Intento de ayudar al supernumerario Toti

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Respuesta a la llamada de Toti

Antes de nada quería decirle a Toti (y a todos los que nos leen y pueden esta en situaciones semejantes) que, siendo prácticamente la única ex-supernumeraria que escribe regularmente en la web (y no habiendo ningún ex-supernumerario que lo haga), me siento especialmente inclinada a intentar ayudar a Toti con mis palabras y con mi experiencia personal.

Voy a hacer algunas afirmaciones que intentaré explicar:


1ª) Por la experiencia personal (y ajena) de más de veinte años dentro de la Obra puedo decir que un/a supernumerario/a puede perfectamente ser feliz viviendo años y años, posiblemente la vida entera, dentro de esta institución.

Esto que es válido para los supernumerarios/as, creo que ya no será así para los asociados numerarios/as, agregados/as y numerarias auxiliares. En cuanto a esta categoría de miembros (porque la verdad es que no hay una vocación única en el Opus Dei), la aparición de dudas, inquietudes, malestar, es necesariamente señal de que se debe repensar seriamente la permanencia en la obra...

Pero la libertad y autonomía de la que gozan los supernumerarios y, sobre todo, el hecho de no haberles excluido de algo tan importante para la gran mayoría de los seres humanos como es la constitución de una familia, todo eso hace que la pertenencia a la obra no tenga forzosamente que afecta a la manera de ser, los gustos, los pasatiempos, las amistades, etc. Todo aquello que hace que cada uno desarrolle armoniosamente su personalidad, en vez de ser “formateado” en masa como sucede habitualmente con los miembros que se dedican enteramente al Opus Dei.

Hay excepciones al escenario que estoy describiendo; son aquellos que se acordó llamar “supernumerarios fanáticos”. Casi siempre marido y mujer pertenecen al Opus Dei y rigen toda su vida persona, familiar, social en ambientes “opus dei”, incluyendo en ellos a sus propios hijos. El mal que tales supernumerarios pueden causar a si mismos, a sus familias y, especialmente, a sus propios hijos es enorme.

Pero, por lo que Toti nos contó, a pesar de que en su familia haya muchos miembros de la obra, su mujer no lo es (lo que constituye una gran ayuda) y el mismo mantiene el discernimiento completo acerca de su situación personal, como prueba ampliamente el hecho de participar activamente en esta web.


2ª) Aunque un supernumerario/a pueda perfectamente ser feliz dentro de su estatuto, aun así es normal que –si no se dejó “fanatizar” por el Opus Dei – más pronto o más tarde detecte las múltiples contradicciones existentes en la obra, algunas de las de gravedad extrema (captación de “vocaciones de adolescentes y jóvenes” manipulándolos y escondiendo tales hechos a las familias; control absoluto sobre la vida de numerarios/as violando la intimidad de su dirección espiritual en la charla fraterna y hasta en la charla con el sacerdote; uso de todos los medios para recaudar medios económicos y financieros, bajo una capa de falta de transparencia; alejamiento efectivo en relación a los demás sectores de la Iglesia –parroquias, otros movimientos, etc – que son considerados inferiores.

Toti, por lo que cuentas tan abiertamente de tus inquietudes personales, te encuentras en esta fase de lleno; dejaste de creer que todo aquello que los responsables de la obra siempre de dijeron sea verdad, o, por lo menos, sea la “verdad completa”. Vas descubriendo –por tu experiencia personal y por la observación de lo que te rodea– que hay muchas, demasiadas contradicciones, para que continúes como antes yendo regularmente por un centro de la obra y participando en los medios de formación, en los que ninguna de tus dudas e inquietudes será resuelta porque te repiten y repetirán aquello que siempre dijeron y que es como un “casete” en la mente de los directores. Aunque tu director actual sea muy “comprensivo”, no pasará de eso, de ser “comprensivo”.

Te digo que durante años (en total, cerca de diez) hablé con diversas directoras “oportuna e inoportunamente” sobre esas contradicciones que yo también observaba, sobre esa tensión entre la obra y la Iglesia que yo consideraba injustificable, sobre esas exigencias “cuadriculadas” en el plano de la vida de los medios de formación, etc. Llamé la atención especialmente sobre lo absurdo que era que –teniendo mi marido y yo una profunda fe cristiana– la obra estuviese organizada de modo que separa los miembros de la pareja cuando toda nuestra sociedad revela la importancia de que estemos unidos en la vida cristiana, de hacer juntos nuestro camino en la fe.

Las directoras siempre me escucharon con “comprensión”, pero nunca admitieron la hipótesis de que algo tuviese que cambiar en la institución. Siempre era yo que no estaba suficientemente “impregnada” del espíritu del opus dei, por lo que debería esforzarme por conseguirlo.... Un ejemplo concreto: como desde que nos casamos, mi marido y yo comenzamos a participar en un movimiento eclesial de parejas, todos los años hacíamos un retiro espiritual conjunto. Yo contaba tal hecho en la “charla” y me decían de forma condescendiente que “ daño no me haría....” Tiempo después me insistían para ir a mi retiro de la obra y cuando yo respondía que ya había hecho un retiro ese año (por cierto, predicado por el obispo de la diócesis), me decían que ese retiro no tenía el valor de un medio de formación.

Esta situación y muchas más me conducirían a aquello que dices de ti mismo: te sientes como un “ex – miembro”. Pues yo me sentí así durante cerca de cinco, seis, o más años. Y poco a poco me fui desligando de las actividades de la obra, hasta que a principios del mes de marzo dije que no renovaría el día 19. La reacción felizmente fue tranquila y pacífica porque las directoras hacía mucho que habían entendido que ya no había nada que hacer.......


3ª) La gran ayuda para tomar la decisión de abandonar el opus dei y escuchar la voz de Dios en nuestra conciencia, sin dejar que esa voz sea acallada por el “ruido” hecho por las interferencias de los responsables de la obra.

Mi decisión de dejar la obra fue tomada con mucha serenidad, procurando que entre yo y Dios no hubiese obstáculos. Hace mucho que había dejado de “cumplir” las formalidades de la interminable lista de “normas de piedad” que sólo me causaban irritación, sobre todo porque eran básicamente dirigidas por el reloj: 30 minutos de oración; 15 minutos de lectura del Evangelio “y algún libro espiritual”; 10 minutos de acción de gracias; etc. Pasé a hacer algo muy diferente (que todavía ahora mantengo): entrar en una Iglesia o capilla y quedarme allí rezando, sin límites mínimos o máximos de tiempo. Preferiblemente, procuraba hacerlo cuando el Santísimo está expuesto y quedarme allí, muchas veces no pensando en nada concreto, otras veces presentando al Señor mis dudas e inquietudes.

Y poco a poco percibí que –en lo más íntimo de mi conciencia– no podía continuar siendo “cómplice” de tantos y tantos errores que veía eran cometidos en el opus dei y en nombre del opus dei. Percibí que en la Iglesia hay muchos caminos y que había terminado el tiempo de la obra para conseguir ayudarme. Al contrario de lo que nos afirman, la pertenencia a la obra puede ser temporal. Fue importante para mí en la fase de juventud; dejo de ser en la fase de vida adulta, de mujer casada, con hijos y con una profesión muy exigente. Yo veía eso claramente; el hecho de que las directoras no lo comprendiesen era un problema de ellas, no mío.


4ª) En la práctica el mayor obstáculo –a veces el único– a la decisión de salida de la obra es el recelo de lastimar a personas que nos son queridas: familiares próximos o también amigos que son miembros de la obra.

Lo que sucede contigo Toti, en lo que respecta a tu madre y hermanos, sucedió conmigo (en una escala más pequeña) por el hecho de tener una hermana numeraria y de que algunas de mis mejores amigas pertenecieran a la obra desde nuestra juventud. La reacción de pena de mi hermana y la tristeza de algunas de esas amigas fueron la única consecuencia negativa de mi decisión.

Creo que estando en casa de tu propia madre (y teniendo en cuenta su edad avanzada) este obstáculo será para ti mayor. Sinceramente te digo que, si fuese esa mi situación familiar, no sé si hoy todavía estaría “fingiendo” que pertenecía a la obra para evitar causar ese disgusto a mi madre. Este sí me parece un aspecto muy difícil. Que no tiene comparación con la decisión de los numerarios/as o agregados/as de salir de la obra aunque causando gran disgusto a sus padres. Ahí está la causa de su felicidad y, a veces, hasta su salud física y psíquica. Felizmente un supernumerario no corre tales riesgos, por lo que – como me sucedió – se pueden ir aguantando años de permanencia ficticia.


5ª) Para ayudarnos en este proceso de discernimiento, antes de seguir, sobre lo que pasa en nuestra conciencia, pero también en cuanto a las implicaciones externas de nuestras decisiones, es fundamental procurar la orientación espiritual de un sacerdote que no pertenezca a la obra y que esté bien considerado por su fidelidad a Jesucristo y a la Iglesia.

Poner nuestra alma en las manos de un sacerdote así, desligado de los “tics y manías” del opus dei es algo maravilloso (vale la pena leer el relato de Satur sobre su primera confesión después de salir de la obra). Todas aquellas “telas de araña” que la obra se encargó de colocarnos en la mente a lo largo del tiempo son limpiadas de una sola vez. Se siente claramente que nuestra “salvación” no puede depender de esas cargas farisaicas que colocaron sobre nuestras espaldas hasta ya no poder más. Vemos que seguir a Jesucristo es en lo esencial algo muy simple: vivir en su Amor, vivir de su Amor, esparcir su Amor a nuestro alrededor.

Para eso nada importa:

  • Cual sea la institución, movimiento, parroquia, grupo o cual la vida que nos conduzca en cada momento;
  • Si hacemos muchas o pocas “oraciones” cada día, mes o año;
  • Si tenemos más “criterio” que los otros en cuanto a mil y un asuntos de los que nos hablaron en los centros de la obra;
  • Si regularmente nos apartamos del mundo para aislarnos en unas casas de retiro lujosas de las que ningún movimiento en la Iglesia dispone.

Para eso importa antes:

  • Si nos despertamos y nos acostamos con la conciencia tranquila porque trabajamos, nos dedicamos a nuestra familia y lo hacemos por amor;
  • Si prestamos atención a nuestro matrimonio; “gastando tiempo” en conversar en pareja, procurando algún camino en la Iglesia en que podamos hacer algo juntos;
  • Si, siempre que podemos, nos acordamos de Jesucristo, de su ejemplo de vida, próxima a los más necesitados;
  • Y entonces descubrimos que el dinero que canalizábamos para la obra puede ser gastado: en una asociación de apoyo a madres solteras; en el fondo para ayuda de familias pobres de nuestra parroquia.....
  • Y que podemos y debemos contribuir a ayudar con la participación de toda la familia, a comenzando por los hijos mayores, aquellos que más sujetos están a la invasión consumista y egoísta de toda la sociedad, pero que en ningún caso debemos dejar que sean orientados por el opus dei que todo lo hará para “pescarlos” y hacer de ellos “carne de cañón”, como sucedió con una de mis mejore amigas que después de 13 años como numeraria salió de la obra sin nada, sin ninguna ayuda, con riesgo de poder atentar contra su propia vida (y esto pasó en el año 2001, en pleno siglo XXI, no fue en los años 50 o 60 del siglo pasado cuando la obra aun no se había dado cuenta de este género de problemas.....)


6ª) Quien se acerca a la obra puede recibir cosas positivas, es cierto; también es cierto que en la obra existen excelentes personas, como media, mucho mejores que en la generalidad de la sociedad. Pero es enteramente falso que quien deje de pertenecer al opus dei – sea cual sea el estatuto, tiempo de permanencia, responsabilidades ejercidas, etc – merezca por eso cualquier censura de Dios. Esa idea generalizada (dentro de la institución) constituye una mentira de los responsables de la obra y una enorme ofensa a la libertad de conciencia con que Dios nos creó y sobre la cual se asientan todas nuestras opciones fundamentales.

Así Toti, como nos pediste, expongo no sólo aquello que pienso, sino aquello que experimento en mi vida. Pediste en tu correo que los consejos dados fuesen de personas cristianas y yo quería dejar bien claro lo siguiente: la vivencia profunda, intensa, exigente, feliz, de la vida cristiana es aquello que orienta mi vida hoy como desde mi juventud. Por lo que, no soy cristiana a pesar de haber dejado la obra; sino, por ser cristiana tuve que dejar la obra, porque mi conciencia así me lo exigía.

Toti, como decías en el final de tu mensaje, es impresionante como un medio tan impersonal como es internet, puede servir de vehículo para transmitir nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos. Es lo que pasa conmigo en lo que acabo de escribir. Siempre fui enteramente sincera en los diversos testimonios que publiqué en esta web; pero, hasta ahora, nadie me había pedido que hablase especialmente como creyente. Fue lo que he procurado hacer. No guardo rencor en relación a la obra en lo que se refiere a mi persona, pero mis disposiciones son muy negativas cuando están en juego todos aquellos que sé que la obra hace sufrir inmensamente.

Desde que “formalmente” dejé la institución, camino en la vida con una ligereza, una serenidad, una alegría, que solamente la tranquilidad de conciencia – ante Dios y ante los hombres – nos puede conceder.

Con algunas lagrimas en el borde del ojo, tu amiga portuguesa

Marypt

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