El machismo del Opus Dei
Por Saturia Valentín, 17.07.2024
Esta vez me centraré en otro de los problemas crónicos del Opus Dei (en adelante OD): el machismo.
Ya sé que nada más leer esta palabra ya habrá habido algunos que se hayan echado para atrás. Todos tranquis, que soy una mujer de taitantos años y las moderneces me van lo justo. Ojalá se tratase de “esos pequeños micromachismos minicotidianos”, del manspreading, y del “derecho a no depilarse”. Qué más quisiera. No. No es un machismo de poca monta, de ir al detalle. Es un machismo de bulto. De bulto redondo...
El OD es machista y esto está más que demostrado:
- Si es que el machismo fuera o fuese establecer que las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres, en esta web se han dado pruebas de ello.
- Si es que el machismo consistiera o consistiese en considerar función específica de las mujeres (al menos de un sustancioso colectivo de ellas) el servicio a un colectivo de hombres, un servicio de tipo doméstico, pues qué nax, perdón, qué más se puede decir (en qué estaría yo pensando).
- Si es que el machismo fuera o fuese considerar a la mujer de una naturaleza inferior, de menores capacidades y carácter tornadizo, tengo varias pruebas también, unas fundacionales y otras de boca de los numerarios que en su infinita sabiduría me explican cosas.
El OD es machista institucionalmente, y eso está fuera de toda discusión.
También me parece evidente que al OD esto no le parece un problema, sino una “simpática” y cuasinecesaria peculiaridad. Una singularidad donosa y gentil. Inofensiva. Cuando planteas una de estas cosas, con la injusticia intrínseca que conlleva, lo primero es negar la mayor. En el mejor de los casos se encogen de hombros. ¿Algún atisbo de cambio, allá por el lejano horizonte? Qué risa, qué cosas más graciosas dice esta SaturiaValentín. El machismo es fundacional. Fun-da-cio-nal.
Prolegómeno: el tocino y la velocidad. De cómo hacer un revoltijo de churras, meninas y mininas.
Hay consideraciones fundacionales en torno a este tema, que, la verdad, para mí desbordan del tema del machismo. Se van de madre. Pero mucho. Se trata de una salida del tiesto importante, porque es una de esas cosas disparatadas que ponen en relación lo que nada tiene que ver. Me refiero a esto: el fundador solía hacer un paralelismo entre el servicio que prestan las mujeres al OD y el que prestan los hombres, equiparando lo inequiparable. Esto es, nax+administradoras VS. sacerdocio. A mí eso siempre me ha parecido comparar, no ya churras con merinas, sino churras con futbolistas (digo churras y digo futbolistas por ilustrar la comparación de algo que no tiene nada que ver, en ningún orden de cosas, que nadie se me afrente que no tengo nada contra la ganadería lanar ni contra el balompié profesional). O sea, ¿me estás diciendo que es lo mismo estar consagrado por un sacramento que imprime carácter que ser sirvienta? (si, sirvienta, con todas las letras. Es lo que son). Lo mismito, vamos. ¿Que es lo mismo ser gobernanta/ama de llaves/mayordoma mayor de la flota oceana, o como lo quieras llamar, que al fin y al cabo es un trabajo y nada más que un trabajo, que ser ordenado pastor de almas? ¡Ja!
Ojo, que no estoy diciendo que una cosa sea más o menos que la otra. No es eso. No. No voy por ahí. Lo que estoy diciendo es que son cosas de naturaleza distinta. Muy distinta. Y que por eso no procede comparación. Es como poner en los términos de una comparación a la geometría no euclidiana y al calorcito que hace hoy.
El servicio que prestan los sacerdotes en el OD está fuera de toda duda, y creo que no se ha hablado lo suficiente de ello (¿quizás porque no se ven muchos testimonios de este tipo de ex? Haberlos, haylos. Andesabránmetío, los pobres, me pregunto. No tiene que ser fácil). Ni es más ni es menos que el servicio que hacen las mujeres. Simplemente es otra cosa que no tiene nada, pero nada que ver. Dicho sea de paso, siempre me ha parecido muy fuerte que en aras de una supuesta necesidad de la Organización (sacerdotes ya tiene la Santa Madre Iglesia, y están al servicio de todos) se haya impulsado, persuadido y casi obligado (y sin el “casi” también) a una serie de personas, muchas, a recibir un sacramento que imprime carácter, sin tener vocación específica para ello. ¿Y cómo estoy tan segura de que no tenían vocación sacerdotal? Pues porque, paradójicamente, para ser recibidos en el OD, se les exigía lo contrario, no tener vocación sacerdotal, no querer ni haber querido ser sacerdotes, y mucho menos haber estado en un seminario. Yo siempre he pensado, que Dios me perdone la osadía, que ser sacerdote sí es una vocación específica. Llámame rara, pero creo que está mal, muy mal, exigir ordenarse sacerdote a quien no tiene esa vocación. Ni exigir, ni pedir, ni impeler, ni inclinar, ni dar por sobreentendido, ni ejercer algún grado de coacción, ni aun en grado leve.
(Hay un artículo muy interesante de Bienvenido sobre este peculiar “consentimiento” y las consecuencias del mismo, y a pesar de que me salgo un poco del tema, no puedo resistirme a reproducir esto: “El problema se complica más cuando se dice que “en la Obra la vocación de sacerdotes y laicos es la misma”, cuando la vocación de un laico es esencialmente distinta a la de un sacerdote. Además, en teoría esa vocación al Opus Dei es una vocación secular y laical. De ahí su insistencia en la santificación de las realidades terrenas. Entonces cómo es posible que un laico que solicita la admisión en la Prelatura y es admitido, que tenga esa vocación peculiar, que por lo demás coincide con la vocación de todo bautizado, resulta que al cabo de los años se ordena sacerdote. ¿Tiene vocación laical o tiene vocación sacerdotal? ¿Acaso Dios ha alterado la misma constitución divina de la Iglesia haciendo que la vocación al Opus Dei, vocación secular, laical, incluya la posibilidad de la vocación sacerdotal siempre que el Prelado se le ocurra llamar a un miembro del Opus Dei a las sagradas órdenes? Una persona ha de saber si tiene vocación al sacerdocio para ordenarse, en caso contrario, no debe ordenarse porque la ordenación sería no válida y por tanto nula. Esto es lo que la Iglesia ha dicho siempre. Sin embargo el Fundador del Opus Dei en el libro de Meditaciones V, llega a afirmar que “para nosotros el sacerdocio es algo accidental”, incluso llega a decir que los numerarios cuando se ordenan “cambian de trabajo profesional”, y esto es sencillamente o una novedad o una barbaridad teológica, por no decir otra cosa.”)
También está mal exigirle a alguien, o esperar de alguien (so pena de ser vista con ojeriza, de “mal espíritu”, ya tú sabes), que se dedique a una profesión determinada (no particularmente atrayente en el caso que nos ocupa, todo hay que decirlo), lo que también se hace en el OD. No obstante aquí ya no estamos hablando de orden sacerdotal, por muy poético que pretendiera ser aquello de comparar la bata blanca de las administradoras con el alba del sacerdote, y cómo ambos se revisten por las mañanas -que con estas mismas palabras se me explicó-, los unos para celebrar Misa y las otras… para empuñar la escoba y los trapos de limpiar (pero esto ya no lo decía la comparación oficial, se ve que quedaba mucho menos poético). Me parece un paralelismo abusivo y traído por los pelos. Ni son cosas comparables, ni se trata de quedar a pre, ni se trata de quién hace el servicio más importante. Sencillamente equiparar ambas cosas es un sinsentido. Una absurdez fruto del afán justificador del fundador. Un intento de tener contento al servicio otorgándole una importancia pseudosacerdotal. Puro peloteo. Un doramiento de píldora muy principal. Doramiento. Doro y miento.
La única coincidencia entre una cosa y otra está en el sustantivo empleado por el fundador (“servicio”). Pero es evidente que nada tiene que ver el etiquetado, lavado y planchado de ropa, con el etiquetado, lavado y planchado de… almas. (Toma ahí paralelismo guapo. Cero poético, lo reconozco, pero mucho más ajustado a la realidad.)
Como no tengo ninguna pretensión de hacer un trabajo sistemático, con esto del machismo me voy a limitar a hacer una enumeración de factores, que pivotan sobre:
- Decidir.
- Las numerarias auxiliares.
- La atención de los centros.
- Inferior calidad de vida.
- Inferior categoría.
- La libertad.
- La naturaleza femenina según el OD.
Decidir. Votar.
Las mujeres no deciden lo suyo propio. Otros decidieron hace ya tiempo lo que es mejor para ellas. Y ya de paso, todas las normas, grandes y pequeñas, que rigen su vida. Desde dónde tienen que vivir, hasta cómo tienen que vestirse, lo que tienen que comer o dónde y cuándo tienen que dormir...
A quien piense que exagero: si no recuerdo mal, en el libro de Mª del Carmen Tapia se describe como consiguieron, con grandes dificultades, que Roma les aprobase que pudieran vestir de manga corta. Que se lo aprobasen. La manga corta. En Venezuela. En los 60. Es de locos. Quien crea que eso no pasó por el filtro aprobatorio del fundador y sus adláteres, es que es demasiado ingenuo. Pues así todo. Todo. Todo está establecido desde tiempo inmemorial, desde los tiempos fundacionales, y todo es preceptivo: los bañadores con refajo fronto-lateral, la bata blanca para unas y el uniforme para las otras (recuerdo el relato que se me transmitió de cómo el fundador decidió ambas cosas), el color de las medias que has de llevar con la bata blanca o con el uniforme, las vajillas distintas, la ropa distinta, las camarillas, la longitud de las faldas y de las mangas (y luego de los pantalones), las medias hasta en verano, la cantidad de pie (si, pie, PIE, habéis leído bien) que puede quedar visible, consultas preceptivas por las cosas más nimias (siendo necesarias), normas que no tienen justificación alguna (por ejemplo, en mi centro de estudios no se permitía comprar compresas, había que usar las de su almacén, que eran de una calidad deleznable) … Es todo un sinsentido. Y todas estas normas, la mayoría, las impusieron en su día hombres, o pasaron el filtro de su aprobación. ¿Acaso alguien piensa que lo de permitir los pantalones, bien entrados los 90, (¡los 90!) no tuvo la venia expresa del Prelado? (y seguro que no fue fácil obtenerla, de todos es sabido que al fundador le parecía que mostrábamos “el globo terráqueo”. Eso lo recuerdo yo. Yo. Yo he visto la filmación de esa tertulia en la que lo decía. Me acuerdo perfectamente. Fue uno de esos fragmentos que posteriormente se eliminaron.) (Me pregunto hasta qué punto habrá llegado la poda de grabaciones, hoy en día. Habrá tertulias de las que no quede nada o casi nada).
Pues eso. Que la mayoría de normas las aprobaron hombres, directa o indirectamente. Y las ejecutaron mujeres, claro que sí (hubo y hay mujeres con mentalidad machista, y no pocas), con una fiereza inusitada. El que las ejecutoras sean mujeres no hace la medida menos machista ni la situación menos absurda. Ni cambia el que la vida de las mujeres del OD la decidan los hombres del OD.
Si algunas de esas cosas se cambiaron posteriormente es porque la vida, o como dice Mediterráneo, LA VIDA, con mayúsculas, se terminó imponiendo. Pero resistencia hubo, hay y habrá.
Por supuesto, lo de la elección del Prelado, que no se me olvida. Mucho menos van a andar decidiendo cosas importantes, las mujeres. Las mujeres no tienen derecho a voto en la elección del Prelado. Cuando sale este tema siempre te vienen con que es cierto, pero que sí tienen voz (así que no les tapan la boca, menos mal, mire usted qué gran concesión *con los ojos en blanco*, loados sean los señores electores), y que su opinión incluso se puede tener en cuenta y tal y cual. Lo que viene siendo depender de la buena voluntad de quien sí tiene derecho a voto. Lo que viene siendo no poder hacer valer su opción y depender del día que tengan los señoros votantes, si están receptivos a sugerencias o no lo están. Mira, mira la foto y no me vengas con pamplinas. Esos paisanos, todos cortados por el mismo patrón, esos son los que deciden que no puedes votar, pero no te quejes, que ya te puedes poner pantalones, qué más quieres. Qué querrán estas mujeres, es que no sé de qué se quejan, la verdad.
Las catetadas de la mandamasa, me dan la risa. Nos dan la risa. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oír. Que tanto el Vicario regional (o Consiliario) y el Sacerdote Secretario, que son hombres, numerarios, y presbíteros, mandan, y mucho, en la SM (Josef Knecht). Mira a ver si te lees los Estatutos, chata. Que la Asesoría, a la hora de la verdad, ni pincha ni corta. Tú sigue ahí, pensando que como ya hace algunos años se os permitió a las numerarias tener cuenta corriente, ya está todo bien. Plis plas, arreglado.
Las numerarias auxiliares
Las numerarias auxiliares (en adelante nax).
No tengo palabras, en serio. Es que no sé ni por dónde empezar.
Ya el mero hecho de que un señor, sacerdote por más señas, haya instaurado oficialmente que ser sirvienta de una casa, de una casa pretendidamente normal, donde viven seglares pretendidamente normales, es una vocación divina específica, me saca los ojos de las órbitas. Que este señor se predique inmerso en medio del mundo, se considere un adelantado a su tiempo, y lo haya establecido en pleno siglo XX, no tiene nombre. Que tal disparate perdure en el siglo XXI… Es que se me llevan los demonios. Es inaudito.
Es que me llamaba la atención hasta cuando estaba dentro (que me lo contaron cuando llevaba ya años de numerariez, así que algo de conciencia de que eso es raro, sí que había). Y eso que yo daba por sentado, ilusa de mí, que tenían su sueldo, su nómina y su alta. Vamos, lo contrario ni se me paró en mientes. Ni por el forro. Yo me fui del OD (me fueron) presuponiendo que las nax eran empleadas legales, cobraban, y cotizaban como las que más. Me he desayunado de lo contrario, como tantas otras personas, leyendo los testimonios de la web.
Que hoy en día las nax estén dadas de alta en Seguridad Social y se les pague un salario, a efectos del argumento que estoy tratando ME DA IGUAL. En primer lugar, el que todos los “defensores” de tal estado de cosas insistan, repetidamente, en que “ahora ya no es así”, implica que de toda la vida SÍ era así. Me da igual que ya no sea así. Me sigue sublevando. No sólo porque, además, en palabras de Mediterráneo, ni una sola, ni una, está de alta por las horas que trabaja realmente, ni cobra todas las horas, ni, en la práctica, pueden tener tranquilamente su dinero en el banco. El suyo. El ganado con el sudor de su frente (literalmente). Sino también porque, el que estén dadas de alta en Seguridad Social AHORA (que, como dice la misma Mediterráneo infinidad de veces, se han visto obligados, no les ha quedado de otra, en ningún momento han “visto” que hubieran obrado mal, y decidido “vamos a hacerlo bien”) … Este “ahora” ¿desde cuándo dura? Porque hay testimonios muy recientes, recientes digo, de quien era nax hace pocos años, y todavía no se las daba de alta ni se les pagaba sueldo. Incluso de menores. En los casi 100 años de la institución se ha dado de alta a las nax cuando se han visto obligados por factores externos. Y eso ha sido cuándo ¿en los últimos 5 años? ¿6? ¿7? Claro, claro, qué buena pinta tiene eso de tener esclavas domésticas durante décadas y décadas, hasta hace nada. Ni apariencia de desigualdad tiene. Es de una justicia prístina y refulgente.
Pero es que además, por grave que sea eso, que lo es, y mucho, la cuestión de fondo es otra: ser sirvienta es un trabajo, UN TRABAJO. ¿No es capaz de entender esto el paladín del trabajo profesional en medio del mundo, el intrépido adelantado a su tiempo? ¿Es tan difícil de entender? Que se le quiera dar importancia a un trabajo oculto, callado, y que facilita mucho la vida a los demás, me parece superbién. Muy requetebién. Todo lo que vaya en ese sentido tiene mi apoyo. Vamos a reivindicar a las sirvientas, y ya de paso a todo el servicio doméstico, del tipo que sea, a las madres sacrificadas, a los padres comprometidos, y a los abuelos/as que sacan adelante la vida cotidiana de las familias. Todo lo que queráis. Poco me parece. Pero es un trabajo, no una llamada celestial. Es una tarea, no una identidad. Ni siquiera una virtud. Es una profesión, de lo más profesional si la quieres profesionalizar (el profesionalizador que la profesionalice, buen profesionalizador será), pero no es una vocación específica de carácter sobrenatural. Tal consideración carece totalmente de sentido.
Si una nax, cual es la teoría, es un miembro más del OD y tiene la misma vocación que todos/as, esto es, es una cristiana corriente que según la versión oficial (aka “la tapadera”), se santifica en su vida ordinaria con su trabajo, el servicio doméstico, pues entonces no hace falta instituir las nax. Eso pueden hacerlo numes, agdas, supers, o nada en absoluto (siempre en femenino, bien entendu, estamos “razonando” dentro de la mentalidad fundacional).
Si por otro lado estamos hablando de una cristiana que se santifica específicamente con ese trabajo como servicio necesario e imprescindible para el OD (criterio fundacional más arriba relatado), entonces… ¿Por qué no hay también la nadmin? La administradora también da ese servicio en el OD. Es igualmente necesaria, hace un servicio a la Sección de Varones (en adelante SV) de tipo doméstico, de la misma naturaleza que el de la nax. También el fundador vio su necesidad. Tendría que haber establecido una vocación específica de nadmin, y no el trabajo profesional de administradora, que se puede coger y se puede soltar. La numeraria puede dejar de ser administradora (por difícil que sea en la práctica, poder, puede), no lo tiene en su ADN sobrenatural como la nax. (Nunca una nax será otra cosa. Ni siquiera “promocionará” a administradora. Criterio dixit.)
Y, ya que es así, que la nax existe porque se trata de un servicio necesario para el OD, ¿por qué no se hace con otros servicios igualmente necesarios? ¡Anda que no hacen falta en el OD servicios! Un servicio de cuidadoras-asistentes/enfermeras, sin ir más lejos. ¡Con la cantidad de gente mayor que hay para atender! Cada vez más. Y teniendo taitantosmiles de miembros, ¿no les hace falta un servicio médico? Y toda esa gente, ¿no come? ¡Pues habrá que instaurar una vocación diferenciada! (gracias doy al Cielo de que nadie lo haya “visto”, porque entonces me habría tocado). ¿Y no se trasladan? ¿Por qué no hay vocación de numes dedicadas al transporte? Y ahora que lo pienso, ¿no era una necesidad perentoria “envolver el mundo en papel impreso”? ¿Por qué no hay numeriodistas?
Sí existe la nax, una subespecie de nume identificada y definida por su profesión. Pero no existe la nadmin, ni la nenfermera, ni la numeproveedora. Si la nax tiene sentido por el servicio a los miembros, un servicio que se considera necesario, la nenfermera tendría todo el sentido, dado que siempre hay y habrá enfermedades y gente mayor, y la numédico también. Y ya que hace falta comer (necesidad de la que son conscientes y por eso se creó “Gestoría” en todas sus formas en las distintas deles), ¿por qué no conseguir los productos desde su origen? Y de ahí nacería el nagricultor y el nganadero (vamos a poner que también los chicos tienen que arrimar el hombro). Y ya que se necesitan casas y por eso existió (¿aún existe?) “Incodesa”, pues habrá que establecer las vocaciones específicas de ncarpintero, nherrero y nalbañil. Y nchófer. Y nmecánico. Y nelectricista. Y así sucesivamente. Todas con una llamada divina muy concreta, específica. Hay que llevarlo en el ADN de la propia vocación. No se vale ser nchófer por la mañana y numeriodista por la tarde. No se puede pasar de nagricultor a nelectricista. (Vale. Voy a dejar de divertirme ya).
Ah, ¿que no se trataba de numerarizar lo que son simples profesiones? Pues es que ser sirvienta es meramente eso, una profesión. Y una que no imprime carácter. Como mucho algunos días te puede poner de mala leche (de mal carácter). Pero un status sobrenaturalmente establecido, no es.
¿Podemos hablar ahora de que el modelo de vida en los centros es un modo de vida rancio y caduco? Es otra cosa que me saca los ojos de las cuencas. En OL se ha hablado del tema, y, según varias fuentes, el fundador tomó el modelo de lo que vio en casa de la marquesa de Mac-Mahon, donde servían doncellas de guante blanco y uniforme negro con cofia, puños y delantal almidonados. ¿En serio? ¿En serio? ¡A ver si va a ser verdad que lo de vivir como marqueses no era tan sólo una expresión! ¿Es este el modelo de cristianos corrientes en medio del mundo? ¿Este? ¿Es esta conducta y estos modos marquesiles de lo que hemos de tomar ejemplo? ¿Es esta gente la que tiene que orientar la vida de los demás? Seguro que no dan ningún consejo descabellado, como, yo qué sé, que para hacer la oración de la tarde basta con decirle a tu secretaria que no te pase llamadas durante media hora. (De dónde habré sacado yo este ejemplo, qué cosas me invento. Gervasio: ver punto 3º) ¿Es lo corriente en las casas en la segunda mitad del siglo XX tener un servicio interno del calibre del que han tenido? No hablo de ahora, aunque hay centros en los que todavía les dura. (y ya les gustaría continuar de igual modo generalizadamente ¡anacronismos a ellos!). Pero lo cierto es que actualmente es insostenible debido a la escasez de nax, y porque al servicio externo le daría la risa floja si les hacen ponerse cofia, delantal y guantes para servir la mesa. Eso si no salen corriendo por sospecha de fetichismo.
¿Podemos hablar también de este problema, generalizado en el OD, que está en el origen de todo ello? El de que las inclinaciones, opiniones, vivencias particulares, y el modo de ver las cosas del fundador (anclado en la primera mitad del siglo XX español), se convirtieron en norma en el OD. Por este derrotero hay cosas extremadamente mal hechas, como dar valor a la imitación de costumbres de su familia (y ya que estamos, a personas de su familia). Proyectar su personalidad en todo: las normas de piedad, la decoración de las casas, el apostolado de la coacción, el reglaje milimétrico de las vidas… El fundador estaba impregnado de pareceres que responden a su carácter, a su paisanaje, a su experiencia social, a sus frustraciones particulares. Estos pareceres tan personales se imponen por encima de todo. Por encima de la realidad social. Por encima de lo que es justo. Están por encima de las personas. Por encima de las circunstancias de esas personas. Como producto de ello, se dan actuaciones muy injustas, incluso crueles (hay testimonios de nax en esta web y fuera de ella que ponen los pelos de punta), Y un profundo anacronismo en el estilo y el modo de actuar que impregna el OD hasta hoy en día.
Aquilina aúna muy bien el sinsentido de que ser nax sea una vocación específica y la adopción de ese modo de vida trasnochado: “Ahora, no tengo problema en admitir que esto haya pasado por las circunstancias históricas en las que vivimos hace 50, 40 o tan sólo 30 años. En cambio, que esto sea voluntad de Dios, dentro de una institución que se jacta de haber llegado con cien años de antelación, no lo admito en absoluto, y me escandaliza que sigan con este argumento –con el que pretenden además seguir con esta praxis- como si nada, atrasando parece que al infinito el momento de pedir perdón y reconocer tanto mal provocado.” Los recientes acontecimientos de Irlanda, ponen de manifiesto la actualidad de este enunciado.
Hay un aspecto de las nax que explica muy bien Gervasio (siento no encontrar el artículo ahora): a las numerarias dedicadas al servicio doméstico se las instrumentaliza. Ellas no han de ejercitar el apostolado en el medio del mundo, en su profesión y desde su profesión. No se busca de ellas que ejerciten el apostolado propio de su profesión, sino que sean útiles lavando, planchando, cocinando y limpiando. Las nax se limitan a fregar, cocinar, coser, hacer la colada, servir el comedor, abrir la puerta, etc., en el mayor silencio posible. Se busca su utilidad, pero es esta utilidad lo que les impide hacer apostolado. Hacen el mismo apostolado que la lavadora, la plancha y el aspirador juntos. Con el resto de profesiones no se permite esto.
Como seguramente más de una y más de dos se dieron cuenta de este sinsentido (que parece una tomadura de pelo), pues entonces se inventó aquello tan lucido del “apostolado de los apostolados”, una cosa muy poco esquizofrénica que cualquiera puede entender. Cero alienante. Qué pena y qué lástima que ese apostolado tan de ahí, al fondo, pero que muy en el fondo, coincida tan exactamente con la conveniencia de una serie de personas que viven considerablemente cómodas, siguiendo el modelo marquesil. Si no, hasta hubiera colado.
Balzac lo expresaba así de crudamente: “La mujer casada es una esclava que hay que saber poner sobre un trono.” (en Fisiología del matrimonio). Pues esto es lo mismo. La nax es una esclava atada a un centro, una esclava de la gleba. Para que esté contenta y no dé guerra, vamos a decirle que ella es la más importante. Verás qué bien.
Vamos a hablar claro. El problema de fondo por el que no se rectifica con las nax, ni en el concepto general ni en los casos particulares, es tener que reconocer:
a) que este modo de vida de “familia bien” (pero muy requetebién) responde a un particular deseo del fundador, a su estilo personal;
b) que hay que aggiornarse, porque esto ya no se ve por el mundo;
y c) sobre todo, que el origen de las nax se debió a razones puramente prácticas. Pero en su momento se inventó, por conveniencia, y se sigue defendiendo, que la razón de su origen, y de su mismo ser, es sobrenatural.
Bonus: d) Ah, claro, y ya de paso, que no vale con decir que te has equivocado y ya. No. Reconocer que te has equivocado implica reparar. Y reparar es caro. Da “mala imagen”. Sobre todo cuando has estado justificando durante años lo contrario por activa y por pasiva. Y se te queda una cara de tonto…
La atención de los centros
Enlazando con lo anterior, está presente en el fundador el concepto de que los hombres tienen que ser servidos para que perseveren en el OD. Y la práctica. (Véase que no me lo invento: ¿Dónde están los varones?)
Vale. Vamos a cambiar “que tienen que ser servidos” por “que estén bien atendidos”, que es una expresión parecida (como de la generación de mi abuela) y así parece menos. Tanto me da. A lo que voy es a que este es el fundamento de la fundación de la Sección de Mujeres (en adelante SM)…
En cuanto al origen de las nax, está clarísimo. Aquí nos ilustra Mediterráneo profusamente sobre ello. Viene diciendo que a buenas horas la aristocracia de la inteligencia iba a plancharse las camisas, eso hubiera durado dos telediarios. El fundador lo vio claro, clarinete: o hay buen servicio, o esta gente tan escogida se me va.
Yo aún voy más allá. Tengo para mí que toda la SM nació para servir a la Sección de Varones (en adelante SV). Es la razón de que se creara. Para que fueran el servicio. Estoy convencida. Porque, vamos a ver, estamos hablando de una época (1930 fundación de la SM) en la que ni la ley, ni la costumbre, ni la educación, ni nada de nada equiparaba a las mujeres con los hombres, y mucho menos su papel. Los hombres, caso de ser de familia bien, hacen estudios superiores y acaban siendo que si abogados, que si arquitectos, que si médicos y profesiones de ese pelo. Si no estudian, porque no tienen posibles, se forman en el oficio/trabajo que sea, como aprendices o similar, y se hacen carpinteros, mecánicos, albañiles, ordenanzas… (estamos hablando de ámbitos urbanos). ¿Y las mujeres? Pues las señoritas de buena familia no hacían nada. Un barniz educacional para que fueran instruidas y complacientes, lucidas, para matrimoniar lo mejor posible. Las demás, sin barniz educacional y con la notable diferencia de que trabajaban duramente en su propia casa o en otra (criadas, costureras, cocineras), mientras intentaban casar. No elegían nada, ni en la esfera privada ni en la pública. No se contemplaba la normalidad de que trabajasen. Si por el motivo que fuese se las permitía trabajar fuera de casa (“se las permitía” es literal), era exclusivamente en trabajos “femeninos”: maestras, secretarias, enfermeras, bibliotecarias. Y eso hasta casarse, momento en que pasaban a atender su casa. Una vez casadas, se acabó. Y si tenían la “desgracia” (para la mentalidad de la época) de no casarse (ser unas “solteronas”), pues podrían continuar en dichos trabajos (las menos), o asistir a sus padres, servir, o llevar alguna casa, la de un familiar, una tía mayor, o un hermano sacerdote.
En medio de ese ambiente social e ideológico, en ese caldo de cultivo ¿De verdad alguien cree que en 1930, de repente, tras haber dicho que no habría mujeres ni de broma en su OD, el fundador va y crea la SM en pie de igualdad con la SV? ¿Que también consideraba a las mujeres “aristocracia de la inteligencia”? ¿Que las iba a mandar a la universidad a dar clases? ¿Que las iba a poner a dar conferencias en el CSIC? ¿Que quería que dirigieran bancos y fuesen ministras? ¿No encaja más, mucho más, que las encuadrase como mujeres no casadas que iban a ocuparse de llevar las casas?
En realidad eso tiene todo el sentido, y cuadraría muy bien con lo que he dicho más arriba, en el punto 2. Esto es, que el fundador haya establecido nax desde un inicio (originalmente “numerarias sirvientas”), pero que no existan las nadmin. Porque inicialmente la vocación de toda la SM (sólo había numerarias) era realizar este servicio. Las unas como sirvientas, y a esas las tenía amarradas con el refuerzo de una vocación específica (como bien explica Mediterráneo en el artículo linkado más arriba). Las demás como gobernantas (puedes llamarlo “administradoras”, que suena mejor, pero gobernantas es lo que son). En la mente del fundador hacían falta, para los centros de sus chicos, unas sirvientas y unas organizadoras del hogar. Y coge el modelo organizativo que más le gusta, del que ya hemos hablado en el apartado anterior (el marquesil). Por eso surge la SM y durante muchos, muchos años, ni siquiera se planteó que las mujeres hicieran otro trabajo.
Así que eso que “vio” en 1930 fue algo así como: “este problema que tengo con el servicio de los centros de mis chicos, lo resuelvo metiendo en el OD a sirvientas y a unas gobernantas que manden a las sirvientas y me lleven la casa.” Una vez más, mucho menos poético y trascendente que lo que se vendió a posteriori. Eso se fundó así, tal cual, aunque luego haya habido que vestirlo de lagarterana para que fuera más lucido.
Yo no sé si fue porque se vio que no todas las señoritas instruidas iban a asumir pacíficamente ese rol de buenas a primeras, y había que tener algún otro modelo a mano, o porque le estaban pitando mujeres que ya estaban trabajando (obviamente como secretarias, asistentes y similar, trabajos “femeninos”), el caso es que años después sí que se admitió a algunas mujeres con trabajo externo. Eso sí, siempre dispuestas a dejarlo todo por el servicio a los centros (curiosamente siguiendo el modelo del matrimonio: que si pitaban, dejaban de trabajar fuera y pasaban a servir “en casa”), como administradoras o en otro trabajo interno. Qué casualidad, ese momento siempre acababa llegando (más bien pronto que tarde). Esto no modifica, más bien viene a abundar, en que el origen de la SM fue por la necesidad de servir a la SV, y concretamente para organizar y realizar el servicio doméstico de los centros de varones.
He leído en esta web y en más de un libro varios testimonios de que el fundador, en Roma, presumía ante las visitas de ser servido por mujeres con estudios, licenciadas, que habían dejado el ejercicio de su carrera para servir en aquella casa.
Inevitable el paralelismo con las funciones de la sección femenina de falange, que señala Josef Knecht, si bien hemos de señalar que ésta se fundó cuatro años más tarde que la SM. ¡A ver si va a ser verdad que el fundador era un visionario y un adelantado a su tiempo!
No soy la única que tiene la certeza de que el fundador no podía tomarse a las mujeres en serio como iguales a los hombres varones de su Instituto (Michael Wals realiza esta afirmación en el contexto de las aprobaciones vaticanas buscadas en 1950). Del mismo autor, sobre lo que espera la organización de las mujeres que ingresan en ella: Una parte separada de la Constitución de 1950 estaba dedicada a la sección de mujeres (una práctica abandonada en la nueva Constitución), en la que no se contempla que las mujeres lleguen a una gran superioridad. Las tareas que Escrivá anotó en el párrafo 444 eran firmemente tradicionales. Se esperaba que los miembros femeninos del Opus Dei asumieran tareas como las de dirigir casas de retiro, publicar "propaganda" católica ("escrita con la ayuda de los editores"), trabajar en librerías o bibliotecas, instruir a otras mujeres y "alentarlas en la modestia cristiana" promoviendo la educación de chicas -aunque aparentemente sólo en escuelas de un solo sexo-, enseñar a las mujeres campesinas "tanto la destreza apropiada como los preceptos cristianos" y preparar a sirvientas para el trabajo doméstico, empeño principal para los miembros femeninos del Opus y una significativa fuente de reclutas. Y también tenían que cuidar de las capillas (párrafo 445). Que me aspen si no es clavadito a lo que hacía la Sección femenina de Falange.
Otro dato revelador de que las mujeres en el OD no nacen en pie de igualdad con los hombres: cuando ya había hombres casados en el OD, no había ni podía haber mujeres casadas. Todas tenían que ser célibes y dedicadas al servicio de la estructura OD. Refiere Carmen Tapia que le dijo Guadalupe Ortiz de Landázuri: “Pregunté si no podría ser yo un miembro del Opus Dei, pero de los casados, ya que en el Consejo de Investigaciones Científicas [ella era secretaria allí] había hombres del Opus Dei, pero casados. Abiertamente la respuesta de Guadalupe fue que no.
-Habrá mujeres casadas, quizá, pero no se sabe cuándo. -Y agregó-: Ésa no es la vocación para la que tú has sido llamada.”
Resumiendo: hombres casados, sí. Mujeres no. Ya si eso luego, más tarde, pero ¿cuándo? No se sabe. Incluso pudiera ser que ese momento no llegara nunca. Estamos hablando de año 1948. La SM hacía 18 años que existía, y aún estaba exclusivamente para servir a la SV y a la propia estructura del Instituto. Que pudiera ser otra cosa, (qué sé yo, voy a decir una locura: ¿el equivalente de la SV pero en mujeres?), no se planteaba ni de lejos. Ni por las propias mujeres que estaban dentro.
Es Isabel de Armas en su libro “Ser mujer en el Opus Dei” la que nos ilustra que a finales de los años 60/principios de los 70 empezó a haber mujeres en la SM, unas pocas, que no trabajaban asistiendo a los centros. Esto es, casi 40 años después de su fundación (*ojos en blanco* nada más que 40 años hicieron falta para empezar, sólo empezar, a admitir que podría ser que algunas, unas pocas mujeres, trabajasen fuera del hogar). Y eran pocas, poquísimas. Casi únicamente en las grandes ciudades. Tampoco valían todos los trabajos (las más eran profesoras). Isabel de Armas era una de ellas (era periodista), la única de su centro. Se le dijo muchas veces, y así lo refleja en el libro, que con ella lo estaban haciendo a posta, lo de dejarla trabajar fuera. Era una ramificación funcional tolerada para atraer a otras profesionales, mujeres de cierta formación y nivel social, y para poder decir, de puertas afuera, que no todas las mujeres del OD hacían trabajo doméstico o interno. Vamos, lo que viene siendo el video del carnicero, pero en señorita con profesión fuera del hogar. (*modo irónico on*) Tanta modernez me apabulla, en serio, maravillada estoy, pero cuánto progresismo y cuánta igualdad igualitaria equivalente en su equivalencia ¡no doy crédito a tanta modernez! unos adelantados a su tiempo (*modo irónico off*). Un dato: llevaba mi señora madre 15 años en el ejercicio de su profesión, trabajando de lo lindo tras sacarse los correspondientes estudios, cuando llegaron a la SM las pionerísimas del trabajo profesional de la mujer fuera del hogar. Es que me mondo.
Como muestra: “Es que demasiados de los casos que te proponían como doctrina, como modelo del deber ser, eran nimiedades; temas muy huecos, artificiosos y carentes de contenido, o con un contenido tan pobre que venían a ser puro adorno, en tanto cuestiones de mayor peso específico -por su valor social o ético-, se pasaban por alto. Supongo que, en gran parte, esto era consecuencia del mundillo especial y cerrado en el que nos teníamos que mover un montón de mujeres y al que había que hacerse; un mundo estrecho, creado por monseñor Escrivá con una finalidad concretísima: que la intendencia y la administración de las casas de la Obra funcionaran al nivel y de la forma que él tenía previsto. Todo lo demás importaba mucho menos o ni tan siquiera importaba. Que sus hijas "le cumplieran las normas" y que sirvieran como era debido (en limpiezas, manduca, orden, decoración...), esa era la finalidad principal, y entre quienes tenían un probado "buen espíritu", eran elegidas las que, liberadas de la ejecución directa de estas tareas hogareñas, se dedicaban a dirigir, es decir, a hacer que otras las hicieran.
El que hubiera numerarias con otros horizontes e inquietudes se toleraba con reparos -como algo que no había más remedio que contar con ello porque el mundo de la calle iba por ahí y tampoco se trataba de perder clientela-, pero no se impulsaba lo más mínimo. A partir de los años sesenta sí comenzó a fomentarse el que las militantes que eran universitarias se prepararan para ser profesoras de los colegios que la Obra comenzaba a abrir en cadena.” (Isabel de Armas - Ser mujer en el OD cap. 2)
La organización de los centros estilo marquesil, querida por el fundador, amén de profundamente injusta (eso por lo visto no importaba), ha sido causa de grandes inconvenientes organizativos y estructurales. No entiendo cómo una mente tan esclarecida, nacida 100 años antes de tiempo, no fue capaz de prever los problemas que le iba a originar. Hubiera sido mucho más fácil que la atención de los centros masculinos la hicieran ellos mismos. Inicialmente habría sido necesario cierto aprendizaje y organización, pero una vez establecido, se hubieran evitado muchos quebraderos de cabeza: teléfonos internos, dobles puertas, distintas entradas a un mismo lugar, llaves internas, dobles llaves, turnos, galerías subterráneas, instalaciones rarunas, huida de zonas a determinadas horas (incluyendo precipitaciones por la ventana con el consiguiente descalabro, según se ha descrito en esta web)… Tantas rarezas estructurales y organizativas. La incómoda sensación de que no estás en casa en tu propia casa, de que no puedes decidir nada de tu vida cotidiana (qué comes, cuándo, dónde, si te lavas unos calcetines para mañana). Encargándose ellos mismos, no habría problemas de comunicación, y los residentes hubieran tenido palabra en la organización de su propia casa. Seguro que sentirse como una familia y sentirse a gusto en tu propia casa también tiene que ver con eso. (Uy, y además se hubiera ahorrado tener que admitir mujeres en su OD. Esos seres insensatos y caprichosos que tientan a la aristocracia de la inteligencia. Mira qué bien).
¿Queremos coger el todo por los cuernos y admitir de una vez que ya no es posible, YA NO, organizarse de esta manera? ¿No hay manera, de verdad, de verdad, que los centros de varones los atiendan varones? Vamos a ver. ¿A alguien le parecería normal que los señores numerarios no aprendan a conducir, y sean llevados y traídos todos los días por chóferes particulares dedicados específicamente a eso? Pues si eso no se plantea ni se ha planteado nunca, porque es ridículo, en el mismo orden de cosas, es necesaria una autosuficiencia concordante con tus necesidades. Mucho más cuando se trata de necesidades tan básicas como hacerse de comer, lavarse su propia ropa o limpiarse su propia casa. Vamos, lo que viene siendo lo normal: que una persona normal y educada sea autosuficiente, y se haga la compra, y se cambie las sábanas de su propia cama, y que, mejor o peor, se limpie su propia porquería. Y si no sabe, aprende. Y si algo se le resiste, pues para eso creó Dios las tintorerías y el roomba, y la sección de comida preparada del Mercadona. Sin embargo pasan los años y sigue sin ser así: los numerarios del OD, de ordinario, no saben ni lo básico de las tareas domésticas (y si lo saben es porque venían aprendidos de casa. De la casa de su familia de sangre. Testimonios no faltan.) Yo he visto ejemplares que no saben ni hacerse un café. El siglo XXI ni está ni se lo espera.
A mí me parece que la realización de las tareas del hogar por parte de los numerarios no sería sino beneficiosa para ellos mismos y para la dirección de almas que realizan: ganarían en autoconfianza, y evitarían muchos de los disparates que dicen al orientar a los demás. (y lo mismo vale para las numerarias señoritingas, dicho sea de paso).
Otra cosa que tampoco entiendo muy bien, en cuanto a las mujeres en el OD, cambiando un poco de tema, es que se haya “fundado” una “sección” para las mujeres. Una sección. No lo entiendo en el sentido de que no entiendo la necesidad de la fundación, de crearla. Es decir. El OD ya existía, ¿no? Ya estaba fundado. (Es casi como la fundación de Caracas por D. Rodrigo Díaz de Carreras. Que la fundó en pleno centro de Caracas ¡que ya estaba fundada! Y no lo viooo… Les Luthiers, una vez más. No puedo evitarlo. Sigo)
Bueno, entonces decíamos que ya había OD. Pues si de repente ves que también las mujeres pueden ser del OD, que también pueden las mujeres santificarse en su vida ordinaria etc., por qué no, lo que viene siendo la teoría de lo que es el OD (véase la Tapadera), con abrir la admisión a mujeres, asunto concluido. Ya está. En el mismo OD que ya tengo fundado, que entren mujeres, lo mismo que entraban hombres. En otros centros, si quieres, por aquello del celibato y tal. ¿No van a hacer lo mismo? ¿No van a santificarse en el mundo, con su trabajo, con su vida ordinaria, igual que los que ya tengo dentro? ¡Pues nada, que entren, que entren! Pero no. Eso no fue así. No entraron mujeres en el OD que ya había. Cómo iban a entrar mujeres en el OD, como iguales a los miembros que ya había, si las mujeres no van a hacer lo mismo que hacen los hombres, sino que van a ser sirvientas y amas de casa para los chicos. No son iguales a los chicos, qué disparate. Las mujeres vienen porque hace falta tener servicio, si no, no vendrían. No vienen a hacer lo mismo que ellos. Entonces no las puedo meter en el mismo lugar. Tengo que fundar “otro OD” para ellas.
En el mismo orden de cosas, cuando al fundador le pareció que también los casados podían ser admitidos en el OD, y estamos hablando del año 1947 (un poquiiito lejos de la fundación en 1928), sencillamente los admitió y ya. Vale, se inventó la especialidad “supernumerario”, pero no creó otro OD para los casados, entraron dentro del mismo. No le hizo falta crear nada. No existe la fiesta de la creación de los supers y sí la fiesta de la creación de la SM. No existe la SC (sección de casados). No creó la “Sección de Casados del OD”. Mutatis mutandis quiso que hubiera, dicho mal y pronto, “clase trabajadora”, y sencillamente los admitió (oblatos) (he dicho “dicho mal y pronto”, ya sé que esto admite matizaciones muy importantes). No creó una nueva sección “obrera”. Tampoco creó los “nobs” (numerarios obreros). Sin embargo quiso admitir a mujeres y creó la Sección de Mujeres del OD. Quiso tener sirvientas y creó las numerarias sirvientas. No tiene sentido ninguno. No, si no es que consideraba a la mujer “otra cosa”. Algo que desde luego no era equiparable a sus chicos. En la mente del fundador, la mujer no es el miembro del OD estándar, el miembro estándar son “mis chicos”. Las mujeres son otra cosa, algo aparte, y, sobre todo, no vienen a hacer lo mismo, vienen a hacer otra cosa radicalmente distinta. Vienen a servir.
Al tener esa visión, se complican las cosas innecesariamente con la fundación de la SM. Porque, a ver si me explico: ya existía el OD. Y luego funda la SM. Entonces tenemos el OD propiamente dicho, que estaba de antes, y la SM, que es un cuerpo nuevo. Espurio. No es el OD como tal. No es propiamente el OD. Si fuera propiamente el OD no habría tenido que fundarlo. Lo de los chicos era sencillamente el OD. Pero lo de las mujeres, es como si le hubiera salido un grano al OD. No es nada coherente y se presta a confusión.
Toda esta incongruencia viene de lo que es la SM, con qué motivo se funda: es el servicio. Pero también es fruto de considerar a las mujeres aparte, como si lo correcto fuese definir las cosas desde el punto de vista masculino, y todo lo que venga después es un añadido. Como cuando se habla del “tema de las mujeres” o “la cuestión femenina”. Como si no fuéramos la mitad de la humanidad (algo más, en realidad). Como si no fuésemos personas normales, o cristiandad, o Iglesia. Como si no fuéramos humanos estándar.
Veamos cómo lo hace la Iglesia (mutatis mutandis). Todos pueden ser de la Iglesia. Hombres, mujeres, casados, solteros, pensionistas, niños de pecho y militares sin graduación. No hay sección de mujeres. ¿Sabes dónde hay secciones de hombres y secciones de mujeres? En las órdenes religiosas. Ah, vale. Acabáramos. Quizás hemos llegado a un punto que nos aporta algo de claridad. Así que la mentalidad fundacional era: “voy a resolver el problema del servicio en las casas de mis chicos, creando una orden femenina cuya función sea esa”. Y ya de paso, a mayores, ponemos otro clavo en el ataúd de la supuesta secularidad de los miembros célibes del OD.
No quiero terminar este apartado sin dejar de mencionar que, si la Prelatura es lo que es, cioè, una asociación de clérigos, ninguna mujer, absolutamente ninguna, es miembro del OD. El último anuario pontificio, por si hubiera dudas.
Inferior calidad de vida
Los hombres del Opus Dei tienen una calidad de vida muy superior a la de las mujeres.
Leyendo testimonios en la web me ha asombrado mucho, muchísimo, las cosas que cuentan los chicos de su vida dentro. Flipando en colorines, así me quedé. Alucino con los cohetes. Para mí eso son fantasías animadas de ayer y hoy. Ya os digo yo que la vida de las numes, agdas y supers es mucho más dura que la de sus homólogos masculinos. A las nax ni las meto en esta comparación, porque, vamos, eso es, como muy acertadamente denominó Robredal, diamantes de sangre hechos con vidas humanas. Ya se sale de la comparación. Se me rompe la gráfica.
Voy a enumerar las diferencias que más me han llamado la atención...
- Los sitios en los que hacen sus cursos anuales. Os voy a decir dónde hice yo los míos: colegio de fomento vacío por el verano, colegio mayor vacío por el verano. Ya está. Los seis. ¿Nunca fui a una casa de esas que son un chalé con piscina? Claro que sí, dos veces. A sendos cursos de retiro en pleno invierno. Una casa de las pequeñas, de las que tienen un jardín que no puedes pasear porque te sales. Disfrutón total.
- Las casas donde viven mujeres normalmente no tenían administración, o tenían mucha menos, o era externa (excepción hecha de Delegaciones, Asesorías y demás, of course). Las mujeres, aunque tengan algo de administración, realizan muchas tareas domésticas. Muchas. Y de un modo bastante absurdo y alienante. Es normal que se levanten a las seis y media de la mañana y limpien toda la casa antes de la oración de la mañana. Es normal que sean instruidas en las tareas de administración, como parte de su formación, porque es inherente a toda mujer (¡birria de mujer serías, si no sabes hacer eso!), y en cualquier momento se les puede pedir que dejen su trabajo y “se pasen a la administración”, estando muuuuuuy mal visto negarse. Ojo, que no estoy reclamando “yo también quiero vivir como un marqués” (caería en lo mismo que critico). No es eso. Únicamente estamos comparando grados de bienestar. Y en esta comparación, los unos son servidos y las otras son… “las que tienen que servir”.
Aquí nuestro amigo Satur lo cuenta mejor que yo, y con más gracia.
- La pobreza. Bastantes se quejan de que dentro del OD hay clases, y que otros numerarios tenían bula para comprarse productos de toilette y perfumes de alta gama, y yo, probe de mí, me tenía que conformar con marcas de supermercado. Otros que si algunos tenían cochazo y yo por ahí con un Panda. Que si otros iban a jugar al tenis en el club de campo, y yo tenía que ir a las pistas municipales. Es que esta casa de retiro no tiene ni piscina, qué cutrerío. Que aquellos van de excursión a un sitio mejor que yo, y comen fuera, y nadie les dice nada. Que es que vino la ley seca y nos quitaron los wiskis, caray, ya no se puede tomar uno ni un copazo. Que algunos calzaban sebagos y yo los zapatos me los compraba en la zapatería de la esquina… Me vais a perdonar, pero yo como exnume, cuando leo estas cosas, me parece estar oyendo: “ay, qué mal, me ha salido una ampolla de estar tanto tiempo en la cubierta del yate”.
Yo no dudo que también haya numes de pata negra en la SM que viven fenomenal. Alguna tendrá que haber, sobre todo entre el mandamaseo. Pero ahora os voy a contar yo lo que es la vida de una nume de a pie.
- En mi centro de estudios los productos de higiene se compraban al por mayor, y eran de ínfima calidad. Ademá,. no es que te los dieran gratis, es decir, los compraban para el almacén. El almacén te los vendía a ti (si, eso que estás pensando: rollo el economato de la mili). Comprar esos productos fuera, era una de esas cosas que no están prohibidas, pero si lo haces, tienes mal espíritu, porque no vives la pobreza, mal por ti, tienes que decirlo en la charla y confesarte a continuación (me acuso de ser una derrochona que se compra el champú en el Carrefour).
El gel de ducha y el agua de colonia venían en botes de 2 litros, y eran tan malos que picaban. Las compresas del almacén eran pura bazofia (no voy a entrar en detalles, pero para muchas mujeres sencillamente no servían, era inviable). Estamos hablando de algo necesario. Te puedes poner colonia o no, pero compresas hay que usar, es impepinable. No podías tener necesidades especiales (piel sensible, alergias, etc.). En el OD no existe la endometriosis, ni los miomas, ni los ovarios poliquísticos, ni nada que se salga de la regla (…caramba, qué coincidencia).
- Toda la ropa interior que se comprase tenía que ser de calidad corriente, la más corriente que hubiese. Esto no parece muy importante, pero las mujeres que me están leyendo saben que muchas no pueden pasar sin un par de sujetadores buenos. Es que sin eso ni siquiera se puede hacer vida normal.
- Una vez me hicieron devolver una falda a la tienda porque no me la había comprado de rebajas. No que hubiera sido cara, no, el precio era aceptable, y la compra de otra falda estaba aprobada por la autoridad. Que no había sido de rebajas. Que por principio, había que comprar de rebajas, no en temporada. No os confundáis, las rebajas me molan. Me gusta más una oferta que a un tonto un lápiz. Peor aún: soy animal de mercadillo. De raza. Eso no me molesta. A lo que voy es al criterio, que no tiene sentido ninguno. Es como si hubiera que arañar en cada gasto, siempre, siempre, por poco que fuera. El precio está bien, pero tienes que sacarlo por menos. Si no puedes sacarlo por menos, entonces no se hace ese gasto. Es absurdo.
Hablando de compras, otra vez me cayó una bronca por unos zapatos. La compra estaba aprobada: los zapatos que tenía y que usaba estaban rotos por varias partes. Una vez comprados los nuevos, me los llevé puestos, ya que en la zapatería me ofrecieron que ellos mismos tiraban los viejos. Bronca que te crió: el criterio es que la directora ha de ver la compra y aprobarla. Si no te la llega a aprobar, ¿cómo hubieras hecho para devolverlos? Además, tiene que aprobar también que se pueden desechar los viejos. Mal por ti. Nunca más hagas eso. Pues vale. Así que a la siguiente vez que me vi en la misma ocasión (soy muy de llevar unos mismos zapatos hasta que se caen a cachos, sí), en la zapatería, me ofrecen tirármelos y yo que no, que no. Y mi acompañante, que por cierto era la paganini (mi madre), que sí, que si soy tonta, que es absurdo seguir caminando con zapatos agujereados cuando en la bolsa llevo un par nuevo. Y yo que no, que me han dicho que no los tire y que lleve los zapatos nuevos en la bolsa. Pues bien, otra bronca. Por haber dicho “que me han dicho que lo haga así”. No me han dicho nada. Nada de nada. Soy yo la que quiero hacerlo así. Por lo visto tal dislate nace de mí, o debería nacer de mí. Pues vale. Y así es todo.
- En mi centro de estudios no se compraba el periódico, y era por ahorrar. Sé que era por ahorrar porque así se me dijo. De hecho, no eran enemigas de la prensa, así, en general: unos supers que tenían un negocio en la ciudad, lo compraban para el negocio, y por la tarde, a partir de las 6, ya no les hacía falta, así que nos lo daban. Había una persona encargada de ir a por él todas las tardes (ahorro habría, pero la frescura de la noticia dejaba mucho que desear). Esto, que puede parecer un detalle nimio, da una idea del nivel de racanismo que se gastaba. Oigo hablar de que en los centros de chicos se recortaba el periódico, y que qué vergüenza y tal y cual (razón no les falta, es un poco exagerado). Pero en los centros de chicas, en ninguno de los centros en que yo estuve tuvimos periódico. No se compraba, y era por no gastar. El ahorro en las cosas comunes, en general, era extremo. Y frecuentemente a costa de las personas. De su paciencia. De su salud. De su tiempo. De su aguante físico y moral. Ya he hablado del trasiego de las jarras a las garrafas y de las garrafas a las jarras. Ya he hablado de tener un solo teléfono para 60 personas. Ya he hablado de poner la cafetera tres veces seguidas. Ya he hablado del muchísimo tiempo que se perdía y el muchísimo esfuerzo que se hacía por ahorrar unos céntimos.
- Una vez me mandó el médico que hiciera ejercicio. Yo pensaba en ir a algún gimnasio, la vida que llevaba no hubiera permitido montañismo, ciclismo ni natación (qué más quisiera yo). Pues que no. Que un gimnasio no, que cuesta dinero. Mira a ver si pudiera ser un gimnasio, pero gratis. Por suerte me entraba un servicio deportivo con la matrícula de la universidad. Eso sí, en donde San Pedro perdió las sandalias, hacía más ejercicio en ir y venir que una vez allí. Debí ir tres o cuatro veces, por lo poco práctico que era. Además, al final, era imposible. Había tantas cosas que hacer y tantos encargos que no podía ir ni una vez a la semana.
Ni que decir tiene que mi salud se resintió. Pero está visto que unas veces es muy importante obedecer al médico (verbigracia, cuando el tal médico es un psiquiatra del OD que te empastilla a porrón), y otras veces lo contrario. Pero en fin, este es otro tema, y ya fue tratado en otra ocasión.
- Yo no conozco ni he conocido a ninguna nume (ni a ninguna agda, dicho sea de paso), que tenga coche. Sí que haya un coche o una furgo en el centro, el vehículo del centro, y en alguna ocasión, si les hace falta, lo pueden tomar. Incluso que lo puedan coger para una cosa suya que no son actividades o tareas del centro. Pero que el coche se considere “suyo” (“suyo” al modo OD, se entiende, no suyo-suyo), que ordinariamente lo use esa persona, nunca lo vi. Con esto quiero decir que era una rareza que una nume tenga coche, ni que sea un Panda, ni que sea un Clío. Alguna habrá, no me cabe duda, pero era anómalo.
- Fumar, qué es eso. Beber, qué es eso. Ni copazos, ni copitas ni copetes. Eso no lo he visto yo en la vida. Una copa de vino (normalito, y lo sé muy bien porque trabajé en Gestoría), en la comida, los días de fiesta A y gracias.
- Comer fuera (me refiero en un restaurante o similar) era impensable. IMPENSABLE. Ni aunque fuera el comedor de la universidad (lógicamente a precio de estudiante). Eso es un lujo asiático. Se viene a comer al centro, por lejos que esté. Mejor. Un buen paseo te abrirá el apetito. Tomarse un café camino de la Universidad, o en el trabajo, a media mañana, otra falta de pobreza gordísima. Impensable. De confesión. Ni se nos pasaba por la cabeza. Lo peor es que estas cosas se te quedan grabadas en el ADN. A fuego. Todavía es el día de hoy que todos los días, TODOS LOS DÍAS, se me hace raro ir a tomar un café a media mañana, en el trabajo, y como me tome otro a media tarde, me entra cargo de conciencia, porque *shame on me* estoy gastando ya mucho. Este tipo de cosas, además, te hacían ser un bicho raro. Se iban los compañeros de clase a la cafetería de la facultad a tomar algo, y tú, ahí, como un pasmarote. ¿No quieres nada? ¡No, no! Estoy bien. No quiero nada. Así un día y otro. Ya ni os cuento si surgía plan de ir a comer. Lo dicho. Impensable. Un derroche. Un lujo asiático. ¿Y por qué sé que era por ahorrar y no por otro motivo? Porque cuando venían los padres de tu compañera adscrita y te invitaban a comer no había problema alguno. Pagaban ellos.
- Hacer un viaje necesario, para ir a un entierro, o para ver a la familia, o un viaje de estudios, o lo que sea. La mayoría de las veces no se daba permiso, y con frecuencia se alegaban motivos de pobreza. Ni en autobús. No vas, no se puede gastar dinero en eso. El centro va justo de dinero. No se puede.
De viajar por placer, ya ni hablamos. Excursiones, qué risa, casi ni se hacían. ¿Una al mes? ¡Qué chiste más bueno! Si hacías dos al año eras una suertuda. En todo el centro de estudios (dos años completos, con sus semestres veraniegos) hicimos UNA excursión digna de ese nombre. Una excursión de salir después de desayunar, ir a la montaña, pasar el día en subir y bajar, y volver para cenar. Una. Y además me la perdí porque tenía que trabajar. (Obviamente no fue sustituida por otra excursión o salida, ni por un paseo, ni por una tarde en la piscina, ni por estar leyendo un libro tranquila media hora, ni por asomarme un rato al balcón. Nasti.)
Normalmente las excursiones eran ridículas, a la vuelta de la esquina. Se consideraba ir de excursión el salir una tarde y coger el autobús urbano para ver nosequé parque o nosequé monumento, en la misma ciudad. Una simpleza. Si es rezando una romería, mejor que mejor. Todas las excursiones eran así. Siempre con los bocadillos de casa, por supuesto. No te tomabas ni una coca-cola en el destino. Comprar una botella de agua, entrar a un museo, tomarte un helado, ni hablar, eso cuesta dinero. Si lo pillas gratis, podría ser. Si no, impensable.
Fijaros la penuria del asunto, que esos planes nos parecían la bomba. Ir a ver la catedral y luego pasear un rato, era lo más, un fiestón. Ir a un parque grande a comer un bocadillo, la repera. ¡Yupi, nos han dejado comprarnos un helado! Ese era el nivel. A quien le tocaba curso anual en una casa de retiros con piscina, hacía la ola. Eso ya era de pisar moqueta total, como si te hubiera tocado la lotería.
- Y ya, si hablamos de las nax, apaga y vámonos. Eso no tiene nombre ni apellidos. Es de una sinvergonzonería total: dormir en camarillas, vajillas de inferior calidad, comer sobras, zapatos de plástico, ropa cateta… UNA VERGÜENZA.
Obviamente estoy hablando de lo que yo viví y vi. Seguramente que en los ultimísimos años, con la escasez de personal que hay, habrán abierto la mano en varias de estas cosas.
(Luego que si las numes son frías y antipáticas. Que si las administradoras son más duras que el pedernal. Perdona: no soy mala, es que me han dibujado así.)
Un detalle al margen: ¿alguien por aquí ha tenido ocasión de comparar las instalaciones de clubes de chicas SanRa y clubes de chicos SanRa? Porque yo sí que he tenido, he visto varios, y lo que se ve en los de ellos, nosotras ni en un delirio onírico: equipamiento de sonido, instrumentos musicales, sala insonorizada, colección de discos, equipamientos deportivos, canchas, escenarios… Hasta una pista de Scalextric montado que se descolgaba del techo. Cosas que ni en sueños, NI EN SUEÑOS teníamos las chicas. Diferencias en las instalaciones y diferencias en las actividades (que para nosotras eran de una sosería infame). Es que hay machismo y salto de calidad incluso a esos niveles.
Inferior categoría
Sedes sapientiae VS. ancilla domini.
Esta disparidad es tratada por Isabel de Armas en Esclavas, ellas. Ellos, sabios: “En el primer año de vivir en una casa de la Obra, tal vez lo que más me sorprendió, fue el enterarme de las radicales diferencias que había entre la forma de vivir de los numerarios y las numerarias; era como si unos fueran los ciudadanos de primera y, las otras, los de segunda...
"Sancta Maria, Spes nostra, Ancilla Domini" ("Santa María, esperanza nuestra, esclava del Señor". Lo escribo en latín porque siempre la decíamos en latín). Ésta era la jaculatoria con la que las numerarias finalizábamos todos nuestros actos comunes. Los numerarios, para los mismos actos comunes, tenían otra jaculatoria, que comenzaba igual que la nuestra pero que acababa de forma totalmente distinta: "Sancta Maria, Spes nostra, Sedes Sapientiae ("Santa María, esperanza nuestra, sede de -o asiento de la- sabiduría"). Nosotras pedíamos ser esclavas, siervas, criadas del Señor, mientras que ellos pedían ser asiento o sede de sabiduría. No sé si tú ya lo sabías, yo me enteré mientras cursaba el primer año de Centro de Formación, y fue un palo.
Sierva, esclava, sí, en el sentido en que afirma su plenitud en el "Fiat". Pero también quiere comprender a la luz de la razón y no a ciegas, y por eso pregunta al Ángel.
Ellos y ellas son siervos y siervas, esclavos y esclavas del destino. El destino es un imperativo de la libertad, un acto de libertad responsable. En la obediencia a ese destino nuestro, de cada uno, hallamos la humildad y la ejercemos, y ejercemos también el orgullo en esa voluntad indomable donde espejea la razón divina cargada de sinrazones.
¿Por qué ellos debían aspirar a la sabiduría y ellas a la esclavitud?”
¿Por qué? Pues es muy sencillo: por principio, las mujeres han de tener menos categoría profesional y social. A los hechos me remito.
Como ya se ha apuntado más arriba, las mujeres no fueron tomadas en serio en el OD, ya desde la fundación de la SM (ver apartado La atención de los centros). Ni nacieron en pie de igualdad con la SV, ni a día de la fecha han llegado a alcanzar la igualdad (ver No deciden lo suyo propio. Ni siquiera tienen derecho al voto). A lo largo de los años han vivido peor (ver Inferior calidad de vida). Pero es que ni siquiera se espera de ellas que puedan ser iguales que los hombres. Y con frecuencia, tampoco se permite:
- Es norma, y así se me comunicó (estoy hablando de lo que se me transmitió en los años 80), que los numerarios tienen que tener una carrera universitaria. Y no cualquiera, ha de ser una carrera superior obligatoriamente (me sé yo de algunos que les costó lo suyo). Las numerarias, sin embargo, con una diplomatura o una carrera media, ya nos valía. De esas de 3 años y ya. No hace falta que estemos ahí 5 o 6 años estudiando, pobrecitas, no nos da la cabeza para tanto (anda, déjalo ya y tira para la administración, que ya tienes barniz educativo suficiente para hacer la compra y organizar el planchero).
(Nota al margen: me pregunto qué criterio tiene ahora el OD. Igual a una técnico de laboratorio, por ejemplo, la hacen pitar de agregada por no tener carrera. Supongo que el plan Bolonia haya cambiado un poco las cosas y además imagino que no están como para ir de escogidos por la vida. Agradecería actualización, si alguien lo sabe. Es pura curiosidad, lo reconozco.)
No está de más mencionar que originalmente las numerarias no tenían que tener estudios. Ni superior, ni inferior. Las únicas carreras que tenían las llevaban en las medias. Y eso fue así muuuuchos años.
- Consecuentemente, las numerarias son profesionales de segunda. No sólo porque hay muchas que no han estudiado para ejercer una profesión de carrera superior, sino porque frecuentemente su profesión no “se toma en serio”. En dos sentidos:
1) no se toma en serio porque no se le permite practicarla en serio, ya que una profesión “importante” necesita dedicación. Dedicación implica mucho tiempo, (y con frecuencia también un despacho, una inversión, etc.), y lo que se necesita es una nume con un trabajito de ir, cumplir horario justito (y si puede ser escatimarlo), y salir corriendo para el centro, que hay mucho que hacer.
2) no se toma en serio porque las numes han de tener trabajos “de chicas”: maestras, administrativas, bibliotecarias, alguna enfermera (pocas, que lo de trabajar a turnos al centro le va fatal). Profesiones “intrépidas”, ni hablar, nada de abrir brecha en tu profesión. Nada de aspirar a ser una de las mejores. Que trabajes lo justo, sin romperte mucho la cabeza, y tirando pal centro a hacer la labor. Trabajos femeninos. Líbrenos Dios de una nume encargada de obra, o halterófila. Y también trabajos segundones y de “poca categoría”. Ni ingeniera ni arquitecta. Eso los chicos, que son más aristocraticointeligentes y están más preparados. Les pega más eso de montarse un estudio. Además son los que tienen tiempo, porque van a mesa puesta y no tienen que andar con la plancha y el plumero.
Por supuesto siempre ha habido y habrá excepciones. Alguna nume con una profesión de prestigio puede haber. Pero lo que aquí relato es estadísticamente apabullante. De hecho actualmente hay muchísimas más supers que numes con trabajos importantes, lo que carece de lógica según la mentalidad fundacional (clase de tropa/aristocracia de la inteligencia).
(Otra nota al margen: me gustaría a mí ver si se le permite a un nume ser matrón (si, hay matrones, y es más, hay matrones en la Seguridad Social). Porque, a sensu contrario, los hombres han de tener trabajos “de hombres” y no “femeninos”. Vale, no lo voy a poner taaan difícil. Me gustaría a mí ver si se le permitió a un nume ser enfermero. Esto ya lo dije antes, pero de veras que me suscita curiosidad.)
También existe otro factor que ha hecho descender enormemente entre los y las numes los profesionales “de categoría” en los últimos años, y es que la inmensa mayoría han pasado a trabajar en “el mundillo”: o bien están en tareas internas, o bien trabajan para una de esas empresas y colegios que son, que no son pero sí son, y que desmentimos que sean pero también son. Las empresas Schrödinger.
- Cultura. Erudición. Sabiduría. Ambiente selecto. Se ha hablado en esta web, así, como en plan nostálgico, de que hubo una época en la que el ambiente, y sobre todo el que vivían los numerarios, era de alto nivel cultural y social, de ilustración, de belleza y de libertad. Aquí (Belleza y poesía en el OD de los 70) y aquí (Sí había belleza en el OD) nuestro compañero Gómez nos habla de ello. Gómez, querido, yo no sé lo que habrás vivido tú, pero para nosotras, eso que cuentas, son fantasías orientales. Casi parece mitológico. Se me hace el efecto de esas escenas de las películas, cuando salen los dioses del Olimpo en un atrio columnado entre nubes, tocando la lira.
Que conste que te creo. Ese es el problema, que te creo, y la diferencia con lo que se vivía en la SM es como de la noche al día. ¡En los 70! ¡qué bueno! ¡si había cuatro numerarias y media que trabajasen fuera de las administraciones! Todo con la intención expresa de tener a alguien para poder poner de referencia, de cara a la galería, o como modelo para pitables, y ya. La praxis habitual era coger a gente absolutamente válida, chicas inteligentes y con una cabeza amuebladísima, a las mejores de las promociones de estudiantes, y una vez dentro las ponían a trabajar en los centros como mulas de carga, hasta que echaban los bofes. Ya te cuenta Mediterráneo que nuestra vida era muy otra: “Ni elegancia, no digamos sofisticación, ni pintura, ni moda (las mujeres parecíamos fantoches de los años cincuenta), ni comportamiento (¡se daban clases de cómo manejar los cubiertos de pescado, por el amor de Dios!) La poesía estaba obviada, para la literatura no había tiempo”. Y que conste que se queda corta.
No olvidarse de que una de las cosas que posibilitaron tal nivel cultural y ese ambiente tan sofisticado, fue el sometimiento de la SM a la SV. Si vosotros pudisteis tocar la lira y leer poesía, fue porque teníais tiempo y muchas necesidades cubiertas. Ya me gustaría a mí ver en qué hubiera acabado tanto refinamiento teniendo que hacerse de comer cuatro veces al día, con la ropa hecha un acordeón y en unos edificios mugrientos. Tras una buena paliza de varias horas de plancha, no te quedan muchas ganas de leer poesía. Ser culta e ilustrada en la SM, eso sí que era heroico.
- En los 60 y 70, en plena fiebre de “inundar el mundo de papel impreso”, las funciones de las mujeres al respecto eran las siguientes: a) al mundo de la moda. b) a justificar que el papel de la mujer es secundario al del hombre y principalmente en el hogar. Ya está.
Es bastante conocido, y de ello hay mucha información en esta web, que hubo dos revistas femeninas promovidas por el OD: Ama y Telva. Se pueden seguir sus vicisitudes a través de diversos artículos, por ejemplo Itaca, además de repasar brevemente su historia, menciona que en el congreso de 2002 (¡de 2002!) el prelado encomendaba a las mujeres el encargo particular de influir en el mundo de la moda. No sabes si reírte o llorar. En primer lugar porque, hasta hace cuatro días, a las mujeres del OD y particularmente a las numes se les veía venir desde lejos, estilísticamente hablando. En el mal sentido. Como dice Gervasio, “En tema de moda, las mujeres del Opus Dei se conforman con no parecer demasiado anticuadas, en no parecer rancias. Eso ya es todo un logro. Se va a remolque.” Están como para dar ejemplo de estilismos. Y en segundo lugar… ¿en 2002? ¡En 2002! ¿Que las mujeres se ocupen de la moda? ¿De la moda? ¿En serio? Pues fue en serio.
Cierto, que, con respecto a las revistas, desde que el fundador se empeñó en que no, no y no, prohibido totalmente que salgan mujeres en pantalones en la revista, ni siquiera en la publicidad, todo se fue al garete. Consiguieron rizar el rizo: que una revista de moda pareciera pasada de moda. (Ah… Una vez más esas empresas… que no son, pero sí son… ¡Vaya que si son!).
En cuanto a lo de justificar la naturaleza segundona de la mujer y su papel como “ángel del hogar”, con remitirme a Ana Sastre y su libro “Verdad de la mujer”, me llega. Además de abstruso y cursi, completamente infumable. En su momento se le dio un bombo y platillo ingente, con reuniones y charlas divulgativas. Pero resulta que hoy hice una búsqueda por Internet y ya no aparece entre las obras de la autora. Qué raro, ¿no?
Qué decir de aquello de que “la vocación natural de la mujer del OD es el trabajo del hogar”, que se nos inculcó (¡y que lo teníamos, a nuestra vez, que andar inculcando por ahí! Antes me meto debajo de una piedra y no salgo, vamos). Que si te piden ser administradora es de mal espíritu decir que no. Que estudies Ciencias Domésticas, que es una carrera de verdad de la buena y la van a reconocer como estudios oficiales (hay bastantes noticias en la web de cómo acabó aquello, pero os hago un spoiler: ni reconocida, ni oficial, ni convalidada, ni nada de nada. Hasta se cerró). Creo que no tengo que insistir más en ello.
- El OD fue creado por hombres y para hombres. En función de la parte masculina de la sociedad. Desde el punto de vista masculino. Hasta la espiritualidad era masculinizante: Por más que en la actualidad se insista en que Camino se dirige a hombres y mujeres, solteros y casados, de toda clase social y de cualquier profesión, lo cierto es que fue redactado pensando fundamentalmente en hombres, jóvenes, de buena familia, universitarios, y dispuestos a comprometerse a una vida de celibato. Unos hombres llamados justamente a no ser «clase de tropa», antes, muy al contrario, «caudillos». «¡Has nacido para caudillo?» (Camino n.° 16); «Viriliza tu voluntad para que Dios te haga caudillo» (n.° 833); «Me dijiste que querías ser caudillo» (n.º 931)20. (Isabel de Armas. La voz de los que disienten).
Si se fundó la SM fue por la necesidad de tener servicio. Si llegó un momento en que las mujeres pudieron trabajar fuera de los centros a finales de los 60/principios de los 70, fue por presión social (similar a poder ponerse pantalones en los 90), no quedó más remedio. Si las mujeres que trabajan en los centros del OD están consiguiendo (¡ahora!) derechos tan sumamente básicos como ser remuneradas y tener Seguridad Social, ha sido porque se han visto obligados. Siempre al servicio y siempre muy por detrás de los varones en consideración y derechos efectivos. Las mujeres del OD son y siempre serán algo inferior. Da igual lo alto y lo rimbombantemente que se proclame la importancia de la mujer en sus múltiples facetas (con gran énfasis en sus labores domésticas y de servicios varios, curiosamente). En su historia, y de facto, las mujeres en el OD son y han sido siempre una categoría inferior. La SM es una protuberancia que le salió al OD. El OD genuino, el original, el de Camino, no considera siquiera a las mujeres como sujetos de auténtica vocación.
La libertad
Yo cuando leo algunos testimonios masculinos, es que me quedo con la boca abierta. Los ojos me hacen chiribitas. Para mí era impensable que en el OD se pudiera vivir así. Me resulta increíble. Iban y venían con una libertad que me deja con los ojos como platos. ¿Tertulias pirata? ¿¡Qué es eso!? Al menos en mi época lo teníamos que consultar todo, todo, todo, hasta comprarte unas medias o unos cordones para los zapatos. Tomar un café con una amiga, en un plan apostólico, bien entendu, era objeto de consulta (tanto por el gasto extraordinario del café, como por constituir una salida, un movimiento anómalo en tu horario), y sólo consentido por razón de apostolado. Todo era aprobado o denegado. Ya, ya, no era pedir permiso, era “consultar la conveniencia”. Una mierda. No movías un pie sin la aprobación de las directoras. (Sí, Gervasio, lo de consultarlo todo es exigido con mayor rigor en la SM, no es una impresión tuya)…
Una vez quedamos tres adscritas para tomar algo, sin consultarlo. Ojo, no que nos hubieran dicho que no. Que no nos habían dicho ni que sí ni que no, porque no preguntamos. Que fue sin “consultar la conveniencia”. El planazo estratosférico consistió en dos chicas de 17 años y una de 16 tomando una sidra a las nueve de la noche de un sábado, en un sitio completamente normal, en el centro urbano. Habían puesto una sidrería, y eso era novedoso en la ciudad. Escándalo total, vamos *pone los ojos en blanco*. La que nos cayó fue épica. ÉPICA. Aún me resuena en los oídos. Una tertulia pirata hubiera sido impensable. Es que ni se nos pasaba por la cabeza.
Hay en la web el testimonio de un chico que hizo el centro de estudios en Navarra, y que es uno de mis preferidos. Me encanta por la historia que cuenta: resulta que él y otros 3 alumnos del centro de estudios se juntaban algunas noches y se echaban unas partidas de rol que duraban horas y horas. A veces casi toda la noche. Eso duró los dos años. Quizás me gusta por el frikismo del asunto. Me encanta, los 4 amigos jugando a rol. Pero también me queda claro que eso en un centro de estudios de chicas es sencillamente imposible. Im-po-si-ble. Ya sólo por imposibilidad física (sitio, control de lugares, tiempos y objetos, etc), no habría manera. Pero es que además estábamos sumamente controladas nosotras mismas, eso no hubiera sido posible de ninguna de las maneras. Las hubieran cogido al primer día. Y la bronca sería de las gordísimas.
¿Una tertulia pirata de noche? Eso no lo he visto yo en la vida. Jamás. ¿Y con cosas de comer y beber? *Se le salen los ojos de las órbitas*. Haenobarbo cuenta tertulias pirata para ver una serie, pero no una ni dos, varias, y que cogían bombones o una botella de Secretaría, y que había un trasiego nocturno considerable, con varias escapadas en paralelo. *Se le cae la mandíbula hasta el suelo*. Es evidente que había tolerancia con estas cosas en la SV. Sin embargo, entre nosotras el control era total y completo. Una vez, en el centro de estudios, una subdirectora me hizo la observación de que tardaba mucho en el baño. ¿Quizás se preocupaba por mi salud? Quizás. Pero me parece increíble que se lleve un control del tiempo que estás en el baño (os aseguro que no era nada que llamase la atención). Otra vez me preguntaron por qué no me había lavado el pelo el día en que estaba previsto. Y ni siquiera era “mi” subdirectora. Qué día sí y qué día no toca lavarse el pelo.
Mª Angustias Moreno cuenta que tenían que pedir permiso para beber agua entre comidas. También acudir a una directora si se rompe algo sin querer. En este caso la directora te da una penitencia: rezar algo, suele ser. Yo lo primero no lo viví (me suena a ambientes muy internos), pero de lo segundo doy fe. Si se te caía, pon por caso, un plato, o un vaso, o una bombilla cuando la estabas cambiando, había que ir a dirección y decirlo. La dire te ponía una penitencia, y en ese mismo momento ibas al oratorio y la cumplías. Y luego dabas cuenta de que la habías cumplido. La penitencia. Todo eso.
(Que digo yo que lo normal es que se le rompan las cosas a quien anda con ellas. Que a las nax se les rompan platos y copas, es lo suyo. Lo raro sería que le sucediera a quien no da un palo al agua, ni se ocupa de nada. Sin embargo, esta norma de decirlo a la directora y cumplir una penitencia por lo que se les rompía, también la tenían las nax. Me parece de lo más injusto y corto de miras, la verdad.)
Dar cuenta. Se me había olvidado eso. A mí se me llamaba muuucho la atención por no dar cuenta. Había que dar cuenta de todo, hasta de lo más nimio. O sea, pasar por dirección, asomar la cabeza, y decir: “ya he planchado el alba para mañana”, “ya he cambiado la bombilla de la entrada”, “ya he llegado de trabajar”, “ya están bajadas las persianas”, “he bajado a recoger el correo y no había”, “ya tiré los calcetines que me dijiste”, “¿Viste la camiseta que me compré? ¿Qué te pareció?”, “ya llevé a arreglar la cafetera”, “ya me confesé”, “ya traje el periódico”, “ya llamé a aquella amiga”, “¿puedo tomarme una aspirina?”, “ya me tomé la aspirina”, “ya me dieron las notas”, … Así todo el día. Había días que pasabas tres, cuatro, y cinco veces. Había cola en dirección. Si la directora estaba ocupada, tenías que acordarte de pasar luego a dar cuenta.
Otra cosa que quería traer a colación es la dureza en la vida de familia entre las numes (y supongo que también se reflejaba en el trato con las agds y súpers, pero de esto no puedo dar testimonio), y concretamente, en el trato que se da a las adscritas. Antes de pitar, todo son halagos y atención. Después, parece que has entrado en el ejército, no en una familia. Mi experiencia al respecto es de lo peor (poco me parece las que se fueron, tres de cada cuatro, si no recuerdo mal). Resulta que somos familia, más fuerte que la de la sangre, y no podemos entrar en el comedor. Mucho menos desayunar o merendar allí (lo de comer o cenar era impensable). Nunca, nunca, nunca se nos invitó a las adscritas a nada. Estoy hablando de 4 largos años, no era una cosa puntual. No éramos bien recibidas allí. En el planchero y otras estancias de servicio sí: a planchar, a lavar, a pintar el patio, a hacer arreglos y a ayudar en todo tipo de tareas, eso sí. Pero a merendar, ni en día de fiesta. Era de lo más chocante. Era absurdo. Era artificial. Era lo contrario de ser una familia. Sobre todo porque teníamos grandes dificultades de conciliación. Por ejemplo, por las mañanas, después de la oración y la Misa, no nos daba tiempo a ir a casa y desayunar antes del instituto. Pedimos si podíamos desayunar en el comedor (pagando el desayuno de nuestro bolsillo, of course). Pues que nones. De ninguna manera. No se nos permitió, NI UN SOLO DÍA, y tuvimos que hacerlo por nuestra cuenta en la sala de actividades del club. El sabor a familia sobrenatural queda muy, pero que muy diluido en esa leche fría directamente del tetra-brick, antes de salir zumbando a clase. No se me olvida.
No soy la única que se ha percatado de que el grado de libertad que en general disfruta un numerario no se parece en nada al de una numeraria. Ni de lejos (Dionisio). Ana Azanza lo reivindica mucho. Y no falta quien le da la razón. Lejos de mí decir que los chicos se pegaban la gran vidorra, también tenían lo suyo. Pero no me cabe ninguna duda, ninguna, de que, en cuanto a libertad, nosotras estábamos mucho peor.
El control extremo de las mujeres y la mayor libertad de los hombres, es fundacional, e inherente a la caprichosa condición de la mujer: “Tampoco veía muy claro el por qué desde que uno entraba al Opus Dei tenía que consultar absolutamente todo con la directora, incluso cosas de tipo cultural tales como si uno podía asistir a conferencias o conciertos. No poder decidir directamente sobre el terreno me hacía aparecer muchas veces como estúpida. Y además no entendía yo por qué las numerarias del Opus Dei teníamos que actuar de modo diferente al de los numerarios. Notaba yo mucho esta diferencia al trabajar en el Consejo de Investigaciones Científicas. Los hombres del Opus Dei gozaban aparentemente de gran libertad. Yo veía que ellos participaban en almuerzos, reuniones, seminarios, etc., cosa que las mujeres no podíamos hacer sin consultar primero y en cada caso con la directora, la cual en la mayoría de las ocasiones "no consideraba oportuna nuestra asistencia", ya que, entre otras cosas era una "pérdida de tiempo”. (Mª Carmen Tapia - Tras el umbral cap. 4)
Y es esta imperfección de la naturaleza femenina, la que nos lleva al siguiente punto.
La naturaleza femenina
Parte 1
Me gustaría comenzar este tema con el tan traído y llevado (pero no por ello menos significativo) punto 946 de Camino: “Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios —ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas— habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar.” Como todos sabemos (y si no, consúltese esta misma web), en sucesivas reediciones de Camino se alteraron algunos puntos políticamente conflictivos (alusiones al protestantismo, a masones, etc.) y se reestructuró la división en capítulos. Pero este punto permaneció inalterado. Qué les hubiera costado quitar el inciso de las narices, me pregunto. La respuesta es fácil: el inciso no se quitó porque el fundador seguía en sus trece. Véase más adelante...
Michael Wells (Mundo Secreto, cap. 6) abre el melón de cuál es el motivo de tan restringida visión de la mujer y su misión en el mundo, y no es otro que la misma naturaleza femenina: “Las mujeres reciben un trato injusto de Escrivá: hay una vena fuertemente antifeminista en Camino. "Ellas no hacen falta que sean sabias: basta que sean discretas" dice la máxima 946, más bien insinuando que la discreción les parecerá una virtud lo bastante difícil de conseguir.” Esto es, señoras, somos unas cotillas, unas indiscretas, unas charlatanas. Nos va el comadreo, no lo podemos remediar. En dialecto opusino, es nuestro “defecto dominante”, así, como género. Debe ser que el cromosoma y contrarresta al cromosoma x. Pobrecitas mujeres, yendo por ahí sin cromosoma y, presas de los excesos incontrolables de sus xx.
Pero quizás esta una visión un poco restringida, simplificada. Bien pensado, "basta que la mujer sea discreta", lo que en el lenguaje corriente y de todos los días se entiende como discreta, se puede interpretar en dos sentidos:
1) Lo ya dicho. El defecto dominante de las mujeres es el cotilleo, estar en la pomada, el cotorreo, entrometerse en lo que no les llaman. Entonces esa debería ser su lucha principal, callarse.
No sólo callarse. Hacerse a un lado, no hacer sombra, eclipsarse, s`anéantir, para que los que lleven la voz cantante sean los actores principales. Aquellos que sí tienen como misión “entregarse a Dios en el mundo”, “ser espirituales” y ser apóstoles (el punto 946 pertenece al capítulo “El apóstol”). (*modo irónico on* ¡oh, cielos! ¿quiénes serán? *modo irónico off*).
2) Las mujeres no son inteligentes ni tampoco tienen que serlo. Van justitas. No os creáis “tan” listas, ni queráis entender. No queráis saber. Las mujeres tienen que saber lo justo para terminar el día, y hacer lo que se les dice. No tienen ni que saber por qué, con que lo sepa quien manda es suficiente. No andes preguntando. Molestas, y no te queda. Tú haz lo que te digan y ya.
Cualquiera de las dos, lamentable en grado sumo.
Isabel de Armas da el siguiente testimonio, al que me parece que poca importancia se le ha dado, para lo que es:
“Ocurrió en el año 1972, en el gimnasio Brafa de Barcelona cuando en el transcurso de un encuentro multitudinario -una de aquellas tertulias masivas que le montaron al Padre en los últimos años de su vida-, una joven numeraria, Montse C., médica de profesión, cogió el micrófono y espontáneamente -lo normal era consultar por delante la pregunta que ibas a hacer para que te dieran el visto bueno-, planteó a monseñor Escrivá:
-Dado que en las últimas décadas el papel de la mujer en la sociedad ha sufrido cambios profundísimos y cada vez son más las mujeres que ocupan cargos de responsabilidad en todos los ámbitos, ¿no cree que habría que revisar el punto número 946 de Camino, que dice: "...ellas no hace falta que sean sabias, basta que sean discretas"?
En medio de un cortante silencio, monseñor Escrivá comenzó a pasearse por el escenario muy agitado, y con auténtica furia, contestó con tono insultante e iracundo -la ira se desencadena por la creencia de que alguien o algo nos está agrediendo-:
- ¿Sabes tú lo que es ser discreta? Pues busca la palabra en el diccionario y te enteras, que buena falta te hace.
Y con un despectivo gesto -mezcla de rabia y desprecio-le sacó la lengua, dejando claro que quería burlarse de ella. Estaba furioso, no podía disimularlo, y le resultaba imposible controlarse.”
(Véase que en 1972 seguía en sus trece, como digo más arriba.)
Es curioso, porque este episodio de furia que relata Isabel de Armas, que lo presenció, yo lo conocí, de oídas. Se me contó. Eso sí, me lo contaron en plan “Pedazo de corte que le pegó a esa tipa. Qué insolente, la tía. Le cerró la boca. Es que no había entendido nada, otra que no se entera.” Por supuesto, se me ocultó convenientemente que la pregunta venía de una numeraria, se me dijo que era alguien “de fuera”, que había ido “a pillar”. Un intento de troleo de tertulia, vamos. También recuerdo a una directora, de esas de la Delegación, hablando del episodio (dando una muuuy edulcorada visión de la reacción del fundador, que respondió, según su versión, con gran templanza y sosiego), y justificando que el fundador tenía razón, que la palabra discreción, según el diccionario, tenía una amplitud inmensa, enorme, era poco menos que un plan de vida de elevadísima categoría. Que qué más quisiéramos nosotras que poder llegar a ser discretas según el significado del diccionario.
Muy bien. Reto aceptado: Discreción, de la Real Academia de la lengua española:
1. f. Sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar.
Sinónimos: mesura, prudencia, circunspección, moderación, reserva, tacto, sagacidad, sensatez, tino.
Antónimos: insensatez, estupidez.
2. f. Don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad.
3. f. Reserva, prudencia, circunspección.
Antónimos: indiscreción, imprudencia.
Ø a discreción
1. loc. adv. Al arbitrio o buen juicio de alguien.
2. loc. adv. Al antojo o voluntad de alguien, sin tasa ni limitación.
Ø darse, o entregarse, a discreción
1. locs. verbs. Militar. Entregarse sin capitulación al arbitrio del vencedor.
Ø jugar discreciones
1. loc. verb. coloq. jugar los años.
Ø rendirse a discreción
1. loc. verb. Militar. darse a discreción.
Ø años de discreción
Ø edad de discreción
Sinónimos o afines de discreción: mesura, prudencia, circunspección, moderación, reserva, tacto, sagacidad, sensatez, tino.
Antónimos u opuestos de discreción: insensatez, estupidez. Indiscreción, imprudencia.
Así que, resumiendo. Ser discreta es a) ser sensata a la hora de formarse un juicio; b) tener tacto a la hora de hablar, expresarse con ingenio y oportunidad; y c) ser reservada, prudente y circunspecta. Señalar la particularidad notable de que las expresiones que contienen la palabra discreción se refieren a someterse al arbitrio de otros y a rendirse sin reservas.
Versus sabiduría, de la misma fuente:
<poem>1. f. Grado más alto del conocimiento.
2. f. Conducta prudente en la vida o en los negocios.
3. f. Conocimiento profundo en ciencias, letras o artes.
Sinónimos: saber, erudición, conocimiento, sapiencia, ciencia, cultura, ilustración, pericia, educación, instrucción, inteligencia.
Antónimos: ignorancia, desconocimiento.
4. f. noticia (conocimiento).
Sinónimos: noticia.
Ø sabiduría eterna, o sabiduría increada
1. f. Religión. El Verbo Divino.
Sinónimos o afines de sabiduría: saber, erudición, conocimiento, sapiencia, ciencia, cultura, ilustración, pericia, educación, instrucción, inteligencia, noticia.
Antónimos u opuestos de sabiduría: ignorancia, desconocimiento.<poem>
Entonces ser sabias, supone: a) tener el más alto grado de conocimiento; b) tener un conocimiento profundo en ciencias, letras, artes; c) tener una conducta prudente en la vida; d) tener noticia, conocimiento. También se usa Sabiduría en expresiones como mención al Verbo Divino.
Muy bien. Punto 946. "Ellas no hacen falta que sean sabias: basta que sean discretas" La mujer sabia (que no nos hace ninguna falta) vs. La mujer discreta (que con eso ya nos llega), contraponiendo ambos significados:
a) La mujer discreta basta con que se forme un juicio de modo sensato. Por el contrario, la mujer sabia está llamada al grado más alto del conocimiento, no se le limita el conocimiento.
b) La mujer discreta ha de tener tacto a la hora de hablar, expresarse con agudeza y de modo oportuno. La mujer sabia ha de tener una conducta prudente, no sólo para expresarse, sino de un modo mucho más amplio, en la vida o en los negocios.
c) La mujer discreta ha de ser reservada, prudente (moderada, sobria, cautelosa), término inequívocamente restrictivo. La mujer sabia debe alcanzar un conocimiento profundo en ciencias, letras o artes, lo que viene siendo lo contrario de restrictivo. Es una invitación a ahondar, investigar, descubrir, conocer sin tasa.
d) Como consecuencia del significado sabiduría-noticia, podemos deducir que la mujer sabia ha de estar enterada, al día. La mujer discreta no necesita tal.
e) Como bonus, a raíz de las expresiones compuestas con discreción, ser discreta está relacionado con sometimiento y entrega. Las expresiones compuestas con sabiduría tienen una vertiente religiosa (Verbo Divino) que en la discreción no existe.
Pues va a ser que el famoso punto 946 sigue siendo una de las cosas más machistas que he oído nunca. Es más, después de acudir al diccionario, la cosa ha empeorado notablemente. Quedan confirmadas las impresiones iniciales. Ambas. Aquellas de que las mujeres lo que tienen que hacer es 1) callarse, apartarse, eclipsarse; y 2) no pretender saber o entender, basta con obedecer.
Ahora que lo pienso…. Si invocas el significado del diccionario para “discretas”, también habrá que usar el diccionario para ver cuál es nuestro defecto dominante, esto es, ser unas indiscretas, contra lo que más tenemos que luchar las mujeres. Veamos: Indiscreta, 1 que obra sin discreción; 2 que se hace sin discreción. No parece muy explícito, a ver si los sinónimos nos aclaran algo: curiosa, entrometida, fisgona, cotilla, habladora, charlatana, parlanchina, bocazas, ñonga, tapuda, imprudente, inoportuna, impertinente, inconveniente, intrusa, preguntona, reveladora, entremetida, incauta, irreflexiva, despreocupada, precipitada, temeraria. Vale, ahora sí se entiende. Vamos, que en la mente fundacional, tan amiga del diccionario, ese es nuestro carácter. Así son las mujeres, de la primera a la última (nótese que no hace excepciones, ninguna), somos como Venancia Lengüeta, la vieja`l visillo. Mayormente.
Así que la mujer es un ser endeble, es meticona, cotilla. Hay que darle orientación, explicarle las cosas para que se forme un juicio recto y prudente (pobre, debe ser medio tonta). Pero no sólo eso. En el OD existe la mentalidad de que la mujer es débil y hasta vana y caprichosa. Todo esto lo extraigo de numerosos testimonios se pueden leer en esta web, y de mi propia experiencia. Y la tal experiencia tiene relación con el título de estos artículos: Los numerarios me explican cosas. Concretamente me explican cómo somos las mujeres.
Lo que viene a continuación es completamente verídico, doy fe, lo avanzo porque parece increíble. Un numerario sacerdote - digo bien, numerario sacerdote-, bastante joven (no llegaba a los 30), en el centro de estudios, nos dio una serie de meditaciones sobre cómo somos las mujeres. No era el sacerdote titular, se ve que le encargaron tal misión. Concretamente recuerdo como si fuera ayer la meditación sobre cómo sentimos en nuestro corazón la mujeres, cómo es el corazón de las mujeres: “¿Habéis visto alguna vez esas cintas pegajosas que se emplean como trampas para las moscas? Esas que se cuelgan del techo y ahí se pegan las moscas. Pues así es el corazón de las mujeres.” No paró ahí la cosa, debió de parecerle poco. Se animó, y añadió “Pero en vez de estar colgada ahí sin más, esperando a que lleguen las moscas, es como si la cinta la cogieras e hicieras así con ella *se pone a hacer molinetes*. Así es el corazón de las mujeres. Se les pegan todas las moscas. Pero es que las van buscando.” Se partía de risa. Os aseguro que la meditación fue tal cual. Y lo peor es que las asistentes también nos reímos. Nos pareció de lo más gracioso, y sin más lo aceptamos: nuestro corazón es pegajoso, y está en nuestra naturaleza llenarlo de mierda a toda velocidad. Vamos buscando problemas. Vamos buscando podredumbre. A posta. Por cierto, que la meditación siguió, y ahí vino la justificación de que se nos vigilara tanto, de que nuestra vida estuviese regulada a nivel de detalle, de que las directoras fueran las más fieras supervisoras (“para que seáis mujeres de bien”), y lleváramos una vida tan severa en pormenores como los que describe Mediterráneo.
No fue la única vez que un numerario sacerdote me ilustraba sobre la naturaleza femenina, pero sí fue la más salvaje. Recuerdo otros que daban por descontado que nos importaba demasiado la cosmética y el arreglo personal, y que eso nos alejaba de la vida espiritual. Esto hablándole a puras numerarias, de las de falda a media pierna, manga, día establecido para lavar el pelo y gasto ínfimo en artículos de droguería (véase apartado 4: inferior calidad de vida). Insistían enormemente en que no te dieras caprichos. Que no te dieras compensaciones (¡como si tal cosa fuera posible! ¿He mencionado ya que no nos tomábamos ni un café y nos controlaban hasta la calidad de las compresas? ¿Es que te crees que estás hablando a la SV?). Otras veces te explicaban las cosas descendiendo a pormenores, como si fueras cortita. No son de extrañar estas impresiones que describe Salypimienta: “Es curioso notar que muchos de los numerarios siempre se dirigen a las mujeres como si se tratara de seres inferiores.”; “Algunos usan ademanes y palabras para hacerse entender como si la mujer sólo hablara en arameo y él tuviese que explicarse en castellano.” Y también: “No es sólo lo de verte a los ojos, tanta afectación al hablar también es muy incómoda. Yo incluso diría que el trato en general de los numerarios hacia las mujeres es rudo. Cuando no, hablan como si estuvieran dando una cátedra, llegando incluso a parecer soberbios.” Asimismo Stoner observa: “En algunos numerarios hay una actitud un poco machista, y la verdad es que creo que heredada del santo Fundador. Mi percepción es que el machismo está más extendido entre los sacerdotes.” Coincido.
Y no sólo. Yo, feliz de mí, pude disfrutar de la experiencia incomparable de que otros numes -no sacerdotes-, también me explicaran las cosas. Qué afortunada soy. Concretamente cuando trabajaba en Gestoría, un nume que vivía en uno de los centros que servíamos, pensaba que podía hacer nuestro trabajo mejor que nosotras. Era el tal uno que se había encargado de la intendencia en campamentos de chavales (he aquí la fuente de su ingente sabiduría). Se quejaba del precio de las cosas, que él lo había conseguido más barato, que no sabíamos comprar, que estábamos mal organizadas. (Obviamente estas noticias nos llegaban indirectamente, por la vía reglamentaria) Lo que menos se imaginaba él era que yo lo conocía personalmente, concretamente habíamos coincidido más de una vez antes de pitar (it`s a small world, you know), así que sabía perfectamente de quién nos llegaban las críticas (es el día de hoy que recuerdo su nombre). Claro que sí, chaval, es lo mismo, lo mismito, dar de comer a chiquillos de 9 a 13 años, diez días de vacaciones en un campamento, excursión va y excursión viene, que dar de comer a adultos que viven en su casa, durante su vida diaria y normal. Vamos a poner en los centros todos los días pasta, arroz con cosas, bocadillos de panceta y huevos fritos con patatas. Y salchichas a la hoguera. Así un día y otro. Verás que bien.
Parte 2
Este tener que explicarnos todo (qué cortitas somos, de verdad), este control exhaustivo, y este llevarnos de la manita para todo, tiene mucho que ver con un aspecto que también se ha comentado mucho en la web: la infantilización. Yo no digo que en los hombres no se dé nunca (se han comentado casos), pero en las mujeres la infantilización llega a cotas máximas, y es una característica muy pronunciada en muchas mujeres que viven en ambientes internos. Cuanto más controlado es el ambiente (casas de numerarias, centros de estudios, clubs de bachilleres, colegios del mundillo, etc.), mayor es la infantilización. Y sobre todo las nax…
Lo de las nax es sangrante (una vez más). El fundador las llamaba “mis hijas pequeñas” (por cierto, parafraseando a Antonio Moya, ¿Alguien tiene alguna duda de que decir "mis hijas pequeñas" es otro modo de decir "mis hijas las tontitas", las lerdas, las que no dan para más? Pueseso). Y efectivamente así las consideraba: unas crías, como las adolescentes, con sus caprichos, y sus celos, y su falta de raciocinio. Con su mentalidad pueril. Pero las nax no eran infantiles por su naturaleza, o por su origen. Se las intentaba infantilizar a posta, y con frecuencia se conseguía. Se las tenía encerradas en la cocina y el planchero (¿qué raro que no “tengan mundo”, no?). Se les prometía una educación que no se les daba nunca. No tenían tiempo ni de leer, mucho menos de instruirse. Porque trabajaban 12 horas al día/7 días a la semana. O más. Así que luego son infantiles, como niñas, no saben nada, su mundo es muy pequeño, no entienden. ¡Ya te digo! Bastante me parece que tantas de ellas hayan llegado a adquirir la madurez suficiente para darse cuenta de su explotación. Unas auténticas heroínas.
Pero la infantilización nos afectaba a todas, a todas. Es el día de hoy que yo misma me sorprendo con frecuencia de la madurez del pensamiento de una compañera cualquiera del trabajo, de una amiga de una amiga, de una señora que pasaba por ahí. La señora más normal, que abre la boca y emite una opinión tan pensada, tan completa y tan original (y que no tiene por qué ser complicada), que me pasmo. Me ha marcado tanto el convivir (y hasta criarme, si me apuras) entre mujeres infantilizadas, en las que todo es blanco o negro, que no hacen más que repetir consignas, que visualizan todo, todo, todo, bajo el mismo y único prisma, que se lo dan todo masticado y no son capaces de ver más allá, apocadas (la ambición está vetada, inclusive la “ambición buena”), ñoñas, dependientes, que les importan memeces…, que todavía a día de hoy que no estoy acostumbrada. No me acostumbro a valoraciones sin el estilo “martillo de herejes”, estilo que me imbuyeron diligentemente con todo detalle. Crecí con esta idea sobrentendida: la de que las mujeres no tienen profundidad de pensamiento, ni se dan cuenta de las implicaciones de las cosas. Que tenemos que acudir a criterios de otros, criterios que nos son dados de lo alto, por seres pensantes, que saben más. Que no nos podemos fiar de nuestro propio criterio. Que no me puedo formar una opinión, pues fácilmente me equivocaré. Es una de esas cosas que me imbuyeron. Y todavía no estoy segura de haberme librado de ella completamente.
Tiene todo el sentido asociar este fenómeno con el más rancio machismo, pues ya Mary Wollstonecraft habla del mecanismo de infantilización de la mujeres, -que en su época eran un mero adorno cuya misión en la vida era criar hijos y llevar la casa-, en una obra tan suuumamente “extremista” “fanática” y “sectaria” (Vindicación de los derechos de la mujer), que propugna nada más y nada menos que la igualdad entre hombre y mujer apoyándose en la religión y en la idea de que Dios nos hizo a todos iguales, considerando un beneficio social la presencia de mujeres en todos los ámbitos (bua, tía, rompedor total. Qué modernaco, no me extraña que la llamen feminazi y cosas peores). Y para ello lo que proponía era meramente que se le diera la misma educación a las mujeres que a los hombres. ¡Jatetú que algo tenía que ver la sabiduría…! (y no lo digo con segundas… Ejem, ejem,… punto 946). Bueno, pues esto, esto que ve ya tan claramente la madre de Mary Shelley en 1792 (y reitero que no reniega del aspecto religioso, antes al contrario), resulta que el fundador casi 200 años después, en 1972, todavía no había llegado a aceptarlo: que no seáis sabias, con discretas os llega. Conocimientos limitados e infantilización es lo adecuado para las mujeres.
Infantilismo. Candor. Estrechez de miras. Vivir en una burbuja. El efecto es mucho mayor si vienes del ambiente OD, si has crecido en el “mundillo”. Es un pez que se muerde la cola, ya que quienes te forman, en los centros y en los colegios, a su vez han pasado por el mismo proceso. Ni ven más allá ni tienen capacidad para hacerlo. Y te lo dan todo ya filtrado, pensado, masticado y digerido. Estupendo para hacer de las conciencias un instrumento inútil y dormido (y a la vez un instrumento tiquismiquis y picajoso, fuente de sufrimiento baldío). Esto en la SM se multiplica por mil, ya que en todo y para todo se ha de consultar, seguir criterios, preguntar. No se mueve un pie sin permiso explícito de las directoras. Y llega un momento, a base de práctica en la dejación de criterio, que ya no sabes ni formarte una opinión. Fomentar el borreguismo como algo excelso y deseable, de buen espíritu, es lo que tiene. Que al final, a poco que un tema sea algo importante, ya no sabes ni razonar, ni tampoco te atreves. La misma actitud, repetida a lo largo del tiempo, llega a producir que te sientas perdida, hasta que te orientan cómo hay que pensar en ese tema. Es lamentable. Hay niños chicos que tienen más criterio propio que una mujer adulta del OD.
Un aspecto muy frecuente de esta infantilización es la ocultación de información. Hasta en aspectos nimios, insustanciales, que no pasaría nada si los supieras. O incluso que sería mejor, mucho mejor, si los supieras. Pero es ya tanta la costumbre de no dar información ninguna, que se pasan de frenada. Os voy a poner un ejemplo: ya he contado como en el centro de estudios se hizo una excursión, UNA, a la montaña. Pues bien, esta excursión, que obviamente estaba proyectada, no se avisó. El mismo día se le dijo a la gente que se pusiera ropa de excursión (por cierto, grupo de cincuentaypico chavalas en una frecuentada ruta de montaña, todas con falda hasta media pierna, finales de los 80, nada raro ni llamativo por aquí, circulen por favor), las hicieron subir a un autobús con su bolsita blanca de los bocadillos, y partieron rumbo a lo desconocido. No supieron dónde iban hasta que llegaron. Todo con la excusa de dar una sorpresa. ¡Qué bonito! ¡Y qué práctico para la planificación! Las hubo que tenían citas diversas (amigas, médicos, trámites, lo que fuera), a las que no acudieron (os recuerdo que no existían los móviles). Las hubo, como la menda lerenda, que tenían que trabajar y se quedaron sin excursión, pero que, si me lo hubieran dicho con antelación, igual, a lo mejor, quizás, lo digo como idea oyes, pues lo mismo hubiera podido cambiar turno o pasarlo a otro día, ya sé que es un poco descabellado, llámame loca. Me enteré de que hubo excursión a toro pasado. ¡Más contenta me puse! O, que si no tienes calzado adecuado y tienes que conseguirlo, pues igual la mejor hora no es a las nueve menos cuarto de la mañana con el autobús en la puerta. O que si sabes que vas al campo en pleno mes de mayo o junio, igual te llevas los antihistamínicos y el inhalador por si acaso. Pequeñas minucias sin importancia.
Pues si se ocultaban cosas así, sin importancia alguna, ni os cuento lo que se ocultaba que sí tenía relevancia. Ejemplo paradigmático, el secretismo que rodea la salida de personas del OD. Que un día los ves y al siguiente no están. Que si vas a preguntar a dirección, se encogen de hombros (yo lo más que recibí como explicación fue un “ya sabes”. Pues no, no lo sé, por eso pregunto. ¿Me tienes a oscuras y luego tengo que saber?). Lo peor es que llega un momento en el que ya ni preguntas. ¿Que ves a una llorando por los pasillos? Tú calladita y haz como si nada. Como mucho chívate, pero no preguntes. Y si ves a otra vomitando a dolor, tú ni te inmutes. Nunca preguntes qué le pasa. No quieras saber qué pasó con unas joyas que entregaste. No preguntes por qué aparecieron pintadas en la fachada. Jamás preguntes qué ha dicho el médico en la última consulta (la tuya propia). ¿Te suben la medicación? Te la tomas y punto, no quieras saber por qué. Hazte la tonta cuando una compañera desaparece. Nunca, nunca, preguntes en base a qué se ha decidido algo. Hazlo y ya está. Ellos saben más.
Pero no, te tienen como a una niña pequeña, pobrecita, no hace falta que sepa lo que ha pasado, no hace falta que se entere, que viva en la feliz ignorancia. Tengo un recuerdo muy preciso de aquella ocultación de información, que era amplísima, y me ha hecho un daño muy concreto a lo largo de mi vida, siendo una de esas cosas contra las que he tenido que ponerme de pie y luchar: tanto para no aceptar la carencia de información, como para no practicarla yo misma.
La ocultación de la información, y su aceptación, una vez que te das cuenta, implica que aceptas que quien manda sabe más, que ya conoce las cosas quien las tiene que conocer. Que ya decide las cosas quien las tiene que decidir (¡y con gracia de estado! ¡Qué suerte la mía!). Que tú no tienes que saber, ni que conocer, sólo obedecer. Esta actitud asumida, una vez fuera, en el auténtico mundo, es nefasta. Por ejemplo, si se abordan las relaciones laborales con este freno de mano puesto, ni os cuento las bofetadas que te puedes pegar (que me lo digan a mí). Cualquier relación jerárquica de la vida, vivida con este mecanismo automático en la conciencia, está abocada al abuso y la explotación. Incluso las relaciones no jerárquicas. Como no te espabiles y te sacudas el yugo de la infantilización, eres carne de despotismo y de engaño.
Parte 3
Pero no queda ahí la cosa. Las mujeres no sólo somos unas bocazas sin seso, unas debiluchas caprichosas con el corazón lleno de podredumbre, a las que hay que llevar de la manita. La mujer es un ser sensual por naturaleza: es un peligro para sí misma, y al mismo tiempo tentación para los santos varones. También somos la perdición de los hombres, jobar, es que no libramos una. Debemos ser el compendio de todos los males. El “Juegos Reunidos” de todos los defectos posibles...
A ver, por qué si no lo de dormir en tabla. No podemos dormir en colchón, como nuestros pares varoniles, porque la concupiscencia de las mujeres es muy superior a la masculina (¿A nadie se le ocurrió que precisamente la cadera femenina es un gran, gran impedimento para dormir en un tablón? Porque lo que es a mí no se me despinta). ¿Y lo de fumar? Quita, quita, prohíbeselo, que se vician. Ni beber ni fumar, qué feo es eso en una mujer (los hombres, antes de la ley seca de D. Álvaro, bebían con manguera y fumaban como cosacos, y si no lo creéis daos un paseíto por la web. Estaba hasta bien visto, cosa de machotes, claro que sí. Añádele unas cuantas palabrotas bien colocadas y ya tienes al numerario promedio español de la época de la gran expansión).
Que no te puedes tumbar en la piscina. Ni en el río, ni en la alberca, ni en ningún sitio. Ni siquiera en tu tablón, si no es hora de dormir. Eso de descansar y relajarse debe ser deletéreo para el sexo débil. Poco menos que mortífero. Duchas de alcachofa (resulta que me he enterado de que es criterio porque lo he leído aquí. Y el porqué. Ni se me había ocurrido, me parece de mente retorcida). Dormir aplastando la cadera contra una tabla, si duermes de lado. O si te pones boca arriba, marcando bien el arco lumbar: para una lordosis crónica, ideal. O si te pones boca abajo… Somos mujeres, ¿tengo que especificar más? (¡pero qué obsesión contra el descanso de las mujeres! ¿Es que no pueden estar tranquilas y a gusto ni un rato?) Horario estricto de llegar a casa. Nunca dormir dos en un cuarto, bajo ningún concepto, ni transitoriamente, aunque para evitarlo tengan que dormir en la mesa del comedor (casos se han dado). Se quitaron los pestillos de los cuartos, nadie se aísla bajo ningún concepto. Y es que el pecado de la carne debe ser inevitable para las mujeres, algo parecido al cotorreo, que es que no lo pueden evitar, todas son susceptibles de padecer furores uterinos inexplicables. Hay que reprimirlas, e impedir que sean ocasión de pecado. Hay que taparlas. Siempre con manga, hasta en verano. Hay que resguardar el globo terráqueo con faldas de amplios vuelos.
(Nota al margen: sin ser yo particularmente enemiga de las faldas, es más, me gustan, pero nunca entendí que los pantalones estuvieran prohibidos. Así: prohibidos. ¿Por qué? ¿Por tradición? ¿De qué tradición estamos hablando? Los romanos llevaban toga, cosa parecidísima a un vestido. En la antigüedad todos, hombres y mujeres, llevaban faldas (túnicas). Hasta en la Edad Media, si me apuras, era mucho más corriente la túnica que los pantalones. Entonces, ¿la tradición española de los años 30? ¡Cuánta universalidad! Bien se ve que no hacen falta aggiornamentos -corramos un estúpido velo sobre la autorización de pantalones a mediados de los 90. No puedo dejar de deducir que la prohibición de los pantalones era una obsesión particular del fundador, y que estaba fundamentada en un concepto equivocado de la modestia y el recato. Pues una cosa te digo, igual no es problema de la prenda, sino de la percha. O de la misoginia, que también.)
Con velo y con medias en la iglesia por mucho calor que haga (recuerdo haber ido un coro del centro de estudios a cantar en una iglesia pública en pleno mes de agosto y no llamábamos naaaaada la atención). Con medias el día de fiesta A, todo el día, una fiesta A se merece eso y más. Los bebés, de lejos, ni mirarlos, y mucho menos cogerlos, que ya se sabe que el corazón de las mujeres enseguida se ablanda y les entra algo así como una vehemencia materrrrrrnal exasperada. Y hay que dejar los nervios al otro lado de la puerta ¿entendido?, aquí no estamos para aguantar histerismos.
(Por cierto, ahora que recuerdo, no sólo los numerarios me explican cosas. También los supernumerarios me explican cosas. Y una de las cosas que explicó un señor supernumerario desde su cátedra médica, que se ve que las mujeres adultas necesitamos taaaantas explicaciones sobre cómo es el corazón de las mujeres, hay que ver, pues fue que el corazón de la mujer anhela ser madre. Y una mujer tiene que evitar cometer errores como por ejemplo establecer una relación con alguien que no puede “darle hijos” -así fue su expresión-, ya que necesariamente la mujer será infeliz. Porque si no eres madre serás infeliz. Así, como principio. Ahá. Claro que sí, guapi. Qué amplitud de miras. Hay tantos, pero tantos errores ahí, que no sé ni por dónde empezar.)
(Otra nota al margen: paradójicamente a los hombres del OD se les han tolerado mucho más que a las mujeres los deslices sexuales. Incluso a los numerarios. Deslices de cualquier tipo. De cualquier tipo. No voy a ponerme a buscar ejemplos en la web pero aquí hay testimonios de todo: desde tener un vicio privado, hasta el nume que sale a ligar por los bares, tiene novia, o visita lupanares. Y de supers que ponen los cuernos, mejor ni hablar. Y cuando lo confiesan, como el hijo pródigo: los mandan a otro lado y a empezar de nuevo. A buenas horas se le iba a perdonar a una numeraria (o agregada,) que hubiera tenido un novio secreto, una aventura fugaz, un vicio sexual del tipo que fuera. ¡Si el mero pasar una noche fuera del centro era un pecado y una infracción gravísima! ¡Una noche que te quedabas tirada, que el transporte no te llevaba, y las advertencias eran de comisión de pecado mortal y amenaza de expulsión! Y qué decir de las supers, que no eran ni personas. Se las inculcaba que tenían que ser el felpudo de sus maridos, y a tragar con todo. Con todo: amantes, maltrato, lo que sea.)
Y luego están las nax. Una vez más, rizando el rizo con las nax, que deben ser más menesterosas de lo normal, pobrecitas. Que no tengan contacto con los proveedores, que en cuanto te das la vuelta se escapan con el lechero o con el panadero (estos han visto demasiadas veces “Las que tienen que servir”: “que yo, si no como persona, al menos como huevero, me merezco una explicación” Con esa escena me parto de la risa). (Por cierto, no sé dónde andarán esos especímenes tan irresistibles: en la concepción fundacional el frutero debe ser Brad Pitt y el técnico de la lavadora Denzel Washington. Jobar, el frutero de mi barrio es un escuchimizado, no se vale ¡Es una injusticia! ¡Todos los proveedores buenorros van a los centros del OD! ¡las demás también tenemos derecho! … Vale, voy a dejarlo ya, que me estoy divirtiendo demasiado). Ah, y tampoco pueden interferir en su acrisolado campo de visión imágenes sugerentes (¡¡¡los brazos no, los brazos no, que me pierdo!!!)… Estas precauciones suplementarias con las nax, no me cabe duda, se debían a que se las consideraba “más débiles” y a que, en el fondo, se era consciente de que no es natural, ni sano, tener a un grupo de personas trabajando muchísimas horas al día, todos los días de la semana, y encerradas entre cuatro paredes.
Las mujeres no valemos la pena. Somos seres caprichosos y sensuales. Somos la perdición de los hombres. Además no somos para tanto... ¡Si la mayoría somos feas! La que no es fea ya, se volverá fea. Y gorda (no como ellos, que a los 60 y pico son todos como George Clooney y Lenny Cravitz juntos). En serio se les dice eso a los hombres del OD. En serio. Pero con la mejor intención, ¿eh?, si es para “ayudar” a su perseverancia:
- Rosarigasino: “…y separarme lo más posible del sexo femenino, porque "son todas p..." (literal, ¿eh?!!! y todos los insiders y ahora ex outsiders de la sección de varones bien sabemos cómo se fomentaba el sexismo dentro de los cuatro muros de los centros.”
- Adri: “A las mujeres de partida se las considera unas "magdalenas calentonas" fuente del deseo prohibido para los sagrados aristócratas de la inteligencia (¿o será de la necedad?) y ahí nomás se las pone a dormir sobre una tabla, se les dan las tareas más duras, y se les exige el doble nada más que por su condición de féminas; y a los varones se les aplican toda clase de técnicas coercitivas para hacer ver que las damas son horribles, que con el tiempo se ponen gordas y fofas, que ser casado es peor que ser numerario y ahí "hasta se tiene menos libertad"....”
- Pero cómo van a considerarnos seres humanos, si les enseñan esto (Thomas Cook): “Mientras, aprendía a ir por la calle y "cuidar la vista" (anda que la frase se las trae), aunque de vez en cuando iba a la charla fraterna y contaba cosas como que en el autobús le había visto la nuca a una chica y me recomendaban que le rezara jaculatorias a la Madre del Amor Hermoso. Y recibía consejos como el de, cada vez que veía a una tía que molaba, pensar que también tiene ventosidades y defeca sentada (utilizo tecnicismos, que queda más fino).” (por cierto, que me he partido de risa con esta colaboración).
- Limonero: “A ellos les dicen, que nosotras "nos regimos por las hormonas y no por la cabeza", por lo que razonar con nosotras es inútil” (¡Ojo al dato, que habla una super! Por cierto, ¡menudo testimonio!).
- Eliad relata lo que sucede cuando cambias la idea de que las mujeres son seres humanos con los que se puede incluso hablar, por la de que son algo pecaminoso en sí. Ya os hago el spoiler: que donde no había problema alguno, crece una obsesión malsana que te trae a mal traer. “puedo decir con seguridad que la tortura que he sufrido durante años fue debida a la deformación recibida en el opus sobre este tema”;”' 'lo que realmente hace es provocar conflictos falsos de conciencia, escrúpulos, y en definitiva puede llegar a convertir personas normales y limpias en personas obsesas y enfermas”.
Esta ola también nos llegaba a nosotras, pues con frecuencia el sacerdote en la meditación nos decía que no podíamos ser ocasión de pecado (insisto, estas meditaciones del centro de estudios donde sólo había puras numes decorosas al máximo, cualquiera diría que nos pasábamos el día paseando por la playa en bikini). Había auténtica obsesión con no dar lugar al sextoynoveno, siquiera de pensamiento. Por nuestro aspecto. Por el contacto con los chicos. En presencia de chicos cualquier muestra de desenvoltura (mera desenvoltura, no estamos hablando de descaro e impudicia), es origen de Diossabequé. Se ha de tener una actitud apocada. ¡Por Dios! Si hasta se nos instaba a confesarnos de poder haber sido, involuntariamente, ocasión de pecado. Debíamos ser todas irresistibles. El famoso centro de estudios de las top-models.
- Salypimienta: “El calzado también tiene sus normas: zapato cerrado de tacón normal. Esto quiere decir que no tacones de aguja, ni de más de 8 cms. de alto, de preferencia de tipo mocasín o zapatilla. Olvídate de las sandalias, la explicación es que uno no puede ir enseñando piel porque puedes desatar la imaginación pornográfica de los hombres (¿con algo tan feo como son los pies?). Así como la Obra actúa de manera completamente machista dando a entender que las mujeres somos todas unas histéricas incontrolables que olemos mal, que vivimos a merced de los cambios hormonales, que estamos completamente discapacitadas para pensar fríamente y somos unas concupiscentes. También discrimina a los varones porque actúa con ellos como si todos fueran unos sexópatas incontrolables a los que es mejor mandarlos a darse duchas continuas de agua fría y recomendarles guardar la vista de tal manera que sólo vean al suelo porque corren continuamente el peligro de perder la vocación por culpa de una mujer ya que “Jalan más dos tetas que un par de carretas”. ¡Qué injusticia!, por lo menos a los varones de Casa que yo conozco (los que ya salieron y se acostumbraron a la vida real), son señores totalmente normales incapaces de ningún desfiguro.”'
- M. Angustias Moreno : “Por austeridad, por necesidad de una ayuda exigente a esa lucha de continencia y pureza, en la Obra las mujeres duermen en tablas. Los hombres no. Ellos, según Monseñor Escrivá, después de un día de trabajo intenso necesitan descansar bien. Intensidad que en el caso femenino parece carecer de importancia. A ojos vistas el trabajo de las numerarias es bastante más cansado que el de los numerarios, al menos físicamente. Los numerarios pueden dormir los días que les parezca oportuno hasta la hora que quieran; las mujeres, no. ¿A qué todo eso? ¿Qué es, realmente, lo que el Padre se propone con ello? ¡Demasiada discriminación! entiendo yo.”
Y sobre el aspecto: “Por otra parte, los hombres del Opus Dei no tenían distintivo externo alguno. En cambio, las numerarias teníamos que arreglarnos de una manera que no era la común entre las mujeres de esa época. En los años 1949 y 1950, tuvimos que cambiar bastantes cosas en nuestro aspecto externo: por ejemplo, una chica joven tenía que recogerse en un moño o algo semejante el pelo largo y suelto, cosa nada corriente en una chica de aquellos años. Yo llevaba el pelo largo y suelto, y me advirtieron que "era mejor" que me lo recogiera. Naturalmente pregunté la razón de semejante cambio y me dijeron que no teníamos que parecer atractivas a los hombres. Recuerdo muy bien que éste fue mi primer acto de obediencia.” Prueba es de que las mujeres somos pecados con patas: los hombres no pueden contenerse al contemplar nuestras luengas melenas ondeando al viento, parece ser. ¿Qué diferencia hay entre esta norma y la musulmana de llevar la cabeza cubierta? Poco se llevan, el principio es el mismo.
Eso me recuerda a lo del velo. Que hasta no hace tanto se llevó. Yo lo llevé. Era una memez y una incomodidad que, por cierto, distraía de la oración, y no poco. ¿Por qué carajos llevar velo? ¿Hay una razón como la de los musulmanes? Porque si no es una razón como la de los musulmanes, que lo lleven los hombres también. Y además, si estamos sólo mujeres, ¿qué hay que ocultar? ¿Por respeto? ¿Qué respeto? ¿A quién respeto yo más llevando velo? En todo caso sería lo contrario: entras en un sitio y te descubres. No es de buena educación llevar sombrero en un interior. ¿Por delicadeza? Qué delicadeza, qué significa eso, explica. Porque a mí la única razón que me dieron es que lo dijo San Pablo. Que dijo San Pablo que en una reunión de hace dosmil años las mujeres iban cubiertas. ¿Por eso? ¿En serio? Pues hagamos todo, pero todo, todo, como en época de San Pablo. Los hombres con túnica, viajando a caballo, y que nadie tome antibióticos.
Yo me he centrado en el mundo de las numes, porque es lo que conozco. Pero las supers también tienen lo suyo, las pobres, y no hay más que darse una vuelta por la web para darse cuenta. El sometimiento a sus señores esposos, vía directoras, es total. Tienen que aguantar carros y carretas de fulanito (el marido) porque “su camino a la santidad se llama fulanito”. Las supers no interesan como personas, interesa el fruto de su vientre. Hay auténtica obsesión con el número y regularidad de los embarazos.
- Robredal: “Los numerarios/as recibíamos, durante el centro de estudios y como formación previa y por tanto muy alejada de la realidad, una serie de charlas sobre la labor de san Gabriel, comentando las correspondientes glosas y experiencias. Charlas que recibíamos, en torno a los 19-20 años, con bastante asombro y algo de curiosidad. En mi caso nos las impartió, sin preguntas posibles, un personaje muy singular. Se trataba de un médico con aspecto del anterior régimen, que habitaba en la ciudad donde hice el centro de estudios, lugar en el cual nos concentrábamos un ciento de estudiantes de toda España que íbamos a la obra corporativa por antonomasia. Tal sujeto señalaba, con peculiar voz y entre otras cosas llamativas, cuál debía ser la media de hijos en parejas supernumerarias: 10 (de media).”
Doy fe de que la formación nuestra para atender supers era así. Recuerdo como si fuera ayer una charla que nos dieron, ya acabando el centro de estudios. Una charla especial, era de una de la Delegación. Y la tal nos dijo, literalmente: “a las supernumerarias, el primer año de casadas, hay que atarlas muy corto.” Y luego insistía “muy, pero que muy corto”. Yo, mema de mí, no entendía a qué se refería. Me lo tomé así, en general (ya me parece bastante malo, también te digo, andar restringiendo y poniendo cortapisas, así en general, a una persona que con toda su ilusión está empezando un proyecto de vida y amor). Leyendo esta web me he dado cuenta de que de lo que se trata es de presionar, presionar y presionar, cuando no es que si ya están embarazadas, es el débito conyugal, que atiendan a la casa y al marido, y no nos olvidemos de la aportación, que les duela, si no, no vale. A ver si conseguimos que sea “muy de casa”.
Úteros andantes, eso son las supers, y eso es lo que más interesa. Se les anima hasta a arriesgar su vida y su salud. Luego vienen las familias numerosas, numerosísimas, cuya atención es absolutamente incompatible con el cumplimiento de las normas. Las que lo intentan de verdad, acaban desquiciadas, y más quemadas que la moto de un hippie. La prole queda desatendida. Pero no hay problema, ahí es donde entran al quite los colegios del mundillo y los centros de SanRa, “acogiendo” tan amablemente a esos niños y adolescentes abandonados a su suerte, a los que sus padres no pueden hacer caso:
- “Con 14 años, y menos, pues me hicieron funcionar como si fuera de la obra desde los 13 que hice una convivencia,... yo soy una persona entusiasta, entregada, hiperactiva, ilusionada, con amor por los débiles, y también y sobre todo 3ª hermana de una familia numerossíiiiima, por lo que era urgente y necesario que alguien me tuviera en cuenta fuera de casa porque dentro no daba tiempo... ¿me explico?, o sea, era CARNE DE CAÑON.” (Patalibre).
- “Como casi todas tus compañeras adscritas, perteneces a una familia numerosa, alegre y conservadora… De esas en que los hermanos mayores cuidan de los pequeños… De esas en que las madres van a una convivencia anual de siete días, a un curso de retiro de casi cuatro, a un círculo semanal de una hora y media, a un retiro mensual de tres, a uno “interno” de vez en cuando, a contar su vida y milagros cada quince días, a dirigirse espiritualmente con un sacerdote que la retiene entre 30 y 45 minutos en el confesionario cada semana, más dos horas esperando turno… A multitud de reuniones, cafés, conferencias, cursos de padres encargados, epis, blas, eres, snips, optimist, etc… Poco tiempo queda de ocuparse, además, de esa numeraria mini, que tiene en casa, de verte al fondo de los ojos y percibir que cada día se te va empañando el alma, de adivinar las burlas y desprecios de tus compañeras de curso. Siempre tuviste fama de redicha y empollona, ahora además beata y opusina…” (Mariki).
No, si en el fondo es una estrategia muy bien pensada. Hay que presionar a las supers, atarlas corto, tenerlas dominadas, decirles lo que tienen que hacer y que lo hagan, que no piensen, que no sean personas, ni adultas, ni nada. Ya me gustaría a mí ver si a ellos les dicen que tienen que ser “el ángel del hogar”, y que “se tienen que arreglar cuando ella llega a casa”, que “han de estar siempre dispuestos”, y les indican tan pormenorizadamente sus deberes en el cuidado de la casa, con su cónyuge y con sus hijos. Vamos, les daría la risa floja. Habría una desbandada general.
En llegados a este punto, la pregunta no es si el OD es machista. La pregunta es si el OD es misógino. Volvamos a la Real Academia Española. Misoginia: aversión hacia las mujeres. Aversión, así de sencillo. Aversión: rechazo o repugnancia frente a alguien o algo. Antipatía, repulsión. Teniendo en cuenta que las mujeres se consideran la perdición de los hombres (además son feas, se ponen gordas, defecan y ventosean, no valen la pena), que son creídas, presumidas, su corazón se llena de basura a toda velocidad, su concupiscencia está elevada a la máxima potencia, son proclives a caer en las tentaciones de la carne, son cortitas, crías, de corazón débil, tienen que estar controladas, no tienen que saber sino obedecer, no pueden ni deben decidir, calladitas están más guapas, tienen que apagarse y desaparecer, que las súpers son fundamentalmente úteros útiles… Es decir, ateniéndonos a los hechos, ¿a qué conclusión se puede llegar? La misoginia también es fundacional. Fun-da-cio-nal.