Apostolado bajo presiones insanas

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Por Tartarín, 10 de julio de 2005


La idea que tengo con este escrito es dar una explicación lo más entendible que sea posible a aquellas personas que no han estado en contacto con la labor del Opus Dei, o cuya relación con esta sea menos intensa de algunos aspectos negativos de esa institución. La verdad, no es increíble que dada la capacidad propagandística de la prelatura, algunas personas consideren que las críticas que se le hacen desde este sitio son bastante injustas o imprecisas.

Para entender bien el tipo de desordenes psíquicos que la doctrina y la praxis del Opus Dei produce en algunas personas considero útil poner por escrito algunas de las ideas que son más perjudiciales.

Estas ideas aisladamente tal vez no surtan un efecto tan fuerte como cuando están juntas, resultando esto del efecto catalizador que se produce al mezclar asuntos de conciencia, con la propia autoestima y con la afectividad de la persona. Porque mucha doctrina que se maneja internamente es una mezcla de explosivos destinados a minar estos tres aspectos de la personalidad y por eso no es imposible que a algunos su paso por la institución les haya dejado cicatrices más o menos profundas. Además, hay que anotar que esta doctrina se difunde internamente a personas muy jóvenes que han depositado su confianza en la Institución y que son entrenadas para hacer incondicional esta disposición (de confianza ciega).

Por ejemplo un asunto bastante peligroso es el concepto de persona entregada que se maneja dentro de la institución. Primero se identifica entrega a la prelatura con la entrega a Dios, de manera que todo lo que se haga por ella se hace por Él (hasta aquí no veo mayores problemas). Pero lo que pasa es que en una inversión de la lógica del asunto, se pasa a la conclusión de que lo que no se haga por la obra de Dios se le niega directamente a Él, es una desobediencia a Su voluntad. El problema es que llevando este planteamiento a una situación extrema se absolutizan los mandatos que se pueden recibir de los superiores, identificándolos con la voluntad divina y además no se toma en cuenta la capacidad que tengan las personas de cumplir con estos supuestos mandatos divinos (ver Ruiz Retegui. La persona humana y su crecimiento. Capitulo tercero. La instancia institucional y sus pretensiones de absoluto, Ruiz Retegui. Lo teologal y lo institucional y E.B.E. La santa extorsión).

Una consecuencia de esto se puede ver claramente en el tema llamado "apostolado". En la prelatura es frecuente que se planteen metas respecto al número de personas nuevas que se deberán poner en contacto con la labor, en sí mismo este tipo de metas no tendría ningún problema. Lo perjudicial es cuando estas metas pasan del planteamiento a su imposición, de manera que una persona que puede tener algunos problemas reales de timidez o dificultades para aumentar su circulo de amistades (si tiene buenos amigos hay que cuidar de estos) puede verse forzada constantemente a presentar nuevos conocidos en el centro. Como no cumplir los mandatos del director es desobedecer a Dios (en esta lógica) lo que debería ser algo de iniciativa propia y que no debería preocupar mucho a la conciencia se convierte en algo de materia grave. Y no exagero, para mi era frecuente ver que en la dirección espiritual individual y en la colectiva se amenazara con el peligro de la condenación eterna a los que no eran lo suficientemente apostólicos según las metas planteadas. Este tipo de tácticas de manipulación era, y es, puesta en práctica por sacerdotes con muchos años de ministerio sacerdotal y con mucha experiencia dentro de la obra (tal vez no por todos) y es significativo que ese tipo de formación parece ser más detectable en aquellos que se han ordenado más recientemente. O sea estas ideas son "grabadas a fuego" en las personas que van a los centros de formación internacional como Cavabianca y luego algunos (que no todos) suavizan sus posturas a lo largo de los años.

Aparte de la carga en la conciencia, el ataque que se realiza sobre el que no cumple este tipo de metas es también dirigido a su afectividad y a su autoestima. Respecto a lo primero, es frecuente que la falta de resultados apostólicos se le atribuya a una falta de amor a Dios y por lo tanto a un egoísmo (a veces se dice que solapado) en la persona. Cualquiera puede darse cuenta de esta limitación en sí mismo (casi todos somos egoístas en mayor o menor medida), pero lo peligroso es que a una persona que busque sinceramente a Dios este peso puede llegar a ser insoportable cuando se hace permanente en una situación en la que además ya se tiene un problema de conciencia grave desde su punto de vista.

Respecto a la autoestima, otro planteamiento perjudicial que se aplica en la institución es la de comparar los resultados apostólicos (ojo aquí otra vez referidos a números de nuevas caras conocidas y no a profundización en la vida espiritual de los que ya están en contacto con la obra) de unas personas/centros/épocas con los números de otras personas/centros/épocas. Aunque estas comparaciones, valga la aclaración, no se le plantean en las mismas condiciones a todos los lugares, hay lugares del planeta donde es evidente que no se pueden plantear metas numéricas muy exigentes. Se supone que esas otras personas, o que en esos otros centros, o que en aquellas épocas, las personas eran no solo más entregadas, sino también más inteligentes y se le adjudican a las personas con pocos resultados en las metas numéricas etiquetas peyorativas: son poco inteligentes, se fabrican problemas personales, no son capaces de hacer amigos (por lo que se sospecha su egoísmo), tienen poco carácter, son del montón, aman poco a Dios y además son responsables de su propia infelicidad y de la de los demás.

Este tipo de planteamientos se realizan a personas de entre 14 y 20 años por quienes dicen ser su único cauce hacia Dios, por que en la institución el director espiritual lo hace por delegación del prelado, que a su vez recibe este encargo de Dios.

No se hasta que punto esta explicación sea de ayuda para entender el problema que estoy tratando. Puede ser difícil de entender y achacársele el problema a la falta de capacidad o experiencia por parte de los miembros más jóvenes de la prelatura -que se debió tener en cuenta antes de realizar a personas muy jovenes los planteamientos mencionados- (e incluso algunos con cierto cinismo atribuir el problema a la supuesta falta de vocación). Pero a mí me parece que por lo menos esta es una demostración de la falta de calidad de la doctrina que se maneja internamente. Esto para que luego la publicidad que la obra haga de sí misma sea de una institución sin fisuras, sin los problemas que tienen otras instituciones de la Iglesia y según ellos un camino de felicidad para todo tipo de personas.

Como esta "formación apostolica" -en el caso de numerari@s y agregad@s- se realiza a una edad en la que la personalidad esta en formación y puede ser inmadura, es frecuente que este tipo de mentalidad se siga teniendo a lo largo de toda la vida generando cargas de conciencia en la misma persona y haciendo que la persona le invente problemas de conciencia similares a otros cuando debe ejercer cargos de formación y de gobierno.

Otro tema -la publicidad engañosa que se maneja hacia dentro y hacia afuera de la institución- lo dejo para otro día.


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