La prodigiosa aventura del Opus Dei/El Opus Dei y la Iglesia Católica/La polémica del Estatuto
La polémica del Estatuto
- De l'audace, encore de l'audace, toujours de l'audace. Danton
El 1 de agosto de 1964, "Signo", semanario de la Juventud de Acción Católica, publicaba una larga entrevista con un miembro del Opus Dei.
"El interés que despiertan los temas relativos al Opus Dei [...] nos ha hecho intentar conseguir para nuestros lectores una adecuada información. Para tal fin, pensamos que la mejor manera de conseguir nuestro propósito sería acudir con un cuestionario de preguntas a algún miembro destacado del Opus Dei. "Signo" presentó este cuestionario a don Jerónimo Padilla, director del centro Tajamar, perteneciente a dicha institución [...] Y por tratarse de un tema delicado, hemos decidido publicarlas íntegramente [...] así evitamos el riesgo de posibles falsas interpretaciones ni de que se nos pueda atribuir resaltar o eliminar algún aspecto determinado." ["Signo" n° 1.278. Año XXIX. 1 de agosto de 1964]
Con esta cauta nota introductoria, "Signo" presentaba una larga entrevista en la que el destacado miembro del Opus Dei afirmaba que "el Opus Dei no es un Instituto secular". Semejante afirmación en boca de un responsable de la Obra de Dios debía tener algún fundamento. [Jerónimo Padilla era presidente del centro cultural y deportivo "Tajamar", situado en el barrio madrileño de Vallecas, y a raíz de la entrevista con "Signo" fue destituido del puesto]
J. Padilla comenzaba afirmando a "Signo" que:
"el Opus Dei es una asociación de fieles católicos que por vocación específica se dedican a buscar la perfección cristiana y a ejercer el apostolado dentro de su estado y cada uno en el ejercicio de su propia profesión u oficio en el mundo. Al Opus Dei pertenecen sacerdotes seculares y laicos. Los sacerdotes se sienten y viven como sacerdotes diocesanos en todas las diócesis. Los laicos son ciudadanos corrientes que trabajan en cualquier actividad temporal, con absoluta libertad y responsabilidad personal".
Al ser tratado el tema de que "el Opus Dei no es bien conocido", Jerónimo Padilla declaraba: "Sinceramente me sorprende esa pregunta. Es cierto que hay Institutos seculares secretos, como existen congregaciones religiosas secretas y asociaciones secretas de fieles, algunas dirigidas por alguna Orden religiosa, también en España pero no sabría decirle más de estas cosas porque no me interesan los secretos ni es ese el caso del Opus Dei."
"Refiriéndome concretamente a nuestra Asociación debo decirle -proseguía -J. Padilla que es mucho más conocida que la mayoría de las asociaciones de fieles, se conoce su espíritu, sus finalidades, sus superiores, sus actividades, etc.
"El Opus Dei es perfectamente conocido por todos los que siguen el desarrollo de la vida y del derecho de la iglesia. Se sabe muy bien cuándo nació el Opus Dei, cómo se ha extendido a todos los continentes y qué labores apostólicas realiza. Y también se conocen las normas jurídicas por las que se rige: la Constitución apostólica "Provida Mater Ecclesia", promulgada en 1947 por el Santo Padre Pío XII y publicada en "Acta Apostolicae Sedis". Es cosa pública que ese documento pontificio no ha sido aplicado en toda su integridad más que al Opus Dei: las instituciones que han sido erigidas después como Institutos seculares, o no han conservado el "carácter secular" que está en la base de esa Constitución apostólica -más aún, han procurado o admitido de buen grado que se les aplicara gran parte del derecho de los religiosos- o son Institutos secretos. Todos saben, por tanto, que estas instituciones se diferencian radicalmente de nuestra Obra: entre otras razones porque el Opus Dei no es secreto y porque sus miembros no pueden, en modo alguno, ser asimilados o equiparados a los religiosos. De ahí que sea también cosa sabida por todos que el "Opus Dei de hecho no es un instituto secular" ni tiene nada que ver con los llamados institutos seculares."
Jerónimo Padilla ofreció con estas declaraciones al semanario de la juventud de Acción Católica algunos datos interesantes para conocer la situación del Opus Dei en las estructuras de la Iglesia católica. Según fuentes fidedignas, su publicación provocó revuelo incluso entre los altos responsables de la Obra de Dios para quienes las declaraciones podían haber pasado desapercibidas si se hubieran hecho en una revista especializada de débil tirada y sin ánimo de militancia.
La publicación de esta entrevista le valió al director de "Signo" una serie de cartas en las que sostenían posiciones completamente diferentes a las mantenidas por el personaje entrevistado y, partiendo de estas cartas, el director de "Signo" quiso entablar una mesa redonda en torno al Opus Dei. [Para este episodio sigo la exposición que hizo José Antonio Novais en el artículo "¿Se puede criticar en España al Opus Dei?, publicado en Máxico]
Así José María González Ruiz -canónigo lectoral de Málaga-, afirmaba:
"En primer lugar, creo desorbitada la atención especial que de un tiempo acá se está dando a lo que no es más que una de tantas instituciones de nuestra Iglesia católica. El señor Padilla, miembro del Opus Dei, entrevistado en el citado articulo, lleva mucha razón al ampliar la base de acusación a otras instituciones religiosas y eclesiásticas, sobre todo dentro de nuestro país. Esta especie de confabulación de los más diversos sectores católicos contra el único común blanco del Opus Dei puede degenerar en un gran gesto hipócrita, que pretenda ocultar las propias manchas llamando excesivamente la atención hacia una única víctima expiatoria. Quiero decir que el Opus Dei ha nacido dentro de la Iglesia católica, en el marco del catolicismo español de una época determinada y en unos ambientes sociales definidos [...] Desgraciadamente los fallos que con tanta insistencia se achacan al Opus Dei constituyen un viejo patrimonio doméstico de una gran mayoría de instituciones de la Iglesia católica en general y de nuestro catolicismo español en particular.
En segundo lugar, creo que el Opus Dei, al intentar una apología total y radical de su postura, sigue la vieja línea de ese pernicioso "triunfalismo", que con tanta energía se ha denunciado por primera vez en las sesiones del Concilio Vaticano II [...] ¿Es posible que en el seno del Opus Dei no haya tensión? ¿Que no haya espíritus generosos y abiertos que intenten una revisión interna, un cambio de estructuras? ¿Se puede concebir que una gran institución compuesta de hombres "personalizados" (como se sabe, en la "Obra" se dice que todos los miembros son libres en cuanto a sus posiciones y a sus opiniones), sea como un gigantesco magnetófono que repita inalterablemente el mismo esquema auto apologético?" [José María González Ruíz: "El Opus Dei, hijo de su tiempo". "Signo", n° 1.280, 15 de agosto de 1964]
Manuel Rodríguez Lorenzo, lector de "Signo" residente en Vigo, señalaba que "es la primera vez que oigo que el Opus Dei no es un Instituto secular. A otros miembros de la Obra les he oído decir que sí. ¿En qué quedamos? Y si no es Instituto secular, ¿qué es? Si es una simple Asociación apostólica, ¿por qué tanto interés en que los miembros de la AC [Acción católica], por ejemplo, se hagan de la Obra, si ya pertenecen a otra Asociación similar? [...] He intentado muchas veces enterarme personalmente -añadía el lector de "Signo"- y la única solución que me han dado ha sido la asistencia a un cursillo interno de tres días en una de sus casas [...] me pregunto si su organización es tan complicada que necesita tres días de internado para conocerla, o es que para conocerla es necesario pertenecer a ella"
El jesuita José María de Llanos afirmaba en el mismo número de "Signo" refiriéndose a los del Opus Dei: "[...] Dios les perdone. Lo difícil es comprenderles". Otro jesuita, bajo el seudónimo de Andrés M. Axpe, de Bilbao, se extrañaba de "que el Opus Dei pueda afirmar que no es un Instituto secular, cuando figuraba como tal en el "Anuario Pontificio" de 1964, en la obra de Salvador Canals, de Jean Beyer, Gerardo Escudero, etc., y mientras no disponga otra cosa la Santa Sede o no se retracte o modifique o determine el género y la especie a que pertenece el Opus Dei, estamos obligados los católicos a incluir a esta organización entre los Institutos seculares."
El jesuita que se escondía tras el seudónimo de Axpe reforzaba esa posición con diez citas diferentes que corroboraban el carácter jurídico que poseía el Opus Dei como Instituto secular.
La polémica que tocaba uno de los puntos flacos del Opus Dei -la de su constitución jurídica en el seno de la Iglesia- no pudo ser continuada, ya que la censura la cortó de raíz. En los medios de la juventud católica la actitud de la censura estatal causó extrañeza, no sólo por no dejar continuar la polémica, sino porque la censura prohibió la publicación de dos cartas del Padre Arias y de José Luis Aranguren, que como todas las publicadas en "Signo", habían sido autorizadas por la censura eclesiástica.
El ex catedrático de Ética de la Universidad de Madrid escribía: "En nuestros país sólo se puede hablar del Opus Dei en tono ditirámbico. Véase la muestra: Bajo el título "La espiritualidad del Opus Dei, una controversia", yo había escrito un artículo en el que daba cuenta de las opiniones del gran teólogo conciliar Von Balthazar, y que debía publicarse en la "Revista de Occidente", artículo que fue rechazado, en su totalidad, por la censura. [El artículo fue publicado luego en Esprit n° 337, de abril de 1965, con algunas modificaciones] Y Aranguren terminaba la carta acusando al Opus Dei de entregarse " a autoelogios mitomaniacos".
La primera reacción por parte del Opus Dei fue una llamada telefónica de Laureano López Rodó a monseñor Guerra Campos para que éste impidiese personalmente la publicación de las dos cartas y la continuación de la polémica. Por razones todavía no elucidadas (era el mes de agosto, los madrileños estaban de vacaciones y Guerra Campos estaba ausente), fue el director general de Prensa, Jiménez Quiles, quien se encargó directamente de terminar el asunto.
Algunos miembros de las juventudes católicas se preguntaban: ¿La censura estatal es menos tolerante que la censura de la Iglesia, cuando se trata de criticar al Opus Dei? También les parecía extraño que el Estado se mezclara en una polémica que en el fondo se limitaba a un diálogo entre miembros de la Iglesia. Lo que ellos ignoraban era que el Opus Dei tenía entonces una influencia política más eficaz en el aparato del Estado que en el seno de la Iglesia. Hoy día, el Opus Dei ya no padece esta insuficiencia de medios dentro del aparato burocrático de la Iglesia, como ocurría en el verano de 1964, cuando tuvo lugar la polémica: sacerdotes socios del Opus Dei como José María Casciaro, en Madrid, o Martínez Doral, en Pamplona, son los encargados actualmente de conceder el "nihil obstat," es decir la censura eclesiástica, para las publicaciones de la Iglesia.
La extrañeza de las juventudes católicas llegó a su extremo al ver que en el número de septiembre de "Mundo Cristiano" -revista del Opus Dei- aparecía un artículo donde no sólo se atacaba violentamente a los firmantes de las cartas de "Signo", sino a la propia revista, a la que se le acusaba de emplear métodos "más propios de un libelo que de una revista católica". "Mundo Cristiano" aseguraba que "el Opus Dei es un Instituto secular de derecho, pero no de "hecho"", añadiendo: "¿Qué importa que el Opus Dei sea jurídicamente una cosa u otra? ¿No se da cuenta [Signo] de que una familia puede estar abonada a los servicios del gas y posteriormente haber decidido utilizar en cambio la electricidad, aunque siga abonada al gas?"
Con el abono del gas el articulista del Opus Dei aludía a la condición de "Instituto secular" que el Opus Dei poseía desde 1947 y que fue refrendada en 1950; aunque luego se viesen obligados a utilizar globalmente la etiqueta más genérica de Asociación de fieles (el servicio de electricidad). Pero donde reside el equívoco, y en donde además se han basado para su propaganda de captación, es que el Opus Dei sigue estando abonado al gas; es decir, que sigue siendo un Instituto secular. Veamos esto más detalladamente.
Tras la obtención del estatuto jurídico de Instituto secular, el Opus Dei comenzó a utilizar arbitrariamente esta categoría jurídica para el conjunto de la Obra de Dios cuando tan sólo la rama sacerdotal, es decir, la Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz, había obtenido ese estatuto del Vaticano. La Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz es un Instituto secular de "derecho", pero el Opus Dei, con sus tres ramas (masculina, femenina y sacerdotal) "de hecho" no lo es. Los anuarios pontificios que edita el Vaticano como única guía autorizada de la Iglesia católica, son explícitos en esto: en los anuarios pontificios desde 1950 hasta 1968 aparece clasificada únicamente como Instituto secular, la "Sociedad sacerdotal" de la Santa Cruz, siendo además sacerdotes todos los miembros del Consejo general que han figurado en dicho anuario.
Así nos encontramos con un equívoco jurídico explotado hábilmente por el Opus Dei. La situación jurídica del Opus Dei podría pues plantearse en una ecuación con los siguientes términos: Asociación de fieles = Instituto comunitario + Instituto secular. Las ramas masculina y femenina, formadas por laicos, tienen un estatuto jurídico diferente que los sacerdotes encuadrados jurídicamente como Instituto secular. Hasta tal punto el proselitismo del Opus Dei se centró sobre este último carácter para conquistar la clientela de otros grupos y organizaciones de la Iglesia, especialmente de Acción Católica, que muchos militantes del Opus Dei llegaron a utilizar indistintamente el nombre de "la Obra" o "el Instituto" para designar íntimamente su organización. Esta ambigua situación jurídica se prolongó sin dificultades hasta los primeros meses de 1964.
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