La supuesta rosa de Rialp

From Opus-Info
Jump to navigation Jump to search
¿Será una rosa, será una piña... qué más da si una boñiga?

Por Luxindex, 20.12.2006


La rosa de Pallerols, una caricia de la Virgen María
Unas 300 personas han conmemorado en Pallerols el paso de San Josemaría por el pirineo leridano, cuando iba camino de Andorra, en 1937. En este lugar encontró la rosa de Rialp, que siempre recordó como una caricia de la Virgen María.
Por cuarto año consecutivo, la Associació d’Amics dels Camins de Pallerols de Rialb a Andorra celebró, el pasado domingo 19 de noviembre, la Fiesta del Encuentro de la Rosa, que recuerda la noche del 21 al 22 de noviembre de 1937, cuando San Josemaría encontró una rosa de madera estofada en el suelo de la iglesia de Sant Esteve de Pallerols. Opusdei.es(29/11/2006).

Un reciente escrito de Drake nos ofrecía el anterior enlace y me hacía recordar este pasaje tan tonto de la historia del Opus Dei y la interpretación disparatada que hizo el padre Escrivá del banal hallazgo de la rosa de Rialp (Rialb, en catalán).

El grupito (cualquier gymkana desorganizada está más concurrida) que celebró este descubrimiento pensará que aquello le ocurrió al padre Escrivá por su visión sobrenatural, pero el resto pensamos que, si encontró aquel tarugo (parece más hecho con los piños que con gubias), fue por tener ojos en la cara. Otra cosa es que si más que buscar una señal quieres encontrarla acabas haciéndolo.

Pero, para el que no esté puesto en los momentos cruciales de esta organización, recordemos aquella travesía: el padre Escrivá y algunos de los primeros miembros huían, durante la Guerra Civil Española, a la zona franquista. Hasta aquí la cosa es razonable, pues se conoce que al padre Escrivá no le importaba ser mártir, pero sí morir. Pues bien, aquella nochecita de aquel viaje El Bala estaba en una de sus crisis… de contradicción. Punto.

Las elaboradas narraciones oficialistas no coinciden exactamente con el resumen anterior. Una de ellas (de la editorial Rialp, precisamente) reseña que tras cenar pan y embutidos los obligados excursionistas se retiraron a descansar; y añade:

“Muy pronto todos duermen profundamente, rendidos por la fatiga. Sólo el Padre, que está muy preocupado, no puede descansar. A lo largo de la noche don Josemaría se pregunta con frecuencia:
-¿Debo seguir adelante o quedarme? ¿Qué será de mis hijos que permanecen en Madrid?
Una vez más acude a la Santísima Virgen y hace algo que nunca había hecho:
Madre mía, no sé qué hacer. ¡Ayúdame! Si quieres que siga adelante dame una señal clara.
Pasa lenta la noche. Aún es temprano cuando el Padre baja por una escalera interior al pequeño templo. La iglesia está vacía. […]
De pronto, se pregunta: “¿Qué es eso que hay allí?”
Se acerca sorprendido.
-¡Es una rosa de madera dorada! ¡Está nueva!
La rosa, en efecto, se ha salvado del fuego. El Padre está convencido de que es la respuesta de la Virgen a su oración y, lleno de alegría, habla con Ella diciéndole:
-Gracias, Madre mía, por la señal que me has dado. Ahora sé que debo seguir adelante.
El Padre vuelve de nuevo al lado de sus hijos. Regresa feliz con la rosa de madera apretada entre sus manos.”

En cambio, uno de los participantes, el tan admirado y llorado don Miguel Fisac, relató algo menos almibarado, que nos recordó Tapatío:

“Contó [Fisac] que en el famoso paso de los Pirineos, a él le tocaba subir a sus espaldas a Escrivá cuando tenían que cruzar un riachuelo para que no se mojara (Escrivá tenía 34 o 35 años y no estaba impedido). Aludió a lo de la rosa de Rialp y que él siempre pensó que quiso hacer un "numerito", porque lo que se había encontrado -en medio de tanto bosque, con tantos árboles y con tantas ramas, flores y frutos por el suelo-, era una piña pequeña y medio abierta que sí, podía parecer una rosa pero que no lo era”.

En este punto, y en honor al sentido común, yo me quedo con la versión oficialista, porque si paseas por una iglesia expoliada lo normal es encontrarte restos de la decoración; y si paseas por una dehesa, boñigas.

No obstante, según la petarda factura del fragmento tallado se comprende que Fisac pudiera confundir la roñosa rosa con una piña, o con cualquier otra cosa.

Pero años después, otro de los protagonistas, Álvaro del Portillo, precisó que en aquellos críticos momentos (¿me vuelvo a Madrid –a caballito- o me quedo aquí?), El Bala pensó: ”si, en el término de unas horas, encuentro una rosa de madera estofada, esto significa que la Virgen quiere que vaya al otro lado”. Es decir, nada ya de “señal clara”: una rosa de madera estofada y en el término de unas horas, o nada. Y La Virgen María, claro está, tuvo que aceptar el apremio.

Al respecto quiero puntualizar un par de cosas. Primero, en lo del estofado hay un fallo: la rosa no está estofada sino dorada. El detalle técnico en sí es irrelevante pero no que la Virgen, con mal espíritu, no siguiera al pie de la letra las instrucciones del Bala (“No hay problema”, pensarán ellos, “se tira la dorada y se hace otra estofada con precisos ojeteados a grafio y luminosos toques a pincel, y en su interior, un pergamino contando lo que más nos convenga”). Y, en segundo lugar, ¿cómo es que en la causa de la veloz canonización del Bala no se incluyó el más incontrovertible de sus milagros? A saber: hacer que un ingeniero de caminos tenga fantasía.

Pero, retomando el asunto, Fisac aportó otros datos más sustanciosos que conocemos gracias también a Tapatío, con el que charló en alguna ocasión:

“[Fisac] también contó que dormía junto a él, se tapaban los dos con una capa y que Escrivá, dormido, se movía y se llevaba la capa para su lado y él forcejeaba suavemente para recuperar algo de esa capa y no helarse de frío. Descendió a otros detalles más físicos o fisiológicos -gases o ventosidades-, que son anecdóticos”.

Yo no creo que, en aquella histórica madrugada de 1937, el padre Escrivá anduviese aliviándose de su pertinaz meteorismo. Rendía, sin duda, culto a Santa Cecilia (su día se celebra el 22 de noviembre y es la patrona de los músicos) con, digamos, particulares arpegios... ¿acaso hay ejemplo más sencillo de que la atenta y verdadera piedad encuentra en toda circunstancia ocasión propicia? Pero, burro de mí, os pregunto: ¿más providencial que una rosa de madera no hubiese sido encontrar, sencillamente, un aerored?


Rialp.jpg


Original