De las casas de retiro y los centros: Difference between revisions

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Por Mediterráneo, 27/04/2022
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Cuentan de Nicolae Ceaucescu que tenía varias casas a lo largo y ancho de Rumania: en las montañas, cerca de Timisoara, en las orillas del Mar Negro... y, como nunca se sabía si el dictador iba a ir o no, se mantenían a punto permanentemente, calefacción incluida. Cuando el país sufría restricciones de un calibre tal que solo permitían una o dos horas de electricidad al día, las casas de Ceaucescu estaban permanentemente caldeadas, o refrigeradas, dependiendo de la estación.
Cuentan de Nicolae Ceaucescu que tenía varias casas a lo largo y ancho de Rumania: en las montañas, cerca de Timisoara, en las orillas del Mar Negro... y, como nunca se sabía si el dictador iba a ir o no, se mantenían a punto permanentemente, calefacción incluida. Cuando el país sufría restricciones de un calibre tal que solo permitían una o dos horas de electricidad al día, las casas de Ceaucescu estaban permanentemente caldeadas, o refrigeradas, dependiendo de la estación.
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Y esto son los centros, por más que se empeñen en predicar lo contrario: lugares de paso, donde duermes y comes unos meses, o unos años, y después vas a otro lugar que funciona exactamente igual. No estabas en casa en el primer lugar, tampoco lo estás en el segundo, ni en el tercero, ni en el octavo. Estar en casa significa estar cómodo, a gusto. En un centro sales de la habitación, a la hora que sea, para hacer la oración y asistir a Misa, completamente maquillada, vestida/trajeado y, por supuesto, con zapatos de calle. Así seguirás hasta la noche, después del comentario del evangelio, cuando vuelvas a la habitación para acostarte. ¿Eso es estar en casa?
Y esto son los centros, por más que se empeñen en predicar lo contrario: lugares de paso, donde duermes y comes unos meses, o unos años, y después vas a otro lugar que funciona exactamente igual. No estabas en casa en el primer lugar, tampoco lo estás en el segundo, ni en el tercero, ni en el octavo. Estar en casa significa estar cómodo, a gusto. En un centro sales de la habitación, a la hora que sea, para hacer la oración y asistir a Misa, completamente maquillada, vestida/trajeado y, por supuesto, con zapatos de calle. Así seguirás hasta la noche, después del comentario del evangelio, cuando vuelvas a la habitación para acostarte. ¿Eso es estar en casa?





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Por Mediterráneo, 27/04/2022


Cuentan de Nicolae Ceaucescu que tenía varias casas a lo largo y ancho de Rumania: en las montañas, cerca de Timisoara, en las orillas del Mar Negro... y, como nunca se sabía si el dictador iba a ir o no, se mantenían a punto permanentemente, calefacción incluida. Cuando el país sufría restricciones de un calibre tal que solo permitían una o dos horas de electricidad al día, las casas de Ceaucescu estaban permanentemente caldeadas, o refrigeradas, dependiendo de la estación.

Mutatis mutandis (o no tanto), me ha recordado lo que sucede en algunas casas de retiro de España, desconozco la realidad de otros países: Castelldaura, Molinoviejo, Torreciudad, La Lloma, Pozoalbero, están permanentemente en orden de revista…

Solo recientemente, y debido al disparate en los precios de combustible, algunas alas se mantienen cerradas y solo se acondicionan (en cuanto a temperatura) si va a ir el prelado. En cuanto a temperatura, digo, porque se pasa a la limpieza periódicamente, a limpiar sobre limpio, las camas están siempre hechas, los despachos a punto, los comedores a punto.

Esas casas están vacías una gran parte del año, porque hay cada vez menos gente y esto repercute en que, donde antes se organizaban diez cursos de retiro, ahora con tres basta y sobra; añadamos que se ha puesto de moda ir a hacer el curso anual, o la convivencia, lejos del propio país, para rentabilizar casas de retiro en Irlanda, Suiza, Austria, Alemania, que de otra manera serían inmantenibles, lo que supone, otra vez, que donde antes había diez cursos anuales, ahora con tres basta y sobra. Esas casas no son para los miembros de la institución, excepto si acuden ahí a medios de formación. Hasta donde yo sé, ningún/a numerario/a puede decir “me voy a descansar a Molinoviejo un fin de semana con mis amig@s”. Son casas donde se aloja el prelado cuando viene a España, así sea una noche, o donde el prelado “descansa” en verano huyendo del calor de Roma. Por más prelado que sea, solo puede estar en una casa a la vez, así que las demás son un pozo sin fondo de gastos en mantenimiento, vacías durante una gran parte del año.

Dejando aparte el hecho de que ninguna familia “numerosa y pobre” posee semejante patrimonio inmobiliario, y no estoy hablando de a nombre de quién figuran las casas en el Registro de la Propiedad, porque ¿qué me importa a nombre de quien estén si quien las usa solo tiene que decir “me gustaría ir a...” y lo tiene todo a su disposición?, a donde voy es a si esto es pobreza evangélica.

Los numeri@s, agregad@s y numerarias auxiliares tienen que dar cuenta de sus gastos, o tenían que dar cuenta de sus gastos hasta hace muy poco. Recientemente se dijo a los numerarios que entregaran la pensión y una aportación, y dispusieran del resto de su sueldo como quisieran. Me consta que no se ha dicho lo mismo a las numerarias auxiliares y desconozco si se ha dicho a las agregadas y numerarias. Ellas, y ellos hasta hace muy poco, como decía antes, dan cuenta de cada céntimo que gastan, pero ahí tenemos un patrimonio inmobiliario poco utilizado que genera gastos inconmensurables (¿alguien imagina qué significa, económicamente, mantener Torreciudad?) y la única solución para remediarlo es pedir dinero y más dinero a quienes ya no pueden dar más. ¿Esto es pobreza? “Se gasta lo que se deba aunque se deba lo que se gasta”. No conozco a ninguna familia normal que funcione así, bien al contrario, una familia normal se lo piensa muchas veces antes de endeudarse. Me imagino que a escrivá le era fácil decirlo porque siempre, siempre, siempre, había alguien que pagaba (no creo que él tuviera la más mínima idea de cómo, tampoco creo que hiciera un solo número en su vida, ya tenía a Álvaro Del Portillo que lo hacía por él) y él se limitaba a hacer lo que más le gustaba: encapricharse de algo, decir que se comprara y, en una palabra, disparar con pólvora del rey.

Esto en lo que respecta a las casas de retiros. En lo que respecta a los centros, y una vez más, hablo de la realidad de España, cuando se abre un centro nuevo quienes van a vivir ahí lo hacen “a mesa puesta”. Se encuentran una vivienda montada hasta el último detalle, donde todo está previsto, pensado y calculado. Me atrevo a jurar que ningun@ de quienes van a vivir ahí sabe lo que se paga de electricidad, de calefacción, de hipoteca, de agua, de la comunidad de vecinos. Así lo encuentran y así lo dejarán cuando les digan que vayan a vivir a otro sitio, del que igualmente lo ignorarán todo.

Somos los demás”, “somos gente corriente”. La gente corriente sabe, al dedillo, lo que paga de electricidad, agua, hipoteca y comunidad de vecinos. Los demás saben qué se gasta en calefacción y cada cuánto hay que llenar el depósito de gasóleo, o las botellas de propano, o lo que sea. ¿Quién, a abril de 2022, puede permitirse no saber lo que se gasta en electricidad en su casa, porque da igual, se pagará de todos modos? La respuesta es simple: alguien que no esté en su casa sino de paso, como en un hotel. Nadie sabe cuánto paga un hotel de luz, o de agua, y tampoco le importa a nadie, excepto a los propietarios. Los clientes llegan, pagan, utilizan los servicios y se van.

Y esto son los centros, por más que se empeñen en predicar lo contrario: lugares de paso, donde duermes y comes unos meses, o unos años, y después vas a otro lugar que funciona exactamente igual. No estabas en casa en el primer lugar, tampoco lo estás en el segundo, ni en el tercero, ni en el octavo. Estar en casa significa estar cómodo, a gusto. En un centro sales de la habitación, a la hora que sea, para hacer la oración y asistir a Misa, completamente maquillada, vestida/trajeado y, por supuesto, con zapatos de calle. Así seguirás hasta la noche, después del comentario del evangelio, cuando vuelvas a la habitación para acostarte. ¿Eso es estar en casa?



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