De la discreción al secretismo

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(Cap. 11 de Lo que pasó a ser el Opus Dei)


En la siguiente cita ofrezco al lector un revelador fragmento de los reglamentos internos del Opus Dei:

Las Instrucciones y las Cartas de nuestro Fundador y de sus sucesores, los Vademecums y Experiencias, etc., se guardan en la sede del Centro al que han sido asignados. Se custodian bajo llave en el despacho del Director; y no se sacan de la sede del Centro. Si en un Centro existe una habitación reservada para el trabajo del Consejo local, ahí se pueden custodiar los documentos de gobierno, siempre que sea contigua al despacho del Director. Naturalmente, la llave del armario donde se guardan los documentos, accesible sólo a los miembros del Consejo local, se custodia en el despacho del Director. En estos casos, para evitar pérdidas, conviene extremar las medidas de prudencia; por ejemplo, nunca han de quedar los armarios abiertos, ni un documento sobre la mesa, si no se está utilizando: en cuanto se termina la consulta o el estudio, se devuelve a su sitio.

Si hiciera falta, por alguna circunstancia extraordinaria, cambio de casa, por ejemplo, se trasladan con la máxima prudencia: en una cartera de mano, en una bolsa o en un maletín, exclusivamente destinados a este fin, que lleva siempre consigo un Director. De modo semejante, en los viajes, los escritos no se meten en las maletas, porque pueden confundirse o perderse, etc. En las estaciones o aeropuertos, no se guardan en la consigna de equipajes o sitios similares. Si se viaja en coche, no quedan dentro del automóvil, cuando se deja solo, aunque se cierre con llave.

Si alguna vez se extravía algún documento, se comunica inmediatamente a la Comisión Regional o al Consejo de la Delegación, informando de los detalles oportunos.[1]

Se puede admirar la diligencia con la que la Prelatura intenta mantener secretos sus reglamentos. Se tiene la impresión que estamos hablando de secretos de estado guardados por agentes especiales. !Pero se trata sólo de textos del santo Josemaría!

Incluso las fotos son secretas:

En los Centros, se conservan en un archivo cerrado con llave bajo la custodia del Consejo local las fotos tomadas en tertulias, Convivencias, excursiones, etc.[2]

Si parece oportuno hacer alguna fotografía durante la visita de un huésped en un rincón de la casa, no hay inconveniente en que tengáis ese detalle de delicadeza, siempre que seáis vosotros —los hijos míos— quienes las hagáis: ya enviaréis una o varias de esas fotografías a las personas interesadas, pero nunca los negativos.[3]

Los reglamentos internos del Opus Dei están ocultos no sólo frente al mundo externo, sino también frente a los mismos miembros que no son directores y, con mayor razón, frente a los simples participantes en las charlas de formación:

Durante las charlas de formación y en las reuniones en las que se utilizan estos documentos, no se toman notas literales ni detalladas, ni se usa el magnetofón. (...) Del Programa de formación inicial tampoco se toman notas textuales. No se copian puntos ni se sacan fichas del Catecismo de la Obra.[4]

En los Cursos anuales, Convivencias, retiros, etc., de Numerarios y Agregados, se ponen al alcance de todos, pero cada noche el Director comprobará que están todos los ejemplares; así, se evita que se extravíe alguno.[5]

El secretismo es, pues, un plan consciente y realizado sistemáticamente. Otras organizaciones eclesiales no funcionan de este modo. ?Entonces por qué el Opus Dei tiene que recurrir a tales prácticas?

La verdad sobre el estilo de vida de los miembros del Opus Dei se esconde, ya de inicio, a los posibles candidatos. Cuando el Director de mi centro insistía para que, con 15 anos, me hiciera del Opus Dei, me aseguraba que los miembros de la organización son cristianos corrientes y que nada cambiaría en mi vida exterior. Entonces le pregunté:

- Si no hay diferencia, ?para qué tengo que entrar en el Opus Dei?

En respuesta el Director citó las palabras del fundador:

- Cada hombre es como un farol. Un hombre normal es como un farol apagado, pero un miembro del Opus Dei es un farol encendido.

Le contesté que no entendía esta comparación. Entonces por primera vez oí una frase que escuché después muchas veces:

- De momento no entiendes esto porque tienes poca formación. Entenderás después. Confianza.

De este modo el Director evitaba responder a mi pregunta. Cuando pedí la lista de los deberes que traía consigo la pertenencia al Opus Dei, el Director respondió que no hacía falta. Así mismo me transmitió la posición oficial de la Prelatura:

Para que la incorporación sea válida, es suficiente la intención virtual de asumir las obligaciones correspondientes, aunque no haya una advertencia actual en el momento de la incorporación.[6]

Dicho de otra manera, esto significa que el Opus Dei piensa que para la validez del contrato de admisión no tiene la obligación de informar de antemano a los futuros miembros sobre sus deberes. El espíritu de la Obra, es decir, las obligaciones que deben cumplir los miembros de la Obra, se da a conocer poco a poco en la fase inicial de la formación (durante los primeros tres anos y medio). El contenido de los reglamentos no se expone de una vez y por entero a los nuevos miembros. Conocerán sus deberes gradualmente –una nueva obligación sólo después de haber asimilado la anterior-. De este modo resulta muy difícil a los nuevos miembros hacerse una opinión sobre algo que no conocen por completo. Tienen que seguir ciegamente a lo largo de esta larga etapa de formación. Sólo después de este tiempo sabrán si este espíritu les conviene o no.




  1. Vademécum del gobierno local, 19.03.2002, p. 25
  2. Vademécum del gobierno local, 19.03.2002, p. 184
  3. San Josemaría, Instrucción para los directores, 31.05.1936 (publicada y probablemente redactada en 1967), n. 100
  4. Vademécum del gobierno local, 19.03.2002, p. 137
  5. Vademecum de los Consejos locales, 19.03.1987, p. 146
  6. Catecismo de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei (edición del ano 2003), n. 67


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