El Opus Dei y Vaticano II

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Por Ana Azanza, 11.01.2010


Joan Estruch ofrece toda la documentación sobre la participación de los miembros del Opus Dei en el concilio Vaticano II.

No son los “enemigos de la obra” quienes lo dicen: los propios biógrafos oficiales del fundador, Berglar, Gondrand, Vázquez de Prada, reconocen que Escrivá no fue llamado. Aunque añaden la “inventada” de que a Juan 23 le hubiera encantado su participación. En efecto, un papa cuando convoca un concilio, no sólo llama a los que van a participar en él: también da explicaciones a los que no van a ir.

También es de “cosecha propia” de estos escritores que Alvaro del Portillo participó en las tareas conciliares, “sobre todo en lo referente a los laicos.” Participar participaría, pero en los documentos no ha quedado constancia de su participación en estas cuestiones de laicos...

El dato significativo: el opus pretende desde tiempo inmemorial que la doctrina del fundador descubierta en 1928 y concretada con sucesivas minirrevelaciones posteriores, que en su momento supuso una revolución, el papel de los laicos en la iglesia, fue asumida por Vaticano II. La realidad es que según los documentos oficiales del concilio del Portillo, Julián Herranz y Amadeo de Fuenmayor, únicos opusinos presentes en la magna asamblea, no figuran como padres conciliares sino como expertos. Y nada que ver con los laicos sino con la “Comisión de religiosos” y “la disciplina del Clero”. Es cuando menos extraño para unos precursores del laicado esta especialidad…

Otros peritos opus fueron Albareda y Canals en sendas comisiones preparatorias. Tengo entendido que todos los numerarios que he nombrado eran curas. Y ninguno de ellos estuvo preparando nada sobre los laicos.

Para los incrédulos he aquí el texto de Estruch, Capítulo XI de Santos y Pillos:

¿Cuál fue, de todos modos, la participación concreta de los miembros de la "cúpula" del Opus en las tareas del Concilio? Conociendo el estilo de los biógrafos de Escrivá queda claro que al fundador le supo muy mal no poder participar directamente en él. Efectivamente, Gondrand afirma que "de acuerdo con la Santa Sede, no participará como padre conciliar en las tareas del Vaticano II, pero las seguirá de cerca" (Gondrand, 231). ¡Como si la decisión de asistir al Concilio -como "padre conciliar"- fuera fruto de unos pactos establecidos entre la Santa Sede y los interesados! Los padres conciliares son los obispos "et alii a Summo Ponttfice ad Concilium vocati" ("Actae Apostolicae Sedis", 1962, 612): Escrivá no era obispo ni fue convocado por el Santo Padre. Berglar es algo más cauto, pero aun así no logra evitar la tentación de afirmar -sin aportar pruebas, evidentemente- que "en realidad, a Juan XXIII le hubiese gustado nombrar consultores del Concilio tanto al Presidente general como al Secretario general del Opus Dei, pero esto hubiera supuesto una sobrecarga enorme de trabajo y una dedicación de tiempo por parte del Fundador a quien se le exigía un esfuerzo que superaba casi lo humano" (Berglar, 299). En una palabra: el "Padre" no es tenido en cuenta y su nombre no aparecerá jamás en conexión directa con el Concilio.

Mas no terminan aquí los embrollos de la literatura "oficial". Alvaro del Portillo sí va a participar directamente en algunas tareas preparatorias del Concilio, "como presidente de una de las comisiones previas, la de los laicos", además de ser, durante el Concilio, secretario de la Comisión "sobre la disciplina del clero" y "experto, también, de otras comisiones" (Gondrand, 231; véase, en el mismo sentido, el curriculum de Alvaro del Portillo en Rodríguez y otros autores, 34; Portillo, 1981, 11; etc.). También en este punto Berglar es más ambiguo: "Don Alvaro del Portillo participó desde el primer momento en la preparación del Concilio, especialmente en lo referente al tema "los laicos en la Iglesia"; más tarde fue nombrado secretario de la Comisión conciliar "De disciplina cleri et populi christiani" y perito de algunas otras comisiones" (Berglar, 299). Efectivamente, la Comisión conciliar sobre la disciplina del clero la preside e1 cardenal Ciriaci, que es a la vez el "cardenal protector" del Opus Dei; el secretario es del Portillo, y el secretario de actas, Julián Herranz, también del Opus. Por lo demás, en los volúmenes de las "Actae Apostolicae Sedis" correspondientes a estos años, Alvaro del Portillo aparece al final de una relación de expertos (1962, 784) y figura asimismo como miembro de la "Pontificia Comissione "dei Religiosi" per la preparazione del Concilio Vaticano II" ("Actae Apostolicae Sedis", 1960, 844; el entrecomillado es nuestro); Amadeo de Fuenmayor es consultor de esta misma Comisión "de religiosos" (ibíd., 845). En cambio, en la relación de miembros y consultores de la "Comissione dell'Apostolato dei laici" (ibíd., 852s), no figura ningún miembro del Opus Dei.

La otra fuente que refleja esos nombramientos y cargos, el "Annuario Pontificio", nos proporciona los siguientes datos acerca de la participación de los miembros del Opus Dei en las tareas del Concilio: en la edición del año 1961 se confirma que Alvaro del Portillo es miembro de la Comisión de religiosos, y que Amadeo de Fuenmayor es consultor de esa misma Comisión preparatoria, mientras que José María Albareda, entonces rector de la Universidad Católica de Navarra, es consultor de la Comisión de estudios y seminarios. El "Annuario" de 1962 presenta a Salvador Canals como consultor de la "Secretaría de Prensa y Espectáculo" de preparación del Concilio. Pero en la relación nominal de los integrantes de la Comisión preparatoria de apostolado de los laicos tampoco aparece ningún miembro del Opus Dei.

Parece haber aquí, por tanto, una cierta incongruencia. O bien las fuentes oficiales dela Santa Sede no documentan suficientemente la presencia del Opus en las comisiones conciliares, o bien no se acaba de entender de qué forma su participación se efectúa "especialmente en lo referente al tema de los laicos en la Iglesia" (Berglar, 299). Claro está que será fundamentalmente éste el tema en el que el Opus Dei querrá presentarse más tarde como movimiento que se había anticipado al Concilio, con una línea de pensamiento que éste terminó reconociendo y oficializando (Benito, 1967, 566). En este sentido no deja de resultar curioso que a lo largo de las 1.300 páginas del "Diario del Concilio", de Henri Fesquet, el Opus Dei sea mencionado una sola vez, en relación precisamente con el tema de los laicos. Pero Fesquet cita al Opus para decir que si el reconocimiento de la madurez del laicado es condición de una auténtica presencia de la Iglesia en el mundo moderno, lo cierto es que "hasta ahora no se han tomado aún medidas suficientes para asegurarla de otra manera que por medio de unos institutos seculares tan sospechosos como el Opus Dei" (Fesquet, 610).

Otra cuestión histórica en referencia a la relación opus dei – concilio Vaticano II. A Escrivá la elección del papa convocante de Vaticano II le supuso una sorpresa nada grata. Los aires renovadores de Juan 23 no sólo cogieron a contrapié a Escrivá. Gran parte de la iglesia española, de la jerarquía para ser exactos, así como el régimen de Franco quedaron bastante descolocados. En especial el decreto conciliar en que se hablaba de “libertad religiosa” dejaba a un régimen de catolicismo oficial en el lugar que le correspondía: puro anacronismo. Una dictadura en la que los opus estaban como pez en el agua, “nos han hecho ministros”. Es decir, que si como algunos autores afirman el fundador no fue un entusiasta de Vaticano II, en esto coincidía con muchos clérigos a la antigua usanza, los opusdefensores no deben avergonzarse de ello. Escrivá no era una rara avis, gran parte del clero español (¿la mayoría?) tampoco estaba contento.

También Carmen Tapia da su testimonio, capítulo VIII de “Tras el umbral”. Carmen sufrió su encierro carcelario en Villa Tevere justamente en los últimos meses del Vaticano II: noviembre 1965 a marzo de 1966. El concilio se clausuró el 8 de diciembre de 1965:

Esto fue como digo a finales de noviembre. En diciembre y concretamente el día 8, día de la Inmaculada, era la clausura del Concilio Vaticano II. Yo pedí por favor que me dejasen ir, acompañada de quien quisieran, pero que consideraba un hecho muy importante como cristiana y que era la única vez en mi vida que un acontecimiento de semejante envergadura podría tener lugar en la Iglesia. Me dijeron Marlies y Mercedes Morado que no. Que había mucho trabajo en la casa y "cosas más importantes que hacer que ir a la clausura de un concilio". Agregaron que don Alvaro y "algunos de nuestros hermanos estarán allí y basta".

La televisión pasó en directo el acontecimiento por la mañana y en vídeo por la noche. Fui la única numeraria de la casa a la que no le permitieron verlo. Nadie, entre trescientas numerarias que seríamos en la casa, fue al Vaticano. Esto nunca lo entendí y, cuando el Opus Dei dice que monseñor Escrivá amaba mucho a la Iglesia y al Papa, no me parece objetivo, como lo reflejan estos ejemplos que viví directamente.

Por lo demás con la llegada de Juan Pablo II, favorecido y favorecedor del opus, da la impresión que las altas esferas de la iglesia han enterrado piadosamente el concilio. Juan Pablo II, el papa polaco predicador de los derechos humanos por el mundo, no tuvo tantas consideraciones “ad intra” de la institución eclesiástica: no escuchó las abundantes quejas por los abusos pederastas de los curas en USA, condenó sin escuchar ni dar lugar a defensa a los teólogos que hacían peligrar el “centralismo” pontificio. En una actitud política nada acorde con la evolución de los tiempos, ayudado en la sombra por el opus. Estos últimos bien que se han ocupado de hacer caer en desgracia a cuanto teólogo, cura u obispo no era de su agrado. Hace poco leíamos en opuslibros.org un testimonio de un cura diocesano defenestrado por el opus dei en su parroquia.

La falta de entusiasmo por la modernización pregonada por el concilio no es patrimonio exclusivo del opus. La curia vaticana ha hecho lo posible e imposible para que la iglesia no se descentralice y ellos no perder el timón. Una iglesia católica menos centralizada, menos burocrática y menos curial, no sería pasto fácil para el opus como lo es ahora.

Benedicto XVI está en conversaciones con los que se fueron de la iglesia por no aceptar Vaticano II, “el concilio del diablo”.

Interesante que se haya comentado Guadium et Spes y Lumen Gentium en cursos anuales y conferencias opusinas varias. Pero hubiera sido bastante más interesante que la apertura, el “talante” conciliar de apertura, no se quedara en la letra, sino que se llevara a la práctica.



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