La formación femenina del Opus en las clases bajas

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Primero fue la carrera de Administración y Servicio de la Universidad de los Andes que propagaba la ecuación perfecta: servicio y mujer. Hoy cuando los colegios Opus Dei en las comunas populares destacan por su buen rendimiento en cada prueba Simce, el perfil de sus alumnas suena familiar: señoritas, antifeministas y maternales, una buena síntesis de nanas premium.

LA NACIÓN DE CHILE, Domingo, 5 de agosto de 2007


Rosita Errázuriz es la feminidad hecha persona: pulcra, sonriente, y amable llega a ser empalagosa de tan dulce. Nos ofrece amablemente un recorrido por Instituto Fontanar, su chiche del cual está orgullosa. Es la única directora de una escuela o Instituto de La Obra que aceptó hablar con LND, los colegios Almendral de La Pintana y Manantial de La Florida suspendieron sus entrevistas a última hora. Rosita, la directora, nos asegura que podemos preguntar cualquier cosa. Y cumple su palabra...

Mientras recorremos uno de los pulcros y fríos pasillos, la conversación se interrumpe abruptamente cada vez que se agacha a recoger un papel fuera del papelero y nos dice “esto nunca está así”. Y cuando ve un par de migas de pan en el suelo en el taller de cocina se excusa con “la verdad es que esto siempre está limpio”. Luego posa su mirada en una persiana rota: “Uy, acá todo se arregla rápido”, advierte. Cada imprecisión le hace ruido en este prístino y callado paisaje. Todo es perfecto, soplado de limpio, lo que se refleja en lustrosas mesas y encerados pisos. Después de cada clase práctica de cocina las ollas de aluminio y el piso quedan como nuevos. “Es que así se les enseña en Fontanar”, dice orgullosa Rosita aludiendo al trabajo de sus “señoritas alumnas”.

Cuando se le pregunta si Fontanar es un semillero de numerarias auxiliares del Opus, ella contesta negativamente. Con los ojos muy abiertos, pero apaciguadamente responde: “habrá dos o tres. El resto de las alumnas son normales”. Asegura que una numeraria auxiliar no es una empleada, sino una “profesional de la casa”. Pero luego se contradice con la explicación de la cantidad de numerarias auxiliares que asiste al instituto. “Aquí vienen muchas, ellas estudian hotelería o algo que puedan aplicarlo en su trabajo. Esa es la diferencia”, aclara.

La directora de Fontanar recuerda que el Instituto partió en los ´60 capacitando sólo a mujeres que venían de provincia a trabajar a la capital en casas particulares. Con el tiempo, la gente de la Fundación se dio cuenta que las niñas no tenían su educación media completa y así pensaron en crear un colegio que más tarde evolucionaría en un centro de formación técnica. “La Fundación costea la mitad de lo que cuesta una carrera”, añade.

Rosita Errázuriz recuerda que Fontanar se hizo para la mujer que valora el trabajo femenino en la cocina y enfermería. Además el objetivo era entregar una formación personalizada en que cada alumna tuviera una tutora que vigilara su proceso durante toda la formación.

Dentro de la malla curricular hay varias asignaturas, a juicio de la directora, asociadas al servicio inherente a la mujer: antropología del servicio. “Las mujeres por nuestra estructura y diferencia no podemos competir con los hombres. Por nuestra naturaleza el servicio se nos da más fácil porque desde que nacemos nos gustaría formar una familia y estamos al servicio de un hombre y de sus hijos. ¡Imagínate una cocina sin aportar la feminidad que uno tiene!”, añade la directora.

En antropología del servicio se discute cómo el servicio puede ser maravilloso y hacer feliz a la mujer. “Es una donación hacia otro ser humano y además eres feliz sirviendo”, dice la directora.


Diplomado para dueñas de casa TOP

“El diplomado de administración Hogar Empresa nace porque nos dimos cuenta que muchas mujeres que trabajamos fuera de la casa no podemos organizar el hogar como quisiéramos”, recalca Rosita Errázuriz. Hay asignaturas de planificación de menú y nutrición, comida para niños, adolescentes y adultos. “A las alumnas se les enseña a planificar los menús de todo el año con la lista de compras. La idea es que ellas aprendan a organizar un menú balanceado y a preparar una cena especial”, añade.

También está la asignatura en que se les interioriza en la conservación de alimentos, cuál es su tiempo exacto de cocción, a realizar las compras de la semana y organizar el refrigerador (lo que va congelado y a distintas temperaturas) el hervor, higiene y manipulación de alimentos, y en general todas las áreas del hogar. “Generalmente las dueñas de casa vamos al supermercado y echamos todo lo que se nos ocurra para limpiar, no leemos las etiquetas, y a lo mejor no nos damos cuenta que sólo un producto nos sirve para la cocina y el baño, ahí ya ahorras harta plata. Es una planificación una vez al mes o una vez al año en que puedes asear todas las piezas. En lavandería, por ejemplo, aprenden a leer las etiquetas de la ropa, y como clasificarla para que cunda más el lavado, sus ciclos con menos ropa y qué productos usar para no echar a perder las prendas”, reseña la directora.

En la asignatura de comedor aprenden a poner la mesa para una fiesta, servir el vino y hacer arreglos florales. “La idea es hacerlo todo uno. También está el ramo “bebidas calientes”, está muy de moda incluso hay catas de té”, destaca la profesional.

Las primeras en asisitir a este curso fue un grupo de ex alumnas de Fontanar y en el futuro serán ejecutivas de un banco. “El proyecto final es tu propia casa. Los proyectos donde se debe organizar comedor, lavandería y comida”, explica Rosita Errázuriz.

A las alumnas de Fontanar se les inculca al igual que en otros establecimientos de La Obra a ser femeninas, tener modales y aprenderse el tema de los detalles. “Nos interesa que cuando trabajen aporten a esa cocina o sociedad lo que es propio de ellas”, indica la directora.

María Francisca Orellana, alumna de primer año de gastronomía, destaca que cuando monta un plato se debe expresar la feminidad. Lo ratifica Carmen Julia Marquez: “Lo bueno es que la mujer se suma al servicio y puedes llegar a ser líder sin llegar al feminismo. El aporte de las mujeres a la gastronomía es el detalle en el plato, en la comida y también en la calidez. Es enriquecedor darle algo rico a una persona, satisfacer sus necesidades es choro”.


Desertoras del Opus

Agustina López de los Mozos es una ex numeraria española que estuvo desde los 17 a los 26 años en La Obra. Ahora con 53 años y periodista se dedica a brindar el apoyo a la gente que ha desertado del Opus desde su página web opuslibros.org en que se reúnen testimonios y se desclasifican documentos para prevenir cualquier potencial integrante.

Agustina dijo a LND que el término “administración” es recurrente en el discurso Opus Dei. “Se le llama así a las tareas domésticas donde las numerarias tienen a su cargo unas cuantas numerarias auxiliares”, advierte. En esta captación, que ella define como solapada y sibilina, destaca que el primer paso es inculcarles la vocación, comentándoles que Dios las llamará a santificar su vida con el trabajo doméstico”.

Para Agustina en los sectores de escasos recursos la captación se hace más viable. “Las numerarias auxiliares son una forma de perpetuar el elitismo y la mano obra barata. Su trabajo es gratis y además entregan sus sueldos a la obra”. Pero para la periodista la gente ignora lo que hay detrás de la vocación de una escuela de hotelería o de cocina en el que algunas jóvenes ingresarán a la congregación. “Les van a comer el coco’ y van directamente La Obra. Hay ‘señoritas’ numerarias a quienes las niñas les cuentan su vida”. Asegura que la obediencia se imparte en estos establecimientos porque así lo decía Escrivá de Balaguer: “obedeced o marcharse”.

Esto último fue lo que hizo Flavia. Estuvo menos de un año estudiando gastronomía en Fontanar. Acostumbrada a un colegio mixto le era un poco extraño estudiar solo con mujeres, pero se alentó por lo barato de la matrícula. “El primer año teníamos una clase práctica llamada ‘casino’. Hay que cocinar para las profesoras. Respecto a las características de una mujer le decían que “no teníamos que perder el estilo de señoritas”, recuerda. La primera vez que faltó se preocuparon de que no fuera a desertar de la carrera y la llamaron inmediatamente a la casa para que volviera.


Almendral de la Pintana

El Colegio Almendral pertenece a la Fundación Nocedal, que puso en la población El Castillo dos colegios: uno técnico para hombres y otro para mujeres - con niñas de trencitas con cintas azules-. En la población, los edificios portentosos de ladrillos rojos contrastan con la humilde población y los potreros que lo rodean.

En el colegio se aconseja a las alumnas contar todo lo que les pasa a sus padres, y si no pueden confiar en sus tutoras: 10 niñas del centro Opus Dei que van algunos días a aconsejarlas y escucharlas. Son universitarias solteras, sin hijos. Marisela, una de las apoderadas, contó que en ese colegio sus niñitas egresarán hechas unas señoritas virtuosas, con un título técnico bajo el brazo que aún no tienen claro de que se trata, pero que por lo menos no les ha costado un peso. Al parecer el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones. LND