El Opus pues es una institución que se maneja con MIEDO

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Por JasonJonas, 10/07/2024


Muchas veces he pensado, ¿De dónde surge el afán represor del Opus? ¿Cuál es su principal motivador? ¿De dónde el origen por controlarte en todo?

También me pregunto, ¿por qué en mis años de numerario no me dejaban tener amigas o platicar con ellas? O hacer tantas cosas que no podía cuando en principio se me decía que era un joven común y corriente que no tenía nada que ver con ser religioso.

O en su caso, abordar temas controversiales o debatibles sin una línea de razones previamente trazada, o poder hablar de forma franca y abierta acerca del Opus y sus errores...

El Opus siempre utilizará el EUFEMISMO como herramienta vital para todos sus argumentos, y dirá que nada de esto es cierto, que ningún miembro es cuartado o limitado en nada y que todos ellos son libres para hacer y deshacer como les plazca. Pero sabemos en realidad que todo esto funciona mediante consignas normativas no escritas, pero sí clavadas en las consciencias de sus miembros.

Pero el eufemismo no es la respuesta a las preguntas iniciales. A pesar de que el Opus haga creer que todas estas limitantes y prohibiciones se justifican en aras y auras de virtud, creo que la FUENTE DE SU PODER es una explicación más sencilla: EL MIEDO.

Veamos primero de forma sencilla, ¿Qué es el miedo?:

  • El miedo es una EMOCIÓN natural ante aquello que acusa la proximidad de daño físico o mental ante cualquier circunstancia de vida.
  • Tener o sentir miedo no es malo en sí. Desde un origen evolutivo este aspecto se ha desarrollado en el hombre para provocar estados de alerta y precaución ante aquello que pueda significar poner en peligro su integridad física o mental. De allí que se cuide y anticipe situaciones de riesgo, gracias al entendimiento y la comprensión adecuada del miedo.

Pero en el Opus el miedo tiene un mayor y esencial uso.

Para comenzar, hay que distinguir un primer razonamiento: El Opus es una organización basada en una sola persona (Escriba) que era alguien definitivamente muy inseguro de sí. Escriba veía en el mundo -a donde quiera que voltease- un peligro inminente hacia la consciencia de todo ser humano, y eso le provocaba mucho miedo:

  • Ver una mujer, por ejemplo, para él significaba un efecto casi irreductible de pecado, un atentado hacia nuestra pureza. Y así andábamos (o andan) los numerarios todo el tiempo, con la mirada “agachada” cuidando el corazón. Para un numerario tan solo ver a una mujer SÍ LO COLOCA EN SITUACION DE CUIDADO EXTREMO DE PUREZA, que atenta contra su “vocación” y salvedad de su alma.
  • Y también poseer un bien afectivo o material ya significaba en Escriba el verse envuelto en la atracción sin remedio hacia lo más mundano (como la cuchara de peltre). Y así andábamos (o andan) los numerarios todo el tiempo, muy “desprendidos” de todo y de todos, hasta de nuestra propia familia de sangre. Para el numerario, poseer cualquier bien afectivo o material SÍ LO COLOCA EN SITUACION EXTREMA DE APEGO, porque él, repito, debe de estar desprendido de todo.

Esta exagerada percepción se cumple dentro del Opus. En el Opus esta forma de vivir se da precisamente por el enfoque de MIEDO que envuelve a sus consciencias, ya sea de forma velada o manifiesta (en este caso miedo a pecar o a disentir de cualquier cosa que vaya en contra del “espíritu de casa”).

Para poner las cosas en perspectiva, en relación al miedo me parece que sólo hay de “dos sopas” en esta vida:

  • O se es normal y se actúa con NATURALIDAD ante toda circunstancia de la vida (como actúan la mayor parte de las personas en este mundo, con una salud mental ordinaria).
  • O se es obsesivamente aprensivo en todo y se actúa con angustia (con miedo) ante toda circunstancia de vida.

¿Cuál de estas dos opciones se imprime en el Opus?

En la vida ORDINARIA -que no la del Opus- un hombre PONDERA con NATURALIDAD el miedo y no se dobla ante ella. Es decir, en función de una valoración racional y normalizada de las circunstancias que nos rodean, toda persona sitúa esta emoción de forma equilibrada y continúa con sus esquemas ordinarios de vida. Pero de aquella persona que vive en un estado continuo de aprensión hacia todo lo que le rodea, podemos decir que vive en un estado OBSESIVO al carecer de elementos objetivos que justifiquen el tener o sentir miedo. Lo malo aquí es que él ya no es dueño de esta emoción, su dueño es el propio estado mental que lo domina.

Estar obsesionado de lo que sea (tener una fijación insana e irracional) es un mal mental. En el Opus hay una obsesión -un miedo- constante a no pecar, y esto conlleva derivaciones psicológicas perturbadoras o fobias en mayor o menor grado. La fobia que define como anillo al dedo al Opus es la hamartofobia.

En el Opus por ejemplo, cara el exterior, un numerario podrá aparentar ser muy natural al hablar de frente con una mujer (como el numerariodelbarrio) y se defenderá diciendo que él es MUY NORMAL ante todo trato con ellas, pero por dentro él sabe que su conciencia lo corroe. Para él, estar cerca de una mujer pone en jaque su corazón, y no en el mismo sentido que una persona normal que se siente atraído por ella. Él le debe entrega absoluta al Opus (que eufemísticamente se le dirá entrega a Cristo) y vive en un estado de miedo de pecar o perder su dizque vocación divina (de desviar su camino que ya lo tiene eternamente definido).

Se decía en Ágora (you tube) que Escriba -cuando joven- tiró una llave a la alcantarilla en épocas de tribulación civil en España, porque el cuarto que abría y donde podía resguardarse lo atendía una mujer… Esto sólo refleja un miedo obsesivo, una inseguridad total sobre sí mismo, un hombre débil de carácter atormentado por sus propias perturbaciones. Pero en el Opus se enseña tramposamente (eufemísticamente) que esto es muestra de la gran virtud de este señor en “cuidar al máximo” su corazón pulcrísimo, cuando lo único a lo que se enfrentaba era relacionarse con ella con un “buenos días” o “buenas tardes”… (o acaso algo más, pero con un mínimo de carácter -como una persona normal- se saldría perfectamente adelante). A mí me parece que esto es un miedo irracional, como el de la fobia descrita.

Lo mismo en el tema material: Poseer un carro, un buen vestido o un utensilio es ya tener abierta la posibilidad INELUDIBLE de verse atraído por el mundo material, y perder en ello todo sentido espiritual, divino o trascendental. Así lo aleccionaba Escriba en todo escrito, pero qué extraño que por una “conveniente razón” sus palacetes y oratorios son más que opulentos (acabo de descubrir una similitud en las palabras Opus-Opulento).

Me pregunto: ¿Qué clase de paranoias albergaba Escriba en su atribulado corazón y conciencia? Yo creo que en gran medida miedo, mucho miedo ante todo.

Retratando un poco más a Escriba: A pesar de que alguien pueda llegar a ser “líder” de tal o cual organización, o que este pueda hablar y dirigirse ante multitudes, un hombre internamente atribulado puede estar invadido de mucho miedo. Yo creo que este era el caso de Escriba: Empoderado de su Opus, sabiéndose el centro de atención como santo en vida, se presentaba ante todos como una persona de carácter. Pero su despotismo y sus arranques de ira lo delataban y proyectaron su real inseguridad. Una persona con mucho miedo utilizará el poder autoritario como una forma de contrarrestar la falta de su carácter.

También pienso que en Escriba esta inseguridad -desde niño- le generaba miedo a no encajar o a no ser aceptado por otros. La etapa de adolescencia para cualquier joven normal supone un tránsito NATURAL de madurez, pero para la perturbada mente del joven Escriba no fue así. Para él, me parece, este MIEDO le generó esquemas disociativos sociales (entre otras cosas). Estrictamente Escriba era una persona retraída que no encajaba con los demás jóvenes (clara muestra su paso por el seminario) o con la sociedad en general. Al paso del tiempo quedó manifiesto que sólo se sentía protegido (acompañado) de su fiel escudero del Portillo y de nadie más. En él encontró quien lo emulara a la perfección, la horma sumisa que acrecentara su ego (eufemísticamente llamada “humildad”).

Y por supuesto Escriba tampoco encajaba con las mujeres (coincido con Mediterráneo en su correo: “El fundador nunca quiso ni valoró a las mujeres”). Para mí la mujer fue su más grande miedo. ¿Será que esto explique su altanería para con ellas? ¿Su sentido de superioridad machista? (chovinismo masculino). O ¿Ese afán por subyugar a las numerarias auxiliares? (junto con sus aires de nobleza en la definición de roles y tareas). De Escriba recuerdo haber leído ciertas cosas acerca de su orientación sexual… ¿pudiera ser esto parte de la explicación? Quién sabe…

Pero fue mediante este “invento divino” que Escriba logró sobreponerse y construir su propio imperio de auto-aclamada santidad. Lo digo NO como un acierto, sino como un escape: Ser como era me parece que lo carcomía por dentro, en su propio círculo egocentrista. Y así logró también convencer a muchos (con cierto carisma ciertamente) pero el miedo siempre estuvo presente en él, emanándolo en toda la doctrina del Opus, arropada de cuantos eufemismos evangélicos existan.

Así que, de forma muy sencilla pero a su vez precisa, en el Opus la fórmula me parece es muy simple:

  • Para controlar, hay que generar miedo. Y si se tiene miedo, yo te doy el remedio espiritual para afrontarlo: “Hazte del Opus, aquí te encuentras a salvo, tu ´madre guapa´ te protege en su regazo” (otra enorme mentira eufemística).

Y en este ciclo de miedos te controlo y te impongo alejamientos de todo: “Tú no puedes tratar a las mujeres, ni ir al cine, quedarte con un regalo o ver a tu familia de sangre. Todo esto te hace mal, todo esto te aleja de tu propósito fundamental de santidad. Tú dedícate a cumplir normas solapadas de evangelio y serás feliz. Si te mantienes en la mente del padre -en la cabeza de los directores- te protegeremos del mundo.”

Numerario, numeraria: Me parece que en realidad eres un hombre o una mujer CON MIEDO (se les dice miedosos) alejado realmente de las cosas más ordinarias del mundo del que se te pide santificarte y santificar.

Ya cerca de terminar, desde mi punto de vista el Opus tiene pues tres vertientes o fijaciones con respecto al MIEDO:

  • La primera es que el Opus ES una institución hamartofóbica (la única en la Iglesia). Su espíritu doctrinal se basa en que todo “lo ordinario” es ya una situación próxima de pecado. La doctrina del Opus, más que proponer un natural encuentro con Dios, propone UNA CONTINUA FIJACION de posibilidad de pecado. De allí que desprenda el control directivo, normativo y obsesivo de toda tu vida a través de su dirección espiritual o charla fraterna (hacia las cosas más ordinarias de acción y pensamiento del numerario, agregado, supernumerario, etc.).
  • La segunda es que el Opus es GENERADORA a su vez de miedo.

Para combatir el miedo, hay que generar miedo, y lo genera a través de lo que evangélicamente se desprende del pecado: Castigos divinos, infiernos eternos, pérdida de la gracia de Dios, enemistad con Él. Pero a su vez “agrega de su cosecha” males hacia la propia institución: Traición al padre, traición a “tus hermanos” del Opus, enfermedades y males mundanos, fracaso matrimonial o profesional, etc. Y para rematar, la cereza del pastel: Tu condenación eterna y la de tus familiares… En todo esto, Escriba era su máximo exponente (el rejalgar).

Para el cristiano común y corriente (simplemente bautizado) el mal está presente y latente en todo, pero no lo lleva al grado de obsesión, y atiende así todos sus asuntos sin estar pensando inmediatamente en ello. Pero el numerario sí, y eso lo coloca en un estado perpetuo de aprensión o miedos en diversos grados.

Podrán decir que, en su afán santificador, ellos pretenden no tener ninguna mancha que ofenda a Dios, y por eso más que miedo son detallistas (una vez más eufemismo), pero ese comportamiento genera un estado obsesivo de la persona hacia todo lo que piensa y realiza (no vaya a ser que se vaya a pecar…). De allí también la obsesión por confesarse de todo. Así, este sacramento se vuelve un instrumento efectivo de infusión de miedo también, en esos ciclos de escucha y control (al no respetar el sigilo sacramental en sus juntas de consejo o diálogos directos con los directores). El ciclo de miedo se completa y se retroalimenta sin fin.

  • Y la tercera es que el Opus no solo ES MIEDO y GENERA MIEDO, sino que el miedo lo lleva a un plano sumamente PRÁCTICO, muy mundano, sin nada espiritual de por medio.

En toda acción del Opus se trata siempre de resguardar los intereses humanos y materiales de la institución (como lo haría cualquier organización de lucro): Dinero, poder, influencia, negocios, relaciones, etc. Aquí el Opus procede de forma rastrera por miedo a perder cada uno de estos elementos. Esta es la capa más evidenciable de esta secta.

Hoy, por ejemplo, con los cambios que se avecinan, el Opus tiene miedo de perder sus propiedades. Hoy trata de salvaguardar el emporio económico y material antes incluso que atender la carencia en número y ritmo de “vocaciones divinas” que no tiene desde hace décadas. Parece que esta es la máxima prioridad de su hoy moderador Ocariz.

Pero hay algo de lo que me parece el Opus siempre ha tenido un MIEDO EXTREMO, y que siempre ha estado presente: Es el miedo a que sus miembros logren “PENSAR UN POQUITO MAS”… (lo digo con todo respeto, habiendo sido yo mismo alguien que no pensaba cuando fui numerario), porque simple y sencillamente si lo hicieran SE SALDRIAN DE ALLI DE LA FORMA MAS QUE CONSECUENTE Y NATURAL.

En este sentido el Opus asoma el miedo a que los numerarios y numerarias se vayan del Opus al simplemente VALORAR CUALQUIER SITUACION COMPARABLE en la vida. Aquí el numerario, si pensara tan solo un poquito, se preguntaría de forma también muy natural: ¿¿Qué diablos estoy haciendo aquí si puedo estar acá?? (sin que esto contraponga su amor y trato con Dios, porque su vocación fue inventada por el Opus).

Escuché en Ágora que Carlos Llano (numerario que decía ser el fundador del IPADE en México, pero parece que no lo fue tanto) decía que en el Opus no se puede ser exitoso (excepto él, dándose la gran vida en las playas de Miami donde le alcanzó la muerte), porque el éxito acarrea deseos que pueden motivar a los numerarios y numerarias a plantearse dejar al Opus y seguir otros derroteros.

Por eso el Opus elabora mecanismos de control ascética, espiritual y evangélica para que “crecer profesionalmente” no sea parte de su doctrina (dice promoverlo, pero solo es una falacia más, otro eufemismo). El Opus tiene miedo de que, si alguien dentro del Opus prospera económica o profesionalmente, “se le vaya a ir”. Únicamente cuando un miembro ya está “amaizado” (adoctrinado pues) esa persona seguirá allí como un “borrico de noria”, exitoso tal vez, pero sin pensar.

La aplicación que usa el Opus del miedo ocurre también cuando uno desea estudiar o trabajar donde le plazca, y donde su verdadera vocación le llama, pero el Opus le dice que no, que vaya y sea profesor de escuela primaria o que se encargue del club de niños... Es el miedo a que prosperes y descubras que no los necesitas en lo absoluto.

Por eso el Opus tratará a toda costa de alejar a todos sus numerarios y numerarias a que no rompan esos límites, que cuando cualquiera de ellos ya esté en umbrales de éxito humano, ¿a dónde vas conejo Blas?? Tú te me quedas aquí haciendo labores mediocres sin muchas perspectivas profesionales... Y así todos borreguitos manipulables… ¡Es que Dios y la Obra les necesita tanto!... (ooootra).

Para los que el Opus no establece límites es para los supernumerarios, esos sí, que sean muy exitosos y que ganen mucho dinero, porque de ellos es donde se seguirá financiando. Eso sí, si alguno de ellos se interpone entre el negocio (sus escuelas, por ejemplo) y la voluntad de los directores, simplemente se deshacen de él por miedo a perder el control.

Concluyo: El Opus pues es una institución que se maneja con MIEDO, con un ejército de niños y jóvenes (hoy viejos) que capta o captó en su momento con ideales de entrega divina, y que mantiene siempre en alerta por miedo a no pecar.

Todo esto es muy triste. El Opus nunca ha sido una institución basada en la fe y en la confianza en Dios, sino en el miedo. La verdadera confianza en Dios -y su trato- jamás implicaría esta palabra. Jamás un cristiano común y corriente debería actuar con miedo a nada. Una persona normal ve con perfecta naturalidad todas las cosas que le suceden al día, y no anda elucubrando en su consciencia que todo en el día le es una posibilidad real de pecado. De hecho, cuando uno se sale del Opus, comienza un proceso de desaprender y de perder el miedo obsesivo de ver en todo posibilidades de pecado, y se empieza a vivir una vida muy normalizada, más allá de lo que eufemísticamente en el Opus le llaman “presencia de Dios” (miedo a pecar).

Pero si aún estás hecho a la medida del Opus, pensarás que siempre estás protegido cumpliendo todas tus normas, viviendo “pleno de dicha por ser del Opus” (bueno, esto no, todos al final se apesadumbran de esta triste realidad), supuestamente ilusionado en tu mundo feliz porque estás muy cerquita de Dios en tu casa, con tus tertulias y con tus tiempos de noche… Pero en suma, con miedo.



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