La administración, esa desconocida

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Por U2, España, 29 de octubre de 2004


Introducción

Fui Numeraria desde los 15 hasta los 35 años (1975-95) y tuve bastante relación con la Administración de la Obra. Sin ánimo de ser exhaustiva, me gustaría ir relatando algunos aspectos de la misma.

Antes que nada, me gustaría aclarar que no siento rencor hacia el Opus; simplemente me sentí estafada, pero como el odio no conduce a nada, decidí "poner el piloto automático" e intentar olvidarme de todo. Al leer la web he recordado muchas cosas que me gustaría contar aquí. Ha habido testimonios de Numerarias Auxiliares (nax) como Amapola o Numerarias como Carmen Charo, encantadora, por cierto, que han hablado de la Administración. Yo pondré mi granito de arena, aunque sea un tanto desordenadamente con lo que me acuerde.

Las Numerarias y la admón

A las Numerarias se les inculca el amor a los trabajos del hogar y se fomenta todo lo que se puede que haya muchas que quieran dedicarse a trabajo tan ingrato. En las convivencias se insiste en las charlas sobre la disponibilidad que hay que tener para trabajar en esto, al igual que los Numerarios deben estar dispuestos a ordenarse. Siempre me llamó la atención que a las que trabajan en la admón. se las presenta con un halo de reconocimiento y admiración, pero que las que sabían de qué va realmente las miraban con pena. Es un poco como las que se iban al extranjero: eran heroínas pero nadie tenía interés en ser tan heroica. La gente que me lea y conozca bien la Obra entenderá lo que digo: es ese "sí pero no" que hay en todos los aspectos de la Prelatura.

Bien, decía que siempre se insiste en que hay que estar disponibles para "pasarse a la Administración" -como se dice en el argot numeraril-. En general, hay muy pocas Numerarias que quieren hacer de esto su trabajo porque es muy duro y poco agradecido, pero algunas hay. Esas solían prepararse estudiando lo que antes pretendía tener rango cuasi-universitario en Madrid, en la llamada "Facultad de Ciencias Domésticas". Actualmente, se encauza a estudiar Dietética en Universidad de Navarra.

En Ciencias Domésticas se estudiaba Física, Química, Bromatología, Economía... y asignaturas internas: cuidado de los oratorios, criterios internos, etc. Creo recordar que la "carrera" duraba tres años, y por supuesto, no tenía validez civil: muchas que la estudiaron y luego salieron de la Obra se encontraron sin oficio ni beneficio con esa pretendida carrera. A los padres se les decía que estaba en trámites de ser reconocida por el Ministerio, para que te dejaran hacerla.

En caso de no tener esos estudios, había una especie de cursillo intensivo para hacer el pase, con prácticas normalmente en Administraciones Ordinarias -casas grandes de retiros, colegios mayores, residencias, etc- en las que las Numerarias y Auxiliares más expertas "tutelaban" a la principianta. Era raro empezar en una llamada "casa pequeña".

En la Admón. ordinaria se iba pasando por los distintos servicios para ir cogiendo experiencia: téngase en cuenta que muchas Numerarias se han ido jóvenes de sus casas y casi no saben cocinar ni lo más básico, por ejemplo, ni economía doméstica de ningún tipo. Como digo, se va rotando por: Cocina, Office, Planchero, Oratorio, Limpieza, etc hasta completar una mínima formación para poder irse luego a un centro pequeño en el cual habrá tres Numerarias auxiliares (si es un centro de varones) o chicas de la calle (si es de mujeres).

El horario de una Admón. es muy intenso: se trabaja todo el día sin parar. Recuerdo que hay algunas particularidades. Por ejemplo, el llamado tiempo de la tarde -de silencio casi absoluto- se hace después de comer las Numerarias, mientras están dando la comida a la Residencia y cuando hacen el llamado "turno", es decir, cuando se recoge todo, se friega la cocina, se pone la merienda, etc. Es imposible olvidar días de calor tremendo en Donosti, con 20 añitos, fregando la cocina y haciendo la digestión, después de llevar toda la mañana limpiando sin parar, mientras nuestros hermanos cantaban alegremente en la tertulia y mis amigas se solazaban en la playa.... !Si aguantabas eso, ya te podían echar encima lo que se quisiera!. Cualquier tiempo pasado, disiento, señor Manrique, no fue mejor. Pero sigamos.

En la admón. apenas se podía salir, porque siempre había un montón de trabajo, especialmente si era alguna actividad de hombres: En el fondo, siempre pensé -y más de una me lo confesó- que había como una especie de esmero especial con ellos: no te veo ni me ves, pero te siento y me sientes y quiero que te des cuenta de lo bien que te trato. Si era un Curso anual de chavalitos, muchas veces se hacían cosas especialmente ricas para que estuvieran contentos. Recuerdo que a menudo se pedían bocatas de chorizo o jamón para una o dos personas, y la Directora comentaba que debían de ser para chavales con problemas de vocación. No sé si os parecerá increíble al leerlo, pero ya digo que lo vi muy a menudo. Me gustaría que si alguno lo hizo, dé testimonio de ello. Si a los maridos había que ganarlos por el estómago, a los Numerarines, también, por lo que se ve.

Trabajo contínuo

En la administración se trabaja continuamente excepto en los ratos dedicados a la formación, cumplir el plan de vida o los fines de semana por la tarde, que se descansa algo. Así, no es extraño que haya muchas personas que no aguanten este ritmo tan intenso y tengan que dejarlo: me refiero a las Numerarias, porque las Auxiliares están de por vida trabajando ahí.

En las Administraciones ordinarias es más fácil sacar el trabajo adelante porque si una persona por lo que sea no puede realizarlo, siempre habrá otra que pueda echar una mano, cosa que no sucede en las casa pequeñas. En ocasiones una Auxiliar se va al Curso de retiro, Curso Anual o a ver a su familia y no puede ir nadie a suplirla porque no hay suficientes personas; en tal caso, si la administradora aún tiene fuerzas, puede pasarse alguna tarde más en la casa pequeña trabajando, cosa que no siempre sucede. Por supuesto, si ella se va al Curso Anual, ninguna otra Numeraria suele sustituirla, con lo cual, el trabajo de las Auxiliares aumenta considerablemente.

Se me puede decir que no hay nada de particular en trabajar mucho todo el día, puesto que hay miles de personas que no son de la Obra y trabajan de sol a sol. Es cierto, pero ellas tienen otras libertades, compensaciones económicas, familiares, etc que en la Administración no se tienen. A todos nos gusta que nos reconozcan nuestro trabajo, nos valoren por él o -cuando está muy bien hecho- nos alaben. En el Opus Dei nunca recibirás una palabra de aliento, en tal caso, más y más exigencia: se supone que es tu obligación hacer que todo resulte encantador y perfecto. Da igual cómo estés a la hora de servir el comedor, si tienes una grave preocupación o te duelen los pies o la espalda: no sólo tienes que poner buena cara, sino que debes aprovechar para rezar por las personas a las que atiendes, intentar no reirte si los comensales cuentan cosas divertidas, guardar la vista, y aprovechar las entradas al office mientras no sirves para secar cubiertos, meter las cosas en el lavaplatos, etc.

Habría que conocer por dentro cómo es una Administración para ver cuán duro se trabaja y no siempre en las mejores condiciones.

Sin embargo, y en honor a la verdad, he de decir que la mayoría de la gente es muy cariñosa y se desvive por hacer la vida agradable. Son un poco como las madres de todos, que no paran de pensar en los demás. Aunque también hay alguna madrastrona... pero son las menos.

Algunas anécdotas más o menos desedificantes

Ya he comentado que todas las Numerarias reciben al menos una somera formación sobre los trabajos de la Administración, bien cuando van a los Cursos Anuales de Adscritas, bien ya en el Centro de Estudios, donde se limpia a base de bien.

¡Qué recuerdos inolvidables del Colegio Mayor Goroabe, en Pamplona, hacia las 6´30 de la mañana, con mi batita blanca inmaculada, limpiando el porche o el estanque a nosecuantos bajo cero! ¿Qué no te llegaba? Pues el sábado, con los mismos grados, pero un poco más tarde, a lavar los coches. Creo que hasta llamaron alguna vez de West Point para tomar ellos ideas de formación para sus chicos.

En dicho Colegio Mayor había unos llamados "Cuartos de limpieza" -lo mismo que en todos los Centros- en donde se guardaba el material necesario. Cada una tomaba lo que usara para limpiar y al acabar, lo devolvía. La encargada del mismo pasaba los trapos sucios para lavar en la Administración, reponía los productos y mantenía el orden. Hete aquí que un día, la Subdirectora, a la sazón T. N., ya fallecida, fue al cuarto de limpieza que había enfrente del oratorio para revisar el orden en el que estaba y supervisar el tema. Todo correcto, más o menos, hasta que se encontró una boina. ¿Una boina, diréis? Pues sí, una boina negra, de hombre, como las que usan los señores de pueblo, guardada celosamente en una bolsa al lado de unos plumeros de rabo largo. Cuando la vio la cogió sin mediar palabra y abrió el cubo de la basura para tirarla mientras que la encargada, entre ansiosa y avergonzada, le pedía que no lo hiciera, por favor.

-Pero bueno, Maripili, ¿se puede saber qué hace aquí una boina de hombre y además vieja?

-Es para limpiar las telarañas, musitó Maripili con un hilillo de voz, pensando qué criterio de los muchos que le habían dado estaría conculcando por tener aquella prenda.

-¿Cómo? ¿Os la ponéis en la cabeza para que no os caigan al limpiar?

-No, no, cuando las telarañas están muy altas y no llegamos, la tiramos contra ellas, y el tejido de la boina hace que se peguen muy bien y se desprendan fenomenal.

No hay para qué contar la cara entre horrorizada y sorprendida de la Subdirectora, que como era bastante razonable, dejó la boina en su sitio. No sé si aún seguirá por Goroabe cumpliendo con tan singular cometido. Quizás haya llegado algúna nota en papel amarillo acerca de las boinas y la limpiezas; no me extrañaría.

Cuando hacían falta refuerzos, se llamaba a las vocaciones recientes para que fueran a limpiar, se les explicaba la separación total entre la residencia y la Administración, se les ponía la bata blanca y se las pasaba a echar la mañana, por ejemplo 4 horas de limpieza extraordinarias.

En una ocasión, una pobre adscrita recién pitada, pero de armas tomar ella, fue requerida para hacer la limpieza de sus hermanos que estaban en un Curso anual en el Colegio Mayor Ayete. La mayoría eran de aquella Delegación y también jovencillos.

La chica en cuestión pasó varios días a la limpieza de la que, indefectiblemente volvía muy enfadada sin que nadie supiera el motivo, aunque decidió pasar a la acción y corregir lo que ella creía intolerable. Al cuarto día de limpieza, llama el Director y dice a la Directora:

-Oye, mira, que a ver si nos podéis devolver un banderín que había en una habitación.

-¿Un banderín, dices? No sé nada del tema, pero ya me enteraré. Pax!

-In aeternum!

La Directora llama a la adscrita y le pregunta si ha pasado algo en la limpieza, a lo que ella, muy llena de razón le cuenta:

-No te preocupes, es que todos los días veía un banderín del Atletic de Bilbao que me ponía negra, lo quité y puse es su lugar uno de nuestro equipo con el eslogan !Aúpa, Real!*

A estas horas, la Directora está reponiéndose del susto y la adscrita es profesora de la Universidad de Navarra. Del Numerario, por eso de la separación, nunca más se supo...

(*Atletic de Bilbao y Real son respectivamente, el club de fútbol de Bilbao y de la Real Sociedad de San Sebastián)

Seguro que todos habéis oído contar anécdotas variadas sobre alguna niña de las que- no eran de la Obra, por supuesto-trabajaban en la Administración, normalmente de una casa grande y se pusieron uno de esos anillos de la Fidelidad de los Numerarios o Agregados y que pasaron con ellos a la admón. a ver si eran capaces de sacárselos allí con algún producto. Me imagino la cara de estupefacción del dueño de tan discreto, masculino y laico aditamento al ver que le había desaparecido de su mesita de noche sin más explicaciones.

Realmente, para las chavalitas que llegan por primera vez a una Administración, todo es una pura sorpresa: desde las costumbres hasta los nombres de las cosas, los horarios, en fin, todo.

Pasaba una vez por el pasillo y oí a una de ellas hablando con su casa diciéndole a su hermana que se había pasado toda la mañana con la "luchadora". Se conoce que la otra le pidió más explicaciones sobre el tema y esta le contó que era una máquina para pulir y sacar brillo, (o sea, una "brochadora", claro). Bastante hizo la pobre niña con estar toda la mañana con aquel armatoste que en el Centro de estudios le llamaban "el monstruo", para que os hagáis una idea de cómo era de pesada...

La terminología que se usa dentro es tan variada y extraña que las niñas al principio se confunden y dicen cosas como "no sé si esta señorita es individual o refractaria". Yo creo que a veces, las dos cosas, en vez de aplicarlas a las fuentes de horno se pueden aplicar a ciertas señoritas que allí trabajan. Bueno, ahora ya no se dice lo de Señorita ni se las trata de usted. Respecto al tema del trato me gustaría contar algo sobre

El trato a las Numerarias Auxiliares

Aparte de que en sus tiempos se las denominó Sirvientas, o se referían a ellas como nuestras Hermanas Pequeñas, lo que es muy significativo, había prácticas, (algunas, gracias a Dios ya abandonadas), que siempre me repugnaron.

Siempre se explicó que las Numerarias tenían que servir a las Auxiliares, e ir por delante de ellas en el trabajo y realizar los más duros o ingratos. Si bien es cierto que algunas lo hacían, no es menos cierto que la mayoría del trabajo pesado recae en estas últimas. Por ejemplo, ellas eran las que más limpiaban los aseos, despiezaban pollos o entraban en la cámara frigorífica si hacía frío. Ya digo que también lo hacían las Numerarias, pero las Auxiliares siempre tenían un arte especial para adelantarse a hacerlo y siempre con buena cara, diciendo que ellas ya estaban acostumbradas, que lo hacían antes o cualquier otra excusa para quitarte los trabajos más ingratos.

Si en la tertulia había pocos asientos, las primeras en sentarse en el suelo eran ellas, hasta que se aclaró que todas tenían que hacer lo mismo y empezaron a sentarse en el suelo también las Numerarias. Por cierto, siempre me llamó la atención esto de sentarse en el suelo: en mi casa si no hay sitio pongo una silla aunque sea de la cocina.

La atención a la portería es un trabajo que recae sólo en las Auxiliares: no pueden ser demasiado monas ni demasiado jóvenes, al menos si están relacionadas con hombres; si la actividad o el Centro es para mujeres, no importa tanto. En general, las guapas no están en Centros de hombres y que cada uno piense lo que quiera; lo mismo que los curas guapos no atienden a las mujeres. Ahora bien, ¿cuál es el criterio para saber el grado de belleza de alguien? ¿Quién decide si eres demasiado guapo-a? ¡Ah!.... Grandes enigmas de la historia.

Sigo con la atención a la portería, que me he ido por las ramas. Decía que sólo la atienden ellas y es una ocupación bien trabajosa, porque además de, generalmente, estar solas en un cuartito, tienen que estar a la vez planchando, remendando o marcando ropa, es decir, haciendo dos trabajos a la vez. Cualquiera que haya planchado mucho sabe lo enojoso que es abandonar una prenda a medio acabar y volver a retomarla. Ellas lo hacen continuamente y sin quejarse.

Las Auxiliares van de compras con una Numeraria que les aconseja qué comprarse. Hasta aquí, se podría pensar, no hay diferencia con las otras Numerarias. Pues bien, yo recuerdo haber hecho esto teniendo 21 años, acompañar a una Auxiliar de treinta y muchos y tener que llevarle yo el dinero, sacarlo en la tienda y llevarme las vueltas para dárselas a la Secretaria. Eso me sucedió una sola vez, pues me pareció tan absurdo y humillante, que siempre que tuve que ir con ellas se lo daba para que hicieran lo que quisiesen, al igual que cuando yo iba de compras. Siempre les he tenido mucho cariño a las Auxiliares y detalles como estos me sublevaban enormemente. No podía entender que a personas hechas y derechas que me daban cien vueltas en todo se las tratase de esa manera.

No sólo se les decía lo que tenían que comprarse, sino que se tendía a que fueran "monas pero un poco paletas". Ya sé que suena fuerte, pero creo que no miento al decir esto. Me explico: tenían que comprarse ropa que no fuera fea, pero que se notara que no era como la de las Numerarias. Por ejemplo, los zapatos no eran de piel, sino de imitación o plástico, cosa que siempre me pareció cruel, porque se pasan todo el día de pie y deben cuidar especialmente el calzado que emplean. Ahora la cosa no es tan estricta, pero cuando yo las acompañaba, sí, entre otras cosas, porque aunque en el Centro hubiese dinero, el presupuesto de ropa y calzado para ellas era muy bajo y no daba para zapatos de piel.

Las Auxiliares iban al médico acompañadas por las Numerarias, no guardaban los medicamentos que tenían que tomar -por lo general se los daba la Directora-, apenas sabían lo que tenían ni para qué eran los tratamientos y apenas eran "responsables" en el proceso de su enfermedad. Hablo en pasado porque no sé como está el tema actualmente, me refiero a hace unos 8-9 años. Quiero decir, con este detalle que a las Auxiliares se las trata como personas sin criterios, infantilizándolas. Diré al respecto que oí alguna charla previniendo contra este peligro: por un mal entendido proteccionismo o cariño a veces se las infantilizaba y mujeres hechas y derechas tendían a vivir como menores de edad. Algunas cosas se cambiaron pero la Numerarias seguían decidiendo sobre las Auxiliares.

El gratificante trabajo del planchero

Vaya por delante decir que siempre me gustó planchar y se me da bien, modestia aparte, pero hay que reconocer que este trabajo es bastante ingrato y engorroso.

La labor que se realiza en el departamento de planchero es la que paso a contar a continuación y que podríamos denominar "El mito de Sísifo" o "El eterno retorno" por lo que a continuación veremos.

Tanto da que sea una administración grande como una pequeña, el proceso sólo cambia en cuanto a las cantidades de ropa que hay que atender, pero en sustancia, es el mismo proceso y labor.

Toda la ropa de los-as Numes debe estar convenientemente marcada para poder identificarla y repartirla una vez tratada. Por lo general, las Numerarias se marcan ellas la ropa bordándola -eso ya es para el nivel avanzado, de gente muy apañadita y a la que le gusta llevarlo todo OK- o poniendo una etiqueta ya hecha o pintada con un rotulador especial, que es lo que hace la mayoría.

En el caso de los hombres, es la Admón. la que se ocupa de esta tarea. Lo normal es que se pase la ropa limpia, recién comprada y se marque sin más. Pero, a veces puede haber algún despistado que la echa usada y hay que marcarla sucia, lo cual es sumamente desagradable, como cualquiera puede suponer a poca imaginación y pituitaria que tenga. Esta tarea de marcar ropa sucia creo que la cuenta Amapola en su libro silenciado, al cual remito.

La residencia deja una vez a la semana toda la ropa interior sucia en una bolsa de tela, que la admón. recoge para lavar y planchar, igual que las sábanas, toallas, etc. y ropa externa: camisas, pantalones, faldas... En la admón., intentando que esté un poco ventilado el planchero, y echándole valor al asunto, se abren las bolsas, y se seleccionan las prendas: por ejemplo, los calzoncillos se ponen todos juntos en un programa de temperatura fuerte, los calcetines más suave, etc. Los pañuelos se ponen a remojo en agua fría con sal para desprender todo lo que haya pegado y no especifico más. Después se cambia el agua y se meten en la lavadora. A veces, al sacarlos, aún hay que darles a mano para que queden inmaculados. Una vez lavado, se seca en la secadora o en unas cuerdas, se plancha y se devuelve a la residencia en un plazo de tiempo bastante breve.

Otras ropas: la ropa de deporte a menudo llega llena de barro, así como los vaqueros que se llevan de excursión al monte, etc. Hay que meter todo a remojo, frotar con un cepillo, a veces hay que aplicar un quitamanchas y luego ya se puede meter en la lavadora.

Lavar a mano: las prendas delicadas como los jerseys se lavan en agua fría, a mano generalmente, se escurren y se dejan bien estiradas encima de una toalla para quitar la humedad y que no se deformen. Dicho así queda muy bonito, pero cuando hay un montón de ellos y sigues lavando con agua fría y en invierno, se le va toda la poesía.

Ropa que se limpia en seco: sobre todo en las Administraciones grandes, se evita llevar las cosas a la tintorería, para ahorrar, y se limpian con productos químicos específicos, con gases muy penetrantes como el triclorietileno, que alguna llamaba jocosamente la nitroglicerina. Hay que tener mucho cuidado de estar en lugar bien ventilado para no marearse con los gases que se desprenden. Creo recordar que las sotanas de los curas se limpiaban así, igual que los trajes, americanas, pantalones no lavables, etc.

Cosido de las prendas: En el planchero se lleva a cabo toda la labor de cosido y reparación de las prendas, desde remendar unos calcetines hasta coser un desgarrón o poner unos botones. Esto, para la Sección de Varones. Las mujeres se buscan la vida como pueden y si saben, lo hacen ellas mismas .Y si no, van con las cosas rotas. Tal cual.

Respecto a la costura, diré que cuando los chicos pasan cosas para planchar o lavar se ve de todo: bajos del pantalón con unas puntadas horribles para los que son más cuidadositos o remedios más caseros como grapas, cinta aislante, celo, u otros pegamentos similares para los más "creativos". Por cierto, creo que la Prelatura debería dar unas pequeñas nociones de supervivencia para hombres respecto a temas tan básicos, aunque hay que reconocer que ya quedan cada vez menos mujeres que se puedan defender un mínimo con la aguja y también a ellas les vendría bien esta formación integral.

La plancha. ¿Alguien sabe lo que es pasarse toda una mañana y una tarde planchando camisas o sábanas sólo parando para comer y la tertulia? ¡Ajá! ¡Efectivamente! ¡Agotadorrrrrrrrrrrrrrrrr! Las cervicales se van aplastando entre Avemarías y jaculatorias y ofrecimiento del dolor por las pitables, las manos se resecan con el calor de la tela planchada, que a su vez antes se han metido en lejía o en detergente; las piernas se hinchan de estar tanto tiempo parada de pie, en fin, una verdadera delicia. Hablaré de la plancha de las cosas de Oratorio cuando llegue a ese departamento, que es un tema aparte el de planchar hilo almidonado.

Una vez lavado, cosido y planchado todo, se pasa a la residencia y, otra vez, como en una pesadilla, toca iniciar el mismo proceso, y así, hasta el infinito y más allá, "el etenno retonno": más ropa sucia, más clasificación, remojo, pre-lavado, lavado, secado, cosido, planchado, reparto, recogida, etc, etc, etc.

Cuando la Administración estropea una prenda, teóricamente -sólo teóricamente- debería pagar el importe de la misma. Nunca lo he visto hacer, aunque sí me explicaron que es lo que estaba indicado. Quizás en algún Colegio Mayor se haga para contentar a las residentes, pero con la gente de la Obra no se hace: te aguantas y se acabó. He visto verdaderas pifias de jerseys esponjositos recién comprados que quedan apelmazados y encogidos que no sirven ni para hacer trapos de sacar brillo a los muebles, pero es pocas veces y con la contraprestación de que te hacen todo y vives como un marqués merece la pena arriesgarte a que te fastidien una prenda.

Nota: los hombres nunca hacen nada de esto; ellos están en la residencia y son sujetos pasivos del proceso. Las mujeres, dependiendo de factores variados, pueden planchar, coser y a veces lavar sus prendas en el planchero de su Centro. Esos factores suelen ser: que a la Administradora no le importe o incluso quiera que le ahorren trabajo (a muchas no les gusta que se les metan las Numes en su santuario, con lo cual, eso de que el Centro es tu casa ya no se cumple, porque todos en nuestras casas entramos, vaya que si entramos, en todos los sitios), que la Nume tenga ganas y sepa cómo hacer las cosas, etc.

Respecto a esto de meterse en el planchero, diré que en mi caso siempre fui no sólo aceptada sin problemas, sino requerida porque me gustaba hacerlo y sabía cómo. Quizás porque me daba pena que la gente fuera descosida o con arrugas o manchas indelebles y prefería meter horas con tal de que mis hermanas no fueran hechas un cuadro. Para eso no hay problemas en que seas sentimental y tengas muy buen corazón. Puedes trabajar todo lo que quieras que nadie te lo va a echar en cara. En fin, las que nacimos para pringadillas, .....ya se sabe...

La cocina, un laboratorio

Las cocinas de los centros de la Obra son como laboratorios: impolutas, brillantes, resplandecientes, ordenadas, pulcras, inoloras, espectacularmente limpias. Realmente da gusto trabajar en ellas. En el Opus Dei se tiene a gala, sobre todo entre las Numerarias Auxiliares, que todo esté inmaculado, y el paradigma es la cocina. El que no las haya visto, no puede ni imaginarse la pulcritud de los cacharros, sin una gota de grasa, relucientes, brillantes, y lo mismo ocurre con las máquinas que se emplean, como la cortafiambres, la peladora de patatas industrial, la freidora basculante, en la que se fríe comida para 100 personas, lo marmita para hervir alimentos, los hornos, las campanas extractoras... y toda cuanta máquina haya por grande o pequeña que sea, incluso reluciente por detrás. Sí, sí: las máquinas se limpian también por donde no se ve como muestra de lo que es un trabajo hecho cara a Dios y no a la galería. Pero también te enseñan que si se limpian demasiado y se elimina cierta grasa del mecanismo interno, la máquina se puede estropear, así que no hay que pasarse limpiando tanto que se te ocurra desmontarla para dejarla aún más limpia. Cuando explican esto, será porque a alguna se le ocurrió alguna vez, supongo.

Realmente, una de las cosas más llamativas de las cocinas de las Administraciones es la limpieza. El inspector más exigente de Sanidad les daría Summa cum laude como mínimo.

Si está limpio es por lo mucho que se limpia, claro. En la cocina dejas tus uñas, tus riñones y todo tu esfuerzo para que quede como al Fundador le gustaba, es decir, como he descrito. La gente que sea escrupulosa, que no tenga miedo, que la higiene está asegurada. Eso sí, a base de horas de mucho fregoteo de Numerarias, Auxiliares y chavalitas de la calle, que trabajan como empleadas. Este trabajo se hace especialmente penoso en el "turno" del mediodía, es decir, después de haber comido la Administración, mientras se sirve a la Residencia, que es cuando se recoge todo, y de manera especial si hace calor, pues la cocina ya está recalentada de los hornos, las freidoras, cafeteras, etc a toda mecha durante la mañana. Es un trabajo muy duro, como sabrá cualquiera de los-as que hayan visto un restaurante o cafetería en pleno rendimiento. Al acabar sales empapada en sudor, corriendo para ducharte, corriendo para llegar a tiempo a la tertulia, salir corriendo al Círculo, hacer la oración y volver a correr a la cocina para hacer tu cena y la de la Residencia. Lo que más se hace en la Administración, -creo que lo he ido dejando claro- es correr, mirar el reloj para que todo se haga puntualmente, y desear que llegue la noche para tomar la cama. Carmen Charo relata muy bien cómo es la vida en la 'Administración de un Centro grande, en este caso, La Lloma, en Valencia.

En las Administraciones grandes en la cocina es todo a tamaño grande, con maquinaria industrial, para poder cocinar para 100 comensales a la vez, por ejemplo, de los Colegios Mayores o Residencias. En general hay que tener bastante fuerza y destreza para mover los cacharros, las freidoras, marmitas, etc para no dañarse la espalda, no quemarse, o no llevarse el dedo con la cortafiambres. En la Cocina siempre hay un pequeño botiquín de urgencia para los desaguisados que vayan ocurriendo, como cortes o quemaduras.

En la Administración la comida se programa con tiempo, se hace un calendario de menús, en el que cada día se planifican todas las comidas, procurando no repetirlas, combinar bien los alimentos, preparar una dieta equilibrada, y que dé la media de cocina. La media de cocina es el dinero que se puede gastar cada día por persona en comida, y tiene que ser aprobada por la Delegación (más normas y criterios, como se puede comprobar); las casas con residentes más pudientes comen mejor comida que las de simples estudiantes, por ejemplo. Nunca entendí por qué se decía lo de que había un solo puchero.

En la Obra se le da mucha importancia a la comida: que esté bien presentada, que se reciclen las sobras, que sea variada, que se ahorre al comprar los alimentos. Los sibaritas, en el Opus Dei no tienen nada que hacer. La comida suele ser abundante, pero no exquisita. Por ejemplo, se come mucha carne de cerdo, que es más barata, se abusa de los hidratos de carbono, con lo cual te pones como una bola y en general, se cocina poco a la plancha y se come poca verdura y pescado fresco. He oído esta queja en muy distintas ocasiones a muchas Numerarias que veían cómo sus caderas ancheaban como las de las más venerables matronas, cuando las de sus amigas permanecían dentro de los 90 cms que marcan los cánones.

¿Se puede hacer régimen para adelgazar? Pues no. Salvo prescripción facultativa, porque se supone que hacerlo es una falta de pobreza. Se come lo que te ponen, lo ofreces y te aguantas. Así de simple.

Alguien puede argüir que hizo régimen: es cierto que se hace, pero hay que insistir mucho, hay que llevar la dieta escrita por el médico y hay que echarle valor para comer comidas repetidas muchos días sin poder entrar en la cocina de "tu" casa a cambiarlo si ya estás aburrido de él, además de tener que confesar en la Charla que tal o tal día te lo saltaste, lo que es una falta de pobreza.

Una alternativa al régimen, sobre todo si es para adelgazar es: coger una depresión; pensar que la Obra no es lo tuyo, decirlo y que nadie te haga ni caso; tener que echar una mano a tu familia y no poder; atender la labor apostólica a cientos de kilómetros de donde vives; tener que renunciar a tu trabajo porque no es rentable apostólicamente o porque trabajas con una "persona del otro sexo" (Nota: esta expresión, junto con la de "cuidar la vista", siempre me pareció fantástica, y llena de resonancias sensuales), etc. Bastantes podemos contar sin mucho esfuerzo cómo pudimos perder hasta 20 kilos sin hacer demasiado esfuerzo.

Tema aparte son las "media mañana", o sea, algo para picar entre el desayuno y la comida. Sólo se puede por prescripción facultativa, o para tomar una medicina, o en una excursión, o si quedas con una persona para tomar algo para hacer apostolado. Si trabajas fuera, aún se puede justificar la 'media mañana', pero si estás en "trabajos internos", irás reptando desde el oratorio hasta el comedor, con un desfallecimiento abismal hasta que la Administración salga con una fuente humeante, tras haber bendecido la mesa, haber esperado respetuosamente para empezar cuando lo diga el-la que manda, y sin precipitarte demasiado, lo cual desdeciría del cargo y posición que ocupas...

Meriendas y desayunos: suelen ser bastante mejores que "los de la calle", más variados y preparados, aunque ahora se ha perdido mucho. Antes, las Auxiliares hacían una repostería muy buena, casera, pero ahora se ha reducido el trabajo en estos menesteres y se recurre a la bollería industrial o a comprar en las pastelerías. He metido estas dos comidas en este apartado pero realmente el departamento que las prepara es el de Office, al menos en las Administraciones grandes. Comida y cena: Cocina; resto de comidas: Office.

El office

Llamado Oficio en los documentos internos, pero siempre conocido como Office (léase ofis), para todas las que trabajan en la Administración, es el departamento más relacionado con la Cocina.

Las personas que trabajan en él son las encargadas de: poner y quitar la mesa, atender el comedor, recoger y limpiar las vajillas, preparar los desayunos, aperitivos, cafés, meriendas, medias mañanas, es decir, todo lo relacionado con la alimentación que no sea la comida y la cena propiamente dichas. Su relación con la Cocina es muy estrecha, pues se ponen de acuerdo para muchas cosas, por ejemplo, para hacer un postre. Nunca se servirían en la misma comida huevos y natillas por aquello de no ser repetitivos.

En las Administraciones grandes, cada uno de estos servicios tiene su propia cámara frigorífica, en la que guardar los alimentos. Son habitaciones refrigeradas, en las que se preserva la comida, se guardan las sobras, etc. En verano puede hasta ser agradable entrar en ellas, pero en invierno, te quedas como un pajarito, congelada de frío. Aunque entra cualquiera que tenga que sacar o guardar algo, las Numerarias Auxiliares tienen una especial capacidad para adelantarse y evitar el frío a las demás.

El Oratorio

En los centros de la Obra el cuidado del Oratorio se suele encargar a personas especialmente cuidadosas y pulcras, porque exige una perfección total en todo lo que se hace.

El lavado y planchado de los lienzos litúrgicos se hace, como es lógico, aparte de la colada ordinaria, además de haber en el planchero un armario y una plancha especial sólo para lo del oratorio.

Hay algunos lienzos litúrgicos que se almidonan para que queden perfectos, como los manteles, y algunos otros más. Este trabajo es muy laborioso, pues conseguir que queden perfectamente planchados, bien secos y sin arruga alguna requiere mucha paciencia, experiencia y práctica. He pasado horas enteras de los fines de semana planchando albas, cambiando las tirillas de las casullas, haciendo limpieza extraordinaria del oratorio -especialmente cuando se acercaba alguna fecha señalada- y sé de qué hablo, de todas formas, doy por bien empleadas aquellas muchas horas en que otras desarrollaban ocupaciones más laicas y de "cristianos corrientes", y no me arrepiento de haber podido cuidar las cosas de Jesús en la Eucaristía.

Aún así, insisto en que la atención a todo lo relativo al oratorio no es precisamente el paradigma de lo que los cristianos corrientes se dedican a hacer en sus ratos libres los fines de semana.

Tanto si una se dedica profesionalmente a la Administración como si realiza este cuidado como encargo del Centro (todas las Numerarias tienen un encargo en el Centro en el que viven), empleará mucho tiempo en atenderlo todo.

Hay que preparar los ornamentos para decir la Misa cada noche, recogerlos por la mañana después de haberse celebrado, limpiar el oratorio, replanchar el alba y el amito, retocar las velas, comprar y poner las flores, coser lo que se rompa, poner y quitar lo necesario para la Bendición con el Santísimo, preparar la Comunión para la persona que estuviese enferma.... En fin, una serie de cosas que llevan no sólo su tiempo para una persona que tiene mucho trabajo "en el exterior" sino que a ello se añade que todo tiene que estar absolutamente perfecto. Cosa que me parece bien, pues es para Dios.

A propósito del Oratorio, cuántas veces se nos quedaba la lengua pegada al paladar, como dice el Salmo, al ir al Centro para estudiar con alguien de la calle, y llegar a una casa en la que olía a incienso o pasaba una con una cesta llena de lienzos recién planchados. ¿Qué le cuentas a tu amiga de cómo es "tu casa", de lo normal que eres, de que eres tan cristiana como ella y que no te diferencias en nada, etc etc etc...?

La limpieza y decoración

No es que sean departamentos propiamente dichos en la Administración de las casas del Opus, pero sí hacen referencia a la misma.

Una Numeraria con la que viví decía siempre que íbamos a cierta Casa de Retiros, que las casas grandes parecían "Paradores Nacionales". La observación siempre me pareció muy acertada, y creo que alguien en un escrito, habla en parecidos términos; quizás Satur, cuando describe las fotos del Fundador, siendo joven y tocado con un canotier, que hay en los centros.

En cualquier caso, la decoración de las casas es bastante estereotipada, podríamos decir que hay varios modelos que se repiten a lo largo de la geografía española, y que te hacen sentir siempre en casa, porque vayas a donde vayas, el estilo es el mismo. Pueden cambiar ciertos materiales de construcción, pero todo tiene un aire muy similar. Por ejemplo, los Clubs juveniles tienen muebles de madera de pino, con asientos duros y de tapicerías resistentes para el trote que se les va a dar. Todos los centros tienen una especie de salita de espera, a la entrada, cosa que ninguna casa particular tiene, claro. Así que todo intento por parecer una casa normal de familia es un fracaso y un absurdo. Creo recordar otro escrito de alguien que relataba que en su llegada a un centro vio un vestíbulo con armaduras, escudos, armas antiguas o algo similar y que le había impactado mucho. Lógico.

También llama la atención el orden que reina por doquier. Cada cosa en su sitio, y un sitio para cada cosa. Lo cual se hace muy pero que muy difícil si lo que es una salita durante el día, es tu dormitorio de noche. En los Centros con falta de espacio, muchas Numerarias ven convertido su dormitorio en una salita, lo cual es bastante fastidiado: llegas de la calle con los pies mojados de la lluvia y en tu habitación de "tu" casa hay una señora haciendo la charla y no puedes entrar a cambiarte....

Como decía, todo ordenado en cualquier lugar en el que se entre. Recordemos que el fundador decía que sabía cómo estaba la vida interior de una persona viendo el orden de su armario.

El tema del orden da lugar a un sin fin de correcciones fraternas, como la última que me hicieron antes de dejar la Obra, por haber dejado una vez una planta en una maceta que no le correspondía.

En los centros de hombres y en las casas grandes, la administración se ocupa de ciertos detalles decorativos, como puede ser poner unas flores en un jarrón, o, cuando se acerca la Navidad, decorar la casa. A este respecto, diré que se emplean muchas horas en hacer centros con bolas, cardos, espumillones, velas, y que si te gustan este tipo de cosas lo puedes pasar muy bien, pero que es muy trabajoso, pues hay que sacar todo de donde está guardado, reciclar lo que se pueda, comprar nuevo material, recogerlo todo después de Navidades, y, en los Centros de mujeres, muchas veces oír a las otras que no les gusta cómo está decorado.

Al hilo de lo que relato sobre las críticas de las otras Numerarias, diré que este es uno de los motivos por los que, en general, las Administradoras prefieren trabajar en casas de hombres: las mujeres se pasan el día quejándose a la Directora sobre el trabajo de la Administración hasta límites increíbles.

He visto quejarse a chavalitas de 20 años recién salidas del Centro de Estudios de que el menú de Navidad era repetido del año pasado, o que había una pelusa de polvo en la habitación porque no se limpiaba bien, o que una camisa tenían una arruga porque no se planchó correctamente. Chicas que en sus casa tendrían que hacer ellas todas las cosas a las que veían tantas pegas y que dudo que hicieran mejor. Este tipo de críticas, y más si se hacen directamente a la Administradora, queman mucho, y a veces saltan chispas, incluso en la mesa. En algún momento he visto a una administradora levantarse enfadadísima de la mesa porque ya no aguantaba un día más comentarios sobre la marcha acerca de la comida, la vajilla, el uniforme de la empleada o cualquier otro tema que a otra Numeraria se le ocurría comentar tan tranquilamente y sin proponer nada para mejorar lo que tan mal le parecía. Además de demostrar muy poca educación y respeto por el trabajo ajeno, denota una falta de caridad y de categoría personal y humana muy notable. Solía darse la casualidad de que las que más defectos veían en la Administración eran las que menos se prestaban a echar una mano cuando era necesario y no sabía ni freír un huevo. Dime de qué presumes...

Respecto a la limpieza, los centros están muy limpios y resplandecientes, tanto por la limpieza que se realiza a diario (puede ser con la colaboración de las Numerarias que viven en el Centro si se puede por horarios) como por las limpiezas extraordinarias.

En las casas grandes, la Administración tiene su horario, cuando la residencia le deja libres determinadas zonas por la mañana, según lo establecido en la Regulae Internae, a la cual me remito, para no alargarme.

En ciertos momentos, en las casas grandes, cuando están libres de actividades, se programan limpiezas extraordinarias, que son matadoras. Los servicios de cocina y office se reducen al mínimo y pasa toda la plantilla de la administración cargada con un montón de bártulos a limpiar la residencia. Eso sí que es como un ejército en orden de batalla: aspiradoras semiindustriales, brochadoras, enceradoras, bayetas, paños, plumeros, mopas, y todo cuanto instrumento haya para dejar todo inmaculado, se despliega durante largas jornadas hasta la próxima ocasión, consiguiendo unas cotas de limpieza dignas de elogio.

Durante estas limpiezas, a veces el clima de espartanismo se relaja, y se puede escuchar música para hacer más llevadero el trabajo. Si la casa tiene piscina y la administración no, se aprovecha en ocasiones para que la administración vaya un ratito por la tarde para relajarse del trabajo matutino, que no es poco. Los que conocen la cosa de cerca, ya saben que en el Opus, cuando se trabaja, se trabaja.

Estas tareas de limpiezas extraordinarias las hacen tanto las Numerarias como las Auxiliares por igual. Hubo un tiempo en que las primeras no limpiaban los baños, duchas, etc, pero cuando yo me hice de la Obra, en 1975 todas hacían de todo.

Recuerdo que por aquellos años, a las adscritas nos tenían todo el día limpiando el Club de Bachilleres, se conoce que como terapia para pasar el rato ocupadas en algo y que no ideáramos maldades.

También en el Centro de Estudios se limpia y mucho, a prontas horas de la mañana, e incluso te pueden mandar a hacerlo en vacaciones a otros sitios para echar una mano mientras las empleadas de la calle están de vacaciones. Limpiando se puede conocer muy bien cómo es la gente que vive en una casa: la que es ordenada y respeta tu trabajo, la que es un desastre y lo deja todo tirado, la que deja el lavabo como si fuera el de un espíritu puro....

En fin, limpiando se ve de todo, incluso la buena intención que tienen algunos, pero sin saber cómo se hacen las cosas. Nunca olvidaré el espectáculo que presencié al abrir un lavabo de una habitación de Belagua y encontrar a remojo unos zapatos de ante junto con un pantalón de franela, todo lleno de barro. Se ve que el chaval en cuestión quería evitar trabajo, y dar una limpieza previa antes de pasarlo a la Administración y lo que hizo fue embadurnarlo todo- y supongo que perder a la vez pantalón y zapatos-

Aunque la gente intente dejarlo todo lo más limpio posible, nunca es agradable la limpieza de baños, especialmente los de hombres, llenos de pilosidades en las duchas. La limpieza de las letrinas, que no sé si seguirá habiendo en ciertos Colegios Mayores, muchas veces era de lo más desagradable, y las numeraria y las auxiliares no se la dejábamos hacer a las chavalitas de la calle para evitarles el trago y que se quedaran a trabajar allí.

Durante la limpieza no se puede hacer más ruido que el de las máquinas para que la residencia no se entere de nada , porque" la Administración perfecta ni se ve ni se oye".

En las Administraciones grandes, a la vuelta de la limpieza, antes de pasar a la Administración, se cuentan los instrumentos para que no quede olvidado ninguno, lo que daría muy mala impresión.

Varios y final

Hablar de la Administración sería más largo de lo que mi tiempo permite para relatar tantos y tantos aspectos y detalles que se viven y que dicen mucho de las personas que trabajan en ella y el espíritu que la sostiene. Por eso, para acabar con estas pinceladas, quiero tocar de pasada algunas cosas sin detenerme demasiado a explicarlas: a buen seguro o tras personas se animarán a hacerlo.

En la Administración de las casas grandes es habitual que haya descansando, meditando o recuperándose Numerarias con problemas de salud, -también, mental, claro-, de vocación, etc. Hacen su vida un poco aparte, están tranquilas y si pueden, a veces ayudan en algún trabajo.

A las Numerarias se les puede pedir que dejen su trabajo para dedicarse a la Administración; teóricamente pueden negarse, pero es raro que lo hagan, pues sería demostración de mal espíritu. Generalmente, aceptan, ya que se suele plantear a las que por diversos motivos van a dar su conformidad. Para muchas, es un signo de confianza de la Obra con ellas, pues se supone que - aunque no se diga, obviamente- allí están las personas más buenas y sacrificadas del Opus Dei. Si te invitan a ir a Roma a desarrollar este trabajo, entonces es aún más prestigio para ti.

No he entrado apenas en este escrito en el tema del "señoritismo" que supone tener unas personas permanentemente a tu servicio y que a todo dicen que sí, ni al nulo trabajo doméstico que los Numerarios del Opus Dei, y que es absolutamente deformante y alejado de la gente normal que está de verdad en medio del mundo. Otras personas, espero, se animarán a hacerlo.

En la Administración hay no una ni dos ni tres, sino muchas Numerarias que están en la Obra porque no tienen otro modo de ganarse la vida, pero que lo dejarían todo si pudiesen tener un trabajo "externo" y normal. Se me viene a la memoria el caso de una, muy guapa, rubia y de ojos azules, simpática y bastante normal, que a sus treinta y pico años confesaba llorando que se quería ir pero tenía un problema de salud y así, y con su currículum vitae de trabajo interno, no podía encontrarlo fuera. Sé que un hermano suyo, también Numerario lo dejó, pero ella continúa dentro por no tener dónde ir. También a esta web han escrito otras Numerarias contando casos similares, que estarán en la correspondencia. Y lo mismo ocurre con las Numerarias Auxiliares.

En la administración de las casas grandes internas, en las que sólo viven las de la Obra, en general, se trabaja y vive bastante bien, exceptuando el aislamiento, claro está, de la sociedad y la vida normal. Por eso, cuando alguna pasa crisis de vocación se la suele mandar ahí a reponerse: la gente es más cariñosa y atenta que la de los Centros normales. Carmen Charo, en el escrito sobre su trayectoria vital, lo refleja estupendamente.

Las Numerarias dedicadas a la Administración son los comodines para atender las Convivencias, cursos de retiro, etc., pues ellas pueden dejar su trabajo y las que lo tienen "en la calle", no. Asimismo, ellas hacen sus medios de formación en otras épocas que no son el verano, porque pueden tomar las "vacaciones" sin depender de nadie más que la Prelatura. Es decir, que además de lo fastidiado de su trabajo, "descansan" cuando llueve, hace frío... Esos Cursos Anuales de invierno llenos de Numes que están en trabajos internos son tremendos, tristes, sombríos, nada reconfortantes. De vez en cuando, las mandan en verano para que no les entre la depresión y puedan seguir de burros de noria.

Para acabar, como regla general, diré que las personas que trabajan en la Administración, tanto Numerarias como Auxiliares, lo hacen con gran sacrificio por su parte, y que sin ellas sería realmente muy difícil que algunas realidades más o menos buenas de la Prelatura pudieran llevarse a cabo.

Vaya para todas estas mujeres mi agradecimiento y cariño por lo que aprendí de ellas, por los buenos momentos que me hicieron vivir, por las lágrimas que supieron enjugarme y por su ejemplo silencioso en tantas cosas.

A todas las que quise y me quisieron, haciéndome la vida un poco mejor, de todo corazón: ¡gracias!


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