La seducción del cariño, orígenes de una vocación

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Por Jacintaunzue, 21 de octubre de 2007


Llevo meses recordando el artículo que escribió Ruta de Aragón sobre los adolescentes y meditando sobre los motivos de mi petición de admisión como numeraria del opus dei. A mi nadie me "planteó" la vocación. Nadie me persiguió. Nadie hizo presión para que yo entrara. Solo pusieron una alfombra roja y mucho cariño. Y yo fui solita, como una mansa oveja rumbo al matadero...

Se podría decir que yo nací EN el opus dei. Mis padres eran supernumerarios, mis abuelos eran supernumerarios, mis tíos eran supernumerarios, los amigos de todos ellos eran supernumerarios y numerarios... y por sus casas circulaban curas y numerarios (más que numerarias, aunque también las había) al punto que para mí comer o tomar una copa de vino con un cura siempre me pareció algo muy normal y natural. Cada año nos juntábamos todos en casa de mis abuelos para comer y tener una tertulia con dos numerarios de los viejos, que estaban de visita por el país. Los habían conocido en Pamplona cuando mis padres todavía no estaban casados, y desde la más tierna infancia yo me sentaba en la falda de ellos escuchando historias de Nuestro Padre, del Padre, de los apostolados en tantos países, de las historias de los primeros... todo de primera mano.. cuando crecí seguía sus cuentos sentada en el piso disfrutando de la alegría y optimismo contagioso de este dúo de numerarios a quienes consideraba (y sigo considerando) como mis tíos. Siempre dispuestos a escuchar, hasta a una niña como yo, y siempre contentos. Un día (yo era preadolescente para entonces) hasta vino I.S.B. de visita y no solo tuvimos "tertulia" sino que me dedicó un buen rato de exclusividad para hablar conmigo de Historia, de la elección de la Universidad, de la carrera universitaria... Yo sabía muy bien quién era él y quién era yo, por eso me sentí muy halagada por su dedicación...

Cuando estaba en kinder, unas supernumerarias de mi barrio organizaron un "club" para chicas. No había centro en mi ciudad, pero ellas nos daban charlas de formación y organizaban actividades realmente fabulosas: teatro (bien armado, como nunca lo han podido hacer las numerarias en los centros clubs de bachilleres de mi Región) cocina, artesanías, pintura.... Así que desde los 5 años en adelante fui por el club. Cuando abrieron un centro de mujeres, todas las chicas seguimos nuestras actividades del club en el centro y ya no estaban las señoras a cargo. Ellas eran madres de mis amigas y amigas de mi madre y de mis tías y a todas ellas les tenía un gran cariño.

Si bien había empezado a ir a un colegio de la zona en que vivía, que no era del opus, insistí a mis padres para que me cambiaran al colegio donde iban mis primas y mis otras amigas. Así entré en el colegio "labor personal" (porque no son del opus dei, remember?) Confieso que en el colegio lo pasé BOMBA! No puedo entrar en detalles porque no quiero dar malas ideas a los chicos de edad escolar que entran en opuslibros, porque todas las actividades divertidas en las que encontrábamos entretenimiento mis compañeras de clase y yo, eran trasgresiones a las normas y de un nivel destructivo digno de competir con Atila y los Hunos.

Mi colegio era muy parecido al de Isa Nath (perdón pero no pude encontrar el link y lo leí hace ya un tiempo...) Había un grupito de "adscritas" y de "encajadas de san rafael" que ya tenían planteada la vocación. Cuando nos cruzábamos por los pasillos nos saludábamos con gestos de complicidad, intercambiábamos "novedades" sobre los planteos vocacionales y los "pitajes"... y una experimentaba un sentido de pertenencia muy fuerte. El cura del colegio (perdón por la informalidad... el capellán del colegio...) era también muy amigo de mi familia y hasta su sobrina estaba en la clase conmigo. Todo esto llevó a que se estableciera una "amistad" muy particular con el sacerdote. El día de su cumpleaños, cada año, íbamos con mi prima a llevarle su postre favorito (tarta de limón) de regalo. Ahora me pregunto qué haría el pobre cura con la tarta en ese mini cubículo donde pasaba encerrado todo el día. No me lo imagino comiéndose la tarta él solo, ni llevándola a su casa en el colectivo lleno de pasajeros. Me llamaba "Ilustrísima" cuando entraba al confesionario para la dirección espiritual. Y lo más gracioso es que yo a mis 10-11 años me lo creía!! Para mí era un referente constante y un verdadero guía espiritual, por su doctrina, su investidura y su cariño.

A los 13 años, en una meditación en un centro del que dependía el club al que iba, me pareció ver que Dios me quería de numeraria. No sé de qué hablaba el cura, pero como lo conocí bien después, pondría las manos en el fuego por que esa tarde estaba predicando sobre la vocación. Y por supuesto que resolví seguir el camino que había "visto" (casi como el santo marqués!). Se lo comenté a mis padres, quienes no bailaron de felicidad pero tampoco pusieron el grito en el Cielo (seguramente a la espera de ver qué ocurría con el paso del tiempo, yo tenía 13 años) Se lo comenté al cura del colegio, a una amiga que iba por el centro. Y ya estaba jugada! Ese era mi destino, mi deber, mi camino, la voluntad de Dios para mi. Y, me gustara o no, debía seguirlo. "Lo que hay que hacer se hace... sin miramientos, sin dilaciones..." (de Camino, no es textual... hace muchos años que no tengo el libro, ni lo leo, ni lo quiero leer!)

A tal punto no quería, pero iba a hacerlo igual, que en mi agenda (típica de niña de 13 y 14 años) en el día en que yo cumplía los 14 años y medio (alguien alguna vez se preguntó por qué el "medio"?????) pegué todas las fotos que entraban de los chicos del colegio de varones que recorté de una revista. Era un expresivo e inútil acto de rebeldía. De todas maneras sabía que llegado ESE día yo escribiría mi carta pidiendo la admisión. Nadie me presionó... Nadie me empujó... No hacía falta... yo iba sola, atraída por la fuerza del cariño a los míos.

A pesar de que yo tenía "decidido" ser numeraria, la que llevaba mi charla (sí, yo tenía totalmente asumido que esas conversaciones no eran una conversación de amigas sino una charla con alguien de cierta investidura espiritual) me dijo que no dejara de asistir a una fiesta-baile que organizaba una de las chicas de mi clase por sus 15 años. Fui. Estaba a la expectativa, observando todo y analizando cada cosa. En eso se me acerca un niño (él se sentía un hombre, pero era un niño) con su séquito de "amigos". Y me preguntó si quería bailar. Cuando contesté aceptando, me dijo "esperá que busco una escalera!" y se fue entre las carcajadas de sus amigotes. Casi me muero de la humillación. Era mi primera experiencia en bailes y tenía que empezar de semejante manera? Más humillante fue que la dueña de casa mandó a un chico alto y todo un caballero a que me invitara a bailar. Lo hizo y estuvimos bailando un rato. No fue un momento muy feliz.

En esa misma época, mi país estaba saliendo de un régimen de gobierno militar de corte dictatorial y como de a poco se encaminaba a la restauración de las instituciones democráticas, se sentía la euforia en las calles. Empezaron a regresar al país muchísimos “artistas” “exiliados”y se puso de moda el “rock nacional”... esa era la música que escuchábamos... ahora rebobino la historia y me lleno de admiración por la paciencia de nuestros padres... porque muchos de esos cantantes, en las letras de sus canciones, hacían referencia a la guerrilla, la represión militar, la desaparición de personas, el amor libre, la violencia y las bombas... y nosotras bailábamos al son de “Bronca” con el puño en alto sin darnos cuenta de la historia de dolor y miedo que había detrás... La verdad es que muchas de sus letras me molestaban mucho, pero me cuidaba muy bien de manifestarlo. Observaba atónita el cambio que se estaba dando en mis compañeras de colegio y en la gente de mi edad que me rodeaba. Había euforia por la calle... Marchas todos los días... Actos de los distintos partidos... Era el año 83 y los bombos sonaban por doquier... Las masas de lanzaban a la calle a gritar... a pegar afiches... a romper lo que se les pusiera delante... qué mugre había por todos lados!... pintadas de cal en las paredes... chorreaduras por las veredas... donde hoy pegaban un afiche, antes de que se secara el engrudo había otro encima tapándolo... Era mucha la gente que estaba asustada... y yo no era la excepción... de golpe las calles estaban plagadas de gente descontrolada... se sentía violencia, rabia, espíritu de revancha... los medios de comunicación hablaban del “destape” moral como consecuencia de años de represión... la prensa fomentaba el cuestionamiento, la crítica, la disputa, la confrontación... se sentía como el efecto del resorte contenido a presión, que de golpe se libera y sale violentamente despedido...

Llegó el día y fui a escribir la carta. Me dijeron que era la primer "aspirante" de la Región (hacía exactamente un mes de la Intención Especial famosa y la figura de "aspirante" era una "novedad") Y me fomentaban el orgullo de serlo. No era cierto, la verdadera primer aspirante era una compañera mía de colegio, pero durante años su pertenencia a la obra fue un secreto muy bien guardado por las directoras: sus padres no aprobaban la decisión. Por esa razón iba a las fiestas con chicos, no hacía los retiros de vocaciones recientes, sino los de san Rafael, etc... Nadie lo sabía... Ella tenía 14 años... (sigue adentro)... y sus padres se enteraron casi cuando ella era mayor de edad.

Volviendo a mi propia historia... a los 10 días de pitar me mandaron a hacer el curso anual de vocaciones recientes. Éramos unas 60 chicas, en su gran mayoría menores de 18 años. Me llevaron mis padres hasta la casa de retiros donde me quedaría un mes. Yo no quería que ellos se fueran pero pretendí ser madura e independiente sin demostrar el desagrado que me producía estar un mes lejos de mis padres en semejante lugar y circunstancias. En la primera clase, del primer día, después de la meditación y la Misa, el sacerdote nos habló de la perseverancia a la vocación. En la clase nos describió la cantidad de calamidades que nos ocurrirían si no éramos fieles. Y nos habló con nombre y apellido de Miguel Fisac. Inmediatamente me puse tensa. Me pareció muy mal. Yo sería una niña pero me pareció una gran injusticia y una difamación gratuita. Hablar a un grupo de chicas, de otro país, en otro continente, de lo que hizo o dejó de hacer un Fulano me pareció muy fuera de lugar. Pero tenía 14 años y solo escuchaba y observaba. En ese curso anual, muchas se desmayaban por la falta de aire en el oratorio a la mañana ya que cerraban las ventanas para oscurecerlo para la meditación. Yo me desmayé como 10 veces en distintos momentos del día. Me dijeron que estaba bien y no le dieron mayor importancia al hecho. La directora, recién llegada del Colegio Romano, era médica y a simple vista (no tenía instrumental alguno) decía que yo estaba 10 puntos. Pero me seguía desmayando DE LOS NERVIOS!!! (hoy me río... nunca más en la vida me pasó algo así... lo que sería la tensión que tenía dentro!!!) Más allá de estos detalles y de lo absurdo del plan en general, me las ingenié para pasarlo bien y volví a mi casa contenta.

Y mis padres? Ellos les creyeron a los directores (cada uno consultó a los de su sección) el cuento de que los aspirantes no pertenecían a la obra y que si no querían seguir adelante en el camino de la vocación, "no pasaba nada", que no teníamos vínculo jurídico alguno y que uno se podía ir cuando se le diera la gana. Poco tardó mi madre en sospechar que eso era un cuento... Un par de años más tarde, yo todavía estaba en el colegio, uno de mis hermanos también pidió ser aspirante. El tendría 14 o 15 años también, pero antes del año él ya se había dado cuenta de que su camino no iba por ahí y se fue. El director le "sugirió" que no fuera más por el centro "para no escandalizar a los demás chicos".Y ahí mi madre empezó a cuestionar: no era que no tenían vínculo legal alguno? cómo se puede escandalizar si uno no ha hecho nada malo? no era que el ser aspirante es para discernir si uno tiene o no vocación a la obra? y si uno descubre que no la tiene, cuál es el problema? Como siempre recibieron cuentos y disertaciones huecas a todas y cada una de las preguntas. Mi hermano siguió su vida y mis padres empezaban a abrir interrogantes... Yo seguía en mi camino de numeraria.

Estando en los últimos años de colegio (16-17) súbitamente murió un amigo de mis padres. Venía todos los domingos a tomar el té a casa, junto con su mujer (supernumeraria y muy amiga de mi madre) y sus hijos (tres de los cuales eran vocaciones recientes, menores que yo y en el mismo colegio) Fue un dolor muy grande el que nos golpeó a todos. Al que le siguió el shock de enterarme de que la viuda se casaba con un numerario (que se iba, obviamente!) a quien conocía muy bien y al que veía frecuentemente cuando venía a casa a dar el círculo a un grupo de supernumerarios. Mis padres estaban shockeados y yo, con la inmadurez propia de la edad sumada a la presión del opus, lloraba en el oratorio del colegio pidiéndole a Dios "que no permita nunca que yo lastime a los que quiero de ese modo!" (pasaron los años y mis padres reanudaron contacto con ese matrimonio)

Y yo? Seguía para adelante. Esperando siempre que alguien me mandara a mi casa, como hicimos con más de una docena de chicas cuando yo estaba en el consejo local del centro de estudios. Pero nunca me llegó la gracia del despido... A pesar de eso, me las ingenié para tener momentos agradables, y hasta me convencí de que era feliz. Pero no lo era. Así pasaron 13 años. Y me enfermé. Y me fui. Sin importar que me mandaran al infierno. Y mis padres me recibieron (lo que quedaba de mí...) y me apoyaron.

Pasaron los años, casi 11, cuando mi marido descubrió opuslibros, y acá estoy contando la historia de mi ingreso con la intención de sumarme a los testimonios de menores manipulados. Nadie me empujó a entrar, pero nadie me lo impidió tampoco. Del mismo modo que ningún adulto en su sano juicio me habría dejado contraer matrimonio, por enamorada que me sintiera en ese momento, tampoco tendrían que haberme dejado entrar en el opus dei. Porque a los 14 años uno es un niño! y los tecnicismos legales hipócritas no son más que eso: una gran mentira para ocultar la realidad de estar abusando de la conciencia de menores de edad.

Para mi, este escrito es un acto de liberación... un modo de entender mi pasado y hacer las paces con él... no sé cómo explicarlo.. pero me siento en paz con mi "entrada" a la Obra desde que entendí lo que la motivó... y eso recién lo vi con claridad esta última semana, entre desvelos y lecturas de la web... al invertir tiempo desmalezando mi corazón y mi memoria... por que no fue un acto lineal, programado y funcional... fue el producto de una limpieza interior (facilitado por la lectura de los testimonios y textos de los que escriben aquí)... y ahí, en medio de la maraña de la selva se encontraba el árbol de la verdad... y ahora veo muy claro que yo me hice de la obra por cariño... por cariño a mis padres... a mis abuelos... a los amigos de mis padres... a mis vecinos.. a mis tíos... al cura del colegio... todos ellos hicieron mi infancia feliz y la dotaron de mil colores y sabores, tenían las respuestas para mis inquietudes y le dieron sentido a mi entorno... y todos ellos pertenecían a la obra... y para prolongar ese cariño y esa sensación de seguridad, yo "descubrí" mi vocación a los 13 años... y por ellos pedí la admisión... y por ellos me quedé 13 años ahí adentro... Estaba atrapada en el temor de defraudar a los que yo más quería... Pero me fui... porque si no me volvía loca... me asfixiaba, como todos los que nos hemos ido... y tarde descubrí que el cariño de mis padres no estaba condicionado a mi permanencia en el opus... que los verdaderos amigos siguen siéndolo.. y los que son "intransigentes" y siguen queriéndome pero eligen no demostrarlo porque no quieren oír a su corazón? Allá ellos.. me lastiman.. pero a esta altura de mi vida, no los necesito para seguir caminando con calor en el corazón... tengo otros amigos... tengo a mi marido y a mis hijos... tengo una vida propia... descubrí este magnífico website... ya crecí. Y no soy más una niña.



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