gracia de estado la asistía… esta fue la contestación que se me dio.

De esta forma precipitan situaciones que llevan a conflictos, contando entre sus listas más muertos que vivos para llegar a ninguna parte.

Pero… como lo que mal empieza, mal acaba, pasó lo que tenia que pasar. Su madre supernumeraria se presentó en el centro y los chillidos se oyeron hasta en París, amenazó con denunciar. Mi amiga no volvió mas. Y… como si tal cosa, se corrió el tupido velo.

De la manera de comportarse las numerarias habría mucho que decir. Están esperando que las personas de San Rafael o adscritas traigan a sus amigas para echar mano. Es el apostolado de amistad interesada y manipuladora, al acecho de la clientela.

Como el saber es acumulativo, poco a poco iba sumando datos sin pensar. Al vivir en un centro te das más cuenta de lo que pasa, la relatividad de sus afirmaciones, la falta de escrúpulos, las mentiras… Por lo tanto un día comento en la charla que creo que me he equivocado, que no tengo vocación.

Respuesta a tener en cuenta para los discernidores de vocaciones : “una persona que aguanta todo un semestre de formación tiene vocación seguro”. ¿Creativo, verdad?

Quien no sepa pensará que no puede ser verdad, que nadie aguanta todas estas incongruencias. Las aguantamos todos y cada uno de los que escribimos aquí por dos razones fundamentales: una, la incomunicación de unos con otros, nadie debía hablar con otro de a pie de nada personal. Por otro lado solo había individualidades que hablaban de su intimidad con su director en la charla y con el sacerdote en la confesión, entre los dos ejercían acción conjunta sobre cada persona. Ya sabemos que Dios actúa a través de los directores. Sobre estos suministradores de certezas y de la estructura que representan, hablaremos otro día.

Una parte del rejalgar como veis les toca a los supernumerarios a los que se expolia económicamente y se les arrebata a sus hijos.

Creo sinceramente que no les interesa nada mas. Por estos y por todos los que sufren siento una gran pena. Cuanto dolor, cuanto esfuerzo para llegar a ninguna parte.

Las mentiras de la jaula dorada

Adelantaré en el tiempo. Me encuentro con que me proponen dejar mi trabajo pidiendo una excedéncia para incorporarme al centro de estudios en otra ciudad. Antes, creo interesante explicar que, en varias ocasiones, mostré vacilación respecto al tema vocacional.

Llegó el verano, la directora me dijo que tenía que esperar en el centro porque iba a incorporarme a una convivencia en un país extranjero. Aquella perspectiva me ilusionó y allí estaba, viendo como toda mi familia se iba a la casa de verano muchos kilómetros al sur. Pasaban los días , allí solo quedábamos Luna que era la secretaria y yo. La convivencia nunca existió. Cuando ya llegaba agosto le dije que me quería ir con mis padres. La pobre me pidió que no me fuera, en forma de… ”no me hagas esto por favor”. Me envió a la Delegación que estaba en otra ciudad para hablar con la vocal de numerarias...

Como no tenia experiencia me pareció muy bien hacer el viaje y salir de la monotonía de un centro con tres personas sin función alguna salvo guardar la casa. La conversación, en realidad, –una tomadura de pelo-, ya que volví para el centro creyendo que no me quería ir, que era una tontería. Así que llega septiembre y camino del centro de estudios donde estábamos dos cursos. Iba a la universidad, tenia muchas amigas, me gustaba el centro de estudios porque la convivencia con gente variada y diferente siempre es enriquecedora, me mantenía muy ocupada y profesaba un muy sincero afecto por todas.

Recuerdo que antes de entrar en comedor, había colocado en la pared, no sé bien como llamarlo, un panel con celdillas donde podías colocar las servilletas y algún pequeño objeto. La edad de la gente oscilaba desde los 17 hasta los 26 años. Nunca había visto gente –tan joven- con pastillas. De gastritis había varias, de cosas desconocidas unas cuantas mas. No lo podía entender, sobretodo teniendo en cuenta que antes de entrar te exigen un buen reconocimiento médico. Este detalle lo seguí observando en varios centros. Como dice Bergson la inteligencia y la razón no son nada sin la intuición. Intuía que era producto del agobio existencial. Pero piensas que le pasa a los demás, que son menos fuertes o que la obra cuida mucho a las personas.

Estando allá tuve ocasión de ver nuevamente la manipulación con el tema de la vocación.

Una de mis amigas -de siempre- estaba estudiando en la misma Universidad. Hacia tres años que no nos habíamos visto iBingo, la localizo!. Estaba pasando una mala temporada y la ayudé todo lo que pude. Empezó a venir a medios de formación, era habitual estudiando conmigo, no estaba nada preparada, se deslumbró. Ocurrió el mismo recorrido. La persona con la que hacia la charla la empujó al abismo y escribió la carta.

Recuerdo cuando me enteré que pensé: ¡Menos mal que no he sido yo!

Tuve que recibir a sus padres que la querían muchísimo, ver llorar a su madre, era la única hija que tenían, venían a buscar garantías y confianza conmigo. No confiaban en las directoras, me tocó a mí tranquilizarlos. Por fin mi amiga fue a vivir a un centro como adscrita, no la volví a ver. De cuando en cuando durante un tiempo sabia alguna cosa de ella por otros.

Al curso siguiente, mi padre tuvo un infarto, un domingo, estábamos de retiro. Noté que la directora me seguía con la mirada insistentemente, se intuía que había “algo”. Efectivamente, al acabar el retiro me buscó para comunicarme lo que pasaba. Yo de momento no suelo ponerme nerviosa. Tampoco sabia exactamente lo que era. En la tertulia, la directora, supongo que viendo la serenidad, comentó: “el padre de fulanita ha tenido… en plan propaganda ejemplarizante. Años después varias que estaban allí, actualmente fuera de la obra, me han comentado la fuerte impresión que sintieron al oír semejante cosa y ver la actitud angélica que tenia. Pensaban que “eso era la visión sobrenatural”.

Pero la cosa se fue estropeando cuando pasado un mes nadie me decía “ve a ver a tu padre”. Así que con la persona con la que hablaba le manifesté mi demanda. Al no contestar en quince días ni dar esperanzas, e modo taxativo le dije: “Tal día a tal hora me iré a ver a mi padre“. La verdad es que no tenia como hacerlo pero me ratifiqué cada vez que se presentaba la ocasión. Al final me enviaron con una acompañante a la ciudad donde vive mi familia. La casa “de paso” era el centro de donde salí. Pensé razonadamente que había pasado a la lista negra y que de aquí en adelante ya no era “ el ojito derecho” del Consejo local.

En la visita pude ver como mi hermana, que ya había salido de su centro de estudios, vivía en un centro, continuaba teniendo “mal aspecto”, peor vestimenta, no veía claro qué curso hacia, estaba agotada. La mayoría de las tardes tenia que atender la centralita del lugar, o ayudar en la lavandería de un colegio mayor. Su actitud era de ”paz y resignación cristiana”.

Todos mis hermanos más pequeños estaban estudiando y mi madre nunca ha trabajado fuera, por lo tanto como hermana mayor, vi que lo primero era lo primero, que si mi familia me necesitaba tendría que atenderla aún renunciando a la vocación. Era la única que tenia un puesto de trabajo bueno, podía volver… A las renuncias estaba muy acostumbrada, todavía conservaba la cordura de una escala de valores. Debieron verlo crudo .

Afortunadamente mi padre se puso mejor y fuimos tirando, pero era el principio del fin.

Así que hasta pronto porque mi historia llega a su fin aunque para convencerme tuve que ver cosas mucho peores, de aquellas que no creí llegar a ver nunca, y eso que al lado de otros no fue para tanto.

Cada uno de nosotros tenemos unas vivencias internas, unos límites. Yo de verdad deseaba a partir de entonces que no llegara el límite, que no tuviera que elegir, le pedía a Dios que me salvara . Y…¡me salvó!

Hasta pronto, que Dios nos cuide a todas, a todos, a los de dentro que nos leen y a los que ya estamos liberados, los que ya no comemos rejalgar, por la gracia de Dios .

Saboreo la certeza de que ¡Gracias a Dios nos fuimos!

Las técnicas de la secta, los subministradores de certezas

Muchos de nosotros en diversos escritos hemos manifestado que no sabíamos esencialmente qué era el Opus Dei.

Desde fuera se ve lo que quieren que se vea, pero saber, saber, no se sabe. Por lo tanto, estás a expensas de lo que te expliquen.

En este proceso, a unos enseguida lo apartan de sus intereses, otros pasan a un proceso de instrucción, finalmente digamos que un grupo muy reducido llega por voluntad más o menos propia, al paso siguiente que es el adoctrinamiento. En este último estadio se llega a la inmersión en el ambiente...

Lo que de aquí se deduce es que antes, prácticamente nadie sabe -a ciencia cierta a qué se compromete-, cuáles son los estatutos o instrucciones aprobadas por la Santa Sede, lo contrario en el caso de cualquier orden religiosa. Se justifican saliendo de toda clasificación posible: no somos religiosos, somos del mundo pero tampoco, no hacemos votos pero si,… bueno toda la retahíla de “virtudes confusas”.

Una cosa está clara: hay que “obedecer incondicionalmente a los directores”.

Para aumentar la tensión entre lo que se dice y lo que se hace, la obediencia tiene que ser “inteligente”, condición que te adjudican generosamente. Otra afirmación del mismo porte es: “el que ‘obedece’ nunca se equivoca”. Conclusión, más vale no equivocarse, pero si me equivoco es porque soy malo o tonto. Las consecuencias sobre una personalidad joven son desastrosas, van desde el menosprecio de sí mismo a la radicalización. No hay opiniones individuales; los originales y los críticos están muy mal vistos.

La invitación del “compelle intrare” es la típica de los subministradores de certezas de todas las sectas: ¡Únete a nosotros y tendrás la certidumbre siempre anhelada!. Una promesa que necesariamente no es fraudulenta.

Los que dan este paso, que no se puede calificar de voluntario porque para ello hay que tener un conocimiento profundo eligiendo en libertad, son incorporados a una nueva estructura social dentro de la propia sociedad, fuertemente cohesionada en torno a las “creencias propias del lugar” cualesquiera que sean éstas.

Hay una poderosa máquina de certidumbres que funciona todo el tiempo, que hace lo que se supone que debe hacer, especialmente para el converso reciente, el cual de manera muy característica, tal como comentaba en otro capitulo, experimenta una nueva manera de ser en medio de esta iluminación, una sensación de liberación, de flotar entre nubes.

Es preciso recalcar esto porque no se entendería la cantidad de sacrificios que estás dispuesto a hacer para vivir esta experiencia: dependencia económica, rompimiento con los lazos familiares, incluso también los amigos si no convienen, obediencia ciega a los directores, privaciones múltiples… Todo esto facilita el camino para el sometimiento de la persona y puede acabar en maltrato físico I/o psicológico. Ejemplos cada vez mas numerosos se ven en estas paginas.

Todo esto parece un precio digno de pagarse para obtener certidumbres tan esenciales y absolutas. Sin embargo, la conciencia registra datos, aunque no los quieras ver. No nos olvidemos que todos y todas llegamos allí con los mejores deseos, con lo mejor de nosotros mismos. A veces no hemos reaccionado por lo que individualmente nos pasaba, sino por lo que hemos visto hacer con otros.

En mi caso fue este el limite decisivo.

El resabio de la duda lo asimilan en sus adoctrinamientos con el claroscuro de la fe, ya que se adjudican en primera persona la voz de Dios.

Muchas veces observé cómo se proclamaba lealtad y seguridad en voz alta, quizás para acallar las dudas sobre la coherencia de las cosas.

Sobre la mitología del lugar, las leyendas, la magnificación de personajes como la deificación del fundador surgen a veces retratos esperpénticos.

He podido ver en retablos de oratorios, imágenes pintadas del fundador con casullas de oro a la usanza de la de San Ildefonso. Recordad que le encantaba el barroco, lo ridículo es que la cara tiene el estilo de una fotografía actual, gigantesco, opulento, mientras la Virgen era ya una imagen pequeñita, vestida con ropa de tela, de las que en Cataluña se llaman “de cap i pota” ya que solo tenían de talla las manos, los pies y la cabeza, el resto es un pequeña estructura de madera que se viste.

No sé si alguno de los que leéis opuslibros ha oído una cosa curiosa que oí, estoy segura de no haberlo soñado. Se trata de la Virgen de Guadalupe. Como sabéis estudios recientes descubrieron que en la niña de los ojos había impresos como en fotografía una serie de personajes, entre ellos el del fundador de la obra que tanta devoción tenia. Un milagro enorme teniendo en cuenta que pasaron siglos desde la aparición hasta la fundación de la obra.

Hace poco cayó en mis manos un folleto escrito por el investigador del fenómeno en el cual no aparece ninguna referencia a Escrivá de Balaguer sino a otros muchos personajes de la época de Juan Diego.

Otra de las afirmaciones que se oían en los años 78-79 era que la obra marcaba el final de los tiempos, era la consumación de la perfección cristiana y no cambiaría nunca porque era el grado máximo de la espiritualidad, estaba llamada a sanear y regenerar la Iglesia que, como ya sabemos “andaba muy mal”, había que rezar mucho, porque el demonio andaba dentro.

Pero… quién te ha visto y quién te ve. Con los cambios sociales, el mundo Mac, las comunicaciones inmediatas y la apertura al mundo de la información, el castillo de naipes se tambalea. O mejor dicho, se les están cayendo los palos del sombrajo .

La libertad de los hijos de Dios

En primero del centro de estudios noté que una numeraria que venia de mi ciudad no se la veía desde hacia un tiempo. Pregunté por ella a la dirección y me contestaron que se había ido, que ya no era de casa que no “era lo suyo”. Todavía aparecía su nombre en el tablón de anuncios, pedí que se quitara como señal de respeto, ya que nos hacia daño, habíamos perdido a alguien que queríamos. Al poco, nos avisaron a algunas que pensábamos ir a otro colegio mayor a un recital de que residía allí. Salió a recibirnos con la mejor de sus sonrisas y en general recibió –hielo-. Suerte que otro día la encontré y pude darle un abrazo. Era la primera “baja” que vivía, como dice Sabina “alguien perdió el carné de socio del pingüe negocio”.

A veces la memoria vuelve atrás y recuerdas cosas ya sin pena...

Cuando terminas en centro de estudios te envían a un centro, puede ser en tu misma delegación, a otra diferente o incluso al extranjero. Así que llegó el momento de marchar. De una en una nos fueron diciendo a dónde íbamos a parar. Vino a buscarnos la directora y al llegar al centro intuí que se aproximaba el final. Este sentimiento me hacia llorar. Cualquiera que me conozca sabe que por mí no lloro nunca, pero sentía tantísima lástima de mi persona que no lo pude resistir.

Me indicaron que me reincorporara a mi trabajo del cual estaba excedente, no sabía ni a dónde ir ni que pasaría. Creí que me enviarían fuera a algún lugar desconocido y que tendría muchas dificultades. Así lo manifesté en la charla, pero todo eran ambigüedades.

De la dire deduje que le había pasado un buen chasco o cambio o como se quiera llamar. De ocupar un cargo muy importante no digo donde, la destierran a una ciudad diferente, a un centro de universitarias –corrientito– y además, como otros de estas páginas, a buscarse la vida cuando nunca había trabajado fuera. A veces parecía que estaba completamente seca, sin alma.

La vida allí era mas bien triste. El lugar, oscuro, interior. La verdad es que llegar no era una fiesta.

Una de las numerarias tenía unas contestaciones muy raras sobretodo a la hora de comer, su delgadez era tremenda y constantemente la directora le hacia repetir, era muy violento. Nadie preguntaba nada.

La alegría de la casa era una estudiante brillantísima con muchas amigas que había llegado de nuestro mismo centro de estudios un año antes. También estaba delgadísima, sufría gastritis. Compartí habitación con ella y otra estudiante de COU. Fueron los ratos mas humanos que viví en aquella casa. Por la noche, como aquella tenía mucho apetito, nos levantábamos a atacar la nevera. No creáis esta aventura debió durar más de dos veces. Aquella pasaba bastantes apuros económicos y buscaba siempre clases. Yo estaba en el último año de carrera y me tenia que poner a trabajar ya urgentemente.

A menudo me plantaba en una iglesia a cuya virgen tenia mucha devoción y me quedaba largo rato sin decir nada. No sabia qué pedir, no sabia qué querer, por no tener no tenia ni futuro, no podía hacer planes de nada, ni de mejorar mi trabajo, ni de utilizar mi segunda carrera, nadie decía nada… Mi futuro era hacer lo que me dijeran. Ahora entiendo que la falta de libertad y de humanidad acaban corroyendo al alma.

Al llegar el final del primer trimestre se me apareció la Virgen, quiero decir que me readmitieron en mi puesto con un destino en la misma ciudad y –muy bien-. Yo creo que la sorpresa no les alegró. De hecho, no sabían ni donde estaba, hecho que me ayudó luego como ya veréis…

También nos cambiaron de habitación dándonos dos individuales contiguas. Una noche me despertaron unos lamentos tremendos. Desde el otro lado de la pared se oía llorar y gemir a mi vecina. Me levanté, llamé con los nudillos y al abrirse la puerta la vi muy triste, contestando que no me preocupase, que tenia un disgusto familiar pero que ya se le pasaba.

Esta situación se repitió varias veces. Así que lo comuniqué a la directora que contesto una vaguedad nada positiva.

Mientras tanto en mi nuevo trabajo disponía de horario para comer. Iba al centro pero se comía tres cuartos de hora mas tarde, por lo tanto comía antes. A veces se me acercaba una numeraria del centro que hacia de administradora y estaba un poco conmigo. Un día se le escapó el comentario de que no entendía por qué comía sola dado que la directora, al final, no trabajó fuera y estaba tan tranquila en su cuarto.

En el Opus al menos a los novatos nos inculcaban que éramos una familia que nadie comía jamás solo, otro le acompañaba. Al final tenía que hacer un gran sacrificio para ir a comer allá, además estaba lejos, tenia que correr… Estaba muy delgada, pero continuaba con mis estudios, iba saliendo adelante bastante bien, pero con un poso de sufrimiento en el alma, esto me hacia adquirir una gran seriedad.

Y… es que sin la idea de libertad se desvanece la idea misma de persona, desaparece la pretensión común a todo ser humano de vivir una vida con sentido, porque el sentido resulta de la elección de un proyecto existencial. Con la negación del hombre como sujeto se niegan los valores individuales que son específicamente humanos, de aquí la destrucción de la persona y la somatización de enfermedades.

Tuve la oportunidad de ver cómo trata el opus a los enfermos, o al menos si no a todos, a los que yo conocí.

Un día descubro que no había visto a mi vecina de habitación en toda la semana . Nadie decía nada. Así que ¡a preguntar a la directora! La explicación era que estaba enferma y la habían enviado a descansar.

Pero qué pequeño es el mundo. Unas amigas suyas de San Rafael me vinieron a buscar a la facultad contándome una historia increíble. Una de ellas, había ido por casualidad a Pamplona porque tenia un hermano enfermo. Al pasar a través de un cristal la vio, en la planta cuarta, entre los demás enfermos. Estaba incomunicada. No había posibilidad de confusión porque ellas dos eran del mismo pueblo y sus familias vecinas de la misma finca. Los padres de la enferma no sabían nada.

No me lo podía creer, algo empezó a temblar en mi interior.

Conocer la verdad nos hace libres

Volviendo atrás, al último año de mi centro de estudios, recuerdo que un día recibí una llamada de mi hermana pequeñita, tenia 16 años y decía Pax. Le pregunté que si lo sabían nuestros padres. La contestación se da por sabida: no, no…

Estaba contenta la pobre infeliz, era una niña que solo sabia estudiar e ir al club donde estaban todas “sus amigas”. Idealizaba a sus hermanas, pensaba que al final todo sería de color de rosa. Los problemas no tardaron en presentarse porque mis hermanos descubrieron el pastel y pusieron el grito en el cielo. Prohibido ir al club… hasta nuevo aviso...

Mi padre se presentó a hablar con la directora que no “estaba”, visto lo cual se dirigió al vicario, al sacerdote del club y al sursulim corda. Razonaba que hasta la mayoría de edad no permitía a su hija que tomase tamaña decisión, que no iría a vivir fuera de su casa hasta entonces porque había sido engañado anteriormente como ya expliqué. Por parte de los sacerdotes le aseguraban que podía continuar yendo como siempre…

La cuestión es que al cabo de una semana volvió al club esperando acogida y comprensión, encontrándose con un ambiente gélido. Nadie le hablaba.

Aquel fin de semana hubo una excursión a la ciudad donde yo vivía, acudió a verme pero cuando apareció en el centro de estudios le dijeron que yo no estaba. El recado no me llegó nunca.

Como “sus amigas” no le hablaban, volvió llorando sola todo el camino. Se encerró en su habitación, no quería salir ni hablar con nadie, ni siquiera para comer. El club era todo su mundo.

Viendo la desesperación, mi padre se ablandó, volvió a hablar con el cura que le aseguraba que podía ir normalmente al club. Pero al llegar, la directora le hizo ver que no era bienvenida, que ya la llamaría una persona para hablar con ella.

Efectivamente, un día la citó alguien de la delegación que le dijo: “No te preocupes, tú nunca has sido de la Obra”. Salió consternada. Este hecho comprobado exhaustivamente por mi otra hermana puso en evidencia la “bondad” del entorno.

De todos estos “pollos” personalmente no sabia nada. Este hecho tuvo lugar poco antes de mi llegada al centro del que hablaba en el relato anterior.

Volviendo al tema de mi vecina de habitación internada en Pamplona, me veo en vísperas de San José.

Aunque mi situación era de desconfianza y desencanto, se me recomendó que renovara “por si acaso” ya que así en junio podría irme si lo deseaba “por la puerta grande”, que por cierto es parecida a la de los toreros, tarde, mal y a veces nunca. Me pareció bien, pensé: -ahora calma-, hay que reunir datos objetivos para tomar la decisión correcta.

Estaba comiendo un día cuando aquella administradora que a veces dejaba la limpieza y me hacia algún comentario, se descolgó diciendo acerca de la enferma: “lo que más me extraña es que está sola, no hay con ella nadie de la casa”.

Así que con la cabeza fría le pregunté a la directora que tal seguía la persona en cuestión. La contestación fue de lo mejor: “Pobre, está mal, el médico dice que si no engorda no sé cuántos kilos en tantos días, se puede morir. Yo he ido a verla para decirle que no renueve. Sin embargo tú que sí puedes renovar, no quieres”. Yo la observaba atentamente, iba archivando en el disco duro.

Me fui para la Iglesia, me puse de nuevo delante de la Virgen y le pedía “alláname el camino, si esto es lo que parece, que se vea claro, aunque no me guste, dame valor para no colaborar aunque lo pase fatal y pierda todos mis ideales, aunque quede en el destierro de la vida, sácame de aquí”.

Me daba horror abandonar, sobretodo equivocarme tal como auguraban siempre con sus funestas predicciones.

Estaba en el último año de la carrera, debía desplazarme a Madrid al CSIC para iniciar el proyecto previo al tema del doctorado, necesitaba espacio, libertad de acción. No se me negó. Partí en el puente aéreo con un sobre hacia una casa “de paso”, nunca supe lo que ponía en esas notas, pero noté que una vez allí alguien me seguía en el autobús. Aburrido lo debió pasar, ya que estuve diez horas seguidas trabajando.

Como trabajaba y estudiaba, con muchísimo esfuerzo sacaba todo adelante pero mi delgadez empezó a ser extrema.

De pronto me hicieron un regalito ¿ por qué no vas a ver a tu familia?

Una vez allá pude comprobar que mi otra hermana estaba muy desmejorada. La habían dejado –sola– en la lavandería de un colegio mayor, me comentó mi madre muy apenada, a veces viene y la hago comer porque como siga así se va a morir.

Yo callaba. En un momento en que quedamos solas, con mucho miedo por si reportaba la conversación, le dije que era posible que me fuese, que la avisaba por si ella continuaba en la posibilidad de entrar en la lista negra, que lo tuviera presente.

Pero… una hermana es una hermana y su contestación fue: “No sé quien sale antes si tú o yo”. Se me abrió el cielo, era una de las señales que esperaba. No me estaba equivocando.

Al volver en la charla manifestaba mi deseo de irme cuanto antes, entonces todo eran facilidades, que fuera y volviera a Madrid cuando quisiera, que fuera al hotel que eligiera…

En el silencio de la noche oí llamar a la puerta, con un plato en la mano, agua y una pastilla sin cáscara, se presenta la directora: “toma para que descanses…”. Imaginé que era un tranquilizante fuerte, cerré la puerta y lo tire al lavabo. Así varias veces. Pensé que era urgente marchar. Era el primer puente de mayo.

Aquel viernes, dejé una nota en la bandeja de entrada a la atención de la directora, que mas o menos decía: “me voy bajo mi responsabilidad, no me busquéis, os doy las gracias por todo lo bueno que hayáis hecho por mi…”.

Estaba muy angustiada, desde hacia un tiempo tenia miedo a perder el equilibrio y me daba pánico encontrarme a la directora en la puerta.

Este momento ha quedado grabado en mi memoria para siempre, cuando lo recuerdo se me hace un vacío en el estomago y tengo que respirar a fondo. Tuve miedo, tuve miedo a que me pararan, a que no me dejaran salir…

En la calle, paré un taxi. Con todo mi equipaje en una bolsa del Corte Inglés inicié una nueva vida, insegura, sin certezas. Como supuse que saldrían a buscar por tierra mar y aire, no fui a casa de mis padres.

En mi nueva habitación estuve durmiendo prácticamente cuarenta y ocho horas.

Han pasado años, hasta ahora no he podido explicar todo esto. Cuando encontré Opuslibros vi que todos vosotros habíais pasado por el túnel oscuro, y que tiene que saberse. Así que aquí está mi testimonio. En otro momento continuaré la historia. Solo os anticipo que no he visto el rejalgar desde entonces.

En fin Dios nos cuide a todos, a los muchos de dentro que están mal porque el sistema les ha partido el corazón, a los que piensan que han perdido el último tren, a los buenos. Gracias Agustina por mantener esta web, la verdad nos hace libres.




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