La formación de la identidad en el Opus Dei/Un paso hacia atrás: ¿como empieza toda esta epidemia?

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Un paso hacia atrás: ¿como empieza toda esta epidemia?

No pretendo dar una visión científica ni sobrenatural y menos aún exhaustiva. Simplemente comentar las ideas de un libro que me hicieron recordar tanto a la Obra y a la propagación de su mensaje.

El libro se llama Tipping Point, traducido al castellano como El momento clave. El autor intenta explicar por qué ciertas ideas se contagian como las epidemias y por qué otras mueren en el camino. Algunos elementos de esa explicación me parecen que se encuentran en la Obra.

Dice el autor que para que se difunda una idea se necesita contar con ciertos factores y ciertos tipos de personas a las que clasifica de la siguiente manera:

- conectores: personas que tienen muchos contactos y pueden hacer relaciones fácilmente. Conocen a mucha gente. Pero lo más importante es la clase de personas que conocen: generalmente con grandes influencias.

El apostolado personal en la Obra apunta particularmente a este tipo de gente. Es un apostolado basado en lograr una influencia geométrica más que aritmética. Como bien dice Flavia en su escrito sobre la opción fundamental, la Obra busca "modificar la realidad 'por arriba'".

Es característico de la Obra el alto nivel de contactos que mantiene con distintas personalidades influyentes, fundamental para conseguir medios económicos, por ejemplo.

- vendedores natos: aquellos que son capaces de vender cualquier cosa a cualquiera (tengo en cuenta que sólo tomo el lado peyorativo del concepto de vendedor). Saben persuadir. Crean ilusiones en sus clientes. Ellos venden, pero no atienden el servicio post-venta. Una vez que alguien pide la admisión, no es nada raro que el numerario que le "vendió" la vocación se desentienda del tema.

La eficacia en la Obra se mide por el número de vocaciones "vendidas".

El modo de venta es un contrato como el del software: "licencia de uso" de la vocación. Es decir, la "propietaria" del software (vocación) sigue siendo la empresa y otorga licencias de numerari@, agregad@, supernumerari@ y las "retira" cuando lo cree conveniente. La dispensa solicitada al Padre tiene un sentido de "devolución".

Así se entienden frases como "hoy tienes vocación" y mañana "ya no tienes vocación".

Si el producto "falla", si la vocación no existe o si no se "adapta" al usuario, la Obra no se hace cargo de nada. La Obra comercializa el producto pero no da garantías ni se hace responsable por los "daños" que el uso del producto pueda ocasionar (igual que el software). La Obra sólo vende, por eso no necesita ser eficiente.

El vender "el producto" no implica el usarlo: por eso se explica que se venda una "santidad en medio del mundo" que no se practica dentro de la empresa. Lo miembros de la Obra -especialmente los célibes- no están llamados a usar el producto sino a venderlo.

Muchos han definido su experiencia en la Obra como "esto no es lo que me vendieron". Y no es casualidad.

Hacer apostolado es vender "el producto Opus Dei" y conseguir más vendedores que difundan el producto. Por eso vale la exageración o el engaño encubierto, una publicidad llena de fantasía y exceso, ya que todo se hace "por Dios" y los vendedores generalmente son unos "entusiastas". Las charlas sobre proselitismo parecen más bien "técnicas de venta" o de marketing que charlas espirituales: sonreír, ser simpático, tener detalles con el chico de san Rafael (cliente), repetir las ideas una y otra vez (usando "la psicología del anuncio", decía el fundador).

Ningún vendedor cree para sí lo que le hace creer al cliente. El engaño es parte de las trampas supuestamente permitidas.

Las listas de amigos y las metas son instrumentos de todo buen "vendedor".

Las quinientas vocaciones que pide ahora el prelado son metas "comerciales".

- el factor contexto: la Obra como tal sobrevive en la medida en que existe un contexto. Pensemos qué pasaría si los centros de la Obra dejaran de existir, si la mayoría de l@s numerari@s viviera por su cuenta. La Obra se desintegraría en poco tiempo, porque la cohesión es jerárquica, no horizontal, y en ese orden los centros de San Miguel (numerari@s) son neurálgicos. Por algo la Obra mantiene un control tan estricto sobre la vida de los centros. La vida de l@s numerari@s está fuertemente controlada por un contexto riguroso: rutinas, medios de formación, retiros, cursos anuales, notas, charlas. La espontaneidad es la gran ausente.

El fundamento de la "eficacia" y la permanencia de la Obra en el tiempo tiene un aspecto que es profundamente material. El "convencimiento" necesita de una ritualización, de unas rutinas y unas estructuras materiales.

La organización logística de la Obra es una de las claves de su éxito: tanto la planificación de la vida en la Obra -no hay nada de qué preocuparse, está todo pensado- como las estructuras materiales: vivienda, comida, lavado de ropa, vacaciones. Especialmente, el hecho de saber que la Obra siempre se ocupará de todo. Por eso se dice que "está todo estudiado" o también "se está estudiando" como una forma de decir "estamos a punto de encontrar la fórmula perfecta e indiscutible, la verdad objetiva sobre el asunto". Esto quiere decir también: "no hay nada que agregar, solamente hay que seguir las instrucciones". Se crea y fomenta así una actitud pasiva o de no innovar

- el factor gancho: es lo que facilita que la gente recuerde una frase o le resulte pegadiza, por ejemplo. El tema es contagiar el entusiasmo por la Obra, en nuestro caso. Que el "cliente" asocie algo agradable con el concepto Opus Dei.

En la Obra el tema del gancho es clásico: la amistad es un gancho, usarla para vender el producto Opus Dei y luego olvidarse del amigo. El trabajo profesional es un gancho: los cursos de métodos de estudio, por ejemplo. Otras actividades, como campamentos, los cursos de guitarra, de computación, etc., "anzuelos" donde quedar enganchado.

Creo que uno de los ganchos más importantes es que la Obra fomenta lo mejor de nosotros, algo que tal vez no hubiera ocurrido de otra manera. Pero lo hace para usarlo en provecho suyo, lo cual resulta tremendamente destructivo y decepcionante. Probablemente por esta razón la Obra pueda ser vista como "lo mejor que me pasó en mi vida" y al mismo tiempo "lo peor". Son experiencias complementarias.

La Obra te halaga mientas puedas seguir dando "fruto", después la Obra te olvida.

Desde el punto de vista intelectual, el gancho es el desafío que presenta la Obra: vivir a fondo la unidad de vida como ser humano y como ser cristiano. Un desafío que la Obra deja en la puerta de entrada a cambio de un conservadurismo patológico.

En esto de la santificación del trabajo, la Obra se presenta también como una invitación a "conquistar el mundo" (para Cristo), una especie de cruzada en busca de una gloria más humana que cristiana.

En última instancia, el gancho de la Obra son "sus redes".


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