La trampa vocacional

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Auutor: Joseph I. B. Gonzáles, antiguo numerario, seis años, Estados Unidos


Hoy me gustaría escribir sobre lo que se ha llamado "la trampa vocacional" del Opus Dei. Es una trampa porque, cuando alguien cae en ella, es psicológicamente muy difícil que logre escaparse. Creo que la "trampa" en su forma más coercitiva es psicológica, aunque tiene la capacidad de sujetar como una cárcel. En mi propio caso, tardé por lo menos tres largos e infelices años decidirme a dejar la organización Opus Dei, desde el momento en que sentí el deseo inconfundible de salir hasta el punto en que realmente lo hice.

La trampa se desarrolla más o menos de la siguiente forma:

  1. Alguien "ve" su vocación de numerario o por lo menos es persuadido de que la "ve".
  2. Escribe una carta al prelado del Opus Dei para pedir la admisión como numerario y es aceptado.
  3. El numerario aprende las ideas, costumbres y tradiciones del Opus Dei.
  4. Después de un tiempo, por alguna razón, el numerario no siente la vocación de permanecer en el Opus Dei - a veces desarrolla ese sentimiento después de entender de las ideas, costumbres y tradiciones del Opus Dei-, que en algunos casos se conocen sólo después de muchos, a veces muchísimos, años porque ellas se revelan gota a gota en un largo período de tiempo, y algunos aspectos nunca son revelados.
  5. El sacerdote le indica al numerario que tiene vocación, aún si éste no puede recordar "haberla visto", y que cometería un pecado mortal si abandonase el Opus Dei.
  6. El numerario confía en el sacerdote y no quiere cometer un pecado mortal, de modo que permanece, algunas veces agonizando sobre su decisión.
  7. El numerario decide irse y es censurado por la organización.

El proceso es abusivo principalmente por la falta de consentimiento informado, aunque hay otros aspectos abusivos como la coerción psicológica, atribución falsa de una vocación, y el estigma impuesto sobre el antiguo socio.

Inicialmente, se le pide a la persona que "entregue todo a Dios." La frase identifica "Dios" con el "Opus Dei". El nuevo no sabe el contenido de la entrega: no le será posible conocer y evaluar la naturaleza del compromiso sino hasta después de muchos, a veces muchísimos años en cuyo momento la organización Opus Dei ya no le permite una salida airosa. De ahí la carencia de consentimiento informado.

Esta situación es clásica: "condenado si lo haces, condenado si no lo haces." El numerario está atrapado dentro del Opus Dei y, si él o ella toman la decisión de marcharse, se anuncian consecuencias fatales, reales o imaginarias. Además de la amenaza de perdición eterna y el chantaje emocional pernicioso engendrado por el cargo de traición a Jesucristo, hay otras formas de presión psicológica, en la forma, tal vez, de presión de grupo o disonancia cognoscitiva que resulta de la terminación de la intensamente cultivada visión del mundo a través de los ojos del Opus Dei. Usando una analogía de la bolsa de valores, después de muchos años de servicio sincero a la organización, se vuelve muy difícil para el numerario aceptar la torpeza de su inversión, evitar pérdidas futuras, y salirse. Ello implica la aceptación de un terrible error -tal vez el más difícil de los procesos psicológicos- y pasar luego muchos años corrigiendo las consecuencias negativas y algunas veces traumáticas del error.

Hay una teología vocacional detrás de esta trampa que encuentra su fuente, justificación y perpetuidad en las palabras y acciones de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Al institucionalizar este proceso específico de incorporación en el sistema del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás es el responsable último de las consecuencias abusivas y funestas.

En el sistema de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, una vocación al Opus Dei se define por los siguientes rasgos:

  • Es producto de un momento de iluminación lleno de oración.
  • Mantiene una relación esencial o intrínseca con la salvación del individuo.
  • Es obligatoria bajo la pena de pecado mortal.

A los reclutas numerarios se les dice que una vez que hayan "visto" su vocación, tienen la obligación moral de seguirla. Se implica que la supuesta visión instantánea da validez a todas las obligaciones y enseñanzas que el Opus Dei impone sobre los reclutas mientras ellos permanezcan en el Opus Dei.

En meditaciones predicadas por los sacerdotes del Opus Dei, se han reportado las siguientes palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás con respecto a la vocación:

"Si un hijo mío ha visto su vocación una vez y nunca la ve de nuevo, debería bastarle para el resto de su vida."
"Si un hijo mío deja la Obra, no puedo garantizarle su salvación."

Esta frase es una amenaza velada, especialmente porque San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás garantizaba la salvación de los miembros que permanecieran dentro el Opus Dei hasta la muerte.

Mantener a los numerarios en el Opus Dei parece haber sido una obsesión a lo largo de la vida de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Nos contaban historias de cómo había llorado cuando "Dios le quitó sus primeras vocaciones," de cómo él personalmente amonestó a ciertos numerarios a "ser fieles" y no irse, y cómo el gritaba, exhibiendo lo que parece haber sido enojo público premeditado, al leer cartas de separación de antiguos numerarios o hacia los numerarios mismos que le comunicaban la decisión de irse. El identificó al Opus Dei con Jesucristo -tal vez una identificación válida en su caso, pues aparentemente sintió su vocación al Opus Dei con certeza indudable, pero ciertamente una proposición discutible respecto a muchos individuos que eligieron seguir su propia conciencia, algunas veces después de gran lucha interna, y dejar la organización. Creo que su intolerancia refleja sus convicciones cerradas y falta de respecto por la verdad que reside en las conciencias de antiguos numerarios.

Como yo mismo experimenté, los directores calificaban de pecado mortal el abandonar el Opus Dei. Considerando lo obsesivos que eran los directores al citar y trasmitir las ideas y prácticas de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, yo concluí que la fuente de visión fue el mismo San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás. Cuando me salí, el sacerdote me mandó confesarme de pecado mortal y, por lo que entiendo, la misma imposición absurda ha sido impuesta en otros antiguos numerarios. La teología oficial acerca de la vocación del Opus Dei es solamente una entre varias ideas legítimas sobre la vocación. Sin embargo, la teología de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás es presentada a los numerarios como la única.

La teología de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás es similar a lo que se encuentra en los escritos de San Alfonso de Ligorio, que de hecho parece ser uno de las fuentes teológicas oficiales del Opus Dei sobre este tema. Según San Alfonso ya que la vocación tiene una relación intrínseca con la salvación del individuo, la falta de respuesta del individuo a la vocación significa pecado mortal y condenación eterna. (Ver Nota 1)

Otra idea importante acerca de la vocación, expresada en los escritos del sacerdote del Opus Dei José Luis Soria y que resume la línea oficial del Opus Dei, es que la obligación de permanecer fiel a la vocación puede ser impuesta moralmente si la vocación es "absolutamente cierta." Soria también indica que es posible que un individuo tenga "absoluta certeza" acerca de su vocación. (Ver la Nota 2)

Sin embargo, hay varias concepciones teológicas de la vocación, algunas de las cuales contradicen la línea oficial del Opus Dei. Entre ellas están las siguientes:

  • Una vocación es producto de un proceso gradual de iluminación. Frecuentemente se cita a San José como el ejemplo clásico.
  • Una vocación no tiene una relación intrínseca con la salvación porque demanda más de lo que Cristo espera o requiere para lograr la salvación. Este es el argumento que se formula, por ejemplo, con respecto a la vocación religiosa, en la cual los votos de pobreza, castidad y obediencia no son considerados esenciales para la salvación.
  • No hay pecado en abandonar la vocación precisamente porque las demandas de una vocación exceden lo que normalmente se requiere de un cristiano.
  • Una vocación no es evidente, y mucho menos absolutamente evidente. Dado que una vocación es una realidad moral y espiritual más que una realidad científica, no es posible obtener la misma certeza acerca de la vocación personal como la que caracteriza las respuestas empíricas a preguntas científicas o empíricas.
  • Una vocación no se puede imponer. Esto se sigue de la premisa de que una vocación no es cierta.
  • Una vocación es una invitación de Jesús, no una obligación.

Mi propia opinión es que es posible que alguien alcance certeza moral, inclusive una fuerte certeza moral, acerca de una vocación o llamada interior. Sin embargo, la convicción debe también estar confirmada por circunstancias externas, especialmente por las personas que poseen la autoridad de confirmar la vocación, como en el caso, por ejemplo, de un obispo que ordena a un sacerdote. Me atrevo a afirmar que una vocación es una realidad interna en el alma de una persona que debe ser confirmada por circunstancias externas. Cuando la realidad interior y la exterior coinciden, la posibilidad de una vocación es alta pero de todas maneras no es científicamente demostrada.

Por consiguiente, creo que un director espiritual debe respetar la realidad interior de la conciencia individual. Basado en mi propia experiencia, este respeto es verdaderamente deficiente en el Opus Dei. ¿Cómo puede un director espiritual estar "seguro" de la vocación personal, y mucho menos aún, imponerla? Creo que es más importante que el director ayude al individuo a conocer la realidad interior de su alma que imponer un compromiso absoluto a una organización que, después de cierto punto, pudo haber perdido gran parte de su credibilidad.

San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, por las ideas acerca de la vocación que impuso a los miembros del Opus Dei, ha empañado la causa de la verdad. Su teología estrecha de la vocación tiende directamente a atrapar a personas bien intencionadas, al calificar una vocación como cierta y obligatoria, comunicada en un momento de iluminación divina. Hay una variedad de nociones legítimas sobre la vocación; y de ninguna manera hay unanimidad en que la vocación es obligatoria, ni muchos menos, que es cierta. Afirmar que las ideas teológicas preferidas de San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás son parte de la doctrina católica básica es una falsificación. Es especialmente opresivo y dañino cuando tales falsedades, en el nombre de la verdad y la santidad, distorsionan la conciencia individual, restringen e inclusive manipulan la actuación de acuerdo a dicha conciencia. Su influencia perniciosa no puede desestimarse.


Nota 1: El siguiente pasaje fue tomado de la Enciclopedia Católica en la Internet, en la sección sobre Vocaciones Eclesiásticas y Religiosas. La Enciclopedia Católica es un bastión de la teología conservadora y la apologética Católica. Es llamativo lo que sostiene sobre el tema de la vocación:

"San Pablo no intenta señalar ninguna profesión particular como un regalo de Dios, pero hace uso de una expresión general para implicar que la dispensación desigual de gracias al igual que la diversidad de virtudes explica la diversidad de objetivos ofrecidos para nuestra selección. Coincidimos con Ligorio cuando declara que cualquiera, estando libre de impedimento y motivado por una intención correcta, es recibido por el superior si es llamado a la vida religiosa… La influencia rigorista a la que San Alfonso fue sometido en su juventud explica la severidad que le llevó a decir que la salvación eterna de una persona dependía primordialmente de su elección de un estado de vida conforme a la elección Divina. Si este fuese el caso, Dios, que es infinitamente bueno, haría conocer su voluntad a cada hombre en una forma tal que no pudiese ser malentendida."

La forma rigurosa de pensar acerca de la vocación que se deriva de San Alfonso de Ligorio era común en la espiritualidad del período formativo de Escrivá, es decir en los años 20 en España, y el paradigma persistió de una forma extendida en la Iglesia hasta los años 60. Puede notarse que el pasaje citado subraya la importancia de una intención correcta al determinar la existencia de una vocación. Desafortunadamente, la intención correcta es obstaculizada por la falta de consentimiento informado, agravándose por la práctica de una censura absoluta, el uso de "la santa discreción" para ocultar información vital, y la falta de discernimiento espiritual, específicamente en lo relativo a la vocación, en las actitudes de los miembros del Opus Dei. Esta última deficiencia, que ha sido señalada por Tammy DiNicola, se confirma por la experiencia de otros. Nótese también que la última frase del pasaje citado implica la naturaleza incierta de la vocación.

Creo que la culpabilidad por haberse institucionalizado este dudoso sistema de reclutamiento recae no sólo en Escrivá, sino también sobre la misma autoridad eclesiástica por apoyarlo en su apresuramiento irresponsable.


Nota 2: El punto de vista de José Luis Soria acerca de la vocación está contenido en un folleto, "Vocación," publicado en la década de los 80 por el Centro Teológico, otra organización "tapadera" del Opus Dei basada en Manila, Filipinas. He examinado la última versión de otro folleto "Vocación" de Soria y no menciona ninguna de estas ideas cuestionables. Sospecho que el Opus Dei habrá procurado que desapareciera aquel primer folleto de Filipinas, igual que procuraron hacer con las Constituciones del Opus Dei del año 1950, cuando fueron publicadas en 1970 en París por vez primera, o con el relato autobiográfico de María Angustias Moreno cuando se publicó en España "El Opus Dei, anexo a una historia". Hay razones para sospechar. Robert Hutchinson, en "Their Kingdom Come" (1995) y María del Carmen Tapia, en "Beyond the Treshold" ("Tras el Umbral. Un vida en el Opus Dei", 1998) han reportado que el Opus Dei falsifica y destruye documentos. Estas afirmaciones son creíbles porque son consistentes con mí propia experiencia. Durante mi tarea como numerario, fui testigo de cómo numerarios, incluyendo los directores, intermitentemente quemaban libros en el jardín de atrás del centro. Usualmente, la Biblia Protestante y libros sobre la teoría de la evolución.