Del evangelio y los Mandamientos que se viven en el Opus Dei

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Por Mediterráneo, 20/06/2022


“Las cosas que aquí se ven / ni los diablos las pensaron” – José Hernández, Martín Fierro

Hay algo que me preocupaba cuando pertenecía a la institución y que me sigo preguntando: ¿Qué evangelio y qué mandamientos se viven?

Lo pregunto porque las bienaventuranzas, por ejemplo, hasta donde yo sé, no se viven. El “...tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis”, no se vive. Las visitas a pobres son una mamarrachada que nada, nada en absoluto, tiene que ver con el mensaje del Evangelio. Cuando pregunté, la respuesta fue “ya hay instituciones en la iglesia que se ocupan de eso, lo nuestro es otra cosa”. ¿Qué es “lo nuestro”, exactamente, y por qué es tan importante que desplaza al mensaje del evangelio?...

A donde quiero llegar es a que el mensaje del Evangelio, el “amarás al prójimo como a ti mismo”, el mandamiento de la caridad, en la institución no se vive, ni siquiera entre los mismos miembros. Las “perlas” que gustaba de soltar escrivá, del estilo “somos familia con lazos más fuertes que los de la sangre”, “en casa nadie se siente solo”, “el mejor lugar para vivir y el mejor lugar para morir”, hace años que se han demostrado falacias, palabras bonitas que nada tienen que ver con la realidad, con el día a día de los miembros de la institución. Muchos de ellos, especialmente los que ya han alcanzado una cierta edad, se sienten cada vez más solos y más desilusionados, con la sensación de que les vendieron algo que ha resultado ser solo humo.

Mientras yo estaba con ellos, yo conservaba en tu nombre a estos que me has dado, y los guardé, y ninguno de ellos pereció, si no es el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese”, Jn 17, 12. Se han perdido much@s, demasiad@s. ¿Tod@s eran hij@s de la perdición? ¿Personas con treinta, cuarenta años de fidelidad a sus espaldas, personas que intentaron cambiar las cosas, que intentaron hacer las cosas bien, a quienes guiaba la rectitud de intención de querer hacer la voluntad de Dios, se convirtieron de repente en hij@s de la perdición, y por eso se perdieron?

Pasemos a los mandamientos. Dejando aparte la obsesión por el sexto y el noveno, el cilicio, las disciplinas, ellas durmiendo en tabla, sin poder tumbarse en la piscina a junio 2022 en España, y otras lindezas por el estilo, todo para domar el cuerpo (como si Dios, que nos lo dio, lo hubiera hecho malo y hubiera que “reconvertirlo”), hay ocho mandamientos más en las tablas de la ley. En los casos de abusos sexuales, ni siquiera esos dos se han vivido, pero ya juzgará Dios.

El primero, segundo y tercero son los referidos a amar a Dios y darle el debido culto. En la institución se identifica a Dios con escrivá, se les da a ambos el mismo culto, sin diferenciarlos, y la palabra de escrivá tiene más fuerza que la palabra de Dios. Por ejemplo: prometer el cielo “si me sois fieles”, aunque el resto de enseñanzas del evangelio no se vivan. Por otra parte, las nax no santifican las fiestas ni de lejos, bien al contrario, son días de muchísimo más trabajo a sacar en el mismo o menor tiempo, con menos personal si alguna tiene que ir al retiro mensual.

El cuarto habla de amar a los padres. En la institución solo se honra a la familia del fundador, a las familias de l@s miembr@s se las ignora (o se les da coba si son pudientes y hay herencias jugositas de por medio) y el “dulcísimo precepto” es otra falacia más de escrivá, una que duele especialmente porque los padres pierden a sus hij@s y es un tiempo que, a menudo, no se puede recuperar. En el caso de las nax, poder ir a cuidar a padres enfermos es un triunfo, aun a día de hoy, y no es extraño que cuando proponen ir a visitar a sus padres, porque siguen teniendo que pedir permiso para ir a verlos, la respuesta sea “es que si nos vamos todas a visitar a nuestros padres, a ver quién saca esto”. No hablo de 1970, hablo de mayo 2022, en la región (primogénita) de España.

No matarás”, dice el quinto. ¿Empastillar a placer es proteger la vida? ¿Permitir que las personas vivan en la mayor de las indiferencias es proteger la vida? ¿Imponer un estilo de vida que ha llevado a personas al suicidio es proteger la vida? ¿Fomentar horarios de trabajo que llevan a las personas al límite de la extenuación es proteger la vida? ¿No respetar el horario de sueño de l@s miembr@s, no dejarl@s dormir las horas que necesitan, es proteger la vida?

No robarás”, dice el séptimo. ¿Qué es no pagar impuestos, pero pedir subvenciones y ayudas de cualquier tipo? ¿Qué es no cotizar ni un solo céntimo por el trabajo de las auxiliares, de las administradoras, hasta hace bien pocos años? ¿Qué es embrollar la documentación de tal manera que no se sepa a quién pertenece qué y, por lo tanto, no se puedan pedir cuentas de impuestos sobre el patrimonio o impuestos sobre bienes inmuebles? ¿Qué es emitir facturas para cobrar la devolución de un IVA que nunca se pagó? ¿Y las herencias? ¿Y las “donaciones”?

Y llegamos al octavo. Ay, el octavo. “No dirás falso testimonio ni mentirás”. Si los otros mandamientos están ausentes, el octavo nunca existió. No existe a día de hoy, de hecho. “Se ha ido con un carpintero/jardinero/electricista/albañil” ha sido la respuesta universal cuando una numeraria auxiliar ha dejado la institución. En el caso de una numeraria/agregada ha sido “se enamoró de un hombre” y en el caso de un numerario/agregado “es que hay una mujer, y...”. ¿Qué hay de calumniar a las personas que se han ido diciendo que son caprichos@s, o egoístas, o que descuidaron las normas, o que no fueron sincer@s? ¿Qué hay de los informes de conciencia, de comentar en el consejo local la vida interior de las personas? ¿Qué hay de manipular esa línea delgaditadelgadita que separa el momento en que se da la absolución, y la confesión se acaba y, por tanto, se acaba el sigilo sacramental, para seguir sonsacando a la persona y, ya libre de cualquier traba, comentarlo después con la directora o el director correspondiente? ¿Qué hay de decir a los miembros de la institución “nada cambia” cuando la institución pasa a formar parte de otro dicasterio, bajo otra autoridad, y los miembros laicos quedan en una posición muy poco clara, por decirlo suavemente? Ay, el octavo.

No codiciarás los bienes ajenos”, dice el décimo. Si no fuera porque es trágico, daría risa. escrivá codició los bienes ajenos todo lo que pudo y supo: desde el “tono” hasta el servicio de las casas pudientes, pasando por inmuebles, mobiliario, joyas, objetos valiosos e incluso títulos nobiliarios. El marquesado de Peralta, por el que tanto se esforzó, “solo para cederlo a su hermano” (jaja, ay, el octavo) permanece a día de hoy sin reclamar por ninguno de los herederos de Santiago, quienes, visto el poco interés que demostró su padre, habrán decidido que a ellos les importa todavía menos.

¿Qué evangelio se vive en la institución? ¿Qué mandamientos?



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