Del paternalismo al control

(Cap. 5 de Lo que pasó a ser el Opus Dei)


El enfoque paternalista empleado en el gobierno de las personas se explica por el gran amor del superior hacia el inferior. Se supone que el superior sabe mejor lo que es bueno para el inferior. El superior, por un lado, intenta limitar la dificultad de las pruebas a las que el inferior puede ser expuesto; por el otro, intenta llevarle a la meta decidida por él mismo (sin consultar al inferior). Tal pensamiento está en contradicción con el enfoque personalista, que tiende hacia el pleno desarrollo del hombre. Por otra parte, la absolutización del paternalismo lleva al control universal.

Vamos ahora a examinar hasta dónde llega el control que el Opus Dei ejerce sobre sus miembros.


Control del pensamiento y de los sentimientos

Según san Josemaría, "la primera virtud humana del cristiano es ser sincero"[1]. Otros autores dicen que la primera virtud es la humildad. En el Opus Dei la sinceridad es una manifestación de humildad: "Las manifestaciones fundamentales de la humildad de los miembros de la Obra han de ser la sinceridad, la rectitud de intención y el espíritu de servicio"[2]. La sinceridad es además sinónimo de obediencia:

Esta es la sinceridad cabal: la que camina unida a la docilidad y a la pelea concreta en los puntos que nos han senalado.[3]

Así podemos ver cómo se mezclan y confunden los conceptos de humildad, sinceridad y docilidad. Todas estas ideas convergen en un propósito único: el control.

Examinemos lo que se esconde detrás de esta idea de sinceridad. En la Obra, la sinceridad no es decir la verdad; esto sería demasiado poco:

No os concedáis nada sin decirlo, hay que decirlo todo. Mirad que, si no, el camino se enreda.[4]

Lo primero que debemos decir es aquello que no quisiéramos que se supiese.[5]

Debemos facilitar, a quienes tengan la misión de formarnos, el conocimiento de todas nuestras circunstancias personales, no podemos tener miedo de que sepan cómo somos. Al contrario: nos ha de dar alegría hacer que nuestra alma sea transparente.[6]

Detrás de la palabra "sinceridad" se esconde más vigilancia. Se trata de conocer los más secretos sentimientos y pensamientos de cada miembro del Opus Dei. Toda privacidad está negada (los socios tienen que ser "transparentes"). En el lenguaje interno del Opus Dei, la transparencia del pensamiento y de los sentimientos se llama sinceridad. Vamos a ver cómo san Josemaría argumenta que este tipo de sinceridad es la más importante virtud cristiana:

Hijos, en el principio de todo descamino hay una resistencia a referir algo que humilla, se esconde una falta de sencillez. En el principio de toda ruptura con el afán de seguir al Senor con alegría, está siempre la tristeza de no haber hablado a tiempo.[7]

San Josemaría conoce la fuente de cada (sin excepción) salida del Opus Dei. Esta fuente es precisamente la falta de transparencia en la dirección espiritual. Dicho de otra manera, si alguien hubiera sido transparente, con seguridad no se habría ido del Opus Dei. ?Sobre qué se fundamenta tal seguridad? Lo descubriremos más adelante.

El Opus Dei extiende su control incluso a la correspondencia de los miembros. Es difícil justificar tal comportamiento, especialmente para los nuevos miembros que "tienen todavía demasiada poca formación". Admirad cómo la Obra intenta justificarlo:

En el criterio que debe seguirse con la correspondencia que reciben mis hijos, se manifiesta también el amor a la libertad y a la responsabilidad personal, propias de nuestro espíritu: porque todos los miembros del Opus Dei saben que pueden recibir cartas dondequiera que están. (...)

Luego, cada uno decide en conciencia si ha de ensenar o no la carta a su Director, teniendo en cuenta que —sin duda— debe hacer ver aquellas cartas, cuyo contenido no le gustaría que otros conocieran, cualquiera que sea el asunto de que traten. Quienes no obren así, han de pensar que no pueden enganar a Dios, y deben tener conciencia de su descamino.

Sin embargo, los hijos míos que llevan poco tiempo en el Opus Dei agradecerán que los Directores de la casa, a la que estén adscritos, se preocupen con carino —como un medio más de formación— de leer las cartas que ellos reciban: para poder orientarles, darles un consejo, evitarles un disgusto innecesario, etc.

El hecho de que se entregue una carta abierta, no se considera como una prueba de desconfianza: obedece sólo a una razón ascética, o a una medida práctica de ayuda en la labor de formación. Además hay que tener en cuenta que los Directores nunca comentarán con otros el contenido de las cartas que han llegado, y que ellos han tenido el deber de leer: pueden, en cambio, y en muchos casos deberán hacerlo, cambiar impresiones con los que forman el gobierno local.[8]

Parece que no haya obligación expresa de ensenar las cartas al director, pero el fundador inculca remordimientos de conciencia en los que estuvieran tentados de no hacerlo.

San Josemaría decía públicamente que era paternalista. Hemos encontrado aquí una manifestación de ello.

De la obediencia a la sumisión

Examinemos ahora lo que se esconde detrás de la idea de obediencia:

Para los fieles del Opus Dei, la virtud cristiana de la obediencia lleva consigo el deber de aceptar con la mayor prontitud y con esmero las sugerencias, disposiciones y consejos de los Directores del Opus Dei en todo lo referente a su vida espiritual y a la labor apostólica.[9]

La materia de la dirección espiritual, tomada en su sentido más amplio, comprende la conducta exterior y las disposiciones interiores, en lo referente a la fe y a la moral, al espíritu de la Obra y a los apostolados.[10]

La materia de la dirección espiritual – es el alcance de la obediencia.

La conducta exterior – finalmente la obediencia no se limita a la vida interior, sino que abarca también la conducta exterior.

Las disposiciones interiores – el control de los pensamientos y sentimientos.

La "obediencia en el apostolado" es entendida por el Opus Dei de la manera siguiente:

El apostolado personal es dirigido porque los fieles del Opus Dei no hacen una labor anárquica; cada uno recibe de los Directores las oportunas orientaciones espirituales.[11]

Vale la pena exponer cómo estas palabras son interpretadas en la vida cotidiana. Pues desde el momento en que un nuevo miembro entra en la organización, su director decide con quién puede relacionarse, cuánto tiempo puede pasar con determinada persona, a quién tiene que invitar al centro, etc. El director también decide que uno tiene que cortar toda relación con su amigo por el simple hecho de que este amigo no interesa al director. Para alcanzar esto, el director no tiene que invocar solemnemente la santa virtud de obediencia. El dirigido tiene que seguir cada una de sus insinuaciones: "el mandato más fuerte es por favor o una frase análoga".[12] Debajo de la virtud de obediencia se esconde pues un control sistemático y universal:

Se aceptan las indicaciones concretas que se reciben, en temas como las circunstancias del trabajo, de la familia, de las obligaciones sociales, en el uso de la televisión o las lecturas, en manifestaciones de templanza y desprendimiento, en las metas apostólicas... [13]

Es decir, que el Opus Dei decide sobre la vida profesional, social y familiar de sus miembros. Decide cómo tienen que vestirse, cómo tienen que peinarse, qué tienen que mirar en la televisión, qué tienen que leer, qué tienen que comprar, cómo tienen que sentarse, qué tienen que comer...

La docilidad se ha de poner de manifiesto lo mismo en cuestiones importantes que en pormenores aparentemente de poco relieve, como pueden ser un detalle de educación, o del modo de vestir, de hablar o de comportarse, etc. La docilidad se hace más necesaria si, en alguna ocasión, no alcanzáramos a comprender del todo las razones de lo que nos dicen, por nuestras limitaciones o porque nos faltan datos; a veces, se puede tratar de cuestiones de buen espíritu, de tono humano y cristiano, o de oportunidad.[14]

Un miembro del Opus Dei tiene que ser obediente en todo, incluso en cosas insignificantes. Y para eso la justificación no tiene que ser otra que "es oportuno que..."

La absolutización de la obediencia lleva a una obediencia intransigente, ciega y sin límites:

?Cómo debe ser nuestra obediencia?
- sobrenatural (hemos de ver siempre a Dios en los Directores)
- voluntaria
- universal
- pronta
- muda
- fuerte
- eficaz. [15]

Vamos a leer más citas para entender mejor el tipo de obediencia exigida por san Josemaría:

Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento —que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro—, seguros de que nunca se os mandará cosa que no sea buena y para toda la gloria de Dios.[16]

Si os parece una barbaridad lo que os mandan, decidlo. Si os dicen que lo hagáis –no siendo una ofensa de Dios, pequena o grande-, hacedlo.[17]

En el Opus Dei sabemos esto: se puede mandar todo, mientras no sea ofensa de Dios.[18]

Así pues miembro ideal es como un soldado raso a disposición de sus mandos:

Hemos de poner todas las energías de la inteligencia y de la voluntad en lo que se nos manda, para ejecutar todo lo que se manda y sólo lo que se manda.[19]

Del cuidado fraterno a la vigilancia

El deber de controlar la conducta ajena queda confiado a todos por medio de la corrección fraterna. Se trata de que si alguien descubre algo incorrecto en un miembro de la institución tiene la obligación de ir a ver a su director y pedirle el permiso para corregirlo.

Las materias de la corrección fraterna son:
1) hábitos en contra del espíritu o de las Normas y Costumbres del Opus Dei;
2) detalles referentes al comportamiento social, al modo de trabajar, a la educación, etc., que desdigan del tono cristiano -sobrenatural y humano- de la Obra;
3) faltas aisladas, pero sólo en el caso en que puedan acarrear un grave perjuicio al alma del interesado, a la Iglesia o a la Obra.[20]

En el Evangelio la idea de la corrección fraterna se aplica a faltas graves que son una amenaza para la salvación eterna del interesado. En el Opus Dei la corrección fraterna se aplica en casos como el hecho de que alguien no se afeitó por la manana, durmió por la tarde, merendó un sábado, llevó un T-shirt en vez de una camiseta, comió una manzana sin usar cuchillo y tenedor, que no se debería comprar esto y aquello, etc.

Además, cada miembro tiene un día designado de la semana en el que tiene que buscar ocasiones para hacer correcciones fraternas. A menudo se recibe en la dirección espiritual la meta de hacer, por ejemplo, tres correcciones fraternas durante la semana próxima. !Cuántas veces hay que fatigarse mucho hasta encontrar una pequenez que te permita alcanzar la meta!

De la sumisión a la incapacitación

Hemos leído en el principio del capítulo que san Josemaría tenía la seguridad de que si uno es sincero, no hay posibilidad de que abandone el Opus Dei. ?De dónde le viene tal seguridad? Ésta es la terapia que se impone a las personas que por el motivo que sea ponen en duda su vocación:

Concretamente, los medios que se aconsejan a las vocaciones recientes para asegurar la perseverancia son:
- abandonarse en el Senor, a través de los Directores;
- fomentar la piedad, con el cumplimiento fiel de las Normas y Costumbres;
- tener gran sinceridad en la dirección espiritual con los Directores y los sacerdotes de la Obra;
- olvidarse de sí mismos y servir a los demás, por Dios;
- descomplicarse: no inventarse problemas que sólo existen en la imaginación;
- trabajar con orden y constancia;
- tener ocupado todo el tiempo;
- hacer un apostolado constante.[21]

Podemos ver aquí un programa que reclama la declinación de la responsabilidad personal en manos ajenas, la negación de la propia personalidad, la renuncia a la propia conciencia gracias a un intenso trabajo. En una palabra: enajenación. El que se somete a tal tratamiento se transforma en una marioneta en manos de los directores. De esta manera san Josemaría puede efectivamente tener la seguridad de que esta persona no va a salir de la Obra: es un dócil robot...

Del gobierno a la burocracia

Como en el ejército, la estructura organizativa del Opus Dei es piramidal: en la cumbre está el Prelado, bajo éste los directores centrales, bajo ellos los directores regionales, más abajo los directores locales, en la base los miembros de tropa. Esta pirámide sirve para que las ideas del Prelado lleguen intactas hasta el último rincón de la tierra. Para asegurar la fidelidad del mensaje y del gobierno, se quita a los directores todo margen para la invención, la iniciativa o la responsabilidad personal. Los directores sólo pasan el examen si han respetado estrictamente los reglamentos:

Los que hacen cabeza son quienes con más fidelidad necesitan vivir la virtud santa de la obediencia: porque, en primer lugar, han de identificarse con sus Directores inmediatos; y, además, han de acomodarse siempre al espíritu y a las normas de la Obra.[22]

Los cambiantes Normas y espíritu llegan a los directores locales a través de una espantosa burocracia: los directores locales son controlados por los directores regionales, los directores regionales son controlados por los directores centrales, que son controlados por el prelado. El intercambio de información escrita es muy intenso entre todos estos interesados:

Conviene que todo lo que pase esté reflejado brevemente en el papel. !No es tanto el papeleo, no es tanto! Las cosas externas ya quedan en el diario de la casa. En cambio, las fichas que yo os pido son más íntimas.

Así los Directores no se olvidarán de dar a conocer lo que deba ser conocido por la Comisión. (...) Anotad también en esas fichas las circunstancias familiares, profesionales, talento, aptitudes, aficiones, etc. (...)

Tened un fichero, lo más completo posible, de las visitas que hagáis a las autoridades —siempre de acuerdo con la Comisión—, y de las amistades de la casa y anotad el trato que tenía con cada uno, para no dejar que ninguna de esas amistades se enfríe. Que en la ficha quede nota de las atenciones que ellos tienen con vosotros, y vosotros con ellos.[23]

Por supuesto, los miembros de la Obra y la gente que ayuda a la Obra ignoran que la prelatura guarda su ficha en unos archivos secretos. Pero eso no es todo: el Opus Dei hace también fichas de todos los sacerdotes diocesanos. La prelatura quiere tener todos los datos posibles sobre ellos por si llegara el caso de que sean consagrados obispos. Como ejemplo de ello, se ha colocado en un anexo unos escritos redactados sobre miembros de la Obra y un enlace a un informe secreto de una diócesis.

Resumiendo, la absolutización del paternalismo llega a un control que abarca las actuaciones, los pensamientos y los sentimientos de los miembros. Este control se justifica con una interpretación muy discutible de los conceptos de humildad, sinceridad y obediencia.




  1. San Josemaría, apuntes tomados en una tertulia, 8-IV-1971
  2. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 136
  3. Don Alvaro, Cartas de familia (3), n. 57
  4. San Josemaría, carta Videns eos, 24.03.1931, n. 39
  5. San Josemaría, apuntes tomados en una tertulia 17-X-1967, Crónica XII-1967, p. 42
  6. San Josemaría, carta Videns eos, 24.03.1931, n. 41
  7. San Josemaría, carta 14.02.1974, n. 22
  8. San Josemaría, Instrucción para los directores, 31.05.1936 (publicada y probablemente redactada en 1967), n. 75-76
  9. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 141
  10. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 212
  11. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 276
  12. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 143
  13. San Josemaría, carta 9-1-1959, n. 33
  14. Experiencias sobre el modo de llevar charlas fraternas, 19.03.2001, p. 20
  15. cf. San Josemaría, meditación 9-III-1962
  16. San Josemaría, Camino, n. 617
  17. San Josemaría, A solas con Dios, n. 189
  18. San Josemaría, meditación !Que se vea que eres Tú!, l-IV-1962; En diálogo con el Senor, p. 51
  19. San Josemaría, carta 6-V-1945, n. 39 y Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 1995), n. 138
  20. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 228
  21. San Josemaría, carta 29-IX-1957, n. 32 y Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 309
  22. San Josemaría, Instrucción, 31-V-1936, n. 35
  23. San Josemaría, Instrucción para los directores, 31.05.1936 (publicada y probablemente redactada en 1967), n. 70-72