Alvaro del Portillo, el profeta Jeremías y las exnumerarias auxiliares

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Por E.B.E., 11 de abril de 2022


Desconozco si, al cambiar al Opus Dei de Dicasterio, el papa Francisco se habrá hecho acreedor de la maldición profetizada por Alvaro del Portillo, quien cita al profeta Jeremías para reforzar su autoridad y poder así pronunciar formalmente una maldición a todo aquel que "atente contra la divinidad" del Opus Dei.

«Ruego también que si, a lo largo de los siglos, alguno —no ocurrirá, estamos ciertos—, quisiera perversamente corromper ese espíritu que nos ha legado el Padre, o desviar la Obra de las características divinas con que nuestro Fundador nos la ha entregado, que el Señor lo confunda y le impida cometer ese crimen, causar ese daño a la Iglesia y a las almas (...). No podemos menos de recordar aquella severísima amonestación de la Escritura: maledictus, qui facit opus Domini fraudulenter (Ierem. XLVIII, 10). Entendedme bien: para un miembro de la Obra que tenga la desgracia de no ser fiel a su vocación, va toda nuestra comprensión, nuestro cariño, la piedad de todos, con el deseo de sacarlo adelante y, al menos, ayudarle a que se salve. Pero si no consistiera sólo en eso, si pretendiese desvirtuar la Obra de Dios, desviarla fraudulentamente, corromper su espíritu, se haría acreedor a la maldición divina» (Del Portillo, Álvaro, “Carta” 30-IX-1975, n. 39)

Ahora bien, el profeta Jeremías escribió un libro bastante extenso y habló de muchos temas (52 capítulos tiene dicho libro)…

Del Portillo sólo extrajo unas pocas palabras para usarlas como ingredientes de su maldición y al resto poco y nada parece haberle prestado atención. De hecho, si uno busca otras citas del profeta Jeremías dentro de las publicaciones internas, poco se encuentra.

Bueno, hay por ejemplo otro pasaje conocido del profeta que se cita mucho dentro del Opus Dei, el del «barro en manos del alfarero» (Jerm. 18, 6) que en el Opus Dei es usado para legitimar la manipulación de las conciencias (estimular una docilidad a los directores -o sea el gobierno- sin resistencias). No creo que el profeta estuviera muy de acuerdo con la interpretación que hacen en el Opus Dei de sus palabras, pero bueno, sigamos adelante.

Del Portillo recurrió al profeta Jeremías para darle palos desde arriba, desde su lugar como superior de la prelatura, al que osare cambiar el Opus Dei en temas considerados "intocables" (¿estaría incluido el reciente cambio de Dicasterio?... uhmmm). Hay que reconocer que tampoco la cita se adapta a la maldición de Del Portillo como el guante a la mano, pues dice:

«¡Maldito el que ejecuta con negligencia el trabajo del Señor!»

Habla más de la responsabilidad de los pastores que de las ovejas (en efecto, gran parte del libro de Jeremías está dedicado a darles palos a los malos pastores). Pero bueno, parece que a Del Portillo le resultó adecuado recurrir a Jeremías para echar su maldición urbi et orbi, de aplicación universal (y es por eso que temo por Francisco…).

Pero, como decía antes, el profeta habló y mucho. Por ejemplo habló de los falsos profetas, de cómo se dejan llevar por la avaricia y practican el fraude (Jerm 8,10 –¿a la seguridad social, por ejemplo?-) y cómo no se avergüenzan de nada ni saben lo que es la vergüenza (Jerm 8,12). Y anuncia que no quedará uva en la vid, ni higos en la higuera (Jerm 8,13). Esto también se podría aplicar al Opus Dei, especialmente en estos tiempos de sequía de vocaciones, si estamos en plan de recurrir al profeta, siguiendo el ejemplo que nos ha dado Del Portillo.

Pero hay algo más interesante aún. En concreto, en el capítulo 22 el profeta va a hablar de lo que vienen reclamando las ex numerarias auxiliares y que parece que los superiores del Opus Dei se lo han pasado por alto, desde Escrivá, Portillo, Echevarria hasta Ocariz.

Inversamente a lo que se podría creer, en estricto sentido quienes podrían citar con justa razón al profeta Jeremías serían las ex numerarias auxiliares y no del Portillo (y menos para…. ¡echar maldiciones sin autorización divina!).

En el versículo 13 dice:

«¡Ay del que edifica su casa sin justicia…!» (…) «que hace trabajar de balde a su prójimo y no le remunera su trabajo!»

¡Ay del Portillo, que edificaste el Opus Dei sin justicia, que hiciste trabajar al prójimo y no le remuneraste su trabajo! ¡Ay Escrivá, ay Echevarría! ¡Ay Ocariz que sigues sin reconocer la remuneración debida a tu prójimo!

La advertencia lanzada por el profeta Jeremías a los que no pagan salarios es inexcusable.

Y dice luego, en el siguiente capítulo:

«Ay de los pastores que destrozan y dispersan las ovejas de mi pastizal».

Y sigue el profeta

«ustedes –¿Escrivá, Portillo, Echevarría, Ocariz?- han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones» (Jerm 23,2).

Ay, ay, ay…. Voy a ocuparme de ustedes…

Yo le tendría miedo a esa advertencia más que a la maldición sin sustento de Del Portillo.

Si uno piensa en toda la gente que se fue "expulsada" del Opus Dei porque no se ocupaban de ellas, pues da escalofríos leer estas palabras del profeta.

No se entiende cómo Portillo tenía tiempo de crear maldiciones y no ocuparse de la que pesaba sobre su cabeza (lo cual me recuerda a lo de la paja en el ojo ajeno… Lc 6,41), lanzada expresamente por Jeremías. Del Portillo debería haber pensado mejor antes de echar mano de Jeremías –cual fierro candente- para maldecir a nadie.

Jeremías advierte además contra aquellos que

«profetizan falsamente en mi Nombre, diciendo: «¡He tenido un sueño! ¡He tenido un sueño! ¿Hasta cuándo continuará esto en el corazón de los profetas, que profetizan falsamente y vaticinan sus propios pensamientos engañosos?» (Jerm 23,26).

Resulta realmente difícil entender que Escrivá haya tenido "una visión" divina ese 2 de octubre de 1928 que finalmente tuviera como resultado una enorme "dispersión de ovejas" y que le sirviera, entre otras cosas, para justificar el "no pagar salarios a su prójimo".

Pues conforme a "la visión fundacional", las numerarias auxiliares debían permanecer para siempre sujetas a un trabajo doméstico sin horarios ni descansos justos, sin progresar intelectualmente ni cobrar sueldo ni jubilación ni menos aún recibir ayuda alguna si abandonaban el Opus Dei, al contrario debían ser maldecidas por ser infieles y recibir el justo castigo de ser unas infelices y amargadas. Pues no sólo Del Portillo echaba maldiciones, Escrivá también, fue su maestro en esto de maldecir:

«Si alguien se descaminara, le quedaría un remordimiento tremendo: sería un desgraciado. Hasta esas cosas que dan a la gente una relativa felicidad, en una persona que abandona su vocación se hacen amargas como la hiel, agrias como el vinagre, repugnantes como el rejalgar» (Escrivá, citado en “Meditaciones” III, p. 389)
«Si te sales de la barca [de la Obra], caerás entre las olas del mar, irás a la muerte, perecerás anegado en el océano, y dejarás de estar con Cristo» (Escrivá, J.M., meditación “Vivir para la Gloria de Dios”).
«Yo he tenido que enjugar muchas lágrimas de personas que se han perdido por no hablar a tiempo. A los quince días están asqueados, vienen llorando, arrepentidos. No conozco a ninguno que sea feliz» (Escrivá, J.M., “Tertulia”, 17-III-1969)

Ahora bien, si el gran abandono de vocaciones –una verdadera desbandada- fue porque los malos pastores dispersaban a las ovejas y no se ocupaban de ellas, con más razón debían recibir ayuda quienes abandonaban el Opus Dei.

Resultaría cínico justificar la no ayuda a quien se va por algo que los mismos pastores provocaron. Pues bien, dicho y hecho: los que maldicen son los mismos que se hacen acreedores de las advertencias de Jeremías.

En fin, parece que de cara al profeta, al Opus Dei le espera un duro juzgamiento.

«No se dejen engañar por los profetas que están en medio de ustedes, ni por sus adivinos; no escuchen los sueños que ellos sueñan, porque ellos les profetizan falsamente en mi Nombre, sin que yo los haya enviado» (Jerm 29,9)

¡Ay Escrivá, si Dios no te envió…!

«Así habla el Señor: Lo que había edificado, lo voy a demoler; lo que había plantado, lo voy a arrancar» (Jerm. 45, 4)

No sé si alguien se hará acreedor de la maldición de Del Portillo, creo que más bien habría que prestarle atención a las duras advertencias que Jeremías lanza contra los que profetizan falsamente en nombre de Dios, ya sea echando maldiciones como presentando sueños propios como si fueran visiones divinas.



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